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Bandera de India

INDIA

Relato de un viaje de 15 días al sur de la India

Sandro Alarcón y Rosa Moreno
Published on Travel date: 2008 | Published on 27/04/2009
Last updated: 04/2022
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Introducción

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Cuando se habla de la India los comentarios suelen referirse al norte: Taj Mahal, Benarés o Calcuta. Pero el sur es también un viaje formidable, tan diverso y rico en matices como el norte, y con muchísimo menos turismo.

Nuestro viaje de dos semanas (del 8 al 22 de noviembre de 2008) a través del desconocido sur, empieza en Chennai, la antigua Madrás, capital del estado de Tamil Nadu (tierra de los tamiles), que ocupa el extremo sudeste del país frente a las costas de Sri Lanka, y que fue uno de los estados afectados por el tsunami de 26 de diciembre de 2004.

Seguimos hacia el sur visitando los templos en roca del pequeño pueblo costero de Mamallapuram, declarado Patrimonio de la Humanidad, y disfrutando de sus tranquilas playas. Pasamos un día con los diez mil peregrinos que visitan a diario el impresionante templo Meenakshi Amman en Madurai, y nos dejamos maravillar por sus goupurams, torres de entrada a los templos dravidicos decoradas con cientos de figuras y colores.

Plantaciones de café y especias, y los aromas de cardamomo y canela, nos transportan hasta el estado de Karnataka, donde nos internamos en la jungla a la búsqueda de tigres en el parque natural de Periyar, aunque sin éxito. Asistimos a una sesión de kathakali, una asombrosa conjunción de danza, pantomima y teatro religioso.

A ritmo lento y sosegado navegamos por la extensa red de lagos y lagunas (backwaters) de Alappuzha. La ciudad portuaria de Cochin, algo más al norte, es una autentica fusión de culturas y religiones. Iglesias, sinagogas, mezquitas, templos, y redes chinas dejadas por los comerciantes del imperio mongol.

Desde allí, un pequeño salto en avión nos transportó al palacio del Maharaja de Mysore, en el estado de Karnataka. Estado donde pudimos disfrutar en Halebid y Belur, las antiguas capitales del imperio hoysala, y de sus magníficos templos milenarios.

Culminamos nuestras andanzas, antes de tomar el avión de vuelta a casa en Bangalore, el Silycon Valley hindú, en Shravanabelagola un importante centro de peregrinaje jainista, dominado por una enorme estatua de 17 m. del gran maestro Bahudali.

En la web Abierto por vacaciones, de los autores de este relato, encontraréis el texto y fotos originales de este y otros viajes.


Diario de viaje al sur de la India

CHENNAI

Las diez horas de vuelo con Jet Airways desde Bruselas las pasamos, sobre todo, durmiendo. Esta compañía ofrece un servicio amable y atento como pocos. Cada asiento tiene su propia pantalla con películas, series de tv, documentales, animación y videojuegos. Y tres menús para escoger: vegetariano, no veg y halal.

Llegamos a Chennai (Madrás) a eso de las 00:35. Al salir del avión hay una humedad brutal y 26º de temperatura. El aeropuerto internacional está un poco dejado de la mano de Dios. Apenas hay carteles, las puertas son indistintamente de embarque y desembarque, y aunque limpio, es austero y con pinta de estar en permanente remodelación. Un taxi de prepago (300 INR) nos acerca al hotel, a 1/2h del aeropuerto.

Chennai. Después de haber sido habitado por portugueses, holandeses e ingleses, que la convirtieron en una gran ciudad, y la conectaron por ferrocarril con el resto de ciudades importantes de la India, el antiguo pueblo pesquero de Madrás, paso a llamarse en 1996 Chennai. Actualmente es la cuarta ciudad más grande de la India, y junto a Bombay, el motor de la industria del cine nacional. A pesar de su distancia del epicentro, el tsunami del 26 de diciembre de 2004 arrasó su costa, y mató a mucha gente.

Regateando un poco alquilamos un motor-ickshaw para todo el día por unos 300 INR. Empezamos con Fort Sant Jorge, la primera fortaleza británica en la India, construido en 1653 por la British East India Company. Un mástil de bandera de 46 metros de altura, rescatado de un barco hundido del siglo XVII, anuncia su presencia desde la calle. Dentro de sus muros se encuentra la Iglesia de Santa Maria, consagrada en 1680, y que se cree que es el templo anglicano más antiguo de Oriente. Hoy día entre sus edificios se alojan la Asamblea Legislativa y su Secretaria, sin ningún interés turístico. También hay un poco atrayente museo que contiene piezas de las diferentes épocas de colonización.

El conductor espera pacientemente a la sombra. Algo más arriba nos deja en la playa Marina, que con sus 12 km es la segunda playa más larga del mundo. Desde el paseo hasta la orilla hay que andar por lo menos quinientos metros sobre la arena. Aquí las corrientes son muy peligrosas, así que por increible que parezca, la playa sólo sirve de decorado para pasear durante la puesta de sol, o para jugar algún improvisado partido de cricket. Está llena de gente mojándose los pies, niños jugando a la pelota en la orilla, parejas sentadas en las barcas volcadas sobre la arena, y redes de pesca dejadas secar al sol que desprenden un fuerte olor a pescado. Para nuestra sorpresa no hay ni cuervos ni gaviotas.

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Desde allí nos acercamos a la Catedral de Sto Tomás. Junto a la Catedral de Santiago de Compostela y la Iglesia de San Pedro en el Vaticano, son las tres únicas iglesias construidas sobre la tumba de un apóstol. Se cree que Santo Tomás llegó a Madrás procedente de Palestina en el año 52, en misión evangelizadora, y que permaneció aquí hasta el momento de su muerte en el año 72. Fue enterrado cerca del mar, en Mylapore, donde se construyó una pequeña capilla, que fue visitada por Marco Polo durante su viaje a Asia. Con el paso del tiempo esa capillita se convirtió en esta magnífica estructura neogótica. Nos encontramos a nuestro conductor rezando en la gruta, donde los restos del santo reposan en el interior de un ataúd de plata. En los jardines de la catedral se encuentra Mylai Matha, una pequeña estatuilla de Nuestra Señora de Mylapore, traída por San Francisco Javier, y frente a la que dicen solía rezar durante largas horas. Mucha gente cree que cuando llegó el tsunami de 2004, la iglesia se salvó gracias al poste de St. Tomas. La leyenda dice que el santo clavó este poste como marca para evitar que el mar inundara la arena, protegiendo así la vida de la gente que vivía cerca de la orilla.

Después de comer vamos al Templo de Kapaleeswarar, dedicado a Shiva, dios hindú de la destrucción, y a su consorte. El templo original del siglo VIII, fue construido por los pallavas sobre la arena. Los portugueses lo destruyeron y lo reconstruyeron como iglesia 300 años más tarde. Pero los reyes vijayanagara rehicieron el templo durante el siglo XVI y añadieron el majestuoso goupuram de 37 metros en la entrada este. Accediendo por aquí, nos recibe una escultura en el lugar exacto donde el santo Gnanasambandar resucitó a una joven cantando un himno devocional. La entrada del lado oeste, con un goupuram más pequeño, está orientada hacia un lago sagrado lleno de carpas. En el interior del templo hay además santuarios dedicados a otras divinidades y formas de Shiva. Los gopuram, y las diferentes estancias y edificios del templo están decorados con estatuas y figuras de vivos colores. El templo rebosa actividad, lleno de gente rezando, meditando, niños jugando, y algún que otro turista.

Mylapore, el barrio donde se encuentra, toma su nombre de la palabra tamil mayil (pavo real), ya que Parvati, en una de sus encarnaciones, vivió aquí como un pavo real.

Antes de abandonar al conductor del rickshaw, apalabramos contratar a su hermano como chofer para el día siguiente por 2.100 INR para que nos lleve a Kanchipuram y Mamallapuram. El precio incluye gasolina y el camino de vuelta del conductor a Madrás.

Donde Dormir: New Woodlands Hotel. 2.330 INR. Habitación doble de luxe con baño, recibidor con dos sofás y mesita baja, dos camas con mesitas de noche, escritorio, tv, ducha limpia, toallas, aire acondicionado, y nevera. Hay piscina (70 INR), agencia de viajes, sala de convenciones y banquetes, un par de peluquerías, y un restaurante. Desayuno incluido, buffet libre de comida vegetariana: sopa, garbanzos, verduras, bolas de pan, nanas, y además pan de molde con mantequilla y mermelada, te con leche, y café.

Donde Comer: Saravanaa Bhavan (frente a Kapaleeswarar). Local de comida rápida, limpio y muy concurrido. Agua gratis, pero no es de botella. Kal Dosai (29 INR), torta de harina fina y esponjosa, servida con varias salsas picantes y una mini sopa de lentejas; 14 idly sambar (35 INR), sopa de lentejas con verduras y bolas de pan en su interior como las del desayuno; y 2 plane lassi (32 INR). Todo unos 2,5 €. En el Vips Fast Food Vegetarian (158,227 R.H. Road) sólo hay indios y dudo que haya entrado nunca un extranjero aquí. Vasos metálicos y ambiente muy familiar, no hay cubiertos. Arroz frito vegetal, muy bueno y nada especiado, lassi dulce, zumo de granada con leche y una botella de agua, 140 INR.


KANCHIPURAM

Kanchipuram, objeto de peregrinación durante siglos de diferentes sectas hindúes, tiene fama de ser uno de los lugares donde se fabrican los mejores saris de seda en el mundo. Aunque hoy en día es un repositorio de un gran número de monumentos arqueológicos, en la antigüedad ocupó un importante lugar en la historia del sur de la India. La ciudad fue la capital de los pallava entre los siglos IV y IX, y permaneció como una importante urbe durante los periodos sucesivos en que fue gobernada por los chola y los vijayanagara. La variedad de religiones jainista, hindúes y budistas, promovió la construcción de más de 1.000 templos, de los que aun quedan 125 diseminados por toda la ciudad.

Entre los principales templos de la ciudad cabe citar los de Ekambareshavara (siglo IX) y Kailasanatha (siglo VII), dedicados a Shiva, y el templo de Vaikuntha Perumal (siglo VIII), en honor a Vishnú.

Desayuno, check out y en marcha hacia Kanchipuram, una ciudad de 200.000 habitantes, a unos 80 kilometros de Chennai, plagada de templos, de ruido y de polvo. Tardamos casi una hora en salir de Madrás, o al menos en coger algo que se parezca a una carretera. Todavía tardamos más de una hora en llegar. Pasamos un peaje de 30 INR. Bobo, nuestro conductor, no es muy hablador, y mejor así porque no se le entiende mucho. A las 11:00 ya estamos entrando en Kanchipuram.

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Nos dirigimos directamente al Templo de Ekambaranathar. Esta dedicado a Shiva y fue levantado en 1509 por el emperador vijayanagara Krishnadeva Raya. Con una superficie de 12 hectáreas es uno de los más grandes de India. Lo primero que nos llama la atención es su gopuram principal de 59 metros de altura. El templo esta precedido por un largo mandapam (porche columnado) en el cual han sido incorporados pequeños altares y santuarios. Un pasillo de columnas de piedra finamente talladas con imágenes de deidades y sellos reales, recorre el santuario principal por sus cuatro costados. Los no hindúes no pueden entrar en el sanctasantorum. En un patio interior del templo, se encuentra un altar junto un antiguo árbol de mango de 3.500 años de antiguedad, junto al que se casaron Shiva y Parvati. Sus cuatro ramas principales ofrecen frutos de diferentes sabores que representan a los cuatro vedas, los textos sánscritos que forman la base del extenso sistema de escrituras sagradas del hinduismo. Siguiendo el ejemplo de sus dioses, 200 parejas se casan a diario en el templo, según nuestro guía.

Después visitamos al Templo de Kailasanatha, que es el más antiguo de Kanchipuram y para muchos también el más bello. Está dedicado a Shiva, y fue construido por el rey Rajasimha de la dinastía pallava en el siglo VIII. Es un templo de escala modesta, rodeado de un muro de piedra arenisca sin pintar, y con un enorme estanque al fondo. Frente a la entrada principal, una estatua dedicada al toro Nandi, parece vigilar el santuario. Sus muros exteriores están adornados por una gran variedad de imágenes de Shiva. Y en su interior contiene nada menos que 58 pequeños altares en honor a Shiva, Parvati y sus hijos Ganesh y Kartik.

Se cree que en el siglo VII Nandivarman Pallavamalla construyó el Templo de Vaikuntha Perumal. Esta dedicado al dios Vishnu y la diosa Vaikunthavalli Tayar. Pilares con leones esculpidos sostienen los pasillos de interior del templo, donde hay imágenes de Vishnu yaciente, sentado y reclinado. En sus muros hay inscripciones que relatan las guerras entre pallavas y chalukyas.

Por último vamos al Templo de Devarajaswami (1 INR el acceso y 5 INR por la cámara). Dedicado a Vishnu, fue construido durante el reinado de los vijayanagar. Posee un enorme estanque y sus dos goupuram se dice que tienen más de mil años de antigüedad, y que han sido construidos a lo largo de los siglos por cholas, cheras y vijayanagar. Pero lo que más llama la atención es una enorme cadena tallada de un único bloque de piedra que puede observarse colgando en cada esquina del templo. Hay una sala de ceremonias donde se celebra la unión de Vishnu con Lakshmi, y un bonito patio con 96 columnas bellamente decoradas.


MAMALLAPURAM

Mamallapuram es una pequeña ciudad costera de apenas 15.000 habitantes, situada a tan solo 60 km de Chennai y 80 km de Kanchipuram. Es famosa por sus excavaciones en roca, el templo de la playa, y su paradisíaca costa, recuperada ya de los estragos que sufrió durante el tsunami del 26 de diciembre de 2004. La tranquilidad de sus calles, donde no es dificil encontrar artesanos cincel en mano dando forma a bonitas esculturas, sus monumentos, y la variedad de su oferta culinaria, en la que se incluye pescado, marisco y cerveza (todo ello muy difícil de encontrar en esta región vegetariana de Tamil Nadu), hacen de ella un lugar agradable para relajarse.

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Fue fundada en el siglo VII como ciudad portuaria por la dinastía de los pallavas, y se cree que el nombre viene del rey pallava llamado Mamalla. Sus monumentos más importantes están datados entre los siglos VII y varios fueron nombrados Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1983. También es conocida por sus orfanatos, que a menudo invitan a entrar a los turistas.

Hemos ido a la oficina de reservas de Southern Railway, frente a la estación de autobuses. No hay billetes en el tren nocturno a Madurai, ni para mañana ni para pasado mañana. Podemos inscribirnos en la lista de espera, algo habitual parece ser, pero decidimos que no merece la pena. Cogemos un billete para un tren diurno el día siguiente. Asiento con aire acondicionado. Aunque el tren sale de Chennai nosotros nos subiremos en Chengalpattu, donde hace parada a las 13:15, y así nos ahorramos una hora de coche a Madrás (Chennai). Son ya las doce, poco más o menos, y por fin empezamos a hacer turismo de verdad.

Nuestra primera visita es al templo de la orilla (250 INR, entrada conjunta para todos los templos de la ciudad). Esta excavado en una única roca y ha permanecido en su sitio desde hace 1.400 años. Aunque muchos de los detalles han sido erosionados por las inclemencias metereológicas propias de su proximidad al mar, todavía mantiene enormes capiteles de antiguos lugares de culto y un montón de escalones cortados en la roca. Los dos capiteles principales del templo contienen santuarios dedicados a Shiva, y un tercero dedicado al Vishnu yaciente.

Un corto paseo de apenas un kilómetro nos acerca a los cinco rathas, literalmente carros de guerra. Son unos pequeños templos del siglo VII dedicados a Siva, pero la tradición popular ha hecho prevalecer la creencia de que fueron creados por los héroes del Mahabharata, que les pusieron su nombre: Draupadi-Ratha (la bella), Arjuna-Ratha (el valiente), Bhima-Ratha (el fuerte), Dharmaraja-Ratha (el bueno) y Sahadeva-Ratha (el sabio). Todos se elevan sobre plataformas, que cuando están terminados imitan los pasos procesionales sobre ruedas y animales. Tienen una sola nave, y sus muros exteriores e interiores están decorados con pilastras empotradas y altorrelieves dedicados a Siva.

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El primero es Draupadi-ratha dedicado a la diosa Durga, frente al que hay una escultura de un león. Separado de este por un enorme Nandi (toro de Shiva) se encuentra el segundo, Arjuna-ratha, dedicado a Shiva. La diosa de la lluvia Indra esta representada en las paredes de ambos. Después nos encontramos Bhima-ratha dedicado a Vishnu, y finalizando la fila está Darmaraja-ratha, el más alto de los cinco. Por último, frente a todos ellos, como si se tratará de un general pasando lista a sus tropas, se encuentra Nakula Sahadeva-ratha, dedicado a Indra. Junto a él hay esculpido un elefante de tamaño natural que representa su montura.

Los templos excavados en las rocas (mandapams), un conjunto de pequeños templos y murales, esparcidos a lo largo de una pequeña colina tras la estación, que contienen relieves bellísimos representando historias de libros sagrados. Es una zona verde con palmeras, bosquecillos y rocas enormes que cortan el paso. Esta llena de hindúes pasando la tarde, y las comfortables sombras albergan alguna que otra pareja. Entre escaleras en piedra y caminos de tierra vamos de un templo a otro. Uno de los templos más antiguos es el Krishna Mandapam, que muestra esculturas en una escena pastoral con Krishna levantando la montaña Govardhana para proteger a sus familiares de la ira de Indra.

Lo más llamativo es la bola de mantequilla de Krishna, una gigantesca roca natural encaramada en la ladera de una pequeña colina. Proporciona una agradable, aunque peligrosa sombra.

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En la cara este (por la que sale el sol) de una enorme mole de granito (27 m de largo por 9 m de alto), que servía de pared al estanque de abluciones del recinto sagrado, se esculpió el mayor relieve de todo el arte indio, para eternizar el Descenso del Ganges, uno de los pasajes más espectaculares de la mitología hindú, la Penitencia de Arajuna. Ante el sufrimiento de los seres de la tierra por la sequía que está destruyéndolos, la diosa Ganga (el río Ganges) se ofrece a calmar su sed, pero teme que con su fuerza al caer sobre la tierra cause más daño que beneficio; Siva, entonces, se ofrece a prestar su cabeza para que sobre ella la diosa descargue todo su ímpetu fluvial y pueda descender suavemente a través de su cabello. La gran escena se compone en torno a un eje vertical de simetría, que es el río Ganges (en realidad un arroyo natural cegado actualmente), por el que descienden nagas. Este acontecimiento milagroso es presenciado por todo tipo de seres, celestiales y terrenales.

A la izquierda de la "penitencia", la roca granítica continúa hasta completar 35 metros de longitud. Aquí los pallava aprovecharon para excavar diez mandapams con altorrelieves de tamaño natural, dedicados en su mayoría al culto de Vishnu. Las fachadas presentan un pórtico hipóstilo, cuyas columnas tienen por base un león heráldico, el emblema dinástico de los pallava.

Damos un paseo por la orilla hasta el templo de la playa. Nos mojamos los pies y poco más. La arena en algunas partes esta muy sucia. Escarbando con el pie, dejándote hundir en la arena por el efecto del ir y venir de las olas, queda al descubierto una gran mancha de color negro que parece alquitrán. No se pega a los pies pero tampoco es agradable. La arena esta llena de barcas de pesca amarradas. Volviendo sobre nuestros pasos hacemos algunas fotos del anochecer y la luna llena, antes de cenar marisco fresco y pescado en algún restaurante en primera línea de brisa.

Acabamos el día echando unas postales. La post office es un edificio decrépito ubicado en una calle sin asfaltar próxima al mercado. En el mercado apenas hay cinco puestos abiertos de carne y una decena de pescado. Bueno, el pescado más que puestos son vendedores, sentados con las piernas cruzadas sobre un ancho bordillo con las piezas en frente de ellos. Unas docena de gambas o cangrejos, alguna pieza de pescado, chanquetes secos. En el exterior del recinto hay algunas gallinas vivas, y tenderetes de frutas y verduras que dan a la calle principal. Allí nos proveemos de fruta para el tren.

Nos encontramos a un hindú con el que estuvimos haciendo cola en la oficina de reservas de Southern Railway. Acordamos con él un taxi a Chengalpattuj por 500 INR.

Donde Dormir: Siva Guest House. 1.100 INR. Habitación doble, aire acondicionado, baño con ducha a cazos, aunque el agua sale caliente. Hay toallas, jabón, papel higiénico y tv. Limpio. El manager es un pesado que intenta venderte viajes a cualquier punto del planeta, pero sabe aceptar un no. Desde la azotea hay unas bonitas vistas del pueblo.

Donde Comer: Casi todos los restaurantes dirigidos a turistas se encuentran a lo largo de Othavadi St. y el paseo marítimo. En la mayoría de ellos la mejor opción es pescado a la parrilla, servido con patatas fritas o ensalada. Moonrakers (Othavadi Street). Tandori fish, mixed grilled fish (pescado con calamares y gambas), y cerveza, 610 INR. Calamares estupendos, el pescado algo seco, y el tandori picante. Ambiente agradable y buen servicio. Nautilus. Limpio, cómodo, buen ambiente y buen servicio. Con un ligero aire colonial francés. Dispone de una pequeña librería con algunos volúmenes de Asterix y Obelix, y Tintin. 3 french toasts, 2 huevos fritos, tostadas, té y café, 100 INR. Santana Beach. Local frente a la playa, tan cerca que la marea alta parece que vaya a inundarlo. Vistas al mar, luna llena, brisa agradable y buena comida. Grilled calamari, calamari noodles, chicken pankora, una cerveza y un banana lassi, 470 INR. Freshly & Hot. Frente al hotel, es el único abierto a las 8:00. Tortilla de queso, tortilla vegetal, café y té, 130 INR.


MADURAI

En nuestro flamante Ambassador, tardamos una hora en recorrer los 28 km que separan Mamallapuram de Chengalpattuj. Pasamos por delante del vertedero, hay bastante gente buscando entre las basuras. El resto transcurre entre arrozales, motos, camiones, y un templo donde adoran a las serpientes. Chengalpattuj es más grande que Mamallapuram, y también mucho más caótico. Tras un pequeño atasco llegamos a la estación. Esperamos durante una hora a que llegue nuestro tren. Es larguísimo, recorrerlo de punta a punta por el interior con las mochilas a cuestas nos lleva media hora. Compramos algo en el tren para comer, comemos la fruta, leemos y dormimos un poco.

Siete horas pasan relativamente rápido. Los asientos son cómodos (categoría CC). Tienen mesita, reposapies y hay aire acondicionado. En cada vagón hay dos lavabos tipo indio, y dos occidentales, bastante limpios tratándose de un tren. Continuamente pasan vendiendo de todo: té, cafe, frituras varias, arroz, falafels, sopa... No es una venta desordenada. El tren salió a las 13:15. Al poco rato pasa el del arroz, seguido del de los snacks. Algo más tarde cafés y tés, aunque estos son constantes durante todo el trayecto. Después pasan creps y frituras que sirven de merienda, así como plátano rebozado. Poco antes de llegar a Madurai estan repartiendo dos tipos diferentes de sopa. Todo a su debido tiempo.

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Madurai, a las orillas del río Vaigai, es una de las ciudades más antiguas de la India, y fue gobernada por los reyes pandya durante la mayoria de su historia. Su origen se remonta al siglo IV antes de Cristo, donde ya es mencionada en algunos textos romanos, griegos y árabes. Es un importante centro de comunicaciones en el centro de la India, y tiene conexiones directas con Chennai y Tirunelveli. De lejos la razón más habitual para visitar la ciudad es el templo Meenakshi, dedicado a la diosa Meenakshi (considerada una forma de Parvati) y su consorte Sundareshwarar (Siva).

Dicen que el rey pandyan Kulasekarar construyó un gran templo, y creó una ciudad en forma de loto a su alrededor. Esta ciudad es Madurai, y el templo es Meenakshi Amman dedicado a Shiva y su consorte Parvati. Aunque este enorme templo, uno de los más grandes de la India, debe su esplendor actual a los nayaks que gobernaron Madurai entre los siglos XVI y XVIII.

El templo se encuentra tras un alto recinto amurallado, en el centro del cual están los dos santuarios dedicados a Shiva y Parvati, rodeados de un sinfín de pequeños santuarios y pasillos abarrotados de pilares. Pero lo que más llama la atención, y que se hace notable desde cualquiera de los numerosos restaurantes ubicados en altas terrazas de hoteles, son sus 12 gopurams. Las cuatro torres principales, que indican los accesos al templo en los cuatro puntos cardinales, y que tienen una altura de nueve plantas, más de cincuenta metros. Está adornada cada una de ellas con más de mil figuras pintadas en vivos colores que representan divinidades, animales mitológicos, y monstruos celestiales. El resto de gopurams sirven de guía a los santuarios más importantes. Las figuras de las torres son pintadas y reparadas cada doce años. Quiso la mala suerte que nos tocara verlas en restauración.

Al igual que en el resto de templos hindúes no se puede entrar calzado, ni tan siquiera con calcetines. Junto a las diferentes puertas de acceso, bajo los gopurams, hay un guardacalzado gratuito, la voluntad. La nuestra fueron tres miserables rupias que encontré en el bolsillo, apenas diez centimos de euro.

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Entrando a mano derecha encontramos el tanque del loto dorado, un antiguo estanque donde los devotos toman baños en agua sagrada. El área que lo circunda era la zona de encuentro de TamilSangam, la antigua academia de poetas. Esta academia juzgaba el valor de cualquier trabajo literario presentado lanzándolo previamente al estanque sobre un tablón. Sólo aquellos que no se hundían eran merecedores de su atención. Pero la joya del santuario es la sala de los 1.000 pilares, todos ellas bellamente esculpidos y decorados, que acoge el Museo de Arte de los Templos (5 INR), donde pueden verse iconos, fotografías y dibujos que describen sus 1.200 años de historia.

Los no hindúes tienen vetado el acceso a los sanctasantorum de los dioses. Conseguimos que nos echen de alguno de ellos. El templo está lleno de devotos, dicen que lo visitan 10.000 personas diariamente. Gente rezando, tirándose por el suelo, pintándose la frente...

En la puerta este del templo hay un pequeño mercado, conocido con el nombre de Prithu Mandapam, donde se vende de todo, desde juguetes de plástico hasta imágenes en bronce de los dioses. Hay una sección de sastres alineados con sus maquinas de coser, y otra de confección de todo tipo de coronas y adornos florales con que agasajar a los dioses.

Intentamos localizar el mercado de las flores del que habla Lonely Planet, pero no lo conseguimos. En su lugar visitamos el mercado de Madurai, un laberinto de animadas callejuelas con puestos de hierbas aromáticas, frutas y verduras. Ni pescado ni carne, a no ser las múltiples vacas que deambulan por él.

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Tras una pequeña siesta nos acercamos al Thirumalai Nayak Palace, dentro de un moto-rickshaw conducido por un suicida padre de tres hijos. Acceso 50 INR, cámara 30 INR. Fue construido en 1636 por el rey Thirumalai Nayak con la ayuda de un arquitecto italiano. El palacio original era cuatro veces más grande que el actual. Disponía de residencia real, un teatro, un templo, aposentos para invitados, armería, una glorieta para la orquesta, pozo y jardín, e incluso un palanquín para darse paseos por la ciudad protegido del sol. Hoy, tras cruzar la puerta principal, se entra directamente a un enorme patio (Swargavilasa) de 3.900 m², rodeado por unos enormes pilares circulares que hacen 20 metros de altura y cuatro metros de diámetro. Al fondo se encuentra la sala del trono con una enorme cúpula octagonal. Y a su derecha llegamos a la sala de baile, donde hay un pequeño museo, cuyo acceso esta incluido en la entrada. Todo el edificio esta siendo sometido a restauración y la visita la realizamos entre andamios y obreros.

Donde Dormir: Cruzar la calle frente a la estación. Seguir a mano izquierda y el primer callejón a la derecha lleva a West Perumal Maistry St, una calle llena de hoteles de categoria media-alta, entre 1.000 y 3.000 INR. Golden Park. 1.300/1.200/1.100/600 INR. Habitación doble deluxe, standard, economy, y sin aire acondicionado. Sólo quedan de 1.100 INR. Amplia y limpia, con a/c, TV y baño en el que funciona la ducha. Hay agua caliente. Desayuno incluido. Periódico gratuito. Su terraza tiene las mejores vistas del templo de toda la ciudad, aunque la cocina no vale mucho. Supreme Hotel. 1.640/1.360/680 INR, deluxe, standard con a/c, y habitación sin a/c. Tiene buena pinta, pero está lleno.

Donde Comer: La mejor opcion para cenar (no abren al mediodía) son los restaurantes que hay en las terrazas de algunos hoteles. Ofrecen en general buena comida y unas vistas esplendidas del templo y sus enormes gopurams. Temple View. Mulligtawny Sopa Veg., Vegetarian Manchuria, medio Pollo Tandori, Naan Kashmiri, Roti mantequilla, crema de caramelo y cerveza, 497 INR. Hotel Supreme. Buenas vistas, aunque son mejores las del Temple View, y buena cocina. Ginger con miel y menta, y Soda con limón, 120 INR. Divar Mahal. Mesas de coca-cola, peces de colores, ventiladores y aire acondicionado suave. Pollo tandori, cordero con arroz, naan de queso, chappati y banana lassi, 270 INR.


KUMILY Y EL PERIYAR NATIONAL PARK

Contratamos un taxi que debe llevarnos hasta Kumily, un pequeño pueblo a las puertas del Parque Natural de Periyar. El propio hotel nos lo proporciona por 1.600 INR. No regateamos. Despues de hora y media de camino nos detenemos a la entrada de un pueblo. Parece ser que ha habido unos disturbios entre estudiantes, en la prensa hablan estos días de revueltas en Chennai, y algunas piedras han alcanzado coches y autobuses. Esperamos un rato a que se calme la situación. Jahir, un amigo del conductor, nos recoge en la frontera entre Tamil Nadu y Kerala para llevarnos al hotel. Es "guia oficial de la asociacion de turismo de Kerala", y quien organizará todas nuestras actividades en la zona.

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Kumily es una floreciente ciudad equipada con excelentes hoteles y resorts donde poder acomodarse, a tan solo 4 km de Thekkady, la Reserva Natural de Periyar. Un lugar tranquilo y acogedor donde los monos corretean alegremente por sus calles, y abundan las tiendas de productos cachemires.

Aunque su mayor ocupación es el comercio de las especias que crecen en las montañas de la zona, muy conocida por sus producciones de cardamomo, canela, café y té. Es fácil contratar excursiones que permiten conocer de primera mano el proceso de producción desde la plantación hasta su venta. Y por supuesto es el centro ideal desde donde explorar Periyar y su área de protección de tigres.

Empezamos a las 16:30 con un paseo en elefante. Un rickshaw nos recoge en el hotel y nos lleva a Elephant Junction, a unos quince minutos de Kumily. El invento es bastante turístico, pero es divertido. Tienen seis elefantes, uno de ellos una cría de un año que nació en la reserva, ya que la madre estaba embarazada cuando la capturaron. Las actividades van desde paseos de media hora, hasta un día completo que incluye paseos, arrastre de troncos, limpieza de los animales e incluso baños con ellos. Nosotros optamos por el paseo corto (350 INR). Nos tocó una hembra de 25 años llamada Vina. Le colocan unos arneses como a los caballos, una silla de montar, y desde un pequeño muelle subimos los dos a la grupa. El guía desde abajo dirige al animal, mediante la voz y una pequeña vara. Apenas recorremos 500 metros por un estrecho camino que rodea la reserva. Lo justo para sentir la elevada temperatura de su cuerpo y sorprendernos con sus puntiagudos pelos. La vuelta al hotel es otra aventura patrocinada por un conductor con tendencias suicidas, de los que tanto abundan por aquí.

A las 18:30 asistimos a una sesión de Kathakali (150 INR) en el Teatro Mudra. El kathakali es una danza teatral, originaria del estado de Kerala, cuyo origen data de hace más de 500 años. Combina danza, música y mimo para dramatizar historias de la mitología hindú, sobre todo poemas épicos del Ramayana y el Mahabharata. La representación dura alrededor de una hora, pero la sala abre media hora antes para poder asistir a la sesión de maquillaje, un espectaculo añadido a la propia representación.

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Trajes y maquillaje son bastante complejos. Los bailarines emplean hasta cuatro horas en maquillarse por completo. Los personajes se colorean dependiendo de su naturaleza. Un noble o un poderoso rey se pinta de verde, y los personajes malvados suelen pintarse de rojo. La técnica del kathakali incluye un complicado lenguaje de gestos. Los movimientos del cuerpo y de los pies son muy rigurosos. Destacan posturas rectangulares, grandes saltos y movimientos amplios y vigorosos. La expresión facial está altamente desarrollada. Movimientos de cabeza, cuello, globo ocular, parpados, mejillas, nariz, boca, mentón, distintos tipos de miradas... su dominio es la culminación del arte dramático en danza. Alcanzar la flexibilidad y el control muscular necesarios, requiere entre 8 y 10 años de entrenamiento.

La orquesta está compuesta por instrumentos de percusión: manddalam (tambor alargado que se toca de ambos lados), chenda (tambor cilíndrico tocado con palillos), chengala (gong de metal tocado con un solo palo), clathalam, címbalos, y dos cantantes que se colocan detrás de los bailarines. Todos los bailarines llevan además cascabeles en los tobillos.

Segundo día en Kumily. Hoy toca Jungle Safari en el Periyar National Park (1.500 INR + 300 accesos al Parque).

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Periyar, también conocido como Thekkady, es un área protegida situada en la zona montañosa de los Ghats Occidentales, en la frontera entre los estados de Kerala y Tamil Nadu. Cubre un área de 777 km² y es una de las 27 áreas de protección de tigres de la India. El 75% de la reserva es selva tropical, que en algunos casos alcanza entre 40-50 m. de altura. El resto son eucaliptos, arbustos, selva baja, y la superficie ocupada por el lago. Cuenta con 2.000 tipos diferentes de plantas, 350 de las cuales tienen usos medicinales. Hay además 170 tipos diferentes de helechos y 154 tipos de orquídeas. En cuanto a la fauna, cuenta con 62 tipos diferentes de mamíferos, algunos de ellos en peligro de extinción. Destacan sus aproximadamente 24 tigres, y entre 900 y 1.000 elefantes asiáticos. También se pueden encontrar aquí búfalos de agua, ciervos, sambares, antílopes, dholes (perros salvajes hindúes), chacales, zorros, mangostas, leopardos, langures, la ardilla gigante de Malabar, 320 tipos diferentes de pájaros, 30 de serpientes, 13 de lagartos y 160 tipos de mariposas.

A las 5:15 de la mañana un jeep nos recoge en el hotel, y nos adentra 40 km en la jungla, hasta las oficinas centrales del parque. Durante el camino hacemos diversas paradas tratando de ver animales. En teoria a primera hora van a las charcas a beber. Pero o hoy no tienen sed, o ya han bebido. Al llegar a las oficinas, en un bonito comedor, frente al lago Periyar, nos ofrecen un desayuno vegetariano. El lago tiene una area de 26 km² y fue creado por los britanicos hace un siglo con la construccion de la presa Mullaperiyar en 1895. El dique, donde habitan 38 tipos diferentes de peces, serpentea a lo largo de las montañas, convirtiendose en una fuente permanente de agua para la fauna local.

Al acabar nos asignan un guía por cada cuatro personas, que nos reparte unos calcetines gruesos que llegan hasta las rodillas, y que deben protegernos de las sanguijuelas. Empezamos una caminata de tres horas y media que debe llevarnos a conocer parte de la fauna del parque. La flora la conocemos casi toda. Una selva tropical de primer orden, repleta de sanguijuelas que se enganchan tanto como pueden, y a las que intentamos combatir con sal. Animales de mayor tamaño apenas vemos un par de ardillas. A la una del mediodia estamos de vuelta en las oficinas centrales, donde ya tienen preparada la comida. Allí descubro que, a pesar de los esfuerzos, varias sanguijuelas han conseguido su objetivo, y tengo heridas en ambos pies.

Aseo de pies y calzado. Comida vegetariana, café, y siesta al solecito. En una pequeña embarcación a remos damos un agradable paseo por el lago.

No es habitual ver animales desde las barcas. Aunque existe alguna posibilidad al atardecer, y sobre todo si no ha llovido en los últimos días, de ver alguna familia de elefantes, ciervos o verracos. Después de días de lluvia las oportunidades de avistar animales decrece y hay pocas posibilidades de que se aproximen al lago mientras haya fuentes de agua en el interior del bosque. Nos conformamos con una pequeña serpiente de agua. Es evidente que no es el lugar ideal para avistar animales. Pero ello queda compensado por el trato exquisito, atento y generoso, con que nos han tratado en todo momento, además de ser una ideal válvula de escape de las bulliciosas y caóticas ciudades del sur de la India.

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Salimos hacia el hotel. El conductor va parando de tanto en tanto oteando el horizonte. Buscando entre los árboles. Es increíble la vista que tiene. Vemos dos ardillas durmiendo en las ramas de unos árboles. De repente de un brusco frenazo y hace marcha atrás unos metros. Baja del jeep. Se oyen bramidos de elefantes tras unos árboles, a unos 30 metros de nosotros. Nos vamos acercando, hundiendo los pies en la hierba alta, esta vez sin calcetines que nos protejan de nuestras amigas las sanguijuelas. En un par de ocasiones el guía se gira y nos dice con cara agitada: "are you ready to run?". Un elefante es un animal muy grande y pesado, pero mucho más rápido de lo que parece. Si sale corriendo tras nosotros tal vez alcanzará a alguno de los cinco. Rodeamos un poco unos árboles y finalmente los vemos. Apenas visibles entre la maleza, son fáciles de distinguir cuando se mueven. Hay tres adultos y una cría. Se mueven continuamente tratando de evitarnos. Nosotros intentamos ir a la zaga, pero no es fácil entre la densa maleza. Entre una cosa y otra pasamos 1/2 hora persiguiendo paquidermos. Desde unos diez metros, conseguimos alguna foto poco clara con una cámara compacta de enfoque automático.

Bajando la montaña nos cruzamos con gente que se dirige al templo de Sabarimala, visitado por cuatro millones de peregrinos cada año. Dicen que es el segundo centro de peregrinaje anual, en el mundo, después de la Meca. Cuando llegamos al hotel ya ha anochecido. Le damos 200 INR de propina al conductor y localizador de elefantes, que ha convertido en una aventura lo que hasta el momento sólo era un bonito paseo por la jungla. El horario más o menos ha sido: 05:15 recogida en el hotel, 08:00 llegada a las oficinas centrales, 09:30 trekking, 13:00 comida, 15:00 paseo en barca, 16:00 vuelta al hotel, 18:30 llegada al hotel.

Donde Dormir: Green View Home Stay. 900 INR. Habitación doble con ventilador, sin aire acondicionado, baño con ducha a cazos. Hay toallas, sábanas y mantas. Muy acogedor, ambiente familiar. Retirado del bullicio. Terrazas con dos hamacas y una mesa que dan a un huerto-jardín. Habitaciones limpias y luminosas frente a un exuberante jardín.

Donde Comer: Hotel Lakeshore Restaurant. Ternera al curry con arroz (carne muy tierna, aunque la salsa demasiado picante), porotta de queso (medio pita, medio naan relleno de queso), patatas con cebolla frita más queso y huevos fritos (simplemente delicioso), y agua, 180 INR. El local podía estar más limpio para ser un hotel, pero reúne los mínimos. Hotel Malabar. Sopa de tomate, sopa de cebolla, banana pancake, pancake de piña, 140 INR. Hogareño y abarrotado de hindúes. Sopas estupendas, pancakes crudos. Spice Chimney. Pollo manchuria, arroz Szechuan, aloo paratta y fulka, 2 cervezas, agua y dos lassi dulce, 500 INR. Local elegante, aunque disparado de precio para los estándares indios. Coffee Inn. Pasado el cruce principal, quinientos metros a la derecha. Restaurante de un hotel que parece hecho de barro. Bonito jardín con aire colonial y algunos huéspedes leyendo el periódico. Tardamos una hora en desayunar. ¡Dios que lentos! Huevos fritos, tostadas (pan hecho por ellos), pancake de plátano, café y te, 140 INR.


ALLEPEY

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El autobús a Kottayam, donde cogeremos el ferry hasta Allepey, no sale hasta dentro de hora y media. Temiendo perder el barco alquilamos un taxi, regateando un poco por 1.300 INR. El ferry es una enorme barcaza cubierta de madera, con unos 50 asientos, que parece que vaya a hundirse en cualquier momento. Cuesta 10 INR el trayecto y tarda unas tres horas. Esta ruta atraviesa el lago Vembanad, entre amplios canales salpicados de casas en las orillas. Realiza varias paradas, sube y baja gente, pero nunca se llena. Unos chicos reparten cocos. Poco a poco el paisaje se va abriendo, cada vez hay más palmeras y menos casas, que son sustituidas por kettuvalloms, las casas flotantes.

El paisaje es espectacular. En el horizonte el agua se funde con finas lenguas de tierra, donde las palmeras se alinean una tras otra. A alguna de ellas hay atada una vaca. Vemos cormoranes y martines pescadores. Durante un par de horas el paisaje apenas cambia. Son variaciones de un mismo patrón. Cuando llegamos a Allepey ya casi ha anochecido. El cielo es de color rojizo, y el sol tiene un color amarillo oro casi perfecto en lo alto del cielo, proyectando una larga sombra roja sobre el agua y los nenúfares. El embarcadero esta apenas a unos metros de la estación de autobús, donde tomamos un rickshaw hasta el hotel. Cenamos en un estupendo local de comida halal vegetariana.

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Alleppey (Alappuzha), 70 km al sur de Cochin, es el sitio ideal desde donde explorar los backwaters. Tiene un pequeño mercado, una estación de autobús, y una amplia oferta de hoteles y restaurantes. Hay un alto porcentaje de cristianos. Aquí se encuentra la St Mary's Church, que se cree que es una de las siete iglesias fundadas por St Tomas. Es una ciudad tranquila, construida sobre canales. Sin duda el lugar ideal donde alquilar una barca y experimentar de primera mano la vida en los canales.

Los backwaters, son una extensa red de canales navegables que discurren paralelos a la costa. Actúan como vía acuática para el transporte de gente y mercancías, siendo a menudo el único enlace entre pequeños pueblos aislados y las grandes ciudades. Ocupan una extensión de 1.500 km² que forma un laberinto de ríos, lagunas y canales, donde navegan sin cesar barcos, catamaranes y barcazas. Canales estrechos rodeados de grandes palmeras y cocoteros surcan entre arrozales y diminutas aldeas a ambos lados. Es un paisaje sorprendente, donde se confunde tierra, cielo y agua. Se pueden contratar paseos (200 INR/h para dos personas) en unas pequeñas canoas a remos, con barquero.

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Otra opción son las kettuvalloms, autenticas casas flotantes que eran usadas antaño para el transporte de mercancías. Ahora son una gran atracción turística. Hacen unos 20 m. de largo por 4 de ancho, y están hechas completamente de materiales locales. Cientos de tablones unidos tan solo por nudos de fibra de coco (no se usa ni un solo clavo), kettu significa nudo. El armazón es luego bañado con una resina cáustica negra, extraída de hervir almendras de anacardo, que le da una consistencia que dura generaciones. Suelen tener una o dos habitaciones completamente equipadas, con balcones privados y confortables sillas, solarium en cubierta, cocina, cuarto de baño con wc, incluso vimos una con piscina.

Suelen manejarlas una tripulación compuesta por un cocinero y dos remeros. La cocina combina especialidades locales y cocina tradicional keralesa. Son sin duda un agradable lugar desde donde relajarse observando el día a día de las pequeñas aldeas y los campos de arroz. Pueden ser alquiladas desde doce horas hasta unos pocos días, y cuestan entre 5.000 y 12.000 INR diarios.

Donde Dormir: Gowri Heritage Residence. 600 INR. Habitación doble, amplia, tres camas, con ventilador, aire acondicionado, baño con ducha a cazos y sin agua caliente. Hay toallas y sábanas. Tiene parquing, internet gratuito y el restaurante más lento del mundo. Junto al templo Uduppi Sree Krishna. El propio hotel organiza excursiones de toda confianza. La comida se sirve en los pabellones del jardín delantero.

Donde Comer: Thaff Rest (en el cruce de Mullackal Rd con el canal norte). Comida halal vegetariana, no vegetariana, india, china y continental. Por supuesto no hay alcohol. Comida familiar, mesas compartidas y precios muy populares. Tienen multitud de naans a 3 ó 4 rupias. Rest Ammus. Negocio familiar en un canal secundario, donde solo llegarás si te lleva el barquero. Su plato fuerte el pescado, por supuesto. Un par de langostas y dos karinumeen (pescado local) con arroz, 600 INR.


COCHIN

¿Es Fort Cochin la última parada? - , responde el conductor. Dos horas más tarde confirmábamos nuestra teoría de que los hindús responden con un sí a todo. Hay que ser muy cuidadoso a la hora de formular una pregunta, y hacerla de tal forma que no admita respuestas cortas afirmativas. La forma correcta para la pregunta anterior era: ¿Cuantas paradas faltan hasta Fort Cochin?. La respuesta ofrece pocas dudas. Aprender esta valiosa lección nos costó 100 INR (miseria) y 35 minutos de adelantamientos suicidas en un rickshaw atravesando Ernakulam, de vuelta por donde hemos venido. Y es que Kochi (Cochin) es una ciudad muy grande. Incluye Kochi, Fort Kochi, Mattanchery y Ernakulam entre otros.

Fort Kochi es la única zona de autentico interés turístico, un lugar encantador bordeado por el mar Arábigo. Un remanso de paz y tolerancia. Una fusión de culturas y religiones. El estilo arquitectónico de los edificios y la disposición de los mismos hacen de ella una ciudad única dentro del estado de Kerala. Árabes, británicos, chinos, holandeses y portugueses han dejado su huella. Aquí puede verse la iglesia católica más antigua de la India, una sinagoga del siglo XVI, mezquitas, casas portuguesas del siglo XV, casas holandesas coloniales, redes de pesca chinas, un minúsculo cementerio holandés, o un palacio construido por los portugueses y ofrecido como presente al raja de la época.

A primera hora rickshaw a Erkulam para confirmar los billetes de mañana a Bangalore. Una hora en ir y volver, contando los 10 minutos en Jet Airways. Le pagamos 200 INR al conductor, sabiendo que vale menos, después de que nos pida 350 INR.

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Nuestra visita cultural empieza en la basílica de la Santa Cruz. Fue construida por los portugueses en 1505 y hecha catedral en 1558. Cuando los holandeses invadieron Kochi en 1663 destruyeron todas las iglesias católicas excepto esta catedral y la iglesia de St Francis. Aunque si que lo hicieron los británicos en 1795. La estructura actual data de 1905. En 1984, Juan Pablo II, reconociéndole su importancia histórica la elevó a la categoría de Basílica. Cuando llegamos están oficiando misa y no nos adentramos más que un par o tres metros. Aprovechando que empieza a llover, esperamos a ver si acaba la misa. Deja de llover y la misa aún no ha acabado. Nos vamos a otra cosa.

Iglesia de St Francisco. Construida en 1503 por franciscanos portugueses, es la iglesia levantada por europeos más vieja de la India. En su tercera visita a Kerala, Vasco de Gama, cayó enfermo y murió. Durante catorce años sus restos descansaron en esta iglesia, hasta que fueron llevados de vuelta a Portugal. Una lápida lisa, sin ornamentación, pero bien señalada, marca el lugar donde permanecieron.

No muy lejos se encuentra el pequeño cementerio holandés, consagrado en 1724, donde descansan los restos mortales de muchos europeos que vinieron a colonizar estas lejanas tierras. Desde la valla que barra el acceso, se ve un jardín donde reposan medio centenar de lápidas entre flores y palmeras.

Desde aquí llegamos al paseo que bordea la rocosa playa de Fort Kochi. El espolón lo bordean cocoteros y las apacibles aguas del Mar Arábigo. Esta lleno de gente, paseando o sentada plácidamente frente al mar, disfrutando de un helado o un refresco comprado a alguno de los numerosos vendedores que aquí se encuentran. También es aquí donde se pueden ver las famosas redes chinas, la principal atracción de Cochin, y algunos pequeños puestos que venden pescado fresco recién traído de las redes, o los barcos de pesca.

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Las redes de pesca chinas son sin duda uno de los elementos únicos de Kochi. Se cree que fueron introducidas por comerciantes de la corte de Kublai Khan, soberano del gran Imperio Mongol. Son instalaciones fijas que son usadas como inusual método de pesca. Durante la marea alta las redes son sumergidas en aguas poco profundas durante un corto periodo de tiempo, de unos cinco minutos, hasta que es alzada mediante un sistema de contrapesos por un equipo de cuatro hombres, capturando los pequeños peces que llegan hasta allí. La red ocupa una superficie de más de 200 m², y cada una de ellas se alza unos 20 metros sobre el agua.

Al lado mismo, los pescadores levantan tenderetes donde venden lo que apresan. Pueden verse camarones, langostas, tiburones, emperadores y todo tipo de pescado variado que traen en sus frágiles barcas desde mar adentro. Asesorados por Pablo, un hindú que habla un español casi perfecto y que viste una camiseta del Barça, regalo una amiga suya de Barcelona, compramos dos piezas de pescado y dos calamares. Acompañados por él vamos a su restaurante donde nos lo cocinan como plato principal acompañado de arroz con coco y unas cervezas.

Habiendo comido tomamos un rickshaw (25 INR) hasta el barrio judío. Es un sinfín de pequeñas tiendas de todo tipo, especias, librerías, souvenirs y galerías de arte amontonadas en antiguos edificios de dos plantas. Al final de una callejuela se encuentra la Paradesi Synagogue, la sinagoga más antigua de la Commonwealth, construida en 1568 por descendientes -sobre todo de judíos españoles sefardíes. Esta decorada con baldosas chinas del siglo XVIII, y con candelabros y lámparas de araña de cristal de Murano. La planta superior, reservada a las mujeres siguiendo los ritos ortodoxos que les impiden celebrar culto junto a los hombres, no es accesible al publico. Tampoco se permite el acceso a su interior en pantalones cortos. En una tienda de al lado los alquilan por 10 INR. Saliendo del barrio, la calle que lleva hasta el Palacio de Mattancherry, donde no entramos, esta lleno de tiendas, puestos de recuerdos, ropa y galerías de arte. Un lugar ideal para comprar regalos.

Donde Dormir: Cogimos un hotel algo alejado del centro, diez minutos andando. Si queremos estar en el meollo otros viajeros nos recomendaron el Elite Hotel y el Princess Inn. Bastian Home Stay. 450 INR. Casa particular que alquila habitaciones. Habitación doble, amplia, con ventilador, sin a/c, baño con ducha y agua caliente. Hay toallas y sábanas. Algo caluroso, pero muy limpio. La mujer de la casa limpia ropa (tres pantalones 30 INR) y prepara desayuno si avisas la noche anterior. Desayuno (50 INR): huevos fritos, tostadas, mantequilla, mermelada y fruta diversa. Kapithan Inn. 900 INR. Casa familiar, limpia y agradable. La habitación que nos enseña es pequeña y sin luz. Seguimos buscando.

Donde Comer: Upstairs. Restaurante italiano situado frente a la Basílica de la Santa Cruz. Música de jazz y ambiente agradable. Buena comida, aunque muy cara para las latitudes en que nos encontramos. Pizza, pasta, cerveza y profiteroles con chocolate caliente, 770 INR. Rendez-vous. Compras el pescado en el paseo, te lo llevas al restaurante y allí te lo cocinan como tu quieras. Simpáticos y hablan algo de español. Dos pescados, calamares, patatas fritas, arroz con coco y cerveza, 600 INR. Salt'n Pepper. Musaka (exquisita), calamari tikka (tandori), naan de queso, rotti tandori, agua, plátano con chocolate y miel, 400 INR. Terraza a pie de calle junto al paseo marítimo.


MYSORE

Nos levantamos en Fort Kochi a las 5:00. El taxi (700 INR) nos recoge a las 5:30, y tan solo una hora más tarde ya estamos en el aeropuerto. Solo se puede acceder al aeropuerto con billete. Hacemos la tarjeta de embarque en un momento. Al pasar los escáneres de seguridad a Rosa le detectan un peligroso e intimidatorio mechero que sin más contemplaciones arrojan a la basura. Al igual que en el vuelo desde Bruselas el trato en Jet Airways es exquisito, ya podían aprender algunas compañías europeas. Un billete de 80 € da derecho a dos periódicos locales, tetabrick de zumo de mango, una botella de agua, desayuno a elegir: vegetariano (tortilla de verduras) o no veg (rosquilla de pollo), ambos acompañados de un bollo con mantequilla y mermelada, ensalada de frutas y té o café.

La caótica Bangalore, el Silicon Valley hindú, lo vemos desde la ventanilla del bus nº 9. Pasamos junto a un campo de golf de 9 hoyos en medio de la ciudad (?). Una vez en la estación central de autobuses no hay problema para conseguir asiento, continuamente salen buses hacia Mysore (156 INR, deluxe).

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Según la mitología hindú, la ciudad de Mysore estaba bajo el dominio del demonio Mahishasura. Un monstruo casi invencible que causaba estragos en la región. La diosa Chamundi le dio muerte después de una intensa lucha de diez días. Mysore es famoso también por los esencias de perfumes, incienso y sándalo, y según dicen se pueden adquirir los tejidos de seda de oro más ricos de la India. Desde el bus, mientras entramos en la ciudad, vemos a lo lejos las dos torres de la Iglesia de Sta. Filomena, una catedral medieval de estilo gótico, que es una de las más grandes del país.

Nos alojamos en un céntrico hotel a pocos metros de New Statue Circle y el palacio del Maharajá. Como es tarde para acudir al Palacio paseamos por el mercado de fruta y verdura Devaraja, uno de los más coloridos y variados de la India. La actividad es incesante durante todo el día. Sorprende la especialización de los carros que ofrecen todo tipo de frutas y verduras. Otra zona interesante para pasear es Ashoka Rd, entre la Torre del Reloj y New Statue Circle. Una veintena de puestos callejeros ofrecen por unas pocas rupias deliciosa comida picante que comer con los dedos. Ideal para cenar.

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Desayunamos y damos un corto paseo hasta la puerta sur del Palacio del Maharajá, su único punto de entrada. Acceso 200 INR, el precio incluye audio guías en castellano que revalorizan notablemente la visita. Zapatos y cámaras no están permitidos. Abre todos los días de 10 a 17:30. Los domingos, y fiestas nacionales y estatales, 97.000 bombillas lo iluminan de 19:00 a 20:00.

Fue construido a finales del siglo XIV como residencia oficial de la antigua familia real de Mysore. El palacio ha sufrido cuatro reconstrucciones. La última, de 1912, es obra del arquitecto británico Henry Irwin, quien lo reconstruyó tras el incendio que lo había arrasado casi por completo durante la boda de la princesa Jayalakshmanni en 1897. El edificio principal está construido alrededor de un jardín, donde hay 12 templos hindús, el más antiguo de ellos del siglo XIV y el más reciente de 1953. Es una maravilla arquitectónica combinación de estilos davidiano, indo-sarraceno, oriental y románico. Tres plantas de granito gris dominadas por una torre de 44 m. de altura, coronada por una cúpula dorada. En su interior hay elaboradas puertas de madera tallada, algunas con incrustaciones de plata y marfil, enormes lámparas de araña, figuritas de mármol, colecciones de joyeros, retratos de miembros de la familia real, y otros objetos de uso personal, que dejan clara evidencia de la opulencia con que vivían, todo ello expuesto en bastante buen estado de conservación. Al salir nos limpiamos los pies. Con una propina-soborno de 15 INR, conseguimos salir por la puerta norte, y ahorrarnos un buen paseo.

Próximo destino Hassan. Desde el hotel un rickshaw nos pide 30 INR por ir a la estación de autobuses, que según él está a 6 km. No tarda ni dos minutos en llegar. Le pagamos 10 INR entre gritos y quejas del conductor. Todavía le hemos regalado 5 INR.

Donde Dormir: Palace Plaza. 1.000 INR. Habitación doble, con baño indio. Podía estar más limpio, pero las sábanas parecen blancas. Tiene restaurante en la azotea y una medrasa frente a la habitación. Buen restaurante en la azotea. A 50 m. del Palacio. Maurya Palace. Varios tipos de habitaciones de alrededor de 1.000 INR. No está lo que se puede decir escrupulosamente limpio.

Donde Comer: Dynasty. En la azotea del Palace Plaza Hotel. Probablemente el mejor restaurante en que hemos estado en la India. Arroz palak (verde, suelto y homogéneo, con un toque de ajo y laurel, delicioso), pollo 65 (tenia 65 días cuando lo sacrificaron, tiernísimo, acompañado de un pisto), dhal makhami (con tropezones de judías pintas), naan de ajo, kulcha, caramel custard, agua y cerveza, 500 INR.


HASSAN

Hassan, conocida una vez como el centro de la literatura jainista, es hoy una tranquila ciudad, y la base perfecta para visitar Belur y Halebid. Los hoysalas, que gobernaron entre los siglos XI y XIII, dejaron un profundo impacto en la arquitectura y cultura de la región, y fue durante ese periodo cuando los legendarios templos de Belur y Halebid fueron construidos.

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Muy cerca de aquí se encuentra también uno de los mayores centros de peregrinajes jainista de la India, Shravanabelagola.

Junto a la estación de autobús esta el mejor mercado que vemos en este viaje. Frutas, verduras, carnes, flores, farmacias, ferreterías, especias, café, cubertería... hay de todo, y todo el mundo es muy amable y con ganas de hablar y fotografiarse.

Compramos algo de fruta: chico, papaya, coco y plátano, y lo cenamos en el hotel, algo apartado del centro. Apalabramos con el recepcionista un taxi para realizar mañana el recorrido Belur, Hassan, Sravanabelagola, donde finalmente cogeremos un bus hasta Bangalore. Donde despega el avión a Barcelona.

Donde Dormir: Sri Krishna. 783 INR. Habitación doble, espaciosa, prudentemente limpia, con baño, sin a/a y con TV. Al de recepción le gusta más el dinero que un caramelo a un niño. Junto a él hay un fantástico y popular restaurante donde somos el centro de atención.


HALEBID y BELUR

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Empezamos por Halebid, 27 km al noroeste de Hassan. Fue la capital del imperio hoysala, antiguamente llamada Dwarasamudra. En medio del pueblo, rodeado de vendedores de postales, talladores de piedras y demás souvenirs, se encuentra su principal atracción: el templo Hoysaleswara.

La construcción del complejo comenzó incluso antes que en Belur, ocupando gran parte del siglo XII, pero no pudo ser finalizado ni tras ochenta años de trabajos. Se sitúa en un jardín con dos templos dedicados al dios Shiva. Cada uno de ellos posee su propio santuario, frente al cual hay un pequeño pabellón donde descansa una enorme figura sentada del toro sagrado Nandi. Los muros exteriores e interiores están cubiertos con una variedad sin fin de dioses, diosas, animales, pájaros y bailarinas. El aspecto general es muy similar a los templos de Angkor, aunque aquí falta la selva.

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Compramos un agua y subimos al coche camino de Belur. Los siguientes 16 km transcurren por una carretera asfaltada y sin arcén, en un estado deplorable de conservación. Por aquí también circulan rickshaws y carros, animales que se cruzan, vacas que ni se inmutan, hindúes en el arcén, e incluso autobuses o camiones que ocupan casi todo el ancho de la calzada. Hasta con las técnicas suicidas de conducción del sur de la India, se hace muy complicado superar los cuarenta kilómetros por hora.

Belur, antigua capital del imperio hoysala, es una pequeña aldea a los pies del río Yagachi. Una calle, una plaza, y un templo, que hace posible que este pueblecillo aparezca en los mapas y tenga algún interés turístico.

El templo Chennakeshava dedicado al dios Krishna, todavía se encuentra en uso, y es uno de los mejores ejemplos de su arquitectura. Su construcción se inicio en 1116 por Hoysala Vishnuvardhana, y se prolongo durante 103 años. Esta construido sobre una plataforma en forma de estrella, rodeado por otros templos más pequeños y un lago sagrado. Sus muros están llenos de intrincadas esculturas y frisos sin dejar ni un solo espacio en blanco. La base la forma una larga fila de elefantes, sobre ellos pueden verse caballos y leones, episodios épicos, bailarinas sinuosas, escenas del kamasutra... se dice que todas las deidades hindúes están representadas en sus muros.


SHRAVANABELAGOLA y BANGALORE

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Shravanabelagola es un importante centro de peregrinaje jainista, situado 57 km al sudeste de Hassan. Es famoso por la estatua del gran maestro jaini Bahudali (Gomateshwar) de 17 metros de altura, y que se dice es la estructura monolitica más grande del mundo. Desde lo alto de una montaña de roca llamada Indragiri, a cuya cima se accede después de haber subido 614 escalones tallados en la roca, Bahudali mira sobre la pequeña ciudad de Shravanbelagola. A pesar de las dificultades evidentes que suponen su visita, es un templo muy frecuentado. Nos cruzamos continuamente con gente. A nuestro mismo paso sube una familia hindú numerosa, tal vez ocho miembros, entre los que los abuelos tienen seguro más de sesenta años. Tras alguna parada llegamos a la cima, donde se encuentra la estatua, de pie, desnuda, con los brazos pegados al cuerpo y la mirada perdida en el infinito.

Impresiona bastante, allí inmóvil, con cara serena, irradiando tranquilad. Una vez cada doce años cientos de devotos se congregan aquí para asistir a la ceremonia de Mahamastakabhisheka, en la que untan la estatua con leche, azafrán, mantequilla, requesón y monedas de oro. La próxima celebración será en el 2017. La bajada no es menos dura que la subida, los escalones son irregulares y están desgastados, y en algunos tramos se hace necesario agarrarse a la barandilla.

Tras tomar un té con el taxista volvemos a Channarayapatna, donde inmediatamente nos subimos en un bus que sale hacia Bangalore (140 INR). Las 3h de viaje, acaban siendo cinco, gracias a un terrible atasco que hay en la entrada de la ciudad.

Donde Comer: Hotel Kinara, en Channarayapatna. Restaurante familiar vegetariano y no vegetariano. No hay carta y no hablan inglés. A través de nuestro conductor, que tampoco habla inglés, conseguimos que entienda la palabra chicken, el resto es cosecha suya. Ensalada de pepino y cebolla, ensalada de pepino, cebolla y tomate, pollo kebab, pollo masala, arroz, paratta, dos sprite y agua, 270 INR. Comemos en un reservado del jardín. No hay cubiertos.

De Bangalore vemos aún menos que la primera vez. Apenas los alrededores de la estación. Nuestra ultima cena en la India, es en Indra Prastha Vegetarian, un restaurante que está alojado en los bajos del hotel Adoray. Cenamos un combinado de doshas, curry de vegetales variados, y lassi. 160 INR, muy bueno. No hay cubiertos, prepararse para ensuciarse los dedos. Un local auténtico para despedirse de este país. Cogemos el autobús bis9 (125 INR) hasta el aeropuerto. Menos de una hora.


Diario de un viaje de 32 días a la India - Iván y María José [2009]
Relato de un viaje a Ladakh: monasterios y montañas - Víctor Bordás & Paquita Poch [2008]
Relato de un viaje al sur de la India - Antonio & Trini [2006]
Trekking al Ladakh, el pequeño Tibet - Marta & Josep [2006]
Galería de fotos de la India - Joan Massó [2003]
INDIA - Guide & travelogue of a journey to the northern India - Yolanda & Toni (Viatgeaddictes) [2000]
Abierto por vacaciones - Web de los autores de este relato, con el texto y fotos originales de este viaje.