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Bandera de EE.UU.

ESTADOS UNIDOS

Diario de viaje a Los Angeles, Las Vegas y Grand Canyon

Rafel Campoy Orozco
Published on Data viatge: 2005 | Publicat el 23/11/2005
2.7 de 5 (236 vots)

Introducción

Bandera de Arizona Bandera de Nevada Bandera de California

Este es el diario de un viaje de 15 días a la costa oeste de Estados Unidos, visitando las ciudades de Los Ángeles y Las Vegas, así como el Gran Cañón en una excursión de un día.

NOTA: Contenidos de este diario parcialmente actualizados en mayo de 2015.


Ficha técnica del viaje

Fechas del viaje

Del 28 de Julio al 11 de Agosto 2004

Itinerario

Día 1: Calafell - Barcelona
Día 2: Barcelona - Bruselas - Chicago - Los Angeles
Día 3: Los Angeles (Hollywood - Beverly Hills - Bel Air - Santa Monica)
Día 4: Los Angeles (Long Beach - Hollywood - Venice Beach)
Día 5: Los Angeles (Downtown - Beverly Hills - Santa Monica)
Día 6: Los Angeles (Marina del Rey - Santa Monica)
Día 7: Los Angeles - Las Vegas
Día 8: Las Vegas (Hoteles, Paris, Aladin, MGM, New York, Excalibur, Luxor)
Día 9: Las Vegas (Hoteles, Flamingo, Venetian, Tresure Island, Mirage, Caesars Palace)
Día 10: Las Vegas (Hotel Bellagio) - Fremont Street
Día 11: Las Vegas - Hoover Dam - Grand Canyon
Día 12: Las Vegas
Día 13: Las Vegas - Los Angeles
Día 14: Los Angeles - Nueva York - Bruselas
Día 15: Bruselas - Barcelona - Calafell

Viajeros

Sole y Rafa


DIARIO DE VIAJE A LOS ANGELES, LAS VEGAS Y GRAND CANYON

28 de julio

Partimos en tren desde Calafell, destino l'Hospitalet de Llobregat, dormimos en casa de una amiga, nuestro vuelo, sale a las 7:00h del Prat, dirección Bruselas. Este vuelo lo realizamos con Vueling.

Salimos de Bruselas a Los Angeles, y no directo desde Barcelona, por que con ello nos ahorramos unos 300 €, incluido el BCN/BRU/BCN con Vueling (ahorro que nos venia muy bien para los gastos extras).


29 de julio

A las cinco de la mañana nos desplazamos al Prat, y sin excesivos trámites a las 7h partimos dirección Bruselas. A las 9:10 llegábamos. Tras recoger el equipaje empezamos la maratón de controles para poder subir a un vuelo de American Airlines destino Chicago y transbordo a Los Ángeles.

Vuelo que contratamos, después de mirar muchos precios en distintas webs, en Travelprice. En las dos horas que van desde que recogimos el equipaje hasta que embarcamos, enseñamos unas siete veces el pasaporte, aparte de los controles habituales, nos hicieron revisión de equipaje de mano, manualmente, del calzado y cacheo, brazos en cruz de nuestros cuerpos, todo esto por parte de la seguridad americana.

Todos estos controles nos ocuparon las dos horas de diferencia entre la llegada a Bruselas y el embarque destino Chicago. Después de digerir todo el montaje de seguridad partimos hacia Chicago a las 11:05, con llegada a las 13:05 hora local, tras 9 horas de viaje.

En Chicago pasamos aduana con recogida de maletas y control de estas; la verdad que los controles de pasaportes y maletas fue mucho mas suave de lo esperado, sobretodo viendo el control de seguridad de Bruselas. Aún así consumimos las dos horas de diferencia que teníamos entre nuestra llegada y el vuelo a Los Ángeles.

Ya bastante cansados de los dos anteriores vuelos afrontamos el último, este sí con final en Los Ángeles, a cuya ciudad llegamos a las 17:32 hora local (4:32 de la madrugada en Barcelona), tras 4 horas y 15 minutos. de vuelo y con un total de 15 horas y 30 minutos sumando los tres.

Tras recoger las maletas salimos al exterior de un aeropuerto muy bien organizado, pero un tanto complicado de entender para unos europeos recién llegados. Los autobuses de los principales hoteles y compañías de alquiler de coches (rent a car) no paraban de dar vueltas por las terminales en busca de posibles clientes.

Teníamos reservado un coche de tipo Compact para los cinco días de estancia en Los Angeles, en la web Booking.com de la empresa Dollar.

Nos subimos en el autocar y en cinco minutos estábamos en el mostrador de la compañía, formalizando todo el papeleo, lo cual fue mas fácil de lo esperado al ser mexicana la persona que nos atendió. A lo largo de los días en Los Ángeles nos dimos cuenta de que todos los trabajos del área de servicios estaban ocupados por personas de dicha nacionalidad.

Cuando alquilas un coche en Estados Unidos hay que mirar bien que seguro contratas, pues varían mucho las coberturas y los precios.

Tras recoger el coche, nos desplazamos al hotel Four Points by Sheraton Los Angeles International Airport. Estaba a dos manzanas del rent a car. Tras los trámites en recepción subimos a la room con unas ganas locas de pillar la cama.

Eran las 20 h de un viernes, una hora y un día impensable para irse a dormir, pero para nosotros eran las 5 h de la mañana del sábado en Barcelona, o sea nueve horas más de las que nos marcaba el reloj.


30 de julio

Alguien había dicho jet lag!. A las cinco de la mañana, con ojos como platos, nos entreteníamos viendo la infinidad de canales de la TV americana y mirando con curiosidad por la ventana. Por ella veíamos el circular de los coches por el Airport Blvd, así como el aterrizar de los aviones. Por cierto, el hotel estaba perfectamente insonorizado.

Tras comprobar que desayunar en el hotel nos salía por unos 24 $+Tax cruzamos la calle para llegar a un burger que habíamos visto enfrente, con la ilusión de comernos un croissant y tomarnos un café con leche. Pero claro, esto es América y en el burger solo había eso, burgers. Como no era plan de empezar de buena mañana comiéndonos uno sacamos el coche del garaje y salimos en busca de un market. Dos manzanas mas allá del hotel encontramos uno, en el cual compramos provisiones para los cinco siguientes desayunos.

Tras desayunar en la habitación del hotel, ya impacientes, salimos en busca de las calles de Hollywood. Estábamos tan impacientes por ver la meca del cine que a las nueve de la mañana ya paseábamos por el Hollywood Blvd, el famoso paseo de las estrellas. A esa hora estaba desierto, cosa que aprovechamos para realizar unas cuantas fotos con nuestros artistas favoritos. Dos horas después, y con el paseo a rebosar de turistas, resultaba casi imposible realizar una sola foto.

En la acera que da entrada al Teatro Chino están las huellas de los personajes más famosos del cine: Harrison Ford, Mel Gibson, Tom Hanks, Robin Williams, Arnold Schwarzenegger, Jim Carrey, Denzel Washington, Eddie Murphy, Meryl Streep, Whoopi Goldberg o Bruce Willis, los cuales se codean con estrellas de otras épocas como Charlton Heston, Sophia Loren, Kirk Douglas, o Paul Newman.

El Kodak Theater, además del teatro, tiene unas galerías comerciales sin mayor interés, eso sí, desde los puentes que cruzan el inmenso arco se divisa el Hollywood Sign, siempre que la bruma lo permita. A lo largo de todo el Hollywood Blvd hay infinidad de tiendas de souvenirs. En ellas se puede encontrar todo tipo de objetos relacionados con el cine. Además de las fotos con las estrellas y las huellas dejadas por los artistas de cine, alrededor del Teatro Chino pasean imitadores de Superman, Spiderman, Batman o Marilyn, que por un dólar posan junto a ti.

Para después de comer, teníamos reservada una excursión, con Starline tours, para ver las casas de los famosos en Beverly Hills y Bel-Air. La excursión Movie Star's Homes Tour partía del Teatro Chino. Solo vimos a una actriz famosa, Rebecca De Mornay, protagonista de "La Mano que mece la Cuna", montada en su vehículo, delante de su "casita". De las casas de los famosos vimos más bien poco, pues inmensos muros y árboles impedían verlas. Días después volveríamos en coche para ver toda esta zona más tranquilamente.

Una vez de vuelta al Teatro Chino cogimos el coche y nos fuimos a Santa Mónica. Cuando llegamos ya era de noche, tardamos una hora aproximadamente desde Hollywood, eso a buen ritmo y sin atascos.

Los Ángeles es una ciudad inmensa y las distancias larguísimas, eso sí, todos los puntos de interés están muy bien conectados y el turista lo tiene fácil a la hora de guiarse. Existen grandes avenidas, prácticamente rectas, que atraviesan toda la ciudad y unen los principales barrios, como la Sta. Mónica Blvd, que une los alrededores de Hollywood y Santa Mónica, pasando por Beverly Hills.

Una vez allí, nos dirigimos a la 3rd Street Promenade, una ancha calle peatonal, llena de tiendas, restaurantes y mucha animación, con músicos, retratistas etc. Era sábado y había muy buen ambiente.


31 de julio

Antes de pasar a relatar este día quisiera explicar un hecho por lo visto habitual en Los Ángeles. Por las mañanas, siempre amanece el cielo totalmente encapotado y con una temperatura más bien fresquita, eso en nuestras latitudes nos supondría tenerlo así toda la jornada, pero en Los Ángeles no. Conforme van pasando las horas de la mañana, las nubes y la bruma van desapareciendo, y al mediodía el cielo está totalmente despejado.

Esto viene a colación, porque este domingo teníamos previsto ir a la playa, pero viendo el tiempo que hacía a las nueve de la mañana cambiamos de ruta y nos fuimos a Long Beach, a ver el Queen Mary (1926), el cual esta varado aquí desde 1967, fecha en la que se convirtió en hotel. Se puede visitar, previo pago, de arriba abajo.

Además de poder visitar el barco, existen varias exposiciones de la época, y se puede asistir a Ghosts and Legends of the Queen Mary, las leyendas del Queen Mary, así como comer en alguno de sus restaurantes, cosa que nosotros hicimos en The Promenade Cafe. Un restaurante muy bien ambientado en la época, pero con una carta compuesta de burgers y sandwiches, eso sí, de calidad. Además de todos estos atractivos, se une el hecho del gran parecido del barco con el Titanic, como se puede apreciar bien en una de las exposiciones, con las maquetas de los dos barcos juntas.

Después de comer, y sin haber dejado por ver ni un rincón del Queen Mary, nos fuimos a Hollywood, o mejor dicho a buscar el Hollywood Sign, el cual encontramos no con pocas dificultades al no encontrar ninguna indicación.

Tras dar muchas vueltas con el coche por el barrio de casitas de Hollywood, tras una curva, logramos divisarlo de cerca. Ya teníamos la foto más famosa de Los Ángeles que, por cierto, nos la hizo una familia india (india de la India), la cual ya estaban haciéndose fotos cuando llegamos y seguían haciéndoselas cuando marchamos.

De allí nos fuimos a Venice Beach. Si hay dos playas populares en Los Ángeles, estas son Sta. Mónica y Venice Beach, las dos tocándose, las dos juntas, pero muy diferentes entres sí por el tipo de gente que las disfruta. En Venice encontramos todas las razas, etnias y tribus urbanas que habitan Los Ángeles, mientras que en Sta. Mónica predomina el blanco americano.

Aquí en Venice Beach se encuentra el famoso Muscle Beach, un gimnasio en plena arena de la playa, donde entre otros, fue descubierto para el cine quien ahora es su gobernador, Arnold Schwarzenegger, gobernador de California.

También encontramos el famoso paseo de las patinadoras, el cual recorre varios kilómetros (aquí miles), y por el cual también discurren ciclistas y corredores.

Pero, sin duda, lo que más nos llamó la atención fue el paseo Ocean Front Walk, típico paseo de playa, como en nuestras costas, lleno de gente de todos los colores y razas, paseando juntos y disfrutando de la animación callejera, compuesta por músicos, tenderetes de artesanía, retratistas y repleto de tiendas, tipo almacén, llenas de ropa, calzado o maletas, todo a bajo precio, así como de restaurantes tipo cafés. En esta playa se han rodado, entre otras series, Pacific Blue, la serie de los policías en mountain bike (actualmente emitida por TV3).


1 de agosto

Viendo el tiempo tan nuboso a primera hora de la mañana, y pensando que no saldría el sol, volvemos a desistir de ir a la playa y nos vamos a ver el downtown y el centro histórico.

Antes, viniéndonos de paso, hacemos una parada en el Memorial Coliseum de Los Ángeles, sede de los JJOO de 1932 y 1984. No llegamos a averiguar si se podía visitar. De todas formas, desde el arco que sostiene el pebetero de la llama olímpica divisamos todo el graderío y parte del césped.

Continuamos recorrido y llegamos al downtown (centro de negocios), donde tienen sede las grandes empresas y bancos; es la zona de los rascacielos acristalados, tan espectaculares como frios.

Subimos unas calles, donde se encuentra la zona histórica, Union Station y Olvera Street. La primera es la estación central de ferrocarriles, construida en 1939, al estilo colonial, la cual bien vale una visita. Enfrente se encuentra Olvera Street, lugar de nacimiento de Los Ángeles, alrededor de 1818, en la cual, a ambos lados de la calle, hay varios edificios históricos, construidos con adobe de Ávila. Hoy es un vistoso y colorista mercadillo mexicano, lleno de restaurantes de dicho país, en los que hubiéramos comido, pero aun era muy temprano.

Para hacer tiempo, nos fuimos a comer a Carney's, un vagón de tren en medio de Sunset Blvd que alguien instaló allí en 1968. Lo mejor de Carney's es lo atípico del restaurante y la vista de esta parte de Sunset, a medio camino entre Hollywood y Beverly Hills, pues no dejaba de ser un fast food de comida mexicana.

No es el único restaurante atípico de esta zona: podemos encontrar un autentico rancho del oeste o uno donde las camareras son cheerleaders.

Reposada la comida, nos fuimos a recorrer Beverly Hills. Primero recorrimos la zona norte, donde están las mansiones, espléndidas casas, todas ellas diferentes entre sí, con larguísimas palmeras en sus calles.

Paramos en The Beverly Hills Hotel, histórico hotel en el cual se han hospedado numerosos mitos del celuloide desde 1912. Mirando de aparcar el coche, para pasear, nos pareció ver a Julia Roberts entrando en una de las mansiones, no estamos seguros que fuera ella, aunque sí se parecía mucho. Fuera quien fuera, desde dentro del coche, nos miró, la miramos, y desapareció tras la verja, ¿era ella?.

Estacionamos el coche y aun en Rodeo Dr.N. encontramos la Presbyterian Church, iglesia en la que dicen, los famosos de Hollywood, rezan por sus fortunas, entre ellos Harrison Ford.

Cruzamos Sta. Mónica Blvd y entramos en la calle de las tiendas exclusivas, Rodeo Drive. En alguna de ellas sólo se entra previa cita, aunque en la mayoría no hay ningún impedimento para entrar (comprar ya es otra historia). En la puerta de las tiendas más importantes, se podían ver las limousinas, con chofer al volante, esperando a la afortunada dama.

Recorrimos Rodeo de arriba abajo, viendo los escaparates de Tiffany, Gucci, Giorgio Armani y demás famosas marcas. Al final de la calle se encuentra Beverly Wilshire Hotel, prestigioso hotel donde sé rodo en 1990 Pretty Woman.

Después de tanto lujo nos fuimos de shopping a Santa Mónica, donde las tiendas son más grandes, y los precios más pequeños. Allí cenamos en un restaurante italiano, dos estupendos platos de pasta y pizza, servidos por simpáticos mexicanos.


2 de agosto

Nos levantamos decididos a ir a la playa, y, como siempre, estaba nublado, pero a estas alturas el tiempo ya no nos engañaba.

Para dar tiempo al tiempo, y nunca mejor dicho, antes de llegar nuevamente a Santa Mónica, viniendo de camino, paramos en Marina del Rey, un puerto inmenso de embarcaciones recreativas y de lujo. En un extremo de él se encuentra Fisherman's Village, la simulación de un pueblecito marinero, con restaurantes, tiendas y entretenimiento, pero que a esa hora de la mañana estaba desierto. Dimos una vuelta y nos fuimos hacia Santa Mónica.

Las playas de Santa Mónica fueron el plató natural de la famosa serie Los Vigilantes de la Playa. Cuando llegamos las nubes habían desaparecido por completo y el sol brillaba en toda su plenitud.

Lo primero que encontramos fue el Santa Mónica Pier, famoso por su noria y su parque de atracciones. Bajamos a la arena y, tan pronto dejamos las cosas, nos hicimos el bautizo en el Océano Pacífico, el cual nunca habíamos visitado.

El agua, para nuestra sorpresa, estaba helada, tan helada que aquí no nos hubiéramos metido, pero claro, no podíamos irnos sin bañarnos en el Pacific Blue. El agua tiene un tono azul bastante oscuro, es un mar muy embravecido y con olas muy potentes, las cuales eran la atracción de los niños y no tan niños; son playas de surfistas. La arena también tiene una tonalidad más oscura que nuestras playas. Como dije anteriormente, en Santa Mónica solo habían personas de un color, el blanco, y algún que otro turista.

Por la tarde, teníamos una excursión: Los Angeles by Night. A estas alturas del viaje habíamos recorrido casi todos los puntos turísticos y la excursión se convirtió en un recopilatorio de lo visto, añadiéndole la City Walk de Universal Studios y las luces de neón de Hollywood Blvd.


3 de agosto

Nuestro vuelo con destino a Las Vegas, salía a las 16 h, cosa que aprovechamos para comprar regalos y mirar tiendas en Melrose Av, calle de Los Ángeles con tiendas muy variopintas y coloristas.

Devolvimos el coche sin ninguna sorpresa final y un bus de Dollar nos llevó a la terminal de American Airlines.

El vuelo de ida y vuelta de Los Ángeles a Las Vegas lo habíamos contratado con Hotwire, después de mirar y mirar webs, en busca del precio más económico.

Las Vegas se encuentra a 372 Km de Los Ángeles. Una vez en el aeropuerto Mc Carran, empiezas a tener contacto con el juego. Mientras esperas las maletas puedes ir gastando los primeros dólares en las máquinas tragaperras, instaladas por todas partes.

Recogido el equipaje salimos de la terminal y nos recibió un calor asfixiante, acompañado de un viento caliente, que hacia más insoportable la temperatura. Esto nos recordó que Las Vegas está en una zona prácticamente desértica. Cogimos un airport shuttle bus, que nos llevó al hotel Westgate Las Vegas Resort and Casino.

Hotel espléndido, con un edificio majestuoso de 26 pisos. En su teatro actuaba Elvis Presley, cuando visitaba Las Vegas. También actuaron entre otros The Beatles.

El hall te recibe con un casino, como no habíamos visto nunca, aunque los llegaríamos a ver más grandes; recorrimos el hotel, contaba con otro casino mas, diez restaurantes y otros tantos bares, en los que podías seguir jugando mientras bebías. Se podía jugar a todo tipo de juegos, Bacarrá, Blackjack, Ruleta, Rueda de la Fortuna, Póquer, Dados, Tragaperras, Quinielas Hípicas, Bingo, etc.

En Las Vegas, los hoteles tienen las habitaciones por debajo de su precio por categoría: el negocio no está en las rooms, sino abajo, en los casinos.


4 de agosto

Básicamente, todas las atracciones de Las Vegas se localizan en dos calles, la histórica y mítica Fremont Street y la moderna Las Vegas Blvd o The Strip, como le llaman los americanos.

En esta última se concentran prácticamente todos los hoteles temáticos: Paris Las Vegas, New York-New York, Luxor, The Venetian, etc. Estos hoteles son enormes, por lo que en una tarde es difícil recorrer más de 3 ó 4.

Por la mañana disfrutamos de la bonita piscina del hotel, pero muy pronto nos entró ganas de empezar a ver todo aquello.

A las 15 h, con un calor asfixiante, cogimos el recién inaugurado Monorail, el cual une los principales hoteles, desde el Sahara Hotel, hasta el MGM. Se puede comprar un billete de diez viajes por 20 $, un poco caro, pero necesario para desplazarse cómodamente por una ciudad donde abrasa el calor.

Lo cogimos en la parada del Hilton y fuimos hasta el hotel Paris Las Vegas, pasando antes por el Bally's Las Vegas.

El hotel Paris Las Vegas, en su fachada, además de edificios típicos de la capital francesa, cuenta con el Arco de Triunfo y la Torre Eiffel, a una escala que corresponde a 2/3 de la real. Una vez dentro nos quedamos maravillados: el casino lo tienen situado en medio de una plazoleta, que a mí me recordaba la Place des Voges. Además de esto, hay callejuelas a imagen de los pueblos franceses, en las que no faltan los cafés y panaderías típicas.

Del Paris Las Vegas, nos fuimos al Planet Hollywood Resort & Casino (antes llamado Aladdin Casino), cuyas tiendas constituyen un auténtico centro comercial. En la mayoría de hoteles las tiendas son temáticas, pero en este, así como en el Caesars Palace, son de todo tipo de marcas de ropa.

Después de más de una hora recorriendo sus tiendas, entramos en el MGM Grand, el hotel que tiene el casino más grande de toda Las Vegas. Enfrente se encuentra el New York New York, con su réplicas de la Estatua de la Libertad, el rascacielos Empire State, y el puente de Brooklyn por fachada. Dentro, calles típicas de la gran manzana, llenas de tiendas de ropa y souvenirs. A su lado encontramos el Excalibur, dedicado a la Edad Media.

A estas alturas teníamos los pies destrozados, las fuerzas nos empezaban a fallar, pero los dioses egipcios nos dieron las fuerzas necesarias para llegar al Luxor, una pirámide negra, acristalada, con la Esfinge dando la bienvenida. En lo alto de la pirámide, un foco apunta el cielo, con la luz más intensa de Las Vegas. Al entrar al Luxor, da una gran sensación de elegancia.

A pesar de lo cansados que estábamos, logramos remontar el strip hasta el Paris, lo que nos permitió contemplar todos los hoteles de la parte baja de esta avenida con las luces puestas, todo un espectáculo, como espectáculo eran las fuentes con luces y música del Bellagio, el hotel más caro y sin duda más elegante de Las Vegas.


5 de agosto

Tras una mañana de relax en la piscina, al medio dia nos volvimos a lanzar a la calle, para seguir viendo los maravillosos hoteles.

Esta vez paramos en el Flamingo Las Vegas Hotel & Casino, el primer hotel del Strip, fundado en 1946. Dentro, bonitos jardines tropicales, y como no, muchos flamingos.

Después de pasar en un visto y no visto, por el The LINQ Hotel & Casino (antes conocido como Imperial Palace), el Harrah's Las Vegas y el Casino Royale, llegamos al The Venetian, sin duda el más espectacular de todos.

Llegando a este hotel-casino de temática veneciana te da la sensación de llegar en góndola a la plaza de San Marco, el Campanile, el Puente de Rialto, el canal, las góndolas paseando parejas... Una vez dentro da la sensación de estar de verdad en Venecia. Los gondoleros cantan opera por los canales que atraviesan el hotel, grupos de danzantes disfrazados para los carnavales bailan en los puentes, todo un espectáculo. Siguiendo por los canales llegamos a San Marco, con sus edificios, con sus cafe-terraza, calcado a la realidad.

Cruzando la calle, llegamos al Treasure Island, cuyo hotel cuenta con el espectacular show The Sirens of Treasure Island (cancelado a finales de 2013), una batalla, con galeón incluido, entre piratas.

Pasamos por delante del The Mirage, el cual tiene un volcán en la fachada, que entra en erupción al anochecer, rodeado por un lago con bonitas cascadas.

Y seguimos andando hasta llegar al Caesars Palace, que como indica su nombre esta inspirado en la Roma de César. En su Colosseum tienen lugar las grandes veladas de boxeo, así como conciertos de música (por esas fechas actuaba Elton John). Dentro de este hotel-casino también encontramos The Forum Shops, con unas cien boutiques y numerosos restaurantes, entre ellos el Planet Hollywood, en el que cenamos.


6 de agosto

Una mañana más, nos relajamos en la piscina. Llevábamos dos dias recorriendo hoteles, y los pies los teníamos cansados y dañados, pero aun nos quedaban algunos hoteles por ver y después de comer fuimos a verlos.

Vimos el Monte Carlo, el Boardwalk Hotel (cerrado en 2006 y demolido con posterioridad) y el Bellagio.

El Bellagio es el hotel más elegante de Las Vegas y sus tiendas, las más exclusivas. Presidiendo el hotel, un magnifico jardín, el Botanical Garden, con campana de la independencia y águila Imperial incluidos. En estos jardines vimos a parejas de recién casados hacerse las fotos de rigor; era todo un espectáculo ver a los novios y a sus familiares. Era como estar viendo series clásicas como Dinastía o Falcon Crest, se les traslucían las brillantes cuentas bancarias.

Ya de noche, cogimos un taxi que nos llevó a Fremont Street, la auténtica calle de los casinos de Las Vegas. En esta calle nació la ciudad del juego, sede del legendario Plaza Hotel & Casino, y casinos como el Golden Nugget, el Fremont Hotel & Casino, o el Four Queens.

La calle Fremont es la imagen de Las Vegas en películas, series y videos musicales. A pesar de ser la parte más histórica de Las Vegas, esta calle sigue evolucionando y recientemente se lleva a cabo en ella The Fremont Street Experience. Este espectáculo se lleva a cabo en una pantalla inmensa que se extiende a lo largo de la calle, en forma de techo. Es sin duda, la pantalla de cine más grande del mundo, en la cual cada hora se proyectan imágenes espectaculares con 12'5 millones de luces y 550.000 vatios de sonido.


7 de agosto

Muy temprano nos levantamos, pues íbamos de excursión al Grand Canyon, con la agencia Look Tours.

Excursiones al Grand Canyon las hay de todos los precios y formas, aunque todas parten de un coste elevado. Se puede ir en avioneta, helicóptero o autobús, así como realizar actividades de turismo de aventura.

Nosotros teníamos claras dos cosas: primera, queríamos pisar el Grand Canyon, cosa que no hacen la mayoría de excursiones aéreas y, segunda, el precio tenia que ser razonable.

También había la posibilidad de alquilar un vehículo y hacerlo por nuestra cuanta, pero la larga distancia desde Las Vegas, y el tenerlo que hacer en una misma jornada, nos hizo desistir y al final contratamos la excursión, Grand Canyon Bus Tour.

Esta excursión era de las de mayor duración: 14 horas, de ellas sólo dos en el parque, pero también daba la posibilidad de ver la presa Hoover Dam y circular por la famosa Ruta 66, así como ver el paisaje del estado de Arizona.

A pocos kilómetros de Las Vegas, se encuentra la Hoover Dam, una de las mayores presas del mundo, la cual alimenta de electricidad a la ciudad de la luz y el juego, aunque el motivo principal de su construcción fue controlar las aguas del río Colorado. Está situada en los límites de los estados de Nevada y Arizona, es Lugar Histórico Nacional y Obra Maestra Histórica Nacional de Ingeniería Civil.

Nosotros nos encontramos el lugar totalmente ocupado por los Rangers, los cuales tenían un control unos kilómetros antes de llegar a la presa. Hicieron parar el autocar y cachearon el portamaletas, así como uno de ellos subió para inspeccionar que tipo de gente íbamos a cruzarlo. A la vuelta del Grand Canyon se repitió la historia. Resultamos ser gente no sospechosa, de hecho todos eran norteamericanos, menos nosotros y una familia mexicana, por lo que nos dejaron seguir, eso sí, no permitían parar delante de la presa, sólo después de unos cuantos giros carretera arriba.

Como anécdota decir que la Hoover Dam fue protagonista en la película The Movie, la primera entrega de Superman, en 1978, protagonizada por Christopher Reeve, el cual taponaba un agujero en la presa hecho por los enemigos de la época.

Tras otro alto para estirar las piernas, llegamos a las inmediaciones del Grand Canyon National Park. Después de comer en un restaurante de la zona, comida que entraba con la excursión (no así las bebidas), entramos en el parque.

Nos llevaron a verlo desde dos puntos estratégicos, a cual de ellos más espectacular.

Sin duda, el hombre ha realizado hazañas increíbles, pero viendo el Grand Canyon queda claro que la naturaleza las ha realizado mayores. Es difícil describirlo, es aplicable el más vale una imagen que mil palabras.

Este lugar es un capricho de la naturaleza, como lo son los fiordos noruegos, Ayers Rock en Australia o, más cerca de nosotros, la montaña de Montserrat. Cuando nos asomábamos a los precipicios del Grand Canyon, viendo la inmensidad del paisaje, nos invadía una sensación de libertad, de paz... Tuvimos una hora en cada una de las dos paradas, lo que aprovechamos para andar por los caminos que bordean los acantilados. A cada paso la vista era mas impactante.

Nos supo a muy poco, sin duda un par de dias aquí hubieran sido fantásticos. Existen hoteles, autobuses gratuitos que lo recorren, excursiones aéreas, así como múltiples actividades que realizar en el parque.

Con mucha pena, tuvimos que marchar, volvimos a cruzar la presa Hoover Dam y ya de noche, cuando llegábamos a Las Vegas, después de una curva, ésta nos sorprendió toda iluminada.


8 y 9 de agosto

Esta mañana permanecimos más rato en la piscina y por la tarde fuimos a ver algún hotel que no habíamos visto.

Igual pensareis ¡qué monotonía ver tanto hotel!. Os puedo asegurar que no, que es tan espectacular y llamativo todo lo que se ve en ellos que la monotonía no aparece en ningún momento.

Al día siguiente el viaje se acababa y hoy nos tocaba volver nuevamente a Los Ángeles, donde dormiríamos, antes de emprender vuelo a Barcelona, pasando por Nueva York y Bruselas.


10 y 11 de agosto

A las 7 h partimos en dirección a Nueva York. El cacheo en el aeropuerto de Los Ángeles fue bastante duro, ya que íbamos hacia la ciudad del 11-S, y además, por esas fechas se extendió el rumor de nuevos atentados terroristas, por lo que en Los Ángeles se lo tomaron en serio y el control de seguridad fue pesado de soportar.

Por otra parte, este martes 10 de agosto lo vivimos sin vivirlo, pues entre los vuelos y las horas que íbamos recuperando en cada parada (3 en Nueva York y 6 en Bruselas) se puede decir que no lo vivimos.

Al día siguiente, a las 7 de la mañana llegamos a Bruselas, con un sueño terrible.

Como nuestro vuelo a Barcelona no salía hasta las 16 h, cogimos un tren de cercanías y nos fuimos a ver el centro de Bruselas, donde ya habíamos estado dos años antes.

Que contraste, que diferencia, que tranquilidad, ... Ya en el aeropuerto de Bruselas, en comparación a los aeropuertos norteamericanos, se respiraba paz y tranquilidad. Aquí, en las ciudades europeas decimos que todo va muy deprisa, pero después de volver de América, todo nos parecía más lento, más tranquilo, más pacifico.


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