Oriente Medio suele ser un destino turístico pasado por alto por la mayoría de los viajeros. Un destino relacionado con la inseguridad, la inaccesibilidad y el fanatismo terrorista.
«Por obra de los medios de comunicación occidentales, se ha operado un cambio en la lengua: se dice islamista, luego fundamentalista islámico y ahora terrorista islámico.
Como resultado, la palabra islam deja de funcionar autónomamente, siempre acompañada de un contexto amenaza-dor ...» (Ryszard Kapuscinski). Los grupos terroristas constituyen una fracción insignificante del Islam.
Cualquiera que viaje sin miedo al País Vasco, el Ulster o Córcega, puede moverse tranquilo por Oriente Medio.
Nuestro viaje por Oriente Medio transcurrió por tres países muy distintos entre sí: Siria, Israel y Egipto.
Nos permitió disfrutar de la cultura árabe, más cercana y tolerante de lo que nos parece, y de su amabilidad y hospitalidad con el extranjero, así como vivir en primera persona la compleja situación de la ciudad de Jerusalén, la difícil convivencia entre la comunidad árabe y judía, la brutalidad de estos últimos en los territorios palestinos, o las consecuencias terribles que está suponiendo "el muro de seguridad".
Y nos permitió disfrutar de las cálidas aguas del Mar Rojo, de la antigua civilización egipcia y padecer, como nunca habíamos hecho antes, temperaturas en el desierto sirio de hasta 50 grados.
A nivel cultural la zona es incomparable: por allí han pasado cananeos, fenicios, arameos, sumerios, asirios, babilonios, hebreos, persas, romanos, bizantinos, otomanos, egipcios, franceses, ingleses...
Hay iglesias, mezquitas y sinagogas, testigos del importantísimo papel que en la historia ha tenido Tierra Santa, castillos de templarios y sarracenos, pirámides faraónicas, caravasares de la época de la Ruta de la Seda, ruinas romanas...
Sorprendentes son Maalula, el único lugar del mundo donde aún se puede oír hablar arameo (la lengua en la que predicó Jesucristo), o los barrios cristianos del Cairo y de Damasco, en pleno Eje del Mal.
Este viaje por Oriente Medio fue realizado entre el 22 julio y el 17 de agosto de 2007. En la web Abierto por vacaciones, de los autores de este relato, encontraréis el texto y fotos originales de este y otros viajes.
En nuestro primer día de viaje el avión despega de Barcelona con una hora de retraso.
Al llegar al aeropuerto de El Cairo cogemos un taxi (60 LE) hasta el Hotel Luna (150 LE). Habitación doble amplia y de techos altos, baño completo, cuatro camas, aire acondicionado, desayuno incluido (pan, mantequilla, quesito, mermelada y café o té). Muy céntrico, 5ª planta con ascensor. Internet gratuito. Dejamos las cosas y nos vamos a cenar a un koshari house de la cadena El Tahrir que hay a la vuelta de la esquina.
El Cairo nunca duerme. Caótica, ruidosa y contaminada, las amplias avenidas del centro contrastan con las callejuelas y casas desvencijadas del barrio viejo. Las tradicionales shishas y teterías conviven con cafés estilo europeo, y los hacinados barrios viejos miran con envidia la opulencia del barrio residencial de Zamalek, donde están las embajadas y residen la mayoría de los occidentales. El tráfico está en permanente hora punta, convirtiendo el hecho de cruzar una calle de ocho carriles en una ciudad sin semáforos en una experiencia inolvidable. Es a partir de la media tarde cuando el centro se llena de gente y las tiendas y puesto ambulantes están abiertos hasta media noche. Siempre a la sombra de las pirámides, Cairo es una ciudad con una fuerte personalidad por descubrir.
23 de julio. Empezamos el recorrido por El Cairo con una visita al Museo Egipcio (50/25 LE adulto/estudiante). La primera vez que lo visité se podían hacer fotos sin flash, la segunda se podían hacer fotos comprando un ticket de cincuenta libras, ahora ya no se pueden hacer fotos de ninguna de las maneras. Todo sea por la ciencia. A pesar de todo sigue siendo un lugar de visita obligada en Cairo. Dicen que si le dedicas un minuto a cada pieza expuesta tardas noventa días en recorrerlo entero. Nosotros la verdad es que solo hemos estado dos horas, pero creo que es suficiente. La visita es un repaso completo a la historia del antiguo Egipto. Hay momias, sarcófagos, pergaminos, utensilios de uso diario, esculturas, tronos, carros, armas... Seguramente la parte más interesante son las salas de joyería y la de Tuthankamon. El acceso a la Sala de las Momias Reales son 100 LE extra.
Por la tarde visita al barrio musulmán. Cogemos un taxi (10 LE) hasta Midan Hussein, una preciosa plaza ajardinada llena de palmeras frente a la Mezquita al-Hussein (lugar donde supuestamente se enterró la cabeza del nieto de Mahoma) y junto al famoso mercado de Al-Khalili. Aquí comienza un laberinto de calles semiasfaltadas, talleres artesanos, teterías, mujeres envueltas en velos negros, limpiabotas, vendedores ambulantes, callejones sin salida... Es el Cairo más fascinante, el más árabe, el más auténtico. Subimos por al-Gamaliyya hasta la mezquita fatimí de Al-Hakim, cruzamos la muralla por Bab an-Nasr y entramos de nuevo por Bab al-Futuh, dos puertas construidas en el siglo XI. Regresamos por Sharia al-Muizz li-Din Allah, una animada calle llena de mezquitas, madrazas y caravasares.
De vuelta al hotel decidimos visitar la que dicen es la mejor pastelería de Cairo, El Abd. Está llena de gente, hay al menos una decena de dependientes y en las estanterías abundan los dulces de miel, chocolate, pistacho, avellanas y almendras, además de tartas, churros y deliciosos helados, todo ello delicioso y a precios egipcios. IMPRESCINDIBLE.
Es media noche y descubrimos que nos hemos quedado sin efectivo. No encontramos ninguna casa de cambio abierta, sus horarios son de 8:30 a 23:00. Nos enteramos de que el Hotel Nile Hilton ofrece cambio las 24h del día. Una buena oportunidad para los bolsillos de bajo presupuesto para visitar un lugar con habitaciones limpias.
24 de julio. Hoy visitamos la única maravilla del mundo antiguo que aún se conserva, las Pirámides de Gize (50/25 LE adulto/estudiante). A medida que nos acercamos al destartalado y pobre barrio de Gize empezamos a ver las pirámides escondiéndose tras las casas. El taxi (20 LE) tarda cuarenta minutos en llegar. Por 40 LE más nos esperará tres horas y nos llevará de vuelta a Cairo. También aquí se ven pocos turistas. Empezamos nuestro paseo en la Esfinge, sin duda la escultura más famosa de Egipto. Fue tallada en roca natural y tiene forma de león tumbado con la cabeza del rey Kefren. Su nariz fue destrozada por mamelucos fanáticos en el siglo XIV con disparos de cañón. Poco más arriba se encuentra la Pirámide de Keops. Los números hablan por sí solos: tiene 137 metros de altura, 230 metros en cada lado, está construida con 2.300.000 bloques de piedra que pesan entre 1,5 y 15 toneladas, y según Herodoto trabajaron en ella 100.000 obreros durante 20 años.
Rodeándola nos encontramos al este el Museo de la Barca Solar (50 LE) y al sur tres pequeñas pirámides dedicadas a las reinas, hermanas y mujeres del faraón. En el lado norte la carretera, en la que aguardan camellos y carruajes tirados por caballos a los turistas con pocas ganas de caminar, nos lleva a la Pirámide de Kefren. Es fácil reconocerla porque es la única que conserva una parte del revestimiento en la cúspide. Mide 137 metros de altura y 210 de base. A su alrededor abundan los camellos con los que hacerse una foto de recuerdo. Bordeándola, al este se ve la Pirámide de Micerinos. El hijo de Kefren disfruta de una pirámide bastante más pequeña, 66 metros de alto y 108 metros de base. En su interior se descubrió un sarcófago de granito y numerosos tesoros que yacen en el fondo del mar junto al buque de debía transportarlos a Inglaterra en 1837. Han sido un par de horas a 35º pero con una agradable brisa que lo hace bastante llevadero.
De vuelta a Cairo comemos algo en el restaurante Felfela (ambiente agradable, tranquilo y refinado, para aislarse por un rato del bullicio constante de Cairo. Unos 50 LE por persona), antes de salir hacia el aeropuerto camino de Aleppo. El trayecto son unos cuarenta minutos y no debería costar más de 60 LE, aunque seguro que un local paga una cuarta parte.
Aleppo (Halab para los árabes) es otra de las urbes que reclama el ser la ciudad habitada más antigua del mundo. A una hora de la frontera turca, ofrece multitud de posibilidades: su ciudad antigua fue declarada Patrimonio de la Humanidad desde 1986, tiene uno de los zocos más animados de Oriente Medio, la gran mezquita fue construida por el mismo califa que la de Damasco, y la ciudadela es famosa (entre otras cosas) por haber ordeñado Abraham su vaca en el interior, lo que dio origen al nombre de la ciudad, "halib" significa leche en árabe.
24 de julio. En el aeropuerto de Aleppo no les gusta mi pasaporte, el funcionario de aduanas lo mira y lo remira una y otra vez. Se levanta y se lo enseña a alguien en un despacho de atrás. Tras unos minutos de espera nos dejan pasar. Ojeando el pasaporte descubro que el sello de Etiopía tiene una estrella de cinco puntas parecida a la estrella de David. No se puede entrar en Siria con un sello de Israel. Cambiamos 200 € en el propio aeropuerto y cogemos un taxi (500 SL) hasta el Hotel Hanadi (25 $). Habitación doble sin baño, desayuno incluido, ventilador, aire acondicionado controlado desde recepción (hay un solo mando para todo el hotel), y sin internet. La decoración es algo peculiar, las habitaciones están pintadas de rosa, el mobiliario es rosa, incluso las puertas son rosas. Pero está muy bien ubicado cerca del centro histórico, en la primera planta de un edificio de piedra, con un silencioso patio interior donde sirven los desayunos.
Contratamos a través del recepcionista del hotel, una excursión a Mushabbak y St Simeon por 25 €. En los alrededores de la Plaza del Reloj comemos algo y nos conectamos a internet.
25 de julio. Tras tomar nuestro primer desayuno sirio, queso salado, miel, aceitunas, pan de pita y te, nos encontramos a la hora convenida con Abdul, nuestro taxista kurdo. Son las 8:30, tardamos cuarenta minutos en llegar a Mushabbak, una pequeña basílica bizantina del siglo V. Aunque el techo ha caído, tanto el muro exterior como las columnas y soportales en el interior se encuentran en muy buen estado de conservación, y no cuesta mucho hacerse una idea de cómo llego a ser antiguamente.
A un par de kilómetros se encuentra Daret Azze, un pueblo donde paramos a comprar agua. Quince minutos más tarde llegamos a Qala'at Samaan, la Iglesia de St. Simeon. Fue construida en honor de St Simeon el estilita, que vivió subido a una columna durante 37 años para estar más cerca de Dios. La columna llegó a hacer 18 m. de altura y casi dos de diámetro. Gente de todas partes venían a visitarlo y a oír sus plegarias dos veces al día. Tras su muerte en 459 el número de peregrinos siguió creciendo, llevando a la construcción en 473 de una iglesia que rodeara la columna. Llego a ser la iglesia más grande del mundo en su época. Viendo las ruinas es fácil imaginar la inmensidad del edificio. Tras atravesar la fachada prerrománica que aún permanece en pie, se accede al patio rodeado de cuatro basílicas que forman un crucifijo. Junto a la basílica situada más al este se encuentran la capilla y el monasterio. Las ruinas están en un razonable buen estado, aunque del pilar apenas queda nada. Son las 11:00, el sol ya pega de valiente. En el propio recinto hay un bar donde nos refrescamos antes de volver al taxi que nos espera pacientemente a la sombra.
Pasamos por la estación de autobuses y compramos dos billetes para Hama (65 SL). Comemos en Al Kindi, un elegante local de comida siria en las cercanías del hotel. Kebabs, carnes a la brasa, mezze... No perderse el plato típico de la zona: sopa de lentejas. Todo delicioso. Dos personas 350 SL.
Nos pegamos una buena siesta. Alrededor de las 15:00 cortan la luz, algo que viviremos a diario durante estas horas en todo el país menos en Damasco. Aunque parezca banal, es duro hacer una siesta sin aire acondicionado ni ventiladores cuando la temperatura exterior ronda los 45º.
Por la tarde visitamos la ciudad vieja, antiguamente amurallada y de la que aún se conservan dos puertas. En su interior se encuentra el zoco, el centro comercial de la ciudad, que dicen que con treinta kilómetros es el zoco cubierto más grande de Oriente Medio. Material escolar, reparar zapatos, afilar tijeras, hacerse un vestido, todo tipo de comida, especias, oro y joyas, alfombras o keffiah (los típicos pañuelos blancos y rojos). Aquí puedes encontrar de todo, busca con calma, sin presión para comprar, y una vez lo encuentres, regatea. Entramos por Bab Antkya, desde donde se puede andar bajo la calle principal hasta la ciudadela, a 1,5 km de distancia. Por el camino entre las tiendas hay mezquitas, madrazas y hammanes.
Una callejuela a mano izquierda nos lleva a la Gran Mezquita, construida por el califa al Walid que había construido diez años antes la de Damasco. El acceso es gratuito aunque la mujeres deben ponerse chilaba para entrar. Atravesando la entrada principal nos recibe un largo patio con arcadas. El suelo de mármol, adornado con formas geométricas en blanco y negro, quema como el demonio. En una esquina hay un minarete de cinco pisos de altura construido en 1090. Hay bastante animación, gente que entra y sale, corros de mujeres charlando, niños jugando como si fuera el patio de un colegio, hombres que vienen a rezar... En la sala de oración los hombres suelen entrar solos, se sientan, meditan o rezan un rato y se van. A las mujeres las vemos entrar en grupo, a menudo con niños se instalan en el ala derecha reservada para ellas. La decoración es escasa, llaman la atención el minbar (púlpito) del siglo XV, y las extraordinarias lámparas que cuelgan del techo. Se respira mucha tranquilidad. Somos el foco de atención. No hay extranjeros aquí. Suelen mirar más a Rosa, algunas mujeres murmuran, un hombre le ha corregido de manera muy educada y amable la forma de colocarse la chilaba. Es un lugar ideal para pasear, relajarse y disfrutar con lo más sagrado.
Al salir nos dirigimos a la Ciudadela, a donde se puede llegar a través del zoco, pero la verdad es que nos hacemos un lío y preferimos salir al exterior. Está situada en lo alto de un cerro, un anillo de murallas con almenas y torres que mira la ciudad. Un foso cruzado por un puente nos lleva a la puerta fortificada, donde descubrimos que hace una hora que han cerrado. A sus pies hay restaurantes donde beber algo o fumar una narguile, pero preferimos pasear un rato por el barrio. Volvemos en taxi al hotel.
No hay transporte público al centro de Aleppo desde el aeropuerto. Un taxi cuesta 500 SL. Los autobuses para Hama salen desde el Garage Hanonu. Un desplazamiento dentro de la ciudad no debería costar más de 15-20 SL.
Hama es conocida por sus ruidosas norias de madera a orillas del río, que datan de la época romana. El agua era sacada del río Orontes, subiéndola hasta el acueducto que irrigaba toda la ciudad, desde donde se distribuía en canales menores que regaban los campos cercanos. Se construyeron hasta treinta gigantescas norias, de las que aún quedan diecisiete, que en algunos casos superaban los veinte metros de diámetro. Hama es una ciudad tranquila, la más bonita de Siria probablemente, y un lugar agradable desde donde explorar los múltiples restos arqueológicos del valle Orontes.
26 de julio. Aleppo - Hama, 1h 30min, 55 SL, Compañía Al-Sarraj. Limpio, asientos cómodos y aire acondicionado. Reparten caramelos, toallitas húmedas refrescantes, un vaso de plástico y agua gratis. Salen del Garage Hanonu.
Al llegar a Hama un taxi nos deja en la puerta del Hotel Cairo. 700 SL. hab. doble con baño completo, TV, ventilador y a/a. Habitación espartana y pequeña aunque limpia. Desayuno 100 SL. A pesar de ser una buena opción está muy lejos de ser "posiblemente el mejor alojamiento económico de toda Siria", como dice Lonely Planet. Existe una "rivalidad" con el Hotel Riad, justo al lado, que ofrece similares precios y ofertas. Las excursiones del Riad parecen más completas, su excursión a Krac des Chevaliers incluye dos sitios más a visitar, pero no necesariamente significa que eso sea mejor.
A dos calles del hotel hay un bonito parque donde vemos y "oímos" nuestras dos primeras norias. Tanto las ruedas como el mecanismo sobre el que están montadas son de madera, y la fricción produce un agónico ruido que puede oírse desde metros de distancia. Tras sacar unas pocas fotos nos vamos dando un paseo de media hora a unos confortables 47º hasta el restaurante Four Norias (410 SL kebab, arroz con cordero y humus) La terraza donde comemos está a menos de veinte metros de las Cuatro Norias de Bechriyyat. Están dispuestas por pares y aún se conservan restos del acueducto. Mientras comemos asistimos atónitos al espectáculo de unos chavales trepando y lanzándose desde lo alto de ellas al río. Al terminar el calor ahora ya es insoportable, volvemos al hotel en taxi y nos damos la segunda siesta del día.
A las 16:00, en una excursión organizada por el hotel (1.000 SL a repartir entre tres) vamos a ver las casas colmena y las ruinas de Qasr Ibn Wardan (75 SL). Es un complejo de palacio, iglesia y barracones (nada queda de ellos hoy) construido en el siglo VI en estilo bizantino por el emperador Justiniano I, con el fin de impresionar y controlar a los beduinos de la zona. Iglesia y palacio mantienen sus fachadas, que alternan franjas de basalto negro y ladrillo amarillo, en buen estado de conservación. En su interior los techos han caído, y el suelo está lleno de piedras con dibujos y símbolos diversos. En el palacio aún se pueden distinguir los establos y unos baños. Subir a los pisos superiores permite disfrutar de unas fantásticas vistas del desierto. Después hemos pasado por un pueblo, seguramente Sarouj, donde las Casas Colmena conviven actualmente con modernas construcciones de cemento. Estas casas son estructuras cónicas de barro encalado, con una solo puerta de acceso y sin ventanas, en cuyo interior hay una sola habitación. Mas propias de África subsahariana que de esta parte del mundo, están estupendamente adaptadas al clima y mantienen una temperatura constante todo el año. Acabamos tomando el té con una de las familias que viven en ellas, 100 SL.
De vuelta a Hama, damos un paseo atravesando la ciudad vieja. A un lado queda la ciudadela y al otro el río, en cuya orilla se ven una mezquita y unos baños. Vemos cuatro norias diferentes todas ellas iluminadas, pero la noria Al-Mohammediyya, la más grande de Hama, permanece a oscuras. Cenamos una pizza en una terraza frente a la Ciudadela.
27 de julio. Hoy segunda excursión contratada con el hotel. Musyaf + Crac de los Caballeros 400 SL. Siete personas en una furgoneta de ocho plazas, cómoda y con un conductor que chapurrea inglés. Salimos de Hama a las 09:10 y a las 10:00 ya estamos en Musyaf (130/75 SL adulto/estudiante), el castillo de los "asesinos" (los ismailies, una secta extremista musulmana). La muralla exterior está muy bien conservada y su aspecto es imponente. El interior está algo deteriorado a pesar de los trabajos de restauración. Media hora para visitarlo y disfrutar de las vistas es suficiente, y será la introducción perfecta al "castillo cruzado mejor conservado del mundo", Crac de los Caballeros.
Desde aquí subimos a la furgoneta para una hora más tarde aparecer en Krak des Chevaliers (150 SL), "el castillo más hermoso del mundo", según T.E.Lawrence. Fue construido originalmente en 1031 por el emir de Homs, y entre 1150 y 1250 los Caballeros de la Orden de Malta lo ampliaron y lo convirtieron en su sede central, llegando a albergar una guarnición de 2.000 soldados. Aguantó hasta 12 ataques musulmanes, pero finalmente cayó en 1271 a manos del sultán Beybar. El castillo está fuertemente defendido, hay una muralla exterior con trece torres, un foso, y otro muro interior que protege al auténtico castillo. En su interior aun se pueden ver lavabos y saunas, establos (grandes y fresquitos), la cocina, un horno, y una capilla reconvertida a mezquita por Beybar. En su construcción pueden apreciarse estilos gótico, románico, árabe, y bellos dibujos típicamente islámicos. Como mínimo hacen falta un par de horas para recorrerlo y disfrutarlo.
Acabada la visita, la furgoneta vuelve hacia el hotel, y de camino nos deja en la estación de autobús de Homs a las 14:45, donde conseguimos billete para las 15:30 hacia Palmyra. En la propia estación aprovechamos para comer un falafel y un shawharma. El viaje a Palmyra nos lleva unas dos horas, con Qadmus.
Aunque desde mucho antes había sido parada para las caravanas que hacían la ruta de la seda, Palmyra alcanzó su máximo esplendor alrededor del siglo II cuando se convirtió en la capital del imperio de la reina Zenobia, la Cleopatra siria. Hija de un beduino, se casó con el príncipe de Palmira y a la muerte de este construyó un imperio a la sombra de Persia y Roma. Pero su ambición fue demasiado lejos. Tomó posesión de toda Siria, el Bajo Egipto y envió ejércitos hasta el Bósforo. Los romanos finalmente la derrotaron, Palmira fue saqueada y destruida, y Zenobia exhibida en Roma, como prisionera y atada con cadenas de oro en el desfile triunfal.
27 de julio. Homs - Palmyra, 2h, 70 SL, Compañía Qadmus. Los asientos no son tan cómodos ni anchos, además el aire acondicionado no funciona bien. Reparten vasos de plástico y agua gratis.
Palmira se encuentra en el corazón del desierto, al lado de un frondoso oasis de palmeras. Con calor y arena por doquier, el pueblo discurre alrededor de una calle principal sin asfaltar donde se encuentran la mayoría de hoteles y restaurantes. Nos hospedamos en el Hotel Citadel, 750SL. hab. doble con baño completo, ventilador y a/a. Básico, falta presión de agua y la taza del baño está sucia. La ventaja que nos ofrece es que dentro de una limpieza moderada nos permite quedarnos al día siguiente hasta que vayamos a Damasco.
En el hotel nos proponen un tour por 500 SL que incluye desplazamientos en coche y entradas al castillo y las tumbas, desplazamiento desde ellas al Templo de Bel y luego al hotel. Aceptamos.
Qala'at Ibn Maan (75 SL), el castillo, situado en lo alto de una colina, es sin duda el lugar perfecto para controlar el desierto desde lo alto. Ofrece vistas espectaculares de las ruinas y de la ciudad nueva. En primer plano se ve la pista para carreras de caballos y camellos que se realizan durante el Palmyra Desert Festival, en el mes de mayo, al que se acercan cada año el Rey de Siria y el Emir de Qatar. Un lugar ideal para ver el atardecer si no fuera porque a última hora aparecieron algunas nubes.
De vuelta al pueblo cenamos en el Traditional Palmyra, especializado en comida siria y beduina. Mansaf, un plato a base de cordero, arroz y yogurt seco, decorado con cacahuetes y piñones. De postre sandia, deliciosa y jugosa, pero demasiado caliente. 750 SL.
28 de julio. Nos levantamos a las 4:45, y a las 5:20 ya estamos en la calle. Temperatura 30º y aún es de noche. Vemos amanecer en las ruinas. El sol va subiendo poco a poco por encima del oasis que hay junto al Templo de Bel. También sube la temperatura. Por suerte el fuerte viento evita que se dispare la sensación térmica. Apenas encontramos cuatro o cinco turistas a estas horas.
Las ruinas son imponentes. Tras pasar bajo el arco monumental se accede a una vía columnada, que era el eje central de la ciudad. Tiene 1.200 m. de longitud y está bordeada por más de 200 columnas, las cuales tienen unas repisas sobre las que se colocaban estatuas de la gente influyente de la ciudad. Durante el camino a sus costados se pueden ver el anfiteatro y los restos del ágora, el senado, varios templos, algunas viviendas con mosaicos y patio central, y el "tetrápilo", erigido en un plaza ovalada y que señala el primer cambio de orientación (10 grados) de la Gran Columnata. La avenida acaba en un templo funerario desde cuya azotea se tiene una visión completa de las ruinas. Paseando con calma pero sin pausa para evitar que nos pillara el sol, hacemos todo el recorrido en un par de horas.
Volvemos al hotel, reposamos diez minutos, desayunamos y a las 8:40 salimos hacia las tumbas. Situada al oeste de las ruinas, la necrópolis es quizás la parte más interesante de todo el complejo. Destacan dos estructuras. La Torre de Elahbel (75 SL), un torreón de cinco plantas con capacidad para 300 personas. Tiene un rica decoración interior y las paredes llenas de nichos donde aún se ven los bustos de los difuntos. Y la tumba subterránea del Hipogeo de los Tres Hermanos (75 SL) que contiene más de 400 nichos, y aún conserva en sus paredes gran cantidad de frescos. Las tumbas tienen unos horarios de apertura "algo singulares", lo hacen por intervalos de media hora a las 8:30, 10:00, 11:30 y 16:30. Si tenéis que ir caminando mejor consultarlo antes.
De allí nos llevan en coche al Templo de Bel (150 SL), dedicado al dios supremo de los habitantes de la ciudad, y una de las principales atracciones del recinto. Con el paso del tiempo fue iglesia bizantina, fortaleza árabe, mezquita mameluca y finalmente destruido y saqueado en el siglo XV. El santuario se conserva en estado óptimo, del resto aún se distingue el inmenso patio lleno de columnas rotas y desgastadas, y el pasillo hasta el altar del sacrificio. A cinco minutos caminando se encuentra el Anfiteatro (75 SL), cuidadosamente restaurado. En la actualidad solo tiene doce filas aunque se cree que antiguamente era más alto y de mayor capacidad.
Esperando al chofer que nos debe llevar al hotel el termómetro marca 41º a la sombra, y aún no son las once. Decidimos sacarlo al sol para ver hasta dónde llega. Cinco minutos más tarde, cuando nos recogen, ya marca 48º. Dormimos hasta las 14:30, y a las tres ya estamos en la estación de autobús, a dos kilómetros de la ciudad, cogiendo dirección Damasco (120 SL).
Dicen que Mahoma rehusó entrar en Damasco diciendo "Al paraíso sólo se accede en el momento de morir". A primera vista Damasco es una ciudad ruidosa de grises fachadas donde nada es extraordinario ni legendario, cuya monotonía solo se rompe por el amarillo chillón de los omnipresentes taxis. Pero Damasco es una ciudad para caminar despreocupadamente y sin rumbo fijo, tomando un té o un café negro, fumando una narguile y disfrutando ampliamente de la hospitalidad siria en una ciudad que no ha recibido aún la llegada masiva del turismo.
28 de julio. Palmyra - Damasco, 3h, 150 SL, Compañía Marwa. Cómodo, limpio, aire acondicionado, vasos y agua.
Al llegar a Damasco y viendo el alto precio que piden los taxis por acercarnos al centro, entre 100 y 300 SL, decidimos coger una furgoneta de transporte común por 5 SL cada uno. El problema de este tipo de transporte es que suelen tener una parada por barrio y rara vez el conductor habla inglés, así que hay que encontrar alguien que entienda claramente donde vas para que te diga el sitio exacto donde bajar y no ir a parar a la otra punta de la ciudad.
La primera noche la pasamos en el hotel Al-Diwan, una tomadura de pelo. 40 $ habitación doble con baño completo. Entre la nevera (que cojea), el sofá, una mesa redonda de 80cm y la mesita de noche, no queda casi espacio para moverse. Dudo que cambien las sábanas cada día y la moqueta podía estar más limpia. El baño es tan pequeño que cuando te duchas lo mojas todo, además hay pelos y pasta de dientes incrustada del huésped anterior. En resumidas cuentas no han limpiado el baño. Desayuno típico sirio: queso fresco, quesitos, olivas y mermelada con pan.
29 de julio. Nos cambiamos al Hotel Ghazal, más limpio, más barato, más céntrico y más simpáticos. 24 $ la habitación doble con baño completo, a/a, ventilador y agua caliente. Limpio y tranquilo. Venta de bebidas y refrescos, (25 SL el agua y 20 SL granini). Desayuno típico sirio incluido en el precio, servido en un patio con una bonita y relajante fuente. En el proceso de cambio de hotel encontramos dos que hacían muy buena pinta, pero que estaban completos: Hotel Al-Saada (800 SL) y Hotel Al-Rabie. Ambos limpios y con patio.
A falta de tiempo durante los dos días que estuvimos en Damasco, seguimos el "circuito a pie" que sugiere Lonely Planet, que incluye el zoco, la mezquita, el barrio cristiano y la calle recta.
A diez minutos del hotel, habiendo paseado junto a la muralla y tras pasar una imponente estatua ecuestre de Saladino, llegamos al Zoco al-Hamidiyya, la calle más importante de la ciudad vieja . Este bazar cerrado al tránsito y cubierto por un techo metálico agujereado con impactos de bala causados por la aviación francesa en 1925, tiene un carril central de unos ocho metros de ancho, adoquinado y abarrotado de gente ya a las once de la mañana. Las tiendas a los lados están empotradas en los edificios, mientras que en la segunda planta parece haber viviendas o almacenes. Hay de todo: ropa, pañuelos para la cabeza, heladerías y comestibles menores como agua, refrescos, frutos secos o especias. El zoco acaba en un arco romano parte de un templo dedicado a Júpiter del siglo III, abarrotado de vendedores de libros religiosos, dulces y refrescos. Al fondo ya se ve la mezquita.
La Mezquita Omeya (50 SL), erigida sobre el templo romano de Júpiter, es el tercer lugar más sagrado del Islam. Las mujeres deben ponerse chilaba para entrar. Tras el punto de venta de entradas lo primero que nos encontramos es la tumba de Saladino, la pesadilla de los cruzados, el libertador de Jerusalén.
Atravesando un pequeño jardín y pasando junto al Museo de Epigrafía Árabe, llegamos a la entrada para turistas. Accedemos al patio de la mezquita, un remanso de tranquilidad y silencio, dominado por el mármol blanco que cubre el suelo. Fuera queda el ruido del mercado. Los tres lados del patio tienen soportales con columnas acabadas en arcos romanos, que en algunas partes están cubiertos con mosaicos. El centro del patio está dominado por la fuente de abluciones, en los extremos están la cúpula del Tesoro y la cúpula de los Relojes. En la parte sur del patio esta el enorme oratorio. Hace 135 metros de largo y 37 de ancho, el suelo está cubierto de una preciosa alfombra de tonos rojizos, limpia y cuidada como no había visto nunca en una mezquita. En su interior se encuentra un sepulcro que dicen contiene la cabeza de San Juan Bautista (el profeta Yahia para los musulmanes) enviada por Herodes a los romanos para dar fe de su ejecución. Pero el oratorio es mucho más que un lugar para rezar, es también un centro de reunión. Sobre la alfombra la gente reza, medita, descansa, habla en corrillos o simplemente pasea, mientras alguien que parece "encargado del mantenimiento del local y de las buenas costumbres", mete bronca a la gente por beber dentro, por estar mal sentado o medio tumbado, o simplemente porque las mujeres no permanecen en el lugar exclusivo para ellas.
Pero lo más impresionante es el Sepulcro de Husain, cuyo martirio es hito fundamental del chiismo, y el lugar centro de peregrinación. Hay decenas de fieles, turistas iraníes suponemos. Mientras un hombre canta rezos y se golpea el pecho entre lágrimas rodeado de familiares y amigos, mujeres vestidas de negro graban con videocámaras tan emotivo momento. Una intensa mezcla de turismo y devoción.
Saliendo de la mezquita comemos algo, nos vamos al hotel y disfrutamos de nuestra primera siesta sin calores. Aquí no hay los apagones a que nos tenía acostumbrados el resto del país y que nos dejaban sin aire acondicionado ni ventiladores, haciendo del sano ejercicio de la siesta una sauna de mal sueño. Al levantarnos vamos a comprar los billetes para Amman. La estación está a unos 20 min. del centro, buscamos furgonetillas que hagan ese recorrido pero no parece haber y el taxi nos cuesta 150 SL.
De vuelta el taxi nos deja en Bab Al-Jabiye a pocos metros de Medhat Passa, conocida como la Calle Recta, un zoco descubierto y bullicioso, de aceras estrechas, por donde circulan los coches en buena parte de él. Hay de todo: ropa, especias, café, frutos secos, dulces, tejidos, joyas, y los antiguos khan, construcciones que solían servir de posada para las caravanas y que ahora albergan tiendas o almacenes. Antes de ir a cenar hacemos tiempo paseando por los callejones del bazar, compramos 100 gramos de pipas de calabaza por 25 SL y las comemos sentados frente a la entrada principal de la mezquita, un lugar privilegiado desde donde ser testigos de la vida damascena.
Cenamos en Umayyad Palace Rest. 350/600 SL, comida/cena, añadir 10% iva y bebidas. Buffet libre con comida correcta y muy variada, sobre todo en los primeros platos y postres. La cena incluye derviches danzantes y músicos. No sirven alcohol, ni aceptan tarjetas de crédito, pero si aceptan euros o dólares.
30 de julio. Debido a unos ligeros problemas estomacales derivados del calor, pasamos toda la mañana en el hotel, y cancelamos nuestra visita a Maalula. A eso de las 14:00 vamos a comer a Al-Masri. Un lugar barato de comida egipcia a pocos metros de la estación de tren de Hejaz. Los camareros van todos uniformados y el servicio es rápido y correcto. Pedimos "ogra with rice" y "kapsa with meat". Deliciosos los dos, no dejamos ni un grano de arroz en el plato. Además ensalada de pepino y rábanos en vinagre, dos naranjadas y dos tés, 420 SL.
El restaurante esta cerca de la Estación de tren de Hejaz. El ferrocarril del Hejaz fue una línea de tren de vía estrecha que unió entre 1908 y 1916 las ciudades de Damasco y Medina, ambas pertenecientes entonces al Imperio Otomano. Actualmente se usa como biblioteca. Por la tarde nos acercamos al barrio cristiano, que alberga tres sitios mencionados en la Biblia relacionados con Saulo de Tarso, quien luego se convirtió en el apóstol San Pablo. Aquí no se ven velos, las calles son más estrechas, las casas tienen bonitos patios interiores y los niños juegan a sus anchas por la calle. Se ven cruces en los portales de las casas, vírgenes iluminadas con velas, y esquelas de difuntos en las paredes como en Ghana. Es una zona tranquila, completamente diferente del resto del barrio antiguo. En una terraza frente a unas ruinas romanas tomando una naranjada y una helado (170 SL) pasamos nuestra última noche en Damasco.
07:00 Comienza el día. Nos duchamos y salimos del hotel para coger un taxi. 08:00 Tardamos 30 minutos en llegar a la estación. Nos cuesta 150 SL. 08:30 Desayunamos algo mientras esperamos que salga el bus. 09:10 Salida de Damasco dirección a la frontera. 10:40 Llegamos a la frontera con Jordania. Bajamos del bus y vamos a buscar el sello de salida de Siria. Además ponemos las mochilas a la vista, o sea todo el equipaje del bus, para que la policía siria lo revise. 11:15 Subimos de nuevo al bus y paramos en un duty free. No aceptan moneda siria ¿?. 11:30 Cruzamos al lado jordano montados en el autobús. Vamos a que nos pongan el sello de entrada en el pasaporte. Los que no tienen visado han de conseguir primero moneda jordana en alguna de las múltiples casas de cambio que hay a la vista, y luego dirigirse a la ventanilla para que les hagan el visado. 12:45 Reemprendemos la marcha hacia Amman. Hemos pasado más de una hora en el proceso de los visados. El tiempo que pases aquí dependerá de cuanta gente no tenga visado. En nuestro bus van 30 personas, de las cuales la mitad somos extranjeros entre occidentales y árabes, y la mayoría no lo tenían.
14:00 Ya en Amman, preguntamos por el King Hussein Bridge y nos dicen que está cerrado el paso. Que por allí no podremos entrar en Israel. 14:10 Con la ayuda del conductor del autobús negociamos un taxi a Jordan Valley Border, unos 70 km al norte por 30 JD. En teoría llegaremos antes de las cinco de la tarde, que es cuando el lado jordano cierra la frontera. Conforme nos alejamos de Amman, se aleja también el verdor y la buena temperatura que rodea a la ciudad. Durante el camino atravesamos ocho controles militares. Nos piden el pasaporte e inspeccionan el vehículo con más o menos motivación. En uno de los casos nos llegaron a revisar el motor. 16:00 Pagamos al taxista. Cambiamos dinero para las tasas de salida, tal como indica el cartel de control de pasaportes. Cuando nos ponen los sellos nos indican que estamos en tránsito y que no necesitamos pagar tasas. Así que ahora tenemos 20 € en moneda jordana que no nos sirven para nada. Nos hacen una foto con una webcam y nos toman las huellas dactilares antes de ponernos el sello de salida. Tras esto el oficial jordano que nos ha atendido nos pregunta "¿Tenéis más de un pasaporte?", "No", contestamos. "Pues que sepáis que con un sello de Siria en el pasaporte vais a tener muchos problemas para entrar en Israel". Siria e Israel tienen abierta una disputa territorial desde hace treinta años, cuando estos últimos invadieron los Altos del Golán durante la Guerra de los Seis Días. Desde entonces no se permite la entrada a Siria con un sello israelí en el pasaporte, y por su lado Israel adopta "medidas de seguridad extra" con cualquiera que lleve sellos de países árabes. Salimos a esperar el bus que nos cruzará al otro lado.
17:00 Se tarda cinco minutos en cruzar los trescientos metros que hay de un lado a otro. El billete cuesta 1 JD. Pasamos otro control en el interior del autobús, en el que los israelís hacen bajar a un par de ancianos por no tener los papeles en regla. 17:05 Ya en el lado israelí nos miran un poco por encima el pasaporte, y nos hacen alguna pregunta sobre motivos y propósitos del viaje. Las mochilas pasan por un scanner y no encuentran nada, porque no lo hay. Interrogatorio otra vez a puerta de detector de metales, el segundo que pasamos desde que estamos en Israel, o sea en los últimos 100 metros. Vamos a la ventanilla de control de pasaportes con las mochilas. Mientras la soldado que nos atiende nos van haciendo preguntas sobre el viaje va ojeando el pasaporte. De repente levanta un pasaporte abierto por la pagina con el sello de Siria y nos pregunta "¿Que es esto?", "Un sello de Siria", contestamos. Otro militar aparece en la otra ventanilla, y muy amablemente se lleva a Rosa para preguntarle aparte. Nuestro viaje a Siria no les ha gustado. La chica saca un formulario y empieza a hacer preguntas "¿Has estado en Líbano? ¿Y en Irán? ¿En algún otro país árabe? ¿Tienes amigos árabes? ¿Conoces algún israelí o alguien dentro de Israel? ¿Tu dirección en Barcelona? ¿Como se llaman tus padres? ¿Y tus abuelos? ¿Has estado alguna vez en Israel? ¿Tienes pensado cruzar a Cisjordania? ¿Para qué? ¿Solo vienes a hacer turismo o buscas algo más? ¿De qué trabajas? ¿Trabajas para alguna ONG? ¿Número de teléfono de tu casa? ¿Te importa si ponemos un sello de Israel en tu pasaporte?" Así durante media hora, a Rosa le hacen preguntas similares con las que luego (suponemos) poder cruzar respuestas.
17:40 Se quedan los pasaportes y nos dicen que nos sentemos a esperar. "¿Cuanto tiempo?" "Entre 15 minutos y ocho horas, nunca se sabe, es por motivos de seguridad". Permanecemos esperando en unos butacones metálicos en una sala a 24º durante dos horas. Es una sala austera de unos veinte metros de largo, y nosotros estamos en medio de ella. A mano derecha hay una veintena de sillas y tras ellas tres arcos detectores de metales y un scanner. Un poco más allá Jordania. A mano izquierda, una docena de sillas más y un puesto de control donde jóvenes militares de apenas veinte años se relevan en turnos de veinte minutos, prestándonos escasa atención. No hay nada, nada para comer ni para beber. Hasta para ir al lavabo hay que pasar bajo el arco detector de metales. Durante la espera vemos otra gente, todos árabes, que se encuentra en la misma situación que nosotros. Familias con niños de meses e incluso una abuela de más de setenta años, son retenidos e interrogados por "razones de seguridad". Pero poco a poco van cruzando, y pasadas dos horas solo quedamos nosotros. Seguramente hacemos pinta de ser muy peligrosos. 19:35 Cansados de esperar les preguntamos qué "¿Cuanto más tendremos que esperar?" "No lo sabemos aún, es por su seguridad". Diez minutos más tarde se dan por satisfechos. Acabó la OPERACION CASTIGO. No somos terroristas. Por fin somos libres. Un sevillano que conocimos en Damasco que trabaja de manera habitual con ONGs palestinas, nos contó que en una ocasión estuvo esperando siete horas. Después de todo parece ser que hemos tenido de suerte. 19:45 Nos entregan los visados en una hoja adjunta al pasaporte. Ya no hay transporte público, nos han retenido el tiempo suficiente para dejarnos sin él. Ni rastro de autobuses ni taxis. Vamos al duty free a comprar algo para comer, no lo hemos hecho en todo el día. Una vez tenemos la bolsa ya hecha, nos dicen en la caja que solo podemos comprar aquí si vamos a Jordania, no si entramos en Israel. Estamos a 15 km del pueblo más cercano sin transporte, sin comida y hace una hora que ha anochecido. Fantástico!!!.
20:00 Por suerte nos encontramos un palestino de Ramallah que ha llamado por teléfono a un par de taxis. Antes de irse uno de ellos llama a un tercero que nos viene a buscar para llevarnos a Jerusalén (450 IS). Pagamos 80 € por un viaje que nos habría costado 5 € de autobús de no ser por la paranoia israelí contra todo lo árabe. 20:15 Paramos a comer unos shawarma (46 IS). 20:45 Reanudamos la marcha. 23:00 Llegamos a Jerusalén El taxista que decía conocer a la perfección la ciudad, nos deja en la puerta equivocada. Andamos diez minutos hasta la Puerta de Damasco. 23:20 Llegamos al Hebron Hostel. Ducha y a dormir... Un día para recordar... jajaja.
Hebron Hostel. 120 IS. hab. doble con baño completo, ventilador y sin ventanas. Limpio, ofrece toallas y papel higiénico. Desayuno entre 10 y 30 IS. Durante el día la habitación es un auténtico horno. Delante de ella, en el patio, hay una mesa y cuatro sillas donde escribir el diario o picar algo mientras se toma la fresca por la noche.
Jerusalén ha sido fuente de disputas durante tres mil años. Las tres religiones monoteístas más importantes del mundo la consideran "ciudad sagrada". Para los judíos es el lugar donde el Rey Salomón construyo el Primer Templo, en el que se guardaba el Arca de la Alianza, el lugar más sagrado para el judaísmo del que solo queda el Muro de las Lamentaciones. Para los musulmanes es el lugar desde donde Mahoma ascendió a los cielos en su fantástico viaje desde Medina, y el lugar hacia el que dirigían sus oraciones antes de mirar a la Meca. Y para los cristianos es el lugar donde Jesús predicó sus enseñanzas y donde fue crucificado.
Gran parte de la ciudad vieja amurallada, donde se encuentra casi todo lo que hay que ver, solo es accesible a pie debido a sus calles estrechas y empinadas, un enjambre de callejones donde es difícil orientarse incluso con un mapa. Pero perderse es uno de sus encantos, aunque es difícil perderse mucho debido a su reducido tamaño, apenas hace un kilómetro de punta a punta. A pesar de su famosa división en cuatro barrios:árabe, judío, cristiano y armenio, es difícil saber cuándo se pasa de uno a otro, de hecho algunos símbolos religiosos parecen encontrarse en el barrio equivocado, la Vía Dolorosa por ejemplo transcurre gran parte de ella por el barrio árabe.
1 de agosto. Salimos bastante tarde del hotel. Empezamos llenando el estómago en Papa Andrea's, a pocos pasos de la iglesia del Santo Sepulcro. Desde su terraza se ven los cuatro barrios. La comida es de calidad mediana. Pollo con patatas, Jerusalem plate, naranjada y cerveza. 120 IS.
Tras la comida vamos a ver la Iglesia del Santo Sepulcro, la joya del barrio cristiano. Es importante destacar que la "iglesia" no es una iglesia en el sentido de un edificio con altar y atrio, si no más bien un "almacén" donde varias iglesias están representadas y cada una de ellas tiene sus propias capillas y altares. El complejo esta sobre el lugar en que se produjo la crucifixión, entierro y resurrección de Jesucristo, hay un punto que señala donde se clavo la cruz, otro donde le quitaron la ropa, otro donde lo uncieron después de muerto, la piedra con que lo taparon e incluso el lugar donde lo enterraron. Las cinco últimas estaciones del Vía Crucis se desarrollan aquí. Gran parte de la mitología cristiana en torno a las ultimas horas de Jesucristo se encuentran aquí dentro.
El sepulcro en sí se encuentra sobre una elaborada estructura dentro de una rotonda, rodeado por columnas que sostienen un ornamentado techo en forma de cúpula. Dentro de él se encuentran un fragmento de la roca sobre la que se sentó el ángel cuando las mujeres llegaron al sepulcro vacío, y un trozo de la roca original del sepulcro nuevo que se hallaba en el huerto de José de Arimatea, cubierto por 43 lámparas de plata. Es la última estación de la Vía Crucis, y el único sitio de todo el complejo donde siempre hay cola para entrar.
En sus alrededores se encuentra la Iglesia Luterana de la Redención, la Iglesia de San Juan el Bautista, y Christian Quarter Road, la principal calle comercial del barrio junto a David Street, especializada sobretodo en artículos religiosos y pañuelos.
Tras una breve visita al hotel nos dirigimos al Muro de las Lamentaciones, el último vestigio del Segundo Templo, el punto más sagrado del judaísmo. Ya que los judíos tienen prohibido el acceso a la Montaña del Templo, esta es la única parte de la estructura a la que se pueden acercar. El general Tito decidió mantenerlo en pie tras haber destruido el templo para que los judíos no olvidaran su derrota frente a los romanos. La plaza frente al muro está dividida por una valla, con una amplia zona a la izquierda para los hombres, la mayoría judíos ortodoxos vestidos con sombrero de ala ancha y traje negro, que se balancean hacia delante y hacia atrás durante sus oraciones; y otra notoriamente más pequeña a la derecha para las mujeres. El muro hace las funciones de sinagoga al aire libre con plegarias escritas en trozos de papel que se insertan en los resquicios de las grandes piedras que forman el muro. El acceso es libre para ambos sexos, aunque los hombres deben vestir la kipá (gorro ritual que cubre parcialmente la cabeza) que se entrega en la entrada. A la izquierda del muro se encuentra el Arco de Wilson, donde se encuentra el arco original del tiempo de Herodes construido como sostén del puente que unía el Segundo Templo con la parte alta de la ciudad.
Intentamos llegar a la Explanada del Templo y la Cúpula de la Roca. En las inmediaciones del Muro de las Lamentaciones le preguntamos a un militar, de los cientos que se ven por aquí. Nos dice que mejor nos vayamos, que es muy peligroso, que la zona árabe ni tocarla si no queremos riesgos innecesarios. ¿¿¿??? Por supuesto ni caso, seguimos a las nuestras, y tras dar una cuantas vueltas conseguimos dar con la calle Ala Ed-din que nos lleva directamente a una de las puertas de acceso. Dos agentes de seguridad israelíes nos cortan el paso y nos dicen que a esas horas, 19:30, solo pueden pasar los musulmanes. El horario es de 7:30 a 11:00 y de 13:00 a 14:00. Mañana lo intentaremos de nuevo.
Nuestro hotel se encuentra en el lado árabe de la ciudad, una zona segura incluso de noche, como toda la ciudad. El barrio árabe es un sinfín de callejuelas de apenas tres metros de ancho, atestadas de tenderetes a ambos lados que aun las hacen más estrechas. Gran parte de ellas son en pendiente, en un lado hay escalones y en el otro una empinada rampa por donde pesadas carretillas bajan las mercancías con gran riesgo para la salud de todos. Por todas partes hay parejas de los diferentes cuerpos de seguridad israelíes, fuertemente armados y en muchos casos con el dedo en el gatillo, espero que con el seguro puesto.
La calle al-Wad es el corazón de este barrio. Comienza en la Puerta de Damasco y las casas de cambio que cobija bajo su arco. Luego llegan los cafés y sus pequeñas terrazas, los vendedores callejeros y ambulantes, las tiendas de frutas y verduras, de dulces, de ropa, de electrodomésticos e incluso zapaterías y periódicos. Es zona de paso para musulmanes que se dirigen a orar a la Mezquita de al-Aqsa, pero también es frecuente ver judíos que van a rezar al Muro de las Lamentaciones.
2 de agosto. Nos levantamos a las 8:00 como siempre. Hoy toca visita a la Explanada del Templo. Volvemos a la puerta de ayer. Resulta que por aquí solo pueden entrar musulmanes las 24 h del día, independientemente del horario de acceso al recinto. Por aquí no pasan turistas. Los de seguridad nos informan de que saliendo a mano izquierda hay otra puerta. Esta puerta tampoco admite turistas a ninguna hora. Finalmente nos indican que el único acceso para no musulmanes es a través de un puente de madera que empieza junto a la Puerta del Estiércol en la esquina sudeste del Muro de las Lamentaciones. Tras pasar unos arcos de detección llegamos a una pasarela elevada que nos lleva a la explanada. El acceso es gratuito, y desde la pasarela hay unas estupendas vistas del Muro de las Lamentaciones.
Cruzando la Morocco Gate nos hallamos en el Templo del Monte, el lugar más sagrado del judaísmo. El lugar donde se construyo el Templo de Salomón que debía albergar en su interior el Arca de la Alianza. Este templo fue destruido al igual que el Segundo Templo, reconstruido años después por Herodes. Paradójicamente hoy es un lugar vetado a los judíos, ya que podrían entrar sin querer al Lugar Santísimo del Templo a donde solo puede acceder el sumo sacerdote.
A la explanada no llega ni un solo ruido. Todo es paz y tranquilidad, solo perturbada de tanto en tanto por vítores y trompetas que llegan desde el Muro, parece que hoy es día de celebración. Todo el entorno rezuma una paz perfectamente equilibrada, zonas verdes con altos árboles rodean la extensa explanada. Hay dos niveles, en el bajo esta la mezquita de Al-Aqsa con las antiguas caballerizas al fondo, otra extensa explanada. Arriba, en medio de miles de metros cuadrados de "nada" se encuentra la Cúpula de la Roca. A su lado lo que seguramente es el lugar de las abluciones.
A mano izquierda está la Mezquita de Umar o Cúpula de la Roca. Este deslumbrante templo alberga en su interior la piedra sobre la que se cree que Abraham estuvo a punto de sacrificar a su hijo, y desde donde Mahoma junto al arcángel Gabriel, subió a los cielos en su viaje de una noche desde la Meca. A la derecha la Mezquita de Al-Aqsa. El tercer lugar más sagrado del Islam después de la Meca y Medina. Construida sobre las ruinas de parte del Templo de Jerusalén, una parte del muro exterior que rodea la mezquita es hoy el Muro de las Lamentaciones. En ninguna de las dos mezquitas está permitido el acceso a no musulmanes.
A las once, las fuerzas israelíes que custodiaban las puertas de acceso, desalojan a los pocos turistas que estamos en el recinto. Los horarios de acceso son muy severos, es por ello que hay que entrar tan pronto como se pueda, y disfrutar hasta el último minuto de uno de los lugares más bonitos del mundo.
Dentro del barrio árabe encontramos también la Iglesia de Santa Ana. Es el lugar donde tradicionalmente se cree que vivieron Ana y Joaquín, los padres de la Virgen Maria. Alrededor de la iglesia se encuentran las ruinas de unos baños romanos. Se cree que es la Piscina de Bethesda, donde según el apóstol San Juan, Jesucristo curó a un hombre que llevaba 38 años inválido, "Levántate, coge tu camilla y vete". (Jn. 5,1-9). Gran parte de la Vía Dolorosa transcurre por él, algunas de sus estaciones más famosas en este barrio son el Monasterio de la Flagelación, el lugar donde se dice que Jesucristo fue juzgado ante Poncio Pilatos y el Arco de Ecce Homo, donde Poncio Pilatos presenta a la multitud a Cristo coronado de espinas y dice "He aquí el hombre", en latín "ecce homo".
En Lonely Planet leemos acerca de Palestine Alternative Tours, una página web desde donde Abu Hassan organiza excursiones por las zonas palestinas: Hebron, Jericó, Belén, el Muro de Seguridad e incluso Nablus. Abu Hassan es un palestino, que según nos contó él mismo, paso seis meses en prisión cuando contaba menos de catorce años por lanzar piedras contra una patrulla israelí. Tras esa terrible experiencia decidió no volver a la cárcel nunca más, y ahora se dedica a hacer activismo pacífico, enseñando a turistas y periodistas el punto de vista palestino del conflicto de Cisjordania.
A las 14:30 estamos en el Jerusalem Hotel, donde hemos quedado con Abu Hasan. Hay un pequeño retraso y tenemos que esperar una hora a que empiece el "Political Tour" (105 IS cada uno). Es un recorrido por los alrededores de Jerusalén para conocer cómo afecta el "muro de seguridad" a la vida diaria de los palestinos. Es inaudito contemplar los efectos de la construcción de un muro de nueve metros de altura que en la mayoría de los casos sólo separa palestinos de otros palestinos. Dos objetivos apunta nuestro guía mueven a los israelíes a construir este muro. El primero es el control del agua. Los judíos son el 20% de la población y controlan el 82% del agua. El muro está diseñado siguiendo los acuíferos e incluyéndolos en el sector israelí. El segundo objetivo es encerrar a los árabes, hacerles más difícil el día a día, aislarles.
Hay carreteras israelíes por las que no circulan árabes, que comunican ciudades judías partiendo pueblos árabes a su camino, y dejando ambos lados del pueblo incomunicados para siempre jamás. Durante el recorrido hemos entrado en una colonia judía de casas pareadas, donde al fondo se ve la zona árabe tras el muro, deteriorada y vieja. La diferencia es abismal, primer y tercer mundo. El asentamiento árabe junto a esta colonia judía comenzó siendo un campo de refugiados para 35 familias y ahora viven en él 35.000 personas en unas condiciones deplorables. Vemos pueblos cuyo acceso principal ha sido sellado con rocas y escombros, en algunos aún se conserva el "Welcome to..."
Vemos el famoso checkpoint de Qalanda que parece un peaje de autopista o un paso fronterizo, y no el intimidatorio control militar que realmente es. Vemos las geometrías irregulares del muro que hacen que árabes influyentes queden a un lado u otro de la valla, y así poder quedar en la zona israelí donde todo son comodidades. Vemos casas destruidas con la excusa de no tener permiso o encontrarse en zona ilegal. Vemos muchos puestos de control, dicen que hay más de 500 en toda Cisjordania. Es un auténtico estado policial en el que el turista tiene más derechos que el árabe en su propio país.
De vuelta a Jerusalén cogemos el bus (5,5 IS) nº 18 a la estación central de Egged para comprar el billete a Eilat del domingo (65 IS cada uno). Desde el atardecer de mañana viernes hasta el anochecer del sábado todo negocio judío permanecerá cerrado por la fiesta del sabbath. Así que es casi nuestra última oportunidad de comprar los billetes. Jerusalén Oeste no se parece en nada a la ciudad vieja, es una urbe mediterránea como cualquier otra, casi no se ven árabes y prácticamente no hay judíos ortodoxos. A la vuelta cogemos el bus 20, que nos deja en Jaffa Gate.
3 de agosto. Paseando en busca del barrio armenio nos encontramos con el Cardo en el barrio judío, la reconstrucción de una antigua calle romana bordeada de columnas, ahora cubierta, llena de banderas israelíes, y convertida en unas lujosas galerías comerciales. Cuando los jordanos entraron en el barrio judío en 1948 lo arrasaron casi por completo. Al recuperarlo en 1967 los judíos tuvieron que reconstruirlo de nuevo. Lo que se ve hoy es un barrio inmaculado, arbolado (el único barrio de la ciudad vieja con árboles en las calles) y que ofrece todo tipo de servicios: cajeros automáticos, fuentes, lavabos públicos... Las calles son amplias y descubiertas, disponen de alumbrado público, y solo se ven judíos o turistas. Nada de árabes. Se respira sosiego, no el ambiente pesado y ajetreado de las calles estrechas de las zonas árabe y cristiana. Un primer mundo floreciente con todo tipo de comodidades y servicios, de los que no parecen disponer el resto de barrios.
Hurva Square es el centro del barrio judío. Cafés, tiendas de souvenirs y restaurantes donde comer al aire libre. Al oeste de la plaza se encuentran las ruinas de la Sinagoga Huvra, de la que solo queda un arco que para colmo fue retirado el año pasado para su reconstrucción, así que no vimos nada. La Basílica de Santa Maria, una iglesia y hospicio del siglo XII de los Caballeros germanos de San Juan, son otras ruinas cercanas.
Alrededor de la muralla también hay puntos de interés. Desde el barrio judío, saliendo por la Puerta del Estiércol se llega a la Iglesia de San Pedro Gallicantu, erigida en el lugar donde estaba la casa de Caifás, donde Jesús fue juzgado y donde Pedro lo negó tres veces. Otras visitas en los alrededores son la Tumba del Rey David, la Tumba de Schindler's (el de la película de Spielberg) y el Garden Tomb, junto a la Puerta de Damasco, donde los protestantes creen que se encontraba el jardín de José de Arimatea, y por lo tanto un posible lugar de la resurrección de Jesús.
Ya se nos ha hecho casi la una. Cogemos un taxi hasta la Puerta del León, a pocos metros del inicio de la Vía Dolorosa, el camino recorrido por Jesucristo desde el momento en que fue detenido hasta su crucifixión. La procesión que venimos a ver empieza una hora más tarde de lo que pensábamos. Durante esa hora, visitamos la Iglesia de Santa Ana o Bethesda (7/5 IS adulto/estudiante), lugar en el que según la tradición cristiana nació la Virgen María.
La procesión la realizan los padres franciscanos cada viernes a las 15:00 siguiendo todas las estaciones del Vía Crucis. Comienza en la madraza al-Omariya, antiguo cuartel de la guarnición romana en Jerusalén donde Jesús fue juzgado, y acaba en la Iglesia del Santo Sepulcro. Cada estación está debidamente marcada y en su lugar se han construido capillas o iglesias donde meditar u orar. Tardamos 75 minutos en recorrer los escasos 500 metros de ruta. Hay entre doscientas y trescientas personas siguiendo el evento, y en algunos momentos se hace difícil no perder de vista a los padres franciscanos. Se detienen en cada estación, leen un pasaje del evangelio en tres idiomas (latín, inglés y castellano) y se reza una oración o un canto. En total son unos seis monjes, más uno de seguridad que va vestido estilo turco ortodoxo, además de la omnipresente seguridad israelí. Todo va bien, a un ritmo relativamente rápido, que no se nos hace nada pesado. La procesión termina con una corta misa en el interior de la iglesia del Santo Sepulcro donde se encuentran las últimas cinco estaciones.
Saliendo por la Puerta de los Leones y bajando la carretera a mano derecha nos encontramos con el Monte de los Olivos, donde Jesús oraba con frecuencia y donde se encontraba la noche que fue arrestado. El Libro de Zacarías lo identifica como el lugar desde el que Dios comenzará a redimir a los muertos al final de los tiempos, razón por la cual los judíos de la ciudad llevan siglos excavando sus tumbas allí. Las laderas se encuentran llenas. En algunas guías advierten sobre lo peligroso de la zona y lo poco seguro que es llegar hasta el barrio árabe que hay en la cima. Nosotros no tuvimos ningún problema, disfrutamos durante la subida de unas fantásticas vistas de la ciudad vieja, y durante el descenso de la puesta de sol.
La ascensión comienza en el Jardín de Getsemaní, donde Jesús rezó la última noche antes de ser crucificado. Hay fantásticas vistas de la ciudad vieja. Aquí se encuentra la Iglesia de las Naciones, que conserva una sección de la base rocosa identificada como el lugar en el cual Jesús orara solo en el huerto la noche de su detención, la Tumba de la Virgen Maria o la Iglesia Ruso-Ortodoxa de Sta. Maria Magdalena, en honor a la primera persona que vio a Jesús tras su resurrección.
En el barrio armenio, el más pequeño y tranquilo de todos, se encuentran la Ciudadela un imponente castillo dentro de las murallas tras la Puerta de Jaffa, y la Catedral de San Jaime.
4 de agosto. Hoy toca excursión a las zonas palestinas. Saliendo por la Puerta de Damasco a mano derecha, junto a la carretera de Nablus, se encuentra la parada de autobús para destinos árabes. Nos subimos en una furgoneta para doce personas con destino Belén (5,5 IS) que se llena en apenas cinco minutos. Belén es nombrada por primera vez en la Biblia relacionándola con la muerte de Raquel, quien tras morir dando a luz fue enterrada a las afueras del pueblo por su esposo Jacobo. Pero sin duda es el nacimiento de Jesús el acontecimiento más importante del que Belén ha sido testigo, y el evento histórico que durante siglos ha traído a peregrinos y visitantes de todo el mundo.
El bus nos deja en la carretera que lleva a Hebrón, desde donde hay que subir la colina atravesando un típico mercado árabe, pequeño y agradable. Aquí solo se venden artículos de consumo local: ropa, alfombras, artículos para el hogar, carnes, frutas, verduras. Nada de relicarios o botellas de agua bendita. Es sábado, está a rebosar y más gente no cabe, pero no nos cruzamos con ningún turista. Solo en Manger Square, frente a la Iglesia de la Natividad, vemos un par de autocares.
La iglesia está rodeada por un muro que le da aspecto de fortaleza. La puerta principal fue rebajada por los cruzados para evitar la entrada de jinetes, convirtiéndola en la diminuta puerta actual, por la que hay incluso que agacharse para poder entrar. La basílica esta poco decorada y apenas entra luz natural, unas columnas doradas separan la nave central de las blancas y desnudas paredes laterales y tan solo en el altar hay una profusión de lámparas que no acaban de darle el aire majestuoso que el lugar se merece. Toda ella tiene un aspecto descuidado muy alejado del lugar alegre y glorioso con que representamos los pesebres. Junto al altar una escalera nos lleva a la Gruta de la Natividad, donde un agujero rodeado de una estrella de plata de 14 puntas señala el punto exacto del nacimiento de Jesús. En otro rincón de la cueva, bajando tres escalones, está la capilla del pesebre, un pequeño altar situado sobre el lugar donde fue depositado el Niño. Desde aquí unos túneles comunican con la Iglesia de Sta. Catalina, desde donde se retransmite la Misa del Gallo a todo el mundo la noche de Navidad. Los padres franciscanos hacen una procesión diaria de una iglesia a otra atravesando estos túneles a las 12:00, siendo el único momento en que se abren al público. Saliendo de esta iglesia nos encontramos con el tranquilo Claustro de los Cruzados, presidido por una estatua de San Jerónimo.
Unas calles más arriba encontramos la Capilla de la Roca de la Leche, donde la Sagrada Familia se refugió aquí en su viaje a Egipto. Se dice que una gota de leche de la Virgen cayó en el suelo dando origen a la blanca piedra caliza.
Atravesamos el mercado de nuevo de vuelta hacia la carretera y cogemos un bus hacia Hebrón (5 IS), una ciudad sagrada para judíos, musulmanes y cristianos por ser el lugar donde está enterrado el patriarca Abraham. La tensión aquí es permanente. En 1995 se inicia el largo proceso de retirada israelí de las ciudades cisjordanas, que se consuma aquí dos años más tarde con el Protocolo de Hebrón. La ciudad queda dividida en dos áreas: H1 es el 80% controlado por la ANP, incluye zonas residenciales y comerciales al oeste de la ciudad vieja; H2 es el restante 20% que incluye la qasba, un pequeño asentamiento de 400 colonos, y áreas adyacentes a la gran colonia judía de Kiryat Arba.
Este relativamente pequeño sector es el centro geográfico, económico, histórico y religioso de Hebrón. La principal misión aquí del IDF (ejército israelí) es la protección de los colonos, sometiendo a la población palestina con restricciones de tráfico, controles de documentación intensivos, checkpoints y puestos de vigilancia armada en tejados y torretas. La vida en el H2 se ha hecho imposible para los árabes, que la han abandonado casi por completo. Nos apeamos en medio del nuevo mercado. Se trata de un mercado descubierto muy animado lleno de productos de todo tipo, surgido como consecuencia del desplazamiento de los negocios del viejo zoco, en la actualidad fuertemente vigilado por el ejército israelí Atravesándolo llegamos a una calle estrecha y desierta con pinta de no vivir nadie. Al fondo se ven lonas caquis y alambradas. Sin duda nos estamos acercando a la zona custodiada por los israelís. Un soldado desde una torreta y con un M16 en las manos nos pregunta por nuestra procedencia y hacia donde nos dirigimos, además de avisarnos de la prohibición de hacer fotos en esta zona. Entre tanto una patrulla fuertemente armada se cruza con nosotros. Con la mini cámara de Rosa conseguimos grabarlo casi todo.
El viejo mercado es un laberinto de callejones repletos de tiendas cerradas, una ciudad fantasma donde apenas una decena de tenderos de los más de doscientos que había, aguardan la llegada de los escasísimos turistas que nos dirigimos a la Mezquita de Abraham. Algunas calles están cubiertas con una red que protege a los palestinos de basuras y piedras arrojadas sobre ellos por los colonos.
Estamos otra vez en un lugar de fuerte simbolismo religioso. La Mezquita de Ibrahim está construida en lo alto de una pequeña colina sobre la Cueva de Makhpela, la Tumba de los Patriarcas, donde según la tradición judía se encuentran los sepulcros de Abraham y su esposa Sara, cuatro de sus hijos, y los de Adan y Eva. Esta considerado el segundo lugar más sagrado del judaísmo, y el segundo punto más importante para los musulmanes en Tierra Santa después de la Cúpula de la Roca. La cueva tiene una especial importancia para los judíos por tratarse según el Libro del Génesis del primer terreno comprado por Abraham en la Tierra Prometida.
Cisjordania es un enjambre de controles militares, vallas metálicas, alambradas y torretas grises, salpicada de asentamientos judíos a los que los colonos llegan por carreteras para su uso exclusivo, y los palestinos usan otras que les permite moverse por la zona ocupada sin necesidad de atravesar barrios judíos. Así que para ir a Belén o Hebrón en transporte público la única opción es dirigirse a la parada de autobuses árabes frente a la puerta de Damasco. Salen cuando están llenos.
Desde Belén salen autobuses hacia Jerusalén y Hebrón cada 30 minutos. Desde Hebrón hay que tomar un autobús a Belén, cambiar de vehículo y tomar otro a Jerusalén. También hay autobuses directos a Ramallah.
5 de agosto. El taxi nos deja en la estación central de Egged en Jerusalén Oeste con tiempo suficiente para coger el bus de las 07:00 a Eilat. Tardamos cuatro horas y media en llegar a la única ciudad israelí en el mar rojo. Tras dar unas cuantas vueltas encontramos la parada del bus nº 15 (6,5 IS) que nos llevará hasta la frontera con Egipto. Es una frontera terrestre como cualquier otra, pagas la tasa de salida (67,5 IS), te ponen el sello y ya das de bruces con el duty free, donde hay la misma oferta que en la frontera norte con Jordania: "comprando cuatro productos de chocolate, te regalan el quinto".
En el lado egipcio rellenamos el formulario de inmigración de siempre y cogemos un taxi por 10 LE a la estación de autobús de Taba. Caro, pero nos hemos ahorrado caminar un kilómetro bajo el tórrido sol. Ya hemos entrado en la Península del Sinaí. Aquí es donde anduvieron durante 40 años los hijos de Israel, y donde Dios entrego a Moisés las Tablas de la Ley. Un lugar donde cada año vienen más viajeros atraídos por sus montes bíblicos, el monasterio de Santa Catalina, las cristalinas playas del mar Rojo o la posibilidad de poder cruzar las fronteras de Jordania e Israel. Además Petra está relativamente cerca de aquí y es fácil contratar excursiones de un par o tres de días desde Dahab.
Esperamos una hora para coger el bus a Dahab. El trayecto dura tres horas. Tenemos reserva en el Penguin Village, un hotel de bajo coste con poco parecido a la buena imagen de su website. Por suerte la oferta hotelera aquí es amplia, y la misma noche damos paga y señal en otro para mudarnos al día siguiente. Dahab es un pequeño pueblo en la costa del Mar Rojo, dos calles dispuestas a lo largo de la orilla, mar a un lado y desierto al otro. Su paseo está lleno de palmeras, restaurantes, hoteles, centros de buceo y muchos turistas, especialmente mochileros. Es un lugar ideal para descansar y relajarse en sus cálidas playas coralinas, o descubrir el desierto y su pasado bíblico sin prisas.
6 de agosto. Nuestra primera noche la pasamos en Penguin Village. 190 LE habitación doble algo destartalada, con a/a y ventilador, balcón y vistas al mar, Desayuno incluido. Lavabo completo, aunque pequeño y sucio. Tiene una amplia zona comunitaria de hamacas y asientos beduinos en la orilla del mar. Precios negociables. Una vez más nuestras opiniones no concuerdan ni por asomo con las suntuosas descripciones que ofrece Lonely Planet y decidimos cambiar de hotel.
Nuestro nuevo alojamiento es el confortable Dyarna Hotel. 26 €. Nuevo, limpio, terraza con vistas al mar y a la piscina, a/a, TV y nevera. Lavabo completo impecablemente limpio. Ambiente tranquilo. Desayuno incluido. Hablando en estándares españoles, esto es un buen tres estrellas y el Penguin una pensión.
Dejamos las mochilas en la habitación, bajamos la ropa sucia para que la lleven a la lavandería, y volvemos al Penguin Village a hacer nuestra primera excursión en Dahab.
El Blue Hole es un famoso lugar de buceo, 10 km al norte de Dahab, accesible en 30 minutos por una carretera que transcurre por la playa. El profundo "agujero azul", de 80 metros a pie de orilla y unos 50 m. de diámetro, descansa bajo unas terrazas de coral poco profundas donde abundan docenas de especies de peces, anguilas y otras maravillas marinas. Sus orillas están llenas de restaurantes y tiendas donde alquilar aletas y gafas para hacer snorkel. Para hacer submarinismo con bombonas hay que contratarlo previamente en Dahab. Elegimos un restaurante con alfombras y cojines en plan beduino para dejar las cosas mientras nos bañamos, tomar algún refresco y comer algo plácidamente a la sombra. Salida 11:00, vuelta 16:00, trayecto 1/2h, precio 30 LE, incluido el equipo de snorkeling.
De vuelta al hotel nos damos una breve siesta y nos relajamos en la piscina. Acabo el libro sobre Pedro Paez. Cenamos por 90 LE en un horrible restaurante chino, The Dragon. Contratamos la excursión de mañana a otra zona de buceo, los Three Pools.
7 de agosto. Los Three Pools es una zona de playa abierta de unos 500 m. de largo, a media hora de Dahab dirección sur. Así como el Blue Hole se pierde en las profundidades del abismo limitando por ello la zona accesible al snorkeling, aquí la profundidad máxima no supera los cuatro metros facilitando mucho el moverse entre el coral e incluso nadar sobre él. El numero de peces así parece mayor, hay bandadas de miles de peces de apenas unos centímetros entre los que nadar, el famoso pez payaso (Nemo), pez ángel, pez mariposa, pez león, pez loro, peces pequeños la mayoría. También hay coral de todo tipo, estrellas de mar, medusas, anémonas... Salida 11:00, vuelta 16:00, trayecto 1/2h, precio 40LE, incluido el equipo de snorkeling, lo organiza Sphinx Safari.
De vuelta al hotel tras un poco de relax y una ducha, y de comprobar que nuestra laundry aun no está hecha, nos vamos a cenar al que según Lonely Planet es el mejor restaurante de Dahab, el Lakhbatita Rest. 135 LE, Paella al horno con champiñones y queso gratinado, fatha, zumo de naranja y un agua grande. Si tenemos que guiarnos por el número de gatos que vienen a maullar bajo sus mesas este es sin duda el mejor local de la ciudad. La ambientación y decoración es magnífica, pan hecho por ellos y relajante música de fondo. Aunque hay algunos platos que alcanzan los 200 LE, casi toda su oferta está dentro de los precios habituales.
Terminada la cena compramos un agua y unas galletas para la excursión de esta noche y nos vamos a dormir un rato antes de partir, con la promesa de que tendré la ropa limpia en recepción cuando despierte. Al despertar el laundry aun no está y tengo que ponerme otra vez los pantalones thai de Rosa.
8 de agosto. Excursión al Monte Sinaí y Monasterio de Sta. Catherina. 60 LE, más 17 LE acceso a la zona protegida. Llevar ropa de abrigo, y algo de comer y beber. Hora de salida 23:00, trayecto 2h, ascensión por el camino de camellos 2 1/2h, descenso por los escalones 1 3/4h, hora de vuelta al hotel 09:00, llegada a Dahab 11:00, organiza Penguine Village. En la furgoneta somos 15 personas, tres son niños.
Nos asignan un guía al llegar que nos acompañará hasta la cumbre del Monte Sinaí, y nos guiará durante la bajada. La subida es una pista de tierra pedregosa con una pendiente constante que serpentea la montaña durante seis kilómetros. Las dos horas y media de ascensión se hacen a oscuras iluminados solo por la linterna que cada uno ha llevado, la temperatura es relativamente baja y las piedras hacen muy incomodo el paso en algunos tramos. A lo largo del camino hay cabañas donde tomar té y chocolate caliente, así como refrescos, agua, galletas, barritas energéticas, o simplemente sentarse un rato a reposar.
Ya en la cima el guía nos lleva al techo de una cabaña deshabitada donde tras distribuir mantas (10 LE) y colchones (10 LE) podemos dormir un par de horas antes de que amanezca. Es aquí donde la Biblia cuenta que Dios entrego los Diez Mandamientos a Moisés. El amanecer rodeados de este paisaje lunar que forma la combinación de desierto y picos rocosos es espectacular. El esfuerzo merece la pena. Ahora toca bajar. El descenso lo realizamos por el lado opuesto de la montaña, por los 3.750 escalones que un monje colocó en penitencia hasta el monasterio. Este tramo castiga especialmente las rodillas, y junto al calor que va en rápido aumento con la salida del sol, tampoco hacen de él un camino de rosas.
No se necesita ningún entrenamiento especial para realizar esta excursión, pero no confiarse, no es un paseo por el campo. Si surgen problemas y no podemos seguir la ascensión, el guía no puede abandonar al resto del grupo al que acompañara durante todo el camino y tendremos que esperarle seguramente durante horas hasta que vuelva por nosotros o envíen a alguien. No creo que sea recomendable para niños pequeños, personas mayores o personas con problemas de movilidad o baja forma física.
Reposamos un poco mientras esperamos que abra el Monasterio de Sta. Caterina. Está construido donde se supone que Dios se apareció a Moisés en forma de una zarza ardiendo con fuego que no se consumía. Este arbusto, que aún existe, es la principal atracción del monasterio. Pero en su interior al abrigo de unas espectaculares murallas construidas en el siglo VI por el emperador Justiniano, hay mucho más que ver: la basílica (mandada construir por Santa Elena, madre de Constantino I el Grande), la biblioteca (que alberga la segunda mayor colección de códices del mundo), la galería de los iconos (25 LE), o una mezquita nunca usada porque no apunta hacia la Meca. Hay algunas zonas cerradas al público y la visita puede hacerse en poco más de media hora. A primera hora hay bastante gente la mayoría provenientes de los viajes organizados. La entrada es gratuita.
Al llegar al hotel por fin tenemos la ropa. Dormimos hasta pasadas las dos y comemos en el propio hotel. Nos relajamos en la piscina escribiendo el diario y leyendo, esperando al día de mañana en que cogeremos el avión a Luxor desde Sharm el-Sheik.
9 de agosto. El día comienza a las 5:00 subiendo al taxi que por 200 LE nos llevará desde Dahab hasta el aeropuerto de Sharm el-Sheik. Cubrimos el trayecto en hora y cuarto. A las 9:05 aterrizamos en el aeropuerto de Luxor después de 30 min. de vuelo.
Tras dar unas cuantas vueltas nos decidimos por el Tutotel Hotel. 240 LE hab. doble con baño completo pero sin agua caliente, TV, nevera, y limpieza correcta aunque mejor ducharse con chancletas. Tienen piscina y bar en la azotea con unas vistas fantásticas sobre el Nilo. Restaurante para emergencias con una nevera que no enfría las cervezas. Personal muy atento, sobretodo el de la tarde. Aceptan VISA.
A estas horas de la mañana ya nos damos cuenta de que unos cuantos grados centígrados nos separan del Sinaí. Debido al intenso calor que hace en el sur de Egipto, y a la poca información de que disponemos, desestimamos la idea de navegar en faluca desde Aswan hasta Luxor como teníamos pensado, y nos ponemos a buscar confortables cruceros que salgan desde Luxor. Después de dar unas cuantas vueltas la agencia que parece más seria es MoonRiver Tours, pero no tiene ningún barco que salga en las fechas que nos interesa y aún menos al precio que queremos. Nada por debajo de 50 € por persona y noche. Decidimos dejarlo para mejor ocasión.
Ramadan, el taxista que nos ha traído desde el aeropuerto, nos hará de chofer por la ciudad durante todo el día (60 LE). Nuestra primera parada es el Museo de Luxor (70 LE). Cuesta 20 LE más que el de Cairo y es diez veces más pequeño. A pesar de todo estamos en él una hora o más, es ameno, bien documentado, y el recorrido se hace agradable. Los vigilantes te indican en todo momento el camino a seguir, y desde donde hacer una buena foto a escondidas para luego pedirte una propinilla. La visita se inicia con un interesante corto de National Geographic sobre el ejército en la edad de oro egipcia. Después en la misma planta baja se exhiben 24 estatuas que en 1989 fueron descubiertas en un cripta secreta del Templo de Luxor, y un par de momias reales. En la planta superior hay vasijas, sarcófagos, monedas, y restos varios, además de unos vídeos divulgativos donde se recrea la fabricación de papiro, las escuelas y otras escenas de la vida cotidiana del Antiguo Egipto.
Comemos en el restaurante Elhussein. Bonito local cerca del templo de Karnak, limpio y cuidado. El camarero se queja que el Hilton, que abrió hace siete meses, se les ha llevado la clientela. El menú consiste en una base fija de sopa del día, tres ensaladas (la de berenjenas es estupenda), arroz y patatas, y un pato principal a elegir, que en nuestro caso fue "paloma rellena" y "ternera asada". El té a la menta muy bueno. 205 LE.
Nos vamos a visitar el Templo de Karnak (50 LE), que es en realidad un complejo de seis templos, además de diversas capillas y estancias menores, de 1.500 metros de largo por 800 de ancho. Trabajaron en él hasta treinta faraones, sólo durante el reinado de Ramsés II se emplearon 80.000 personas entre tareas de construcción y mantenimiento. Toda la parafernalia faraónica esa representada aquí: enormes columnas, jeroglíficos, dioses de todo tipo, tumbas, columnatas, obeliscos, guías, grupos de autocar, buscadores de propinas... La sala hipóstila contiene nada menos que 122 columnas de 15 metros de altura, las doce del pasillo con capiteles en forma de papiro llegan a los 22 metros. Hay varios obeliscos, uno de ellos de 29 metros de altura y 325 toneladas de peso. Posee incluso un "lago sagrado" en su interior de 3.200 m², utilizado para las abluciones. Demasiado grande y monumental, me avasalla.
Cenamos en un khoshari house cerca del hotel un par de raciones más bebidas, por 12 LE. De postre una de las delicias más desconocidas de este país, los helados. Tarrina de mango, dátiles (!!!) y albaricoque, y otra de mango y melón, 8 LE todo.
10 de agosto. Por 200 LE Ramadan será nuestro chofer hoy para visitar la orilla occidental del Nilo. Tardamos unos 45 minutos en llegar al ticket office, el coche es viejo y no está para muchos trotes. Deir el-bahari (26 LE). Este templo dedicado a la reina Hatshepsut, es una enorme estructura distribuida en tres amplias terrazas, integrado perfectamente en la ladera de una montaña que le da un aire colosal. Lo que más destaca a primera vista son las terrazas columnadas y la ancha rampa de acceso escalonada en el centro. Tiene todo ello un aire al patio de ceremonias de la Ciudad Prohibida de Beijing. Entre 1993 y 1997 las inmediaciones del templo sirvieron una vez al año de escenario para la ópera Aida, de Verdi.
La compra de entradas para visitar esta zona es algo confusa. A excepción de los valles de los reyes y las reinas, y el templo de Deir el-bahari, el resto de entradas se compran en el ticket office. Y eso significa que entre la "atracción" y la "taquilla" habrá en la mayoría de los casos kilómetros. Así que hay que planear bien de antemano lo que queremos ver para evitar sorpresas. Los accesos a las tumbas suelen ser anchos y están bien iluminados, aunque su interior es caluroso y la humedad es muy elevada.
Valle de los Reyes (70 LE). El precio incluye el acceso a tres tumbas. La de Tutahnkhamon cuesta 80 LE extras. Tutmosis III. Se encuentra en lo alto de un despeñadero. A su interior se accede por un pasillo muy empinado. La primera sala está vacía aunque las paredes están completamente decoradas. Un poco más abajo en la segunda sala, hay dos columnas decoradas con motivos familiares, y un sarcófago de piedra con un dibujo del ojo de Ra donde yació el faraón. Ramsés I. Es una tumba pequeña, cuya construcción fue rápida y precipitada debido a la repentina muerte del faraón antes incluso de que estuviese acabada. El acceso es por una escalera corta y empinada, y solo la cámara sepulcral está decorada. Menefta. Sin duda lamas espectacular. El pasillo es ancho y largo, todo el lleno de dibujos de diferentes dioses y buitres volando. A medio camino se ve desde el pasillo una sala a mano derecha donde hay una piedra hueca que parece haber servido de sarcófago. Al final del pasillo la sala sepulcral es enorme, tiene ocho columnas y unas escaleras interiores, que le dan un aspecto de balconada, desde donde poder admirar el sarcófago que se encuentra en medio. Aquí apenas hay pinturas, pero la sala está rodeada de pequeñas cámaras que le dan un aire aun más majestuoso.
De aquí al Valle de los Nobles (20 LE), donde prácticamente no hay nadie, y donde llegar a las tumbas resulta algo confuso. Un chavalín que vende alabastros nos guía por 5 LE, y nos indica cuales son las tumbas más bonitas, que no eran ninguna de las que llevábamos previstas. No se equivocó, eran una maravilla. Sennefer. Alcalde de la ciudad. La mejor tumba de todo el día con muchísima diferencia. Una sala toda ella decorada con escenas de dioses, de vivos colores y sin deterioro aparente. Los techos están predominantemente cubiertos de hojas de parra, menos en la parte central donde entre dos columnas se distinguen franjas con motivos geométricos y florales.
Allá donde dirijas la vista, allí hay color. El guardián nos explica y nos guía por ella. Ni un milímetro sin colorear, una maravilla. Rekhmire. Gobernador de la ciudad y visir. A pocos metros de la anterior, hay que visitarlas conjuntamente. Es una tumba alargada en forma de T invertida. En el extremo derecho, conforme se entra, hay escenas que muestran los regalos que le hicieron de países lejanos: jirafas, panteras, monos... La zona alargada va creciendo en altura conforme te internas en ella hasta alcanzar los 8 metros, las paredes están completamente dibujadas, y los guías aprovechan los rayos de sol para con un espejo hacer de puntero a los turistas, y de paso deteriorar lo que 3.000 años de historia no han conseguido borrar.
En el Valle de las Reinas (25 LE) sólo hay abiertas tres de las 140 tumbas existentes. De las dos que visitamos hay que destacar el buen estado de conservación y la perfección de sus jeroglíficos. Amonhirjoepeshef. Al fondo hay un pequeño sarcófago que contiene el cuerpo del protagonista de esta tumba, un niño de unos 15 años hijo de Ramsés III. Las pinturas muestran a su padre presentándolo a los dioses del otro mundo. Jemueset. Hermano del anterior, también murió joven aunque no se sabe de qué. Las pinturas muestran al padre acompañándolo al más allá.
Medinat Habu (25 LE) Es el templo mortuorio de Ramsés III. Otra construcción de proporciones "faraónicas", el pilón de entrada que tiene una superficie de más de 1.300 m² está adornado con imágenes del faraón castigando a prisioneros en presencia de los dioses. Tras cruzarlo hay un patio, el palacio real, otro pilón y otro patio, antes de llegar a la primera sala hipóstila. La mayoría de los jeroglíficos que vemos son de motivo militar. Igual que todos, es que a mi todos me parecen lo mismo.
Mientras Ramadan se va a rezar a la mezquita, hoy es viernes, nosotros comemos en un restaurante junto al templo. Nuestra última parada es para ver los Colosos de Memnon, dos enormes estatuas de piedra que representan a Amenhotep III, y que presidían la entrada a un inmenso centro funerario en su honor del que hoy en día no queda prácticamente nada. Estas estatuas están a pocos metros del ticket office pero lo dejamos para el final porque había muchos turistas a primera hora de la mañana.
Siesta de hora y media y tras una duchita, dando un paseo de quince minutos nos plantamos en el Templo de Luxor. Es algo más pequeño que el de Karnak. A la izquierda hay un paseo de esfinges de unos doscientos metros de largo, que dicen en sus tiempos se unía con el templo de Karnak a tres kilómetros de aquí. A mano derecha dos grandes estatuas de Ramsés II dan paso al templo propiamente dicho. Lo de siempre patio: atrios, columnas, sala hipóstila, santuarios... Lo más curioso es una mezquita activa que se construyo siglos atrás en el primer patio. Terminamos el día fumando unas shishas y bebiendo te invitados por Ramadan en una teteria de su barrio. Un tipo estupendo.
El taxi es la forma más fácil de moverse por Luxor y alrededores. Es un servicio barato, aunque los coches están destartalados y no tienen aire acondicionado. Un taxi al aeropuerto de Luxor cuesta unas 30 LE, todo el día orilla oriental 60 LE, todo el día orilla occidental 200 LE, traslado a Aswan (300 km) 450 LE. Los precios se pueden negociar a la baja, eso depende de las facultades o intereses de cada uno. Si necesitáis un taxista en Luxor os recomiendo a Ramadan (Tel. 01 22 76 38 95). Aunque su inglés no es fluido, es un excelente guía, con recursos, razonable, y sin la maliciosa picaresca con que nos tratan a los turistas por aquí.
11 de agosto. Tras descartar los cruceros por ser demasiado caros, decidimos viajar desde Luxor en taxi. Cerramos un precio con Ramadan de 450 LE. Los viajes por carretera en el sur sólo están permitidos para extranjeros si viajan en convoys. Cuando estuve en Egipto por primera vez hace ocho años, un convoy lo abría y cerraba un jeep militar, y dentro de cada bus iba un soldado armado. Ahora parece ser que se han relajado. El convoy se forma en un punto fijo de la ciudad que está custodiado por el ejército, pero cuando la caravana inicia la marcha no hay ningún tipo de protección. Y aunque atravesamos numerosos controles, al viajar en grandes grupos formados solo por extranjeros somos un objetivo mucho más fácil que si viajáramos "camuflados" en un autobús civil. O sea, una gilipollez.
En pie temprano como viene siendo habitual estos últimos días. 6:30 Ramadan nos recoge en la puerta del hotel. 7:00 El convoy, formado por casi 20 vehículos y ningún tipo de escolta militar, inicia la marcha. 8:15 Parada en Esna para tomar algo. No se visita el templo, el gran perjudicado desde que se instauraron los viajes en convoy. 8:30 Reemprendemos la marcha.
9:15 Llegada al Templo de Edfu. Dedicado a Horus, es el templo mejor conservado de Egipto y uno de los más grandes. Tras el colosal pilón de entrada vigilado por dos halcones de granito, se accede la atrio, cuyas paredes están llenas de relieves que cuentan su construcción por parte de Tolomeo III, padre de Cleopatra, y las luchas de Horus con su tío Set para vengar el asesinato de su padre Osiris. En el santuario a Horus, al final del complejo tras la sala hipóstila, hay una reproducción en madera de la barca divina utilizada antiguamente para las procesiones. 10:20 Reemprendemos la marcha.
11:30 Llegada al Templo de Kom-Ombo. Es el único templo construido en un doble plano. Todo está duplicado. Tiene santuarios gemelos para el dios cocodrilo Sobek y el dios halcón Horus, hay dos entradas, dos santuarios, dos patios, dos salas hipóstilas... Es mucho más pequeño que el anterior y se encuentra en peor estado de conservación, pero su ubicación en una de las curvas del Nilo lo convierte en uno de los templos más atractivos de visitar. A los lados de la entrada hay un nilómetro y un museo con tres cocodrilos modificados, que desafortunadamente no vimos. 12:10 El convoy reinicia la marcha. 13:00 Llegada a Aswan. Vemos tres hoteles antes de decidirnos, y nos despedimos de Ramadan.
Nos hospedamos en el Memnon Hotel. 75 LE. En la corniche con vistas al Nilo. Hab. doble con baño completo y aire acondicionado. No es un lujo de limpieza, pero es cómodo y el personal amable. Piscina en la azotea.
Tras descansar media hora, vamos a la estación de tren con la intención de comprar un billete para el día siguiente hacia Alejandría. Para el domingo no queda nada ni para Alejandría ni para Cairo, hay que esperar al lunes. Donde si hay plaza es en el Abela Egypt Sleeping Train pero cuesta 52 $, y sólo aceptan pagos en dólares o euros. Nos decidimos a probar suerte en Egypt Air, y encontramos un vuelo a Cairo por 240 LE (unos 32 €), desde allí ya cogeremos un tren hasta Alejandría.
Al salir de las oficinas de Egypt Air nos asaltan los "capitanes" de falucas. El primero nos pide 25 € por hora, nosotros sabemos que el precio son 25 LE (siete veces menos), llega a 40 LE pero de ahí no baja. El segundo con el que tratamos está más dispuesto a hacer negocios. El paseo dura unas dos horas, hay muy poco viento. Hoy toca acostarse pronto, mañana visitaremos Abu Simbel, nuestro objetivo al bajar hasta aquí, y avión a media tarde hacia Cairo. Nos iremos de Aswan sin ver la Isla Elefantina, el Obelisco Inacabado o el Cementerio Fatimí, pero hemos decidido cambiar el insoportable calor del sur de Egipto por la reconfortante brisa marina del Mediterráneo que nos espera en Alejandría.
12 de agosto. Excursión a Abu Simbel. 2:45 Suena el despertador. 03:15 Bajamos a recepción duchados y con las mochilas hechas que nos guardarán hasta la vuelta. 03:30 Subimos a la furgoneta, que va recogiendo gente por diferentes hoteles hasta unirse al convoy. 04:00 Llegamos al punto de reunión. 04:30 El convoy inicia la marcha. 07:30 Llegamos a Abu Simbel, a 286 km de Aswan. Estamos en pleno desierto, en la antigua región de Nubia ahora desaparecida bajo las aguas del lago Nasser.
Abu Simbel (70/35 LE adulto/estudiante) es sin duda el templo por excelencia, la imagen que te viene a la mente cuando piensas en Egipto. El Gran Templo de Ramsés II, es un templo más bien tirando a pequeño excavado directamente en la roca. En la puerta hay cuatro estatuas de Ramsés II sentado de 20 metros de alto, a su lado hay otras estatuas menores de sus esposas, hijos y algunos dioses. En el interior hay una gran sala de 65 metros de largo con ocho pilares provistos de imágenes de Ramsés II con apariencia de Osiris. Las paredes están llenas de relieves representando batallas y el techo está adornado con buitres con las alas desplegadas. Al final se encuentra el Santuario Sagrado con cuatro imágenes de dioses sentados. En esta sala solo entra el sol dos veces al año, el 21 de octubre (nacimiento de Ramsés II) y el 21 de febrero (día de su coronación)!!! Ramsés II mando construir a pocos metros un templo consagrado a Hator, la diosa del amor, dedicado a su esposa la Reina Nefertari. Hay también cuatro estatuas en la entrada, aunque de menor tamaño. El templo se adentra 35 metros en la roca, y sus relieves y dibujos se conservan en muy buen estado.
10:00 Iniciamos la vuelta. 13:00 Llegamos a Aswan. Rosa duerme todo el viaje. Comemos en un khoshari house, y después de recoger el equipaje, un taxi nos lleva al aeropuerto por 25 LE más 10 LE de tasas. En el aeropuerto, pasamos varios controles. En el ultimo, justo antes de subir al avión, creen haber visto un cuchillo en mi mochila y me la hacen deshacer enterita.
Alejandría fue fundada por Alejandro Magno, gobernada por Cleopatra, poseía una de las Siete Maravillas del mundo antiguo (el Faro) y la Biblioteca más grande del mundo en su época. Aunque apenas queda rastro de su glorioso pasado, Alex como la llaman sus habitantes, es hoy una ciudad agradable y tranquila al borde del mar. Un buen lugar donde comer pescado, visitar alguno de sus cafés, pasear por la playa junto al puerto, perderse en los barrios viejos, o asombrarnos con la renovada Biblioteca inaugurada en 2003. El clima es también más relajado, más mediterráneo, un contraste que agradeceremos si hemos estado viajando por el resto del país. Dos días aquí están más que justificados.
12 de agosto. Provenientes de Aswan llegamos al aeropuerto de Cairo a las 17:17 con tiempo suficiente para coger un taxi a Ramsés Station y coger el tren de las 18:00 a Alejandría. 2h 30min, 46 LE. Asientos de primera clase, anchos y cómodos, auténticos butacones. Sirven comidas y refrescos.
Cuando llegamos son las 21:00. Después de haber pasado por unos cuantos hoteles baratos (Union, Crillon y Acropole), todos ellos bastante sórdidos, no encontramos nada de nivel medio, así que nos vemos obligados a darnos un homenaje en el Metropole Hotel. 175 $. Hab. doble con baño completo. Vistas al mar y a Midan Saad Zaghloul, una plaza ajardinada en pleno centro frente al paseo marítimo. Desayuno buffet libre incluido, zumos naturales, mermeladas caseras, media docena de tartas, bollería, fruta, cereales, crepes, tortillas y todo el servicio de un hotel de cinco estrellas. Cruzando la calle, entre Safiyya Zaghloul y Shakor Pasha hay un amasijo de calles llenas de cibercafés y restaurantes baratos.
13 de agosto. Salimos a la calle a las 11:30. Nos enteramos de que el Museo Greco-Romano, la joya de la ciudad, está en reformas y por lo tanto cerrado al público. Cerca de él está el Museo Nacional (30 LE). De tamaño mas bien pequeño está dividido en tres secciones: el sótano está dedicado al período faraónico, la planta baja cubre la época grecorromana y el primer piso los períodos copto e islámico. También se exhiben objetos recuperados del fondo del mar, como una estatua de Isis o monedas de oro y plata de la flota de Napoleón. Bien etiquetado y ameno, pero el aire acondicionado esta tan fuerte que necesito salir de tanto en tanto a calentarme bajo el tórrido sol.
Desde aquí taxi (5 LE) a la nueva Biblioteca de Alejandría (10 LE) construida 1.600 años después de la desaparición de la primera. Una auténtica pasada. El edificio tiene forma de disco saliendo del mar decorado con bajorrelieves caligráficos de la mayoría de las lenguas del mundo. Su interior está dividido en 10 niveles, cuatro de ellos por debajo del nivel de calle. Tiene capacidad para 2.000 personas, hay 350 ordenadores para consulta de internet, y puede albergar hasta veinte millones de volúmenes. El complejo incluye otros dos edificios: un centro de conferencias y un planetario que alberga además los museos de Caligrafía, Arqueología y Ciencia. Se ofrecen visitas guiadas en varios idiomas incluido español, tan solo hace falta preguntar en recepción.
Tras comer algo por los alrededores, cogemos el tranvía amarillo (25 piastras) hacia la Fortaleza de Qaitbey. Llegamos tarde, ya que aunque cierra a las 16:00 Lonely Planet dice que lo hace a las 18:00. Paseamos un rato y nos sentamos a tomar algo en un bar con vistas al puerto en el paseo marítimo. La estrecha playa está abarrotada de gente, familias enteras vienen a pasar la tarde o a tomar algo en las mesas que hay en la propia arena. Lo más pintoresco, para un occidental al menos, es ver cómo se bañan las mujeres completamente vestidas, pañuelo y velos incluidos. Acabamos la noche cenando en el Fish Market Rest. En un expositor se muestran una docena de pescados frescos, almejas y gambas, que luego sirven fritas o asadas según elección. Se acompaña con una mezze de 10 platos y arroz opcional. En la entrada hay fotos de famosos que han pasado por ahí, entre ellos la reina Sofía, Kofi Annan, Yasser Arafat... Buen servicio, buena comida y fantásticas vistas al mar. 127 LE dos personas.
14 de agosto. Entre una cosa y otra no pisamos la calle hasta las 11:30. Primer destino el Anfiteatro Romano (15 LE), a tan solo unos pocos pasos del hotel. El teatro está perfectamente conservado. Es de tamaño mas bien pequeño, tan solo trece filas de asientos, aunque se cree que originalmente fueron dieciséis. A su alrededor se encuentran los restos de la antigua villa romana, entre ellos la Casa de los Pájaros (10 LE), donde se conservan unos interesantes mosaicos representando aves.
Por 5 LE un taxi nos acerca hasta las Catacumbas de Kom al-Shuqafa (25 LE). Son unas tumbas del siglo II descubiertas por casualidad cuando un burro cayó de repente en un profundo socavón. La necrópolis tiene una profundidad de 35 metros y está compuesta por varias plantas excavadas en la roca y un sinfín de pasillos que albergan cámaras y nichos funerarios. Los "huéspedes" eran bajados mediante cuerdas por un enorme pozo central hasta el triclinio, una especie de comedor romano donde los familiares celebraban un almuerzo en memoria del difunto. Aún se pueden ver sarcófagos e imágenes de dioses egipcios. Impresionante, lo mejor de la ciudad junto con la Biblioteca.
Dando un paseo por el barrio que las rodea nos acercamos a la Columna de Pompeyo (15 LE). Una colosal columna de 30 metros de altura, cuyo nombre se debe a que los cruzados creyeron que señalaba el lugar donde había sido enterrado Pompeyo. El barrio se ve mucho más pobre que otras zonas de la ciudad. Las calles son polvorientas y sin asfaltar, a ambos lados hay tiendas y tenderetes de todo tipo, incluso en un callejón encontramos una docena de cabras pastando en un abrevadero. El ambiente es más animado y la gente amable como siempre. Alejandría es más barata, y en algunos sentidos más amigable que Cairo, será por la brisa del mar.
Como siempre, desconcierto para comprar el billete. No quedan asientos libres para el tren de las 19:00 a Cairo. Son las cinco de la tarde, así que en otro taxi (10 LE) nos vamos a la estación de autobús, desde donde por 15 LE salimos en un autobús hacia El Cairo. (3h 45min, 15 LE, Compañía West Delta. Sucio, pero con aire acondicionado, aunque no especialmente cómodo).
15 de agosto. La habitación que ocupamos ayer noche en el Hotel Luna no tiene nada que ver con la de hace un mes. No habiendo libres para hoy nos cambiamos al Hotel Cosmopolitan a apenas 100 metros. 57 $ hab. doble amplia y cómoda con baño completo, a/a, agua caliente, TV y nevera. Desayuno buffet libre. Muy sobrevalorado, un edificio clásico con un antiguo ascensor, largas alfombras y reminiscencias de glorias pasadas.
Entre una cosa y otra hasta las doce no estamos en la calle. Hoy toca la zona cristiana de Cairo. Cogemos el metro (1 LE) en Sadat y nos bajamos en Mar Girgis.
Esto es el centro del Barrio Copto uno de los puntos más interesantes de la ciudad. Un remanso de paz de apenas media docena de calles peatonales, estrechas y adoquinas, herencia de la aparición y auge del cristianismo entre los siglos IV y VII. Deambulando por sus calles visitamos la Iglesia y Monasterio de San Jorge, la Iglesia de Santa Bárbara (que contiene las reliquias de esta santa, que fue encarcelada y torturada hasta morir por no casarse con el hombre que su padre le había asignado), la Iglesia de San Sergio (en cuyo sótano se encuentra una cripta donde se supone que descansó la Sagrada Familia durante su huida de Egipto), el Convento de San Jorge (donde aún están las cadenas usadas para su martirio), la Sinagoga de Ben Ezra (el lugar donde supuestamente la hija del faraón encontró a Moisés en una cestita de mimbre) y la fantástica Iglesia Colgante de Al-Muallaqa (coronada con dos campanarios y consagrada a la Virgen Maria). Vemos algunos tenderetes con productos diversos y tiendas de motivos religiosos. En el monasterio de San Jorge hay un bar llevado por una gente muy amable donde nos refrescamos y tomamos algo antes de ir al mercado de Khan al Khalili.
Khan al Khalili. Es un pequeño zoco de estrechas callejuelas con cientos de tiendas, pequeñas fabricas y talleres, pero también lleno de turistas y sus inconvenientes. En su interior el café Fishawi alardea de haber estado abierto las 24h del día durante los últimos 200 años. Envueltos del encanto y la magia de este animado bazar pasamos alrededor de tres horas, y conseguimos en una tarde finiquitar el tema regalos. Un milagro. Pañuelo de seda para la danza del vientre 30 LE, camiseta de algodón con el alfabeto árabe pintado 15 LE, tazas de café con leche 12,5 20 LE , jarra piedra decorada con motivos jeroglíficos 45 LE, juego tres pirámides de piedra 20 LE, 1 escarabajo piedra 20 LE, y una shisha completa con tres raciones de tabaco diferentes 30 LE. En una terraza en primera fila con vistas a Midan Hussein nos dejamos engañar, y pagamos 25 LE por dos tés a la menta y un agua. Taxi al hotel 10 LE.
Cenamos en la plaza Midan Orabi. Una zona repleta de restaurantes económicos al aire libre, lleno de gatos, barbacoas y pocas posibilidades de conseguir alcohol. Un buen lugar para cenar, lleno hasta los topes de lugareños. 29 LE por 1/2 pollo, 1 kefta, 1 ensalada, 1 humus y dos mirindas. Al volver al hotel preguntamos por un vehículo para ir mañana a la zona de Saqqara, nos piden 250 LE. Sin apenas regatear conseguimos un taxi en la calle por 150 LE en menos de diez minutos.
16 de agosto. Llegar a la zona de Saqqara es algo menos de una hora. Visitamos su nuevo museo, de una sola planta aunque muy bien etiquetado, ampliamente documentado y muy ameno de seguir. Una muy buena introducción a las pirámides que veremos luego. A unos minutos en coche se encuentra la Pirámide Escalonada del rey Zoser, la más antigua de todo Egipto. Está hecha de piedra caliza y tal vez por eso esté en peor estado. Apenas hace 60 metros de altura y presenta seis escalones de unos diez metros cada uno. Cerca de esta se ve otra del mismo estilo, la pirámide de Unás, cuyo deterioro es tal que parece un montón de escombros de obra.
Algo más allá se encuentra la Mastaba de Mere-Ruka, un noble de la corte del faraón Teti. Consta de 32 salas decoradas con escenas de todo tipo en muy buen estado de conservación. En una de las salas hay una estatua de Mereruka con una mesa de alabastro para los sacrificios. Junto a ella se encuentra la Pirámide de Teti, que está en ruinas a punto de ser cubierta por la arena, aunque a su interior se puede acceder por una cómoda escalera. El interior es mucho más espectacular que en Keops o Kefren. Hay jeroglíficos en las paredes y el techo está decorado con estrellas. Puede verse incluso el sarcófago de piedra negra donde debió alojarse el tal Teti unos pocos miles de años.
De aquí nos trasladamos a Darfur, a unos diez kilómetros. Aquí está la Pirámide Doblada de Snefru, llamada así porque cambia el ángulo de inclinación a media construcción. Fue el primer intento de pirámide de 99 m. y hubo complicaciones en la fase de revestimiento, tras las cuales el faraón ordenó edificar otra nueva, la Pirámide Roja de Snefru, que debe su particular color a la piedra local usada para su construcción. El interior de esta pirámide se puede visitar. Hay que bajar 148 escalones incrustados en una tabla de madera, separados entre sí unos cuarenta centímetros, por un pasillo sin más iluminación que un fluorescente al final del túnel. Una pesadilla para cualquiera que tenga el más mínimo indicio de claustrofobia. El premio es una formidable cámara de 15 m. de altura, con un entarimado de madera al fondo desde donde se puede acceder a otra cámara similar. La mejor al menos por dentro. Por último vamos a Memphis, a 10 km de aquí, donde en un museo al aire libre se exhiben algunas esculturas de los dioses de la ciudad, de Ramsés II y una esfinge de alabastro de ochenta toneladas. En una sala cubierta se expone una enorme estatua de Ramsés II estirado en el suelo, cuyos pies se perdieron cuando los ingleses intentaron trasladarla al final del siglo XIX.
Ultimas horas en Cairo. Nos damos una buena siesta y salimos a pasear un poco. Zumo de mango en L'Americaine 8 LE. Compramos en la pastelería El Abd una bandeja de 29 LE llena de deliciosos dulces y pastas para llevar a Barcelona.