Relato de un viaje de 17 días a varias capitales sudamericanas

A las 7.00 de la mañana tomamos el autobús que nos lleva desde Granada a Madrid. Desde la estación de autobuses nos dirigimos por metro al aeropuerto de Barajas para tomar a las 15.30 el vuelo de Aerolíneas Argentinas con destino a Buenos Aires.

A las 1.00 de la mañana llegamos al aeropuerto de Ezeiza de Buenos Aires. La espera en la aduana se hace insoportable. Allí me recoge una amiga argentina que me traslada al Hotel Gran Dorá. Una de las cosas más llamativas es el hecho de que los semáforos desde el aeropuerto al centro de la ciudad se ponen en ámbar a partir de las 7 de la tarde para que no pares por la inseguridad existente en los alrededores de la capital.

La mañana del primer día la dedicamos a pasear por el centro y por los parques de Palermo. Aquí podemos encontrar muchos paseos, jardines y un zoológico.

Al mediodía visitamos el Centro Comercial Alto Palermo en plena Avenida Santa Fe y nos quedamos a comer en uno de los muchos restaurantes que podemos encontrar en su interior.

Caminito

Por la tarde aprovechamos para ir al cine y ver la película más taquillera del año en Argentina: No sos vos, soy yo.

Al día siguiente dedicamos la mañana a visitar el centro de la ciudad a través de las calles Florida y Lavalle. El tiempo lluvioso nos impide seguir nuestro recorrido y nos vamos a almorzar. Elegimos un restaurante altamente recomendado a toda persona que visita Buenos Aires: La Cabaña de las Lilas (calle Alicia Moreu de Justo 516, en Puerto Madero). Sólo llegar te aparca el coche y te reciben en la puerta. El servicio es impecable. Es el templo gastronómico de las carnes. Si bien es muy caro para los argentinos, no es así para los españoles. Sugiero que probéis el ojo de bife, el bife de chorizo o uno de los postres típicos de Argentina, el panqueque de dulce de leche. La comida nos costó A$155 para 2 personas. Después de comer aquí, lo mejor es echarse una buena siesta.

El último día en Buenos Aires lo dedicamos a visitar el barrio de La Boca. Lo hacemos en coche y nos dirigimos a Caminito, la calle donde las casas están pintadas de colores y que tienen una gran atracción. También visitamos el puente Nicolás Avellaneda y el Riachuelo, donde están anclados barcos antiguos. Y dentro del barrio, es visita ineludible La Bombonera, el estadio del popular equipo Boca Juniors.

La tarde la dedicamos a pasear por Puerto Madero.

Dejamos el hotel a media mañana y damos una vuelta por los alrededores de la ciudad. Al mediodía nos dirigimos al aeropuerto de Ezeiza para tomar a las 18 horas el vuelo de Air Canadá que nos llevará a Santiago de Chile. Al salir de Buenos Aires hay que pagar una tasa de A$53,10.

El vuelo a Santiago es simplemente espectacular, y solamente vale la pena para volar por encima de Los Andes. Tras pasar la cordillera el avión desciende rápidamente hacia la capital de Chile. Llegamos a las 20.25 horas y ya el aspecto del aeropuerto Arturo Merino de Santiago de Chile nos demuestra que estamos ante el país de renta per cápita más alto de Sudamérica.

En el aeropuerto nos está esperando un taxi puesto por el hotel Dalí. El trayecto es gratuito siempre y cuando reserves un mínimo de tres noches en el hotel. A pesar del tráfico tan intenso llegamos al hotel-apartamento, situado en Las Condes, el barrio de la clase alta de Santiago. En el hotel nos dijeron que muy cerca vivía el expresidente argentino Carlos Menem y su esposa, la chilena Cecilia Bolocco. Enfrente del hotel encontramos un supermercado que abre toda la noche y que nos sirvió para comprar algunas cosas para el desayuno.

Palacio de la Moneda (Santiago de Chile)

A unos 400 metros del hotel cogimos el metro (Línea 1) que nos trasladaría al centro de la ciudad. Nos dedicamos a visitar la Plaza de Armas, el Paseo Ahumada, el Palacio de la Moneda y desde allí todo el centro comercial hasta el Mercado Central.

Una vez aquí, almorzamos en uno de los restaurantes más famosos de la ciudad, situado en el mismo Mercado, y al que acude Plácido Domingo cada vez que viene por Santiago: el restaurante Donde Augusto. Situado en el Mercado Central s/n-89, se toma un exquisito marisco donde el dueño sale a saludarte y desearte un buen provecho. El precio de la comida para dos personas fueron de $28.300 (unos 37 € aproximadamente).

Por la tarde descansamos en el hotel y por la noche vinieron a recogernos unos familiares y amigos chilenos para contemplar en su casa el partido entre las selecciones de Perú y Chile clasificatorio para el Mundial. ¡Cómo viven los chilenos el fútbol¡

A través de la empresa Turbus cogimos un autobús con destino a Valparaiso. El precio, por el trayecto de unos 140 km, fue de $2.900 (3,75 €). El camino a Valparaiso está rodeado de numerosos viñedos con una autovía en muy buen estado.

A la llegada a Valparaíso visitamos la Plaza Mayor, la Plaza Matriz y la conocida Plaza O'Higgins. Posteriormente subimos a las colinas de Valparaiso, a través del ascensor Concepción, el más famoso de la ciudad. Desde allí se puede contemplar unas maravillosas vistas de la ciudad. Cabe destacar la famosa feria de antigüedades que hay en la Plaza ='Higgins todos los fines de semana.

Almorzamos en el centro de la ciudad para probar uno de los platos típicos de la zona: la chorrillana, una mezcla de cerdo picante, cebollas, huevos y cubierto de patatas fritas. Los precios son de risa y un plato de chorrillana necesita más de 3 personas para acabarlo.

Posteriormente cogimos un tren de cercanías a la vecina ciudad de Viña del Mar, lugar de veraneo de la clase alta chilena. Allí dimos una vuelta por la ciudad y aprovechamos una hora en la playa junto al Océano Pacífico. Al final del día tomamos de nuevo un autobús por $3.200 que nos llevó al centro de Santiago.

Esa misma noche aprovechamos la invitación de unos amigos para ir a la sala Vip de uno de los locales más famosos de la noche de Santiago, la Sala Murano en Alto Las Condes.

Tras una noche agotadora, nos levantamos tarde y nos fuimos a coger el funicular que sube al Cerro de San Cristóbal. El funicular llega hasta la terraza Bellavista y un poco más arriba esté el Santuario de la Inmaculada Concepción donde se contemplan unas vistas increíbles de la ciudad de Santiago.

Posteriormente nos fuimos de compras. ¡Qué mejor compra en Chile que unas buenas botellas de vino¡ Siguiendo los consejos de los chilenos nos fuimos a la tienda El Mundo de los Vinos en la calle Isidoro Goyenechea 2931. Allí nos recomendaron carmener, un tipo de uva que sólo existe en Chile y que te ofrecen los chilenos cuando vas a su casa.

Y el resto del día lo pasamos disfrutando en una barbacoa en casa de unos familiares en Las Condes. Es increíble poder bañarse en el mes de Noviembre y con 33°C de temperatura.

Desgraciadamente se acababa nuestra excursión por Santiago. A primera hora de la mañana me encontré con una amiga chilena en el Museo de Bellas Artes a la que entregué una botella de Licor 43 que me pidió de España. Una rapidísima comida en un Pizza Hut antes de coger el taxi que nos llevó al aeropuerto Arturo Merino por $7.550. A las 20:00 tomamos el vuelo de Air Canadá con destino a Buenos Aires.

A las 22:30 llegábamos a Buenos Aires y desde allí nos dirigimos en coche hasta el Hotel Rochester, listos para descansar.

Feria de San Telmo en Plaza Dorrego

Siendo un domingo, nos fuimos a San Telmo para ver la Feria de las Antigüedades. En la Plaza Dorrego se montan numerosos puestos con todo tipo de objetos: cuadros, porcelanas, relojes, joyas, etc. que merece la pena no perdérselo. Después de dos horas viendo puestos nos entra hambre y nos vamos a comer al restaurante Mitos Argentinos en la calle Humbertos. Un lugar muy cómodo en el que comes una buena carne mientras oyes algún tango. El precio para dos personas fue de A$62.

Tras la comida pusimos rumbo hasta el Estadio Monumental para presenciar el encuentro de la liga argentina de fútbol entre el River Plate y el Independiente de Avellaneda. Porque el fútbol es una pasión, conviene tener mucho cuidado si se quiere ir a una cancha. Se debe comprar la entrada más cara que te garantiza estar en una zona segura separada de las hinchadas de los equipos. Así la entrada más cara en Platea Baja fue de A$40. Cabe destacar que al final de los partidos no te dejan salir hasta que la hinchada rival haya abandonado por completo el estadio.

Tras varios días sin parar nos dedicamos toda la mañana a pasear por el centro y a relajarnos viendo distintas tiendas.

Al mediodía quedamos con un amigo argentino y nos fuimos a comer al restaurante El Mirasol de la Recova en la Calle Posadas Dr.GA 1032. Se trata de un restaurante muy elegante situado en una de las mejores zonas de Buenos Aires. Su especialidad son las carnes y el precio para 3 personas fue A$153. Ya por la tarde nos dedicamos a preparar nuestro viaje a Uruguay.

A las 9.00 de la mañana tomamos el barco Eladio Isabel desde Buenos Aires con rumbo a Colonia de Sacramento (Uruguay). Los billetes los compramos la tarde anterior en una agencia de viajes, si bien se puede comprar a través de la página web de Buquebus. Ante la poca diferencia existente entre la primera clase y la turista (unos 8 €) compramos los primeros, además de embarcar el coche. El trayecto son tres horas.

Tras dar un paseo por esta pequeña ciudad colonial declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, nos fuimos a comer al restaurante El Portón, en la Avenida General Flores 333. Después de comer recorrimos los 180 km que separa Colonia de la capital, Montevideo.

En Montevideo aparcamos el coche en la misma Plaza de la Independencia, y desde allí seguimos nuestra visita a pie por el centro. Recorrimos la Avenida 18 de Julio dejando a un lado el palacio Salvo, que tiene 26 plantas, y es el más alto de la ciudad. Llamaban la atención los puestos navideños cuando se estaba acercando el verano.

Para que no se hiciera tarde quisimos dejar el resto de la visita a Montevideo para el día siguiente, así que decidimos visitar Las Ramblas antes de seguir hasta Punta del Este. El trayecto de Montevideo a Punta del Este es de 140 km. Discurre por una autovía bonita y muy bien cuidada, cuya distancia se recorre en poco más de una hora. Al no ser todavía temporada alta hay suficientes sitios y playas para disfrutar.

Punta del Este es el lugar turístico por excelencia de la clase alta de Uruguay y Argentina. Su aeropuerto está cerrado fuera de temporada, pero en verano lo conecta principalmente con Buenos Aires. Después de contemplar sus playas, sus urbanizaciones y su enclave, entre el Rio de la Plata y el Océano Atlántico, nos fuimos a cenar a la localidad de Maldonado. Cenar en una pizzería nos costó la simbólica cifra de 4 € al cambio para 2 personas. Y desde allí nos fuimos al hotel Best Western La Foret situado en Playa Mansa.

Tras dejar el hotel, partimos hacia Montevideo, con una breve parada en Punta Ballena (a 8 km de Maldonado y 115 km de Montevideo). Es un lugar idílico con playas, bosques y cerros. Dentro del mismo, destacan las playas de El Portezuelo.

Playa Mansa (Punta del Este)

Al llegar a Montevideo nos dispusimos a hacer un recorrido por la ciudad, separando la zona moderna de la antigua. Montevideo cuenta con increíbles edificios, aunque muy deteriorados. Ya se ven algunos de estos edificios que están siendo objeto de restauración. Hicimos una pequeña parada en el Estadio Centenario de Montevideo, uno de los estadios más antiguos y famosos del mundo, sede de la selección uruguaya de fútbol.

Posteriormente, y con la ayuda de una amiga uruguaya que nos enseñó la ciudad, nos fuimos a comer a la zona del Mercado Central, concretamente al restaurante El Palenque, en la Calle Pérez Castellanos 1579, Mercado del Puerto. Pedimos un pequeño asado y el precio de la comida para 3 personas fue de 965 pesos uruguayos, unos 28 €.

Tras despedirnos de nuestra amiga, seguimos hacia Colonia de Sacramento para coger de nuevo el barco hacia Buenos Aires. El tramo de Montevideo a Colonia se hizo muy peligroso por la lluvia y si a estos unimos la locura de algunos camioneros, llegar a Colonia fue un alivio. Y todavía con tiempo para pasear, no nos queríamos ir sin visitar su famoso faro y dejar constancia del mismo en una foto. Finalmente cogimos el barco que nos llevó hasta el Puerto de Buenos Aires en unas tres horas.

Ya se acercaban los últimos días del viaje y era el momento de empezar a hacer las compras. Así que le dediqué toda la mañana. Compré algunos libros en la librería El Ateneo, en la calle Florida 340. Me habían recomendado unos de los libros más vendidos, ADN de Jorge Lanata. Un buen sitio para comprar camisas de fútbol de los equipos argentinos es Fútbolmanía, en Juncal 1202. Tampoco podemos marchar de Buenos Aires sin comprar alguna camisa de la marca La Martina en el Centro Comercial Alto Palermo. Aunque se trata de camisas muy caras para los argentinos (A$ 150) merecen mucho la pena para los españoles.

Para comer decidimos hacerlo en la pizzería Los Inmortales, una de las mejores de Buenos Aires, en la calle Lavalle 748. El local está decorado con numerosas fotos de Gardel y los precios de la carta son baratísimos. Por ejemplo, una lasaña puede costar 1,5 €. El precio de la comida para 2 personas fue A$ 48, unos 12,5 €.

Por la tarde visitamos la Plaza de Mayo, aprovechando que era jueves y que nos encontraríamos con las famosas madres. También vimos la Casa Rosada, hogar del presidente de la república.

Un nuevo día de compras. Otra vez, mi jornada comenzaba en la calle Lavalle para comprar jerséis de Cachemere al precio de A$ 60. Seguí en mis compras de camisas de La Martina en la calle Florida 753, y antes de abandonar dicha calle, fui al número 709 para comprar camisas en Rigars, hechas a medida por sólo A$ 65. Algún libro también cayó en el Mercado de Abastos, en la Avenida Corrientes 3247. Allí mismo compré un mate con mi nombre grabado. ¡Que buen regalo para llevar¡.

Por la noche nos fuimos a cenar al restaurante Asia de Cuba en la calle Pierina Dealessi 750, en Puerto Madero. Aunque es difícil conseguir sitio, este restaurante disfruta de uno de los mejores ambientes de la ciudad, Es uno de los sitios típicos bonaerenses para ir a tomar copas.

Uno de los artículos que quería comprar en Buenos Aires eran las chaquetas de cuero. Se lo recomiendo a todo el mundo, pues ésta gente te hacen chaquetas a medidas por unos A$ 300. Así que me llevé mi chaqueta para España.

Desde allí me fui para presenciar uno de los deportes más famosos de la Argentina, el Polo. Los mejores jugadores del mundo están aquí, y si vienes en Noviembre no puedes perderte el Campeonato Argentino de Polo. Los partidos se juegan en Palermo (en frente de la Hípica) y te encuentras con la jet set argentina. Aunque las entradas me las regalaron, una entrada para la pista central cuesta unos A$ 60. Más de 20.000 personas se pueden dar cita en un partido. Allí me encontré con la Duquesa de York, Sarah Fergusson, una gran apasionada de éste deporte. Los polistas son auténticos famosos en este país.

Teatro Colón (Buenos Aires)

El último día en Buenos Aires lo aproveché para visitar el Teatro Colón, en Avenida 9 de julio. Tiene siete pisos de alto y es el más famoso de Argentina.

Para éste último día había dejado la compra de los alfajores y dulces de leche. Los más famosos son los de la marca Havanna.

Antes de partir para el aeropuerto hicimos una excursión en coche por toda la periferia de Buenos Aires, pasando por Avellaneda, Quilmas, Lomas de Zamora, etc. En muchos de estos lugares se puede ver la pobreza de Argentina.

Finalmente llegamos al aeropuerto de Ezeiza y, tras facturar, emprendimos el vuelo de vuelta a Madrid. Salimos a las 15.00 horas con Aerolíneas Argentinas y tomamos tierra alrededor de las 6.15 (hora española).

Una hora y media más tarde tomaba el vuelo de Iberia a Granada que ponía el final a éste maravilloso viaje.