Esta es una ruta de tres días completos (del 23 al 26 de junio de 2022, coincidiendo con San Juan, festivo en Catalunya) por el departamento francés de los Pirineos Orientales (Pyrénées-Orientales en francés).
Este itinerario complementa al Relato de una escapada a Pirineos Orientales, 2007, la descripción de un viaje anterior que ya habíamos hecho a este departamento unos 15 años antes.
Esta vez repetimos algunos de los destinos de aquel viaje, pero otros muchos no. La idea era también que nuestra hija de 11 años pudiera ver lugares que a nosotros nos habían gustado y que ella no había visto aún.
Desde 2015 el departamento de los Pirineos Orientales pertenece a la región administrativa de Occitania, la cual engloba las antiguas regiones de Languedoc-Rosellón (Languedoc-Roussillon) y de Mediodía-Pirineos (Midi-Pyrénées).
A finales del 2007 se aprobó en el departamento de Pirineos Orientales la oficialidad del catalán, junto con el francés. En la entrada de los pueblos veréis la señalización con el nombre de la población en ambos idiomas. A la vez también se aceptó la apelación Cataluña del Norte como equivalente del francés Pyrénées-Orientales.
Del 23 al 26 de junio de 2022.
Día 1: Barcelona - Bages - Villeneuve-de-la-Raho - Bages (202 km)
Día 2: Bages - Castelnou - Orgues d'Ille-sur-Têt - Marquixanes - Eus - San Martín del Canigó - Vilafranca de Conflent - Bages (139 km)
Día 3: Bages - Salses-le-Château - Le Barcarès - Torreilles Plage - Perpiñán - Bages (90 km)
Día 4: Bages - Elna- Colliure - Barcelona (222 km)
Durante esta escapada de tres días (2'5 días efectivos) recorrimos un total de 653 km con nuestro propio coche por el departamento francés de Pirineos Orientales, incluyendo también los desplazamientos de ida y vuelta desde el área de Barcelona.
El coste de la vida en esta zona de Francia es, en general, más caro que el nuestro, pero no mucho más.
Como siempre, comer o cenar en un restaurante en Francia puede ser bastante más económico si buscamos opciones de precio cerrado como menús, plato du jour (las cantidades suelen ser abundantes y con un solo plato puede ser suficiente) o del tipo formule midi.
Y también hay la posibilidad de pedir une carafe d'eau (agua del grifo) y así no tener que pagar por la botella de agua. Y si os alojáis en un apartamento o casa con cocina, como solemos hacer nosotros, siempre existe la opción de comprar en el supermercado y prepararse el desayuno y la cena en casa.
El precio de la gasolina en Francia es una de las cosas que es significativamente más cara que en nuestro país, sobre todo en las áreas de servicio de las autopistas.
En las fechas de este viaje continuaban las subidas de precio de todos los combustibles en todo el mundo a causa de la guerra de Ucrania, el aumento de los precios de las materias primas y otras circunstancias de los mercados mundiales.
Los precios de la gasolina en nuestro país ya había llegado (y en algunas gasolineras, incluso, superaba) la barrera de los 2 €/litro, a pesar de que, gracias a la bonificación de 20 céntimos/litro del gobierno español, el precio final era inferior.
En el caso de Francia la bonificación del gobierno francés era de 15 céntimos/litro, sobre un precio ya más alto que el nuestro, como ya es habitual en Francia desde siempre.
En esta escapada pudimos llenar el depósito del coche en una gasolinera de bajo coste antes de cruzar la frontera y con esto tuvimos suficiente para todos los trayectos en territorio francés y también para la vuelta a casa.
Pero si tenéis que repostar en territorio francés, conviene buscar gasolineras de grandes cadenas de hipermercados, como Carrefour y, sobre todo, E.Leclerc.
Otro coste a tener en cuenta en Francia es el de los peajes de las autopistas. En nuestro país, ahora, la autopista AP-7 es gratuita hasta La Jonquera y es un gasto menos. Por el contrario, los peajes de las autopistas francesas continúan plenamente vigentes. En el caso del departamento de Pirineos Orientales solo hay la autopista A-9, pero que esta vez pudimos evitar.
Otra buena manera de ahorrar dinero, esta vez en el precio de las entradas a los lugares visitables, es con el llamado Pass Découverte en Pays Catalan, un libreto editado anualmente por el Consejo Departamental de los Pirineos Orientales, y que en este año 2022 reúne un total de 72 lugares visitables en diferentes partes del departamento, ofreciendo una tarifa reducida a partir de la segunda visita que hagamos.
Este libreto es gratuito y se puede obtener en cualquier oficina de turismo o bien en cada uno de los lugares incluidos. Por tanto, a pocas visitas que hagáis en el departamento lo cierto es que vale mucho la pena.
Desde casa habíamos reservado previamente un alojamiento para los tres días en Le Mas de la Prade, situado en una zona rural en el término municipal de Bages, en un lugar muy tranquilo, pero a la vez mucho muy bien situado para llevar a cabo la ruta que teníamos prevista para los tres días.
Se trata de un lugar muy recomendable, ubicado en una antigua masía, muy grande, con piscina exterior, una terraza y un jardín con muebles de exterior. Las habitaciones son muy grandes, con decoración rústica pero personalizada y escogida con muy buen gusto.
Nosotros pagamos 164 €/noche por un estudio con cocina, comedor, dos habitaciones y dos baños. El precio incluye un magnífico desayuno que pudimos disfrutar cada día en el jardín gracias a que las temperaturas acompañaron.
Su propietaria, Sònia, la cual habla también castellano, es muy atenta y amable, siempre dispuesta a solucionar cualquier duda o requerimiento.
A media tarde entramos en territorio francés por el paso fronterizo de La Jonquera-Le Perthus de la autopista AP-7.
Y justo antes de llegar al primer peaje de la autopista francesa A-9 tomamos la salida 43 (Le Boulou) y conectamos con la carretera departamental D900 en dirección hacia el norte.
Muy poco antes de llegar a la población de Pollestres cogimos una carretera local que nos condujo directamente hasta nuestro alojamiento durante estos días, ubicado dentro del término municipal de Bages.
Después de acomodarnos en nuestro alojamiento tomamos el coche de nuevo para ir hasta la playa del lago de Villeneuve-de-la-Raho, pasando a través de la población de igual nombre, en un trayecto de 5,5 km.
Nos habían dicho que en este lugar, hoy, noche y verbena de San Juan, habría una gran hoguera de San Juan sobre las 22:30 h.
Cuando llegamos al lugar vimos una gran cantidad de coches aparcados y mucha gente por la zona, la mayoría ya cenando o tomando algo en los chiringuitos alrededor de la playa. Un escenario con un potente equipo de sonido y luces se encargaba de animar el ambiente con músicas variadas.
Conseguimos mesa en la terraza del bar Le Moorea, donde cenamos razonablemente bien. Mientras tanto, junto al escenario pudimos ver a un numeroso grupo de gente bailando sardanas.
Y sobre las 22:30 horas vimos aparecer una procesión de niños y niñas (y algunos adultos) con farolillos encendidos en la mano y poco después se encendió la gran hoguera de San Juan que había muy cerca de la orilla del lago.
Mientras el fuego consumía la hoguera sonaban canciones tan catalanas como La Santa Espina, La Estaca, etc. muy apropiadas para una costumbre tan arraigada en Catalunya y otros territorios de influencia cultural catalana.
Tras consumirse completamente la hoguera empezaron a sonar músicas bailables más modernas para alargar y animar la verbena hasta tarde, aunque al día siguiente no era un día festivo en Francia.
Después de desayunar tomamos el coche y pusimos rumbo hacia el precioso pueblo de Castelnou, situado unos 20 km al suroeste de Bages.
En la carretera D48 que va de Thuir a Castelnou, y aproximadamente 1,5 km antes de llegar a este último, hay un mirador a la derecha donde merece la pena detenerse para disfrutar de una magnífica panorámica del pueblo y del terreno abrupto que lo rodea.
El pueblo medieval de Castelnou está considerado como uno de los más bonitos de la región, e incluso de Francia.
Y ciertamente sus calles estrechas y empinadas están repletas de rincones de gran belleza y su situación, a los pies del castillo del vizconde de Castelnouy rodeado por una muralla que se conserva casi intacta, hacen que sea un lugar de postal.
En la parte baja de Castelnou, junto a la carretera, hay un aparcamiento de pago con una tarifa fija de 3 €, sin límite de tiempo, y que se aplica todos los días.
Nosotros ya habíamos visitado el pueblo anteriormente y esta vez nos limitamos a hacer un paseo por sus calles. Entramos en la zona amurallada por la espectacular Puerta Norte y recorrimos sus laberínticas calles hasta llegar al Castillo de Castellnou (entrada: 5 €), el cual no visitamos.
Y antes de marchar visitamos la iglesia de Santa Maria del Mercadal, ubicada fuera de las murallas.
Desde Castelnou fuimos con el coche hasta las Orgues d'Ille-sur-Têt, una maravilla geológica situada a unos 15 km de Castelnou, en las afueras de la población de Ille-sur-Têt.
El paraje de las Orgues d'Ille-sur-Têt está formado por unas curiosas formaciones geológicas en forma de chimeneas que son el resultado de la erosión continuada de la arena y la arcilla a cargo de agentes como la lluvia o el viento. A menudo se compara este lugar con la Capadocia turca, y con razón, a pesar de que el tamaño de las Orgues d'Ille-sur-Têt es mucho más pequeño.
La entrada al lugar costaba 5 €/adulto y 3,5 € la tarifa para niños/as entre 10 y 13 años. Desde el aparcamiento hasta el lugar en sí hay un bonito camino de menos de 1 km. Una vez llegamos a los pies de las chimeneas, de hasta 10 metros de altura, vale la pena recorrer los pequeños caminos disponibles para poder descubrir todos los rincones y disfrutar de la belleza de este lugar tan mágico.
Se trata de una visita imprescindible e ideal para hacer con niños y niñas de cualquier edad.
Acabada la visita a las Orgues d'Ille-sur-Têt volvimos al coche y recorrimos unos 15 km hacia el oeste, siguiendo la N-116 y pasando junto al embalse de Vinça, hasta llegar a la población de Marquixanes, donde nos detuvimos sólo para comer algo en el Bistrot de la Gare, un pequeño bar-restaurante ubicado en la estación de tren.
Después de comer nos desviamos por la carretera D35 y recorrimos los 4 km hasta llegar a Eus, otro pueblo muy bonito que se extiende escalonado desde lo alto de un cerro hasta la llanura y que está dominado por la iglesia de San Vicenç.
Mucha gente se detiene en el arcén de la N-116 para fotografiar Eus desde la distancia, pero vale la pena acercarse hasta él para recorrer sus empinadas calles y llegar hasta su parte superior, donde está la iglesia y los restos del antiguo castillo de Eus.
Nosotros ya habíamos visitado este pueblo en un viaje anterior y esta vez nos limitamos a ir con el coche hasta un punto panorámico situado junto a la carretera D358 (Chemin de Rougeres, coordenada GPS: 42.642815, 2.455148), desde donde hay una espectacular vista del pueblo de Eus.
La siguiente etapa de nuestra ruta de hoy fue la abadía de San Martín del Canigó (Saint-Martin de Canigou en francés).
Esta abadía, fundada a finales del s. X, está enclavada sobre un afloramiento rocoso del macizo del Canigó, a una altura de 1.094 metros. Se encuentra dentro del término comunal del pequeño pueblo de Casteil, en la comarca del Conflent.
Saliendo de Eus seguimos la carretera D35 en dirección a Prades, donde conectamos con la N-116 hasta Vilafranca de Conflent (Villefranche-de-Conflent en francés).
Y en Vilafranca de Conflent tomamos la carretera D116 hasta llegar a la población de Casteil al cabo de 18 km.
En Casteil aparcamos el coche en un aparcamiento (coordenada GPS: 42.5334039, 2.3958025) situado a primeros de la calle Boulevard de la Cascade.
Desde este punto iniciamos la caminata a pie de 1,9 km hasta la abadía, con un desnivel de unos 300 metros.
Primeramente cruzamos el núcleo de Casteil por la Rue du Canigou y pasado el restaurante Le Relais Saint-Martin conectamos con el Chemin de Saint-Martin.
Y es a partir de aquí donde encontramos el tramo de camino más empinado de la ruta hacia la abadía, el cual asciende fuertemente en zigzag. Pero antes de llegar a la iglesia de Saint-Martin le Vieux la pendiente se suaviza hasta llegar a la abadía.
Este camino se puede hacer en un tiempo que va de los 30 minutos a una hora dependiendo de las paradas que se hagan para descansar o para hacer fotos, puesto que las vistas son muy bonitas y vale la pena disfrutar cada momento.
Cuando llegamos a la abadía de San Martín del Canigó descansamos un rato y nos limitamos a ver su perímetro exterior. No hicimos la visita guiada (entrada: 6 €) porque aquel día la última visita empezaba a las 17 h. y ya había pasado la hora.
Lo que conviene no perderse por nada del mundo es subir por el camino escalonado que sale del lado izquierdo del edificio principal de la abadía y que en unos cinco minutos de subida nos lleva hasta un mirador sobre la abadía de San Martín del Canigó, con unas vistas extraordinarias sobre este lugar tan emblemático y las montañas que lo rodean.
Después de disfrutar un buen rato de este lugar tan bonito deshicimos el camino a pie hasta llegar de nuevo al aparcamiento donde teníamos el coche.
Y desde aquí pusimos rumbo hacia Vilafranca de Conflent (Villefranche-de-Conflent en francés), a solo 8 km de Casteil.
Esta histórica y bonita villa del Conflent ya la habíamos visitado en un viaje anterior.
Pero nos apetecía volver a pasear, una vez más, por las calles del interior de su zona amurallada que, para sorpresa nuestra, esta vez estaban casi vacías de visitantes.
También disfrutamos de una buena cerveza en la terraza de un bar de la Place de l'Église, justo delante de la iglesia de San Jaime y algo más allá el Ayuntamiento.
Y antes de regresar hacia Bages, situada 58 km al este de aquí, hicimos un paseo a pie bordeando parcialmente la impresionante muralla que rodea completamente el núcleo histórico de Vilafranca de Conflent.
Esta enorme coraza defensiva, construida a finales del s. XVII por el ingeniero militar Sébastien Le Prestre de Vauban, es uno de los grandes atractivos de esta población.
Y no nos olvidamos del Fuerte Libéria, el cual se levanta imponente a una altura de 150 metros sobre el núcleo de Vilafranca de Conflent en la vertiente meridional del monte de Bell-lloc.
Aquí conviene recordar que desde el año 2008 las doce fortalezas diseñadas por Vauban, y que están repartidas por diferentes puntos de Francia, forman parte de la lista de Patrimonios de la Humanidad de la UNESCO.
De estas doce fortalezas, dos se encuentran en Pirineos Orientales: Montlluís y Vilafranca de Conflent.
Después de un buen desayuno salimos de Bages en dirección hacia la población de Salses-le-Château, situada en el nordeste del departamento, a una distancia de 28 km por la carretera D900.
Nuestro interés estaba en la visita a la impresionante Fortaleza de Salses, la cual se encuentra en las afueras de la población.
El castillo que podemos ver actualmente fue construido entre 1497 y 1505 por orden de Fernando el Católico para reforzar la frontera de Cataluña y hacer frente a los ataques de las tropas de la monarquía francesa.
Y durante el reinado de Carlos V la fortaleza fue ampliada con nuevas e importantes defensas.
Pagamos 8 €/adulto (gratis para los menores de 18 años) por la visita, la cual tiene que ser guiada (en francés) si queréis acceder a la parte superior de la fortaleza.
La visita guiada dura más o menos una hora y después podéis continuar la visita por libre en el recinto alrededor de la plaza de armas. La fortaleza de Salses es imponente y nos gustó conocer su historia, pero al final la visita guiada en francés se nos hizo un poco larga.
Desde Salses-le-Château continuamos ruta hacia Le Barcarès. Tras recorrer 17 km por la D11 y la D83, bordeando una gran laguna por su lado sur, llegamos a Port Barcarès, un núcleo turístico junto a una larga playa que se encuentra en el extremo norte de Le Barcarès.
Sobre un punto de esta playa de Port Barcarès se encuentra Le Lydia, un paquebote que fue construido en 1931 en Dinamarca. Después de navegar por los mares australes bajo pabellón australiano primero y finalmente por el Mediterráneo bajo pabellón griego, en 1967 fue desmantelado y ensamblado nuevamente sobre la arena de esta playa. Actualmente es un museo donde se organizan numerosas exposiciones.
Nosotros fuimos expresamente a Port Barcarès para ver esta curiosidad, pero solo estábamos interesados en verlo por fuera. Junto al barco hay una zona con murales de arte urbano.
Continuamos hacia el sur con el coche y llegamos al que podríamos considerar el centro-centro de Le Barcarès, la Plaza de la República, donde se encuentra la Oficina de Turismo.
Aquí aparcamos el coche y comimos en un restaurante próximo. A continuación hicimos un corto paseo por una zona que no deja de ser un típico lugar de veraneo mediterráneo.
Continuamos 6 km más hacia el sur hasta llegar a Torreilles Plage, la parte costera de la población de Torreilles. La idea era poder bañarnos en su larga playa de arena clara.
No fue fácil encontrar un acceso a la playa debido a la gran cantidad de campings y urbanizaciones privadas que hay entre la costa y la carretera D81. Finalmente pudimos acceder a la playa a través del Boulevard de la Plage y dejamos el coche en un aparcamiento junto al Camping Mar i Sol.
Y siguiendo un camino peatonal de 200 metros llegamos a la playa de Bourdigou, uno de los últimos espacios naturales que queda en este litoral, donde todavía hay una amplia zona de dunas naturales en vez de construcciones humanas.
Esta playa es bonita y aquel día había muy poca gente, pero el problema estaba en un fuerte viento de levante que provocaba un oleaje importante en el mar, por lo que el baño era una actividad de riesgo. Así que decidimos dejar el baño para otro día e ir hacia la ciudad de Perpiñán, a 17 km de aquí por la D31.
Perpiñán (Perpignan en francés) es la capital administrativa del departamento de Pirineos Orientales y está situada en el centro de la llanura del Rosellón. Posee un patrimonio arquitectónico muy rico y extenso, que data desde la Edad Media hasta nuestros días. Por lo tanto, es una ciudad muy interesante de ver y a la vez muy agradable de recorrer gracias a su pequeño tamaño.
Al llegar al centro de Perpiñán aparcamos el coche en una zona al sur del centro histórico y muy cerca del Palacio de los Reyes de Mallorca (Palais des Rois de Majorque en francés), el primer lugar que queríamos ver en la ciudad. Pagamos 7 €/adulto por la entrada a este palacio (los menores de 26 años tienen entrada gratuita).
Este palacio fortificado de estilo gótico es quizás el monumento más importante de la ciudad de Perpiñán. Se edificó a finales del s. XIII sobre un antiguo castillo para ser utilizado como residencia de los reyes de Mallorca, de aquí el nombre, al convertirse Perpiñán en la capital continental del reino de Mallorca.
Después de que todo este territorio pasara a manos francesas en 1659, el ingeniero francés Sébastien Le Prestre de Vauban reforzó el sistema defensivo del palacio añadiendo fortificaciones al exterior y en el interior del recinto.
Su visita nos gustó mucho y desde luego la recomendamos. Además, en una sala adyacente en el patio central del palacio disfrutamos enormemente de la experiencia inmersiva Jardines iluminados (Jardins enluminés en francés).
Se trata de una experiencia sonora y visual, mediante la técnica del videomapping animado, que permite imaginar como era este palacio en su origen, antes de su transformación en ciudadela en el s. XVII, reconstruyendo los maravillosos jardines exteriores que rodeaban el palacio, con su fauna y flora en las cuatro estaciones del año.
Las imágenes digitales que se proyectan sobre las cuatro paredes de la sala se adaptan al relieve de estas para reproducir fielmente las diferentes escenas de la época medieval. Esta experiencia tan original e impactante es accesible para los visitantes del Palacio de los Reyes de Mallorca desde mayo de 2021. Es un aliciente más para visitar el palacio.
Acabada esta visita fuimos a pie en dirección al centro histórico. Llegamos a la Place François Arago y continuamos por el Quai Sebastien Vauban que transcurre por la orilla izquierda del canal del río Têt que atraviesa el centro de la ciudad. Al llegar a la altura del Castellet, el icono más conocido de Perpiñán, pasamos por su Puerta de Nuestra Señora del Pont y nos adentramos en la parte más antigua de la ciudad para recorrer algunas de sus calles y plazas.
En este paseo vimos la Lonja de Mar, la Casa Julià, el Ayuntamiento, el Palacio de la Diputación, la Catedral, la Casa Xanxo, la Plaza de la República, la Casa Pams, etc.
Por casualidad, en la Plaza de la República coincidimos con un encuentro de gigantes de diferentes agrupaciones de Cataluña y la Cataluña Norte. Desde esta plaza acompañamos a los gigantes en un recorrido por las calles del centro histórico hasta llegar al Castellet, donde nosotros dimos por acabada nuestra visita a Perpiñán antes de volver con el coche hacia Bages.
Último día de este viaje. Después de desayunar, cargar el equipaje en el coche y despedirnos de Sonia, la anfitriona de estos días, pusimos rumbo hacia la población de Elna, a 9 km por la D612.
Llegados a Elna (Elne en francés), primeramente fuimos hasta la llamada Villa de Arriba o barrio de la Catedral, ya que aquí se encuentra la Catedral de Santa Eulalia y Santa Julia.
Nos dirigimos directamente al Claustro, el cual se encuentra detrás la Catedral. Aquí pagamos 8 €/adulto por una entrada combinada para visitar el Claustro y la Maternidad Suiza de Elna, a unos 2 km de aquí, en la Villa de Abajo de Elna.
Elna fue la capital eclesiástica del Rosellón entre los años 568 y 1602. La Catedral, visible desde muy lejos, es románica y data del siglo XI, mientras que el Claustro, de estilo románico y gótico, fue construido en el siglo XII y después mejorado hasta el siglo XIV.
La visita al Claustro de Elna, conocido sobre todo por sus esculturas románicas, es bastante interesante. Desde la terraza que hay en la parte alta del claustro hay unas vistas fantásticas sobre el propio claustro, la catedral, la villa de Elna y de toda la llanura del Rosellón hasta los Pirineos.
Acabada esta visita volvimos al coche para recorrer los 2 km que separan el barrio de la Catedral de la Maternidad de Elna (Maternité suisse d'Elne en francés).
La Maternidad de Elna fue una institución humanitaria dedicada a ayudar mujeres embarazadas, sobre todo mujeres exiliadas de la guerra civil española, pero también mujeres judías que escapaban de los nazis.
Llegaban, sobre todo, mujeres que estaban internadas en los campos de refugiados de Argelers y de Ribesaltes, los cuales ofrecían unas condiciones de vida insalubres para las mujeres y los neonatos.
La maternidad de Elna fue fundada el mes de noviembre del año 1939 por la maestra y voluntaria suiza Elisabeth Eidenbenz.
Aquí nacieron 597 niños y niñas, hasta que en 1944 los nazis clausuraron la institución durante la ocupación de Francia.
Después de buscar un emplazamiento idóneo, Elisabeth Eidenbenz consiguió ubicar la maternidad en el castillo de Bardou, un palacete de tres pisos que se encontraba semiabandonado en las afueras de Elna.
A la maternidad de Elna también se la denominaba maternidad suiza, puesto que era obra de una fundación humanitaria de esta nacionalidad que aportó el dinero necesario, tanto para la restauración del edificio donde se ubicó como para el mantenimiento de la propia institución.
La visita a la maternidad de Elna nos resultó sumamente interesante porque nosotros, la verdad, no conocíamos su historia y sirvió, además, para reconciliarnos un poco con el género humano.
Toda una lección de solidaridad y humanidad por parte de Elisabeth Eidenbenz y toda la gente que ayudó a esas mujeres y bebés.
La interesante película La llum d'Elna (La luz de Elna), del año 2017 y dirigida por Silvia Quer, está ambientada en el verano de 1942 y explica la lucha de Elisabeth Eidenbenz para salvar la maternidad suiza de Elna. El film tiene una sólida base histórica, pero utiliza la ficción como hilo conductor de la trama. Merece la pena verla (actualmente en streaming) porque narra un importante episodio de la historia de Cataluña y de Europa en general.
De vuelta al coche pusimos rumbo hacia Colliure, a 16 km por la D914. En Colliure (Collioure en francés) ya habíamos estado en varias ocasiones en el pasado, pero es de aquellos lugares que no importa repetir las veces que sean.
Al llegar a Colliure aparcamos el coche en el arcén de la carretera D114 que va hacia Port-Vendres, a unos 700 metros de la playa de Port d'Avall. En el camino a pie hacia esta playa nos detuvimos en un mirador panorámico sobre Colliure que hay junto a la D114 (coordenada GPS: 42.5254714, 3.0911684), en un punto elevado sobre la entrada de la bahía. Vale mucho la pena.
Comimos un menú de 24 € en el restaurante La Plage Aux Mouettes, con unas vistas espectaculares sobre la bahía de Colliure y el Castillo Real, y acertamos. Tanto el servicio como la comida estuvieron muy bien. En los lugares muy turísticos, como es el caso de Colliure, elegir un restaurante donde comer bien a un precio razonable es una auténtica lotería.
Después de comer nos bañamos en la misma playa de Port d'Avall. Y antes de iniciar el regreso hacia casa dimos un paseo por el paseo que hay junto a la muralla sur del Castillo Real de Colliure, el puerto, el bulevar de Boramar y algunas calles del centro histórico.
Si es vuestra primera visita a Colliure tenéis que saber que hay muchas cosas interesantes a ver y hacer en esta población, además de lo obvio de pasear por un pueblo tan fotogénico o ir a la playa en verano.
Para el regreso a casa desde Colliure, de 190 km en total, esta vez elegimos la ruta costera por la D114 y D914 que pasa por Port-Vendres, Banyuls-sur-Mer y Cerbère antes de entrar en territorio catalán a través de la población ampurdanesa de Portbou.
Y a partir de aquí seguimos la N-260 en dirección a Figueres para acabar enlazando con la AP-7 hacia el sur.