En este relato pretendo contar, de una manera más o menos precisa y amena, la experiencia de nuestro viaje a Nápoles, Pompeya, Capri y la Costa Amalfitana, durante los días 27 a 31 de octubre de 2007.
Con él espero aclarar algunas dudas a aquella gente que vaya a realizar un viaje similar al nuestro, sobre todo pequeños detalles, que una vez sobre el terreno, resultan de mucha utilidad. No obstante si alguien tiene alguna preguntilla que no dude en consultármela (ver correo en cabecera).
Todo comenzó el día 27 de octubre con un vuelo de Ryanair de Santander a Roma y el traslado hasta la estación de trenes de Termini. El vuelo llegó puntualmente a las 15:30 horas a Ciampino y el autobús de Terravision salió puntualmente a las 16:30 camino de Termini. Llegamos en 40 minutos y una vez allí cogimos el primer tren para Nápoles, a las 17:45, y en unas dos horas nos plantamos en Nápoles (Piazza Garibaldi). Nuestro hotel en Nápoles era el Star Hotel Terminus (justo al lado de la estación de trenes de Nápoles, en piazza Garibaldi). El hotel, un cuatro estrellas por 90 euros habitación noche, perfecto. Una relación calidad precio muy correcta. Las habitaciones espaciosas, así como el baño. El desayuno perfecto, un buffet muy completo.
Bueno, una vez en el hotel, dejamos las cosas y nos dispusimos a cenar algo. Habíamos tomado nota de una recomendación muy acertada sobre un restaurante de un relato de otro viajero en esta misma web, sobre la Cantina Dei Mille, apenas a 200 m. de nuestro hotel, justo enfrente del Hotel Cavour, y en plena piazza Garibaldi.
Probamos unos linguine al frutti di mare, unos bucattini ala matrizana y una pizza, todo ello con agua y servicio por menos de 20 euros. No sería la única cena en el sitio. Uno de los camareros, un hombrecillo mayor con bigote, muy majo, estuvo un buen rato hablando con nosotros.
A las 21:00 nos fuimos a dar una vuelta por la avenida Corso Umberto I. Las calles llenas de papeles, botellas y porquería varia. Cuando llevábamos unos quince minutos andando, y siendo pleno sábado y sin que por la calle se viera un alma nos planteamos el darnos la vuelta porque aquello no tenía muy buena pinta. Pero decidimos continuar, y en eso que empezamos a oir jaleo de trompetas y sirenas, y date que nos encontramos a un grupo de quince personas, cuatro taxistas metidos en sus taxis, viendo una pantalla de televisión en un escaparate de un banco. Y claro ahí lo entendimos todo. Era sábado y jugaban ni más ni menos que la Juve contra el Nápoles y para colmo iba ganando el Nápoles. Al final 3- 1 para los napolitanos y os podéis imaginar en lo que se convirtió aquello. Empezaron a aparecer motos y coches por todos sitios, y la avenida Corso Umberto I se convirtió en un circuito de motos y coches. La gente haciendo caballitos, adelantando por cualquier lado y a unas velocidades de escándalo, y por supuesto nadie llevaba casco (eso está de adorno). Bueno aquello empezaba a parecerse a una ciudad normal en un sábado noche. Bien, pues llegamos hasta el Castel Nuevo y al Molo Beverello, hicimos un par de fotos y de vuelta al hotel, donde nos dieron casi las 24:00.
Madrugamos bastante, desayunos copiosamente y a las 8:15 estábamos en el andén de la circumvesuviana, camino de Pompeya.
Sobre la tarjeta arte card y la campania card: aunque el primer día nos dijeron en la estación de trenes que hasta las 9:00 de la mañana no abrían las oficinas, en la taquilla de la circumvesuviana, dentro de la estación de trenes Garibaldi, hay una taquilla donde te venden la tarjeta y está abierta desde las 8:00 de la mañana.
Cogimos los billetes de tren a Pompei Scavi, ida y vuelta y a las 8:45 estábamos a la puerta de la taquilla. Intenté que mi tarjeta de estudiante de turismo de la UNED me sirviera para conseguir una reducción en la entrada. Le conté la película de que era profesor de la universidad, pero sólo sirve para unas titulaciones muy concretas, como arquitectura, arqueología y otra más un poco rara. Bueno que pagamos religiosamente nuestros 11 euros por entrada. Cogimos también una audioguía para los dos, y entramos dentro. Estuvimos viendo lo más esencial y en unas tres horas y media lo dimos por finalizado.
Salimos de nuevo y justo al lado de la estación de trenes de la circumvesuviana te ofrecen, en un chiringuito rojo, la excursión al Vesuvio (15 euros, que se desglosan en 8,60 euros de autobús ida y vuelta, y 6,50 euros de entrada al parque nacional del Vesuvio. Sí, las cuentas son 10 céntimos de menos, pero eso es un regalo de la casa). La parada del autobús que hay que coger está a unos 300 m. del chiringuito donde se compra la excursión, en dirección a la zona de restaurantes y un hotel. Preguntad a alguien en los kioskos, no tiene pérdida.
Bueno, pues después de esperar casi 20 minutos llegó el bus y salimos camino de Torre del Greco. El viaje, aunque parezca que el Vesubio está ahí al lado, lleva casi una hora porque hay curvas y más curvas por todos lados. Bueno pues casi al llegar, nos hizo una paradita en el reclamo turístico donde estaba el abuelete que tenía un kiosko y que llevaba allí desde antes del Vesubio y que por 10 euros te vendía un libro que un poco más arriba costaba 6 euros, pero claro porque te lo dedicaba personalmente, al haber vivido allí desde tiempo inmemorial y todo esto relatándose sus aventuras en un inglés modélico. Bueno, que tras perder una media hora continuamos hacia el parking del Vesubio. Allí te dejan y ahora toca la subida a pie hasta el cráter. Te lleva una media hora más o menos. No es de una dificultad extrema, pero sí exige cierto esfuerzo. Llegamos hasta arriba, un par de fotos y una vista marvillosa y para abajo otra vez porque queriamos coger el bus de las 15:00 de vuelta a Pompeya.
Todo en hora y a las 16:00 estábamos cogiendo el tren de la circumvesuviana de retorno a Nápoles. Esa tarde aprovechamos para pasear un poco por la ciudad, por la zona de la puerta Capuana, que no es precisamente la más recomendable de Nápoles y por la Via dei Tribunali, pero al ser domingo y anochecer pronto, pues no dio mucho de sí.
De nuevo madrugón y a las 8:35 ya estábamos en el barco a Capri. Precio de los billetes: 30 euros ida y vuelta a Capri, por persona (casi tan caro como el billete de avión de Ryanair).
Llegamos a la isla de Capri en una hora. Nada más llegar, unas fotos a la preciosa zona de Marina Grande y cogimos un autobús para subir hasta Capri. Los autobuses son pequeñitos, caben 8 personas sentadas y de pie otras diez o doce (precio del billete autobús: 1,30 euros trayecto). En poco más de cinco minutos llegamos a Capri. Un pueblito precioso. Paseamos por las callejuelas, visitamos la vía Camerelle y nos acercamos hasta la Certosa di San Giacomo, que desgraciadamente estaba cerrada por reformas, así que fuimos hasta el mirador situado encima de la vía Krupp. Menudas vistas más preciosas de Marina Picola y de los Faraglioni. Tras eso decidimos acercarnos andando hasta el Arco Natural, una formación natural con una forma caprichosa de arco, al que se llega tras una paseíto de quince minutos desde la Piazzeta de Capri.
Después de esto cogimos otro bus y fuimos hasta Anacapri, con la intención de llegar hasta la Grotta Azurra. Una vez en Anacapri, preguntamos y nos dijeron donde se cogían los autobuses para la grotta. Está a unos 200 m. de donde te deja el autobús de Capri. La grotta se encuentra a 5 km de Anacapri, pero por 1,30 euros que cuesta el bus no es muy recomendable el perder una hora andando hasta ella. Hay autobuses cada media hora y el servicio funciona muy bien, están siempre vacíos (por lo menos en nuestra época) y llegas en cinco minutos. Una vez en el parking que da acceso a la grotta, se bajan unos escalones y llegas a una especie de mini embarcadero de 2x2m. donde te cogen unas barquitas pequeñas de pescadores y, previo pago de 9 euros más 1 euro de propina para el barquero, te introducen, completamente tumbado en la barca, en la famosa grotta.
Acojona un poco la entrada, pero una vez dentro, es otra cosa. Tuvimos la suerte de entrar sólos en la gruta, sin ninguna barca dentro. La sensación es una maravilla por el color que adquiere el agua. Una pena no podernos bañar, pero me hubiera gustado. Lo curioso de todo es que este sitio ya le conocían nuestros antepasados romanos hace muchos siglos, y en concreto se atribuye a Tiberio la excavación de un pasadizo que daba acceso a la gruta. No estaban locos estos romanos, como decía Asterix. Eran muy listos y lo descubrieron mucho antes que nosotros.
Bueno, pues una vez fuera, después de poco más de 5 minutos, otra vez al bus y de vuelta a Anacapri. Cada trayecto de bus eran 1,30 euros persona. Una vez en Anacapri, paseíto por la plaza y tiendas y llegamos hasta un mirador que hay cerca del museo de Axel Munthe, desde donde es posible bajar andando hasta la misma zona de Marina Grande. Las escaleras se llaman Scala Fenicia, y hasta 1738 fue el único medio de acceso desde Capri hasta Anacapri. Nos llevó aproximadamente 30 minutos bajar todas las escaleras. Hubiera sido gracioso contar todas las escaleras, pero casi seguros hubieran pasado de las 2.000. Si alguien va por allí que aproveche para contarlas. Lo más curioso es que nos encontramos con un par de matrimonios que las estaban subiendo. Me dolía sólo de pensarlo.
Una vez en Marina Grande, cogimos el primer barco de vuelta a Nápoles y hacia las 5 ya estabamos en Molo Beverello (zona muelle). Un detalle, junto al Molo Beverello, en dirección al Palazzo Reale, pero apenas a 100 m. de donde desembarcas está expuesto el Malcalzone Latino, el barco italiano de la Copa América que compitió en Valencia. Menuda pasada de barquito.
A continuación nos dirigimos hacia la Piazza Plebiscito, Palazzo Reale, teatro San Carlo, galerías Umberto y vía Toledo. Subimos por ésta última hasta la piazza Dante, dimos una vueltilla por allí y paseamos por Spaccanapoli, compramos un par de cosas de cerámica de Capodimonte y dejamos para el día siguiente la visita del Claustro de Santa Chiara.
Este día, como no, madrugamos otro poco, y a las 8 de la mañana ya estábamos en la parada de bus para ir a la Costa Amalfitana. El día anterior habíamos preguntado a los conductores de autobús donde se cogían los autobuses para esa parte de la Campania.
Para aquellos que os alojeis por la zona de la piazza Garibaldi / estación de trenes, os explico. La única compañía de autobús que llega a esa zona de costa es SITA. Sus autobuses son azules y algunos verdes. La parada para Amalfi y Positano se encuentra justo debajo del Hotel Ramada, el cual se haya en uno de los laterales de la estación de trenes. Para encontrarle situaros en el Star Hotel Terminus, que está en una de las esquinas de la piazza Garibaldi, seguís la calle que va a dar a la piazza Garibaldi y a unos 200 m. veis el cartel del Hotel Ramada (color rojo). La parada está casi justo debajo del hotel. Es muy importante encontrar la parada porque en nuestro hotel no tenían ni idea y estaba a apenas 300 m.
Llegamos a la parada y vemos los horarios. Según el cartel el autobús de Amalfi salía a las 8:55. Nos acercamos hasta una boca de circumvesuviana, situada enfrente del hotel Ramada, para comprar los billetes del bus a Amalfi y preguntamos al señorin a qué hora pasa el bus para Amalfi. Nos dice que a las 9:55. Yo le digo que en la parada pone a las 8:55. Total que esperamos en la parada y al final, ni para ti ni para mi, el bus pasó a las 9:30. Nos montamos en él. Sólo iba otra pareja de alemanes. Ni validamos billete ni nada.
Después de una hora más o menos llegamos a Sorrento y allí fue donde se llenó hasta la bandera de turistas que se alojaban en este pueblo y continuamos camino a Positano. La famosa SS-163 es una carretera que da pánico. Merecida tiene su fama. Vaya curvitas, acantilados, túneles. Algo espectacular, y qué decir de las vistas.
Al final, tras recorrer poco más de 45 km en 2 horas (sí, aunque no lo creáis, en atravesar Sorrento y llegar hasta Positano, se invierten dos horas). Parece mentira pero cierto. En Positano el bus hace varias paradas. Nos bajamos en la segunda y así hicimos unas cuantas fotos desde la parte alta del pueblo, y después bajando escaleras llegamos hasta la zona de la playa. Para mí Positano es uno de los pueblos más bonitos (bien es cierto que sólo visitamos Positano, Amalfi y Ravello). Desde cualquier lado salen unas fotos maravillosas. Dimos un paseo por el pueblo y después de una horita, nos dirigimos hasta la piazza Mullin o algo así, que es donde está el tabachhi para comprar los billetes llamados Unico Costiera, que cuestan 5 euros por persona y te permiten viajar un día entero por toda la costiera.
Aquí hago una reseña en cuanto a los billetes. Para los que vayáis, el billete es perfectamente prescindible, pues en ningún momento nos pidieron billete alguno, ni en el autobús de Nápoles a Positano, para el que sí habíamos comprado, pero no validado, Ni para el viaje de regreso de Amalfi a Nápoles, para el que por supuesto no compramos billete, ni para desplazarnos de Amalfi a Ravello y vuelta. Así que, ahí lo dejo. Otra cosa fue en Nápoles, donde la cosa aparentemente era igual, pero os cuento. Los primeros viajes que hicimos en bus en Nápoles, vista la forma de actuar de la gente, donde aparentemente los billetes estaban subvencionados y que apenas se veía gente validando billetes, pues nos mimetizamos con el entorno e hicimos de napolitanos sin validar billete (para ser sinceros ni siquiera le compramos). Eso unas cuatro o cinco veces, hasta el último día que cogimos la línea R4 para ir al Palacio de Capodimonte, que no sé si por presentimiento o porque la línea es un poco más turística, decidimos comprar nuestro primer billete de autobús en Nápoles y validarle, y menos mal que lo hicimos porque dos paradas más adelante, cuando el autobús estaba un poco más despejado de gente (porque normalmente iban atestados) aparece un personajillo que no tenía pinta de revisor, pero que iba claramente identificado y empezó a pedir billetes a todo el mundo. De la que nos libramos.
Bueno continuo con la costa Amalfitana. De Positano a Amalfi hay un autobús y cogimos el de las 13:00. Tarda unos 40 minutos en recorrer los 18 km que separan ambos pueblos. Amalfi es completamente distinto a Positano. Su parte más interesante es evidentemente el Duomo, escondido entre casas y que se presenta de súbito, majestuoso en el centro del pueblo. Desde la zona del espigón se hacen unas fotos preciosas de todo el pueblo. Aprovechamos para comer algo allí y después cogimos otro bus, con el famoso billete Unico Costiera, a Ravello. Está situado a 5 km de Amalfi y en la cima de una montaña. Hay autobús cada media hora. La verdad es que andábamos un poco justos de tiempo para ver Ravello, así que la visitilla fue corta porque queríamos coger el bus de regreso de Amalfi a Nápoles a las 17:00.
Los autobuses de retorno de la Costa Amalfitana a Nápoles, a fecha 31 de octubre de 2007, tenían estos horarios:
• De Amalfi a Nápoles: salidas a las 15:00, 17:00 y a las 16:30 la última.
• Desde Positano a Nápoles: salida sólo a las 17:30 (es el que viene de Amalfi y para ahí).
Nosotros cogimos el de las 17:00 desde Amalfi y al cabo de unas dos horas y media aparecimos en Nápoles otra vez. Esta vez aprovechamos para cenar pronto y pasear un poco por toda la zona del centro.
Nuestra última mañana en Nápoles aprovechamos para ver las cosas con luz del sol porque el resto de días llegábamos siempre a eso de las 17:00 y era ya de noche, con el cambio de hora. Aprovechamos para acercarnos hasta el claustro de Santa Chiara, donde sí pude hacer uso de mi carnet de estudiante de la UNED. El claustro es precioso, con los bancos azulejados y las pinturas de las paredes. Incluso hay un museo dentro con restos de unas termas romanas. Precio entrada normal: 5 euros (reducida 3,5 euros) y hora de apertura a las 9:00 de la mañana.
Después de esto cogimos el bus R4 y nos fuimos hasta el Palazzo de Capodimonte. Sólo tuvimos tiempo para dar un paseo por el jardín y hacer unas fotos por allí. Con más tiempo nos hubiera gustado entrar a ver la colección de pintura y mobiliario expuesta, pero todo no puede ser.
A eso de las 13:00 cogimos el tren de Nápoles a Roma y a las 16:00 ya estábamos en nuestro hotel, en la zona de Termini. Aprovechamos los últimos rayos de luz para dar un paseo por Roma: Fontana di Trevi, Piazza España, Piazza Navona, etc.
Últimas compras, última cena a base de pizza, para variar, y de vuelta al hotel porque al día siguiente tocaba madrugar. Nuestro vuelo salía a las 10 de la mañana y había que estar a las 8 en el aeropuerto de Ciampino.
Y esto ha sido todo.