En este viaje que hicimos en el mes de agosto del año 1989, ya muy lejano en el tiempo, el objetivo último era hacer una ruta por Escocia.
El presupuesto que teníamos para el viaje era bastante bajo (entonces éramos jóvenes estudiantes).
Hay que tener cuenta, además, que entonces no había vuelos de bajo coste y el precio de los vuelos regulares se escapaba de nuestro presupuesto.
Y el nivel de vida en Gran Bretaña, y en Escocia en particular, era muy caro para nosotros puesto que teníamos que cambiar pesetas a libras esterlinas y la tasa de cambio en aquellas fechas era terrible para nuestro bolsillo.
Así que optamos por hacer este largo viaje en tren, aprovechando las ventajas de la tarjeta InterRail, la cual nos permitía subir a casi cualquier tren en España, Francia y Gran Bretaña pagando una tarifa plana.
Este largo periplo en tren hasta Escocia tuvo su origen en la ciudad de Girona e incluyó también escalas en las ciudades de París y Londres, lo cual nos permitió dividir este largo viaje en etapas más soportables y a la vez visitar estas siempre interesantes ciudades. Para tener una idea aproximada de la distancia, baste con señalar que entre las ciudades de Girona y Inverness, la capital de las tierras altas de Escocia, hay un mínimo de 2.500 km.
Nuestra primera escala en tierras escocesas fue la ciudad de Glasgow y la última fue la de Edimburgo.
El hecho de viajar casi exclusivamente con transporte público en nuestra ruta por Escocia limitó bastando el alcance de los lugares que podíamos visitar, puesto que Escocia está plagado de lugares remotos y muy poco habitados a los que no llega el transporte público o su escasa frecuencia lo hace impracticable.
No nos ha sido posible, por falta de tiempo, escribir el relato completo de este viaje, por lo que os emplazamos a leer otros relatos y/o consejos de viaje independiente a Escocia (y Gran Bretaña en general) publicados en esta web.
Del 1 al 19 de agosto de 1989.
Nuestra ruta por Escocia propiamente dicha se inició en la ciudad de Glasgow. Desde aquí hicimos una ruta circular que nos llevó hasta las inmediaciones de los lagos Lommond y Katrine.
Después continuamos hacia el noroeste, vía Fort William, hasta llegar a la isla de Skye, la más grande y septentrional de las islas llamadas Hébridas Interiores.
Tras recorrer Skye de sur a norte (llegando a Kilmaluag, en su extremo norte) volvemos a la isla principal para continuar viaje hacia Inverness, la capital de las tierras altas escocesas.
En Inverness donde contratamos un tour que nos permitió dar la vuelta completa al enorme lago Ness, llegando a Fort Augustus, y visitar sus rincones más emblemáticos.
Desde Inverness pusimos rumbo hacia el sur, para finalizar nuestro periplo en la capital escocesa, Edimburgo, coincidiendo con las fechas de su archifamoso festival internacional.
En las fechas que aquí describimos, en el ya lejano año 1989, aún no había vuelos de bajo coste y los vuelos regulares en las compañías aéreas de entonces no eran nada asequibles.
Así pues, teniendo en cuenta nuestro escaso presupuesto y el tipo de viaje que queríamos hacer, la mejor alternativa de transporte que teníamos era el tren, ya que por edad podíamos aprovechar la gran ventaja económica que suponía disponer de un pase InterRail de un mes que nos permitía tomar un número ilimitado de trenes en nuestro viaje por España, Francia, Inglaterra y Escocia.
Por tanto, siempre que nos fue posible utilizamos el ferrocarril para desplazarnos. Pero también alquilamos un coche en Glasgow para poder hacer una ruta circular por los lagos Lommond y Katrine.
En Inverness también tuvimos que recurrir al transporte privado para visitar el lago Ness y podernos detener allí donde quisiéramos. Y en la isla de Skye nos movimos usando autobuses públicos y también en bicicleta.
Y por último, mencionar los trayectos que hicimos en ferry: de Mallaig a Armadale para saltar a la isla de Skye, de Kyleakin a Kyle of Lochalsh para retornar a la isla principal, y de Calais a Dover (y viceversa) para salvar el Canal de la Mancha entre Francia y la isla de Gran Bretaña.
Durante nuestra estancia en Escocia nos alojamos principalmente en casas particulares bajo la fórmula de Bed & Breakfast y que contratábamos in situ a través de las oficinas de turismo de cada población (sí, aún no había internet). Pero también nos alojamos en albergues juveniles o en una residencia de estudiantes span> de la Universidad de Edimburgo.