A principios de junio contratamos un viaje a Egipto a través de internet en la web de eDreams.
Bueno, más que un viaje, lo que hemos comprado ha sido un ofertón de Julià Tours que no se podía dejar escapar de barato que era. 400 € por un viaje de 8 días: 3 noches de crucero por el río Nilo en pensión completa y 4 noches de hotel en El Cairo con desayuno, las excursiones incluidas durante los días en el barco, y la visita a las Pirámides y a la Esfinge en Giza.
Y todo en 4/5 estrellas. ¿Quién con dos dedos de frente se puede resistir a algo así? ¿Será un engaño? ¿Una estafa para internautas incautos sedientos de vacaciones?... estamos a punto de descubrirlo...
Los faraones se estirarían de los pelos si supiesen que lo que levantaron en miles de años, nosotros vamos a verlo en un viaje más corto que la pausa de un Kit-Kat: 8 días.
Y encima (esperamos que no se lo tomen a mal porque no es nuestra intención), vamos a ultrajar sus tumbas con nuestra presencia y nuestras cámaras de fotografiar.
Sabemos que un viaje tan corto no es la mejor manera de disfrutar de un destino tan mágico, pero esperemos que sean suficientes para desconectar de muchos cambios que últimamente han pasado a nuestro alrededor y también... del plasta del jefe.
Después de un día de aeropuertos y avión, a las 21 horas llegamos a nuestro destino: ¡¡¡Aswan!!!.
Nada más salir del avión subimos a un autobús (por llamarlo de alguna manera) que nos acerca hasta la puerta de la terminal del aeropuerto, donde nos está esperando un "equipo médico de primer orden" ataviado con guantes blancos de látex y un par de termómetros, uno es una cinta para la frente (a lo Arancha Sánchez Vicario) y el otro es en plan digital para meter dentro del oído (¡qué guarrería!). Entramos con el pie izquierdo... nos toca el del oído. Tras comprobar que estábamos más sanos que un toro, nos añadimos a una larga cola en el mostrador de control. Nos pegan un sello y nos timbran el pasaporte. ¡¡¡Adelante!!!
Recogemos las maletas, nos juntamos el grupo de Julià Tours y directitos en bus a la motonave que nos está esperando en el embarcadero.
El guía que nos acompañará durante todo el viaje se llama Nabil, y se nos presenta como egiptólogo más que guía. El autocar rompe en aplausos: plas plaaas plaaaaas (¡qué ignorantes somos!) y paso seguido nos informa que nos lleva a un barco de categoría superior al previsto: el Florence!!! Los aplausos se convierten en ovación: PLAS PLAAAS PLAAAAAS. ¡¡¡Esto pinta bien!!!.
El primer disgusto llega pronto. El viaje en autobús hasta el barco, que no dura más de 10 minutos, se convierte en el primer mercadillo que conocemos. El guía no dedica ni un minuto a hablarnos de consejos ni de Egipto y sólo nos informa del muestrario de fabulosas excursiones facultativas que podemos hacer en estos 8 días. Nosotros nos miramos, sonreímos y sin decirnos nada pensamos "vas apañao listín si te crees que nos vas a sablear".
Llegamos al barco, que no esta nada, nada mal. Se llama Florence y tanto por fuera como por dentro tiene muy buena pinta, con unas escaleras que recuerdan las del Titanic. Antes de que el bus saliera del aeropuerto nos han asignado las habitaciones (nos ha tocado la 204) y nos han hecho poner el número en un adhesivo sobre las maletas. De momento estamos en el barco y les hemos perdido el rastro, pero tal y como vemos la organización esperamos reencontrarlas pronto. Nos llevan al salón para invitarnos a karkadé, una bebida de cortesía de la que pronto nos volveremos adictos. Se está empezando a hacer tarde y nos estamos muriendo de ganas de que nos den la llave de la habitación para refrescarnos y salir pitando a dar una vuelta por Aswan.
El guía nos explica que mañana nos toca madrugar. Habrá que salir de excursión hacia Abu Simbel nada más y nada menos que a las 3.30 a.m. De repente, y cuando pensábamos que ya estábamos listos, el guía vuelve a las andadas!!!! Otra vez con el rollo de las excursiones facultativas. Este hombre tenía que ser egiptólogo porque como guía ya se ve que es muy malo; mañana (solo de aquí a unas horas) nos esperan 6 aburridas horas de bus y parece que no pueda esperar a contarnos las maravillosas excursiones para entonces.
Como aquel que no quiere nada, me levanto y desaparezco escaleras abajo... Directo a recoger la llave del camarote y dejar todo medio preparado para salir a dar una vuelta por Aswan. Con las bromas son ya casi las 00.00 y el guía vendiendo excursiones... ¡¡¡es para momificarlo!!!
Empieza la aventura y ya estamos solos ante el peligro (parece que el resto de corderos se quedan recogiditos en el establo).
Todas las ciudades, a lo largo del crucero, tienen la misma estructura: situadas en uno de los lados del río, y con un largo embarcadero casi de punta a punta de la ciudad, donde siempre hay atracados un buen número de cruceros. Y paralelo al embarcadero, una avenida donde siempre encontrareis calesas (un carro para hasta 4 turistas tirado de un caballo), taxis y autobuses locales (una especie de furgonetillas destartaladas pero que vale la pena subir; además... es el transporte que los egipcios utilizan. El trayecto cuesta 0.50 £, y basta con pararlo, preguntar y cruzar los dedos para que te entiendan).
Nada más pisar el embarcadero llega el primer regateo: necesitamos llegar al centro. Preguntamos a la primera calesa con la que nos topamos. No tenemos ni idea de lo que vale el viaje; de lo que estamos seguros es de que nos pida lo que pida nos va a intentar timar. Nos pide 10 £ por persona. Nosotros ofrecemos 5 £ en total y al final, y a regañadientes del conductor de la calesa, la cosa queda en 6 £ (1 € = 7 Libras egipcias) por un trayecto de poco más de 5 minutos.
No existe ningún manual para aprender a regatear, pues cada compra o cada servicio es un mundo y no hay reglas que funcionen siempre, ni siempre tienes ni la misma prisa ni las mismas opciones. Nosotros pensamos que lo mejor es tomarse el tema con mucha calma, como un juego divertido (y con alegría) y sobretodo como un aprendizaje que mejorará con el paso de los días. El primer consejo es sencillo: después de preguntar, y teniendo en cuenta lo que te pidan, hay que pensar lo que valdría en nuestra ciudad, y pensar que en Egipto los precios y los sueldos son muchísimos más bajos, y aunque todos somos libres de pagar lo que queramos pues no deberíamos olvidar esa proporción porque tampoco hacemos ningún bien llenando unos bolsillos sin trabajo a cambio. No pienso que se haya de fomentar que la gente viva de intentar engañar al turista (que aunque pague mucho de más no le supondrá ningún esfuerzo) sino de un trabajo por un sueldo justo. El segundo consejo es que sólo una persona negocie, y la pareja o el resto estén al margen para dar soporte a la negociación. Si no queréis pagar más, le echáis la culpa al que no está negociando. Ofreced un poco menos de lo que pensáis pagar, y además decidlo sin ninguna vergüenza y como la cosa más normal de la vida. El vendedor se llevará las manos a la cabeza ofrezcáis poco o mucho y siempre hará una contraoferta para sacar más. Tened en cuenta que cuando dais un precio, si el vendedor lo acepta, ya no os podéis echar para atrás. El tercer consejo es que, después de vuestro primer precio, ofrezcáis un poco más (lo que realmente queréis pagar) y os mantengáis más o menos firmes. Si no acepta os podéis marchar y decir eso de "lo pensamos y volvemos mañana". Si os insiste es buena señal.
Si en lugar de ser un objeto se trata de negociar un taxi o una calesa, pues exactamente lo mismo y, en lugar del "volvemos mañana", andáis 10 metros (es imprescindible alejarse) y vais a preguntar a otro vehículo. Seguramente os seguirá e intentará que subáis el precio. En cuanto vea que negociáis con otra persona por la misma cantidad que le ofrecíais a él, si vuestro precio es justo os dirá OK OOOOKK!!! y el trato ya está hecho. No quiero ser negativo pero puede ser que durante el trayecto os pida más o que os diga que el precio era por persona y no por vehículo... pero a vosotros os tiene que sonar a "yo no entender" e ir completamente a la vuestra casi sin oírle.
Bueno... sigo la historieta...
Aswan, de madrugada. Callejeamos, regateamos, compramos un escarabajo gigante (de 60 £ iniciales pagamos 15 £) y desafiando a la mismísima Gastroenteritis tomamos dos zumos naturales de mango en un garito local (sólo había hombres) e invitamos a un Sprite a un niño limpiabotas que se nos pegó como una lapa durante más de œ hora en nuestro paseo. Nos cobran 20 £ (8 por cada zumo y 4 por la coca-cola), un poco más caro de lo que pagaremos más adelante pero es que nos hemos encaprichado del zumo y han tenido que ir a buscarlo a no sé dónde, y claro, contra más manos participan en la operación más sube la cuenta. Ahora sabemos que los zumos salen por unas 5 £ en los locales donde los preparan delante de ti.
Marta se lo está pasando en grande de tienda en tienda descubriendo cómo funciona esto del regateo. Y en sólo dos días se convertirá en una experta negociadora. Y entre las tiendas y lo bien que la están tratando los moritos, que no dejan de comérsela con la mirada al verla tan blanquita, con curvas y sus ojos claros, está más contenta que la Gallina Caponata.
Se está haciendo tarde y decidimos volver al Florence. Paramos una furgonetilla (los "autobuses" locales) con un conductor que no habla más que árabe, pero el lenguaje de los signos hace maravillas, y acordamos pagar 1£ por persona (y nos acordamos del de la calesa que decía que perdía dinero).
Entre pitos y flautas nos acostamos casi a las 2 a.m. ¡Estamos agotados!.
Son las 3 a.m. y... riiiiiiiiiiiiiinngg riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiinnngggg!!!! suena el despertador. ¡Wuuaaaaaaaaaaa!!! ¡Qué sueñooo!!! Las bolsas de los ojos nos llegan al suelo y es que, después del largo día de ayer, sólo hemos dormido un par de horitas. Nos vestimos como podemos (poner cada prenda en su sitio a estas horas sí que es un milagro y no el construir las pirámides), tomamos un té en la cafetería del barco y venga... hacia el autobús para iniciar la travesía de 270 Km a Abu Simbel.
La verdad es que parecemos un grupo de "momias andantes" (la que más... una que yo me sé), pero unas cajas de pic-nic que nos han repartido, cursis a más no poder, nos delatan como falsas momias. Aunque para cursi la escena que pasa delante nuestro; un españolito cincuentón vestido en plan fantasmilla: pantalones safari, chaleco de fotógrafo con pin incorporado de la bandera nacional, gorra sahariana, cámara súper Nikon en una mano y en la otra... la cajita de pic-nic en colores azul y rosa pastel. Bueno... una escena terrorífica que aún me quita el sueño.
Parece ser que los vehículos de turistas no pueden hacer el trayecto cada uno por su cuenta por motivos de seguridad y cada día se organiza un pequeño convoy de vehículos que van escoltados por la policía hasta Abu Simbel. Nos hacen esperar casi una hora hasta que se forma todo el convoy y ya estamos todos más que desesperados. Con el sueño que nos pesa y las ganas que tenemos de llegar y ver cosas y éstos tocando la pera!!! Por fin arrancamos. Nos quedamos todos fritos hasta que Nabil nos despierta por la salida del sol. ¡Qué color! ¡Qué disco tan enorme! ¡Y qué rápido se mueve! Apenas un par de minutos para disparar 4 fotos y el sol ya ha salido del caparazón. Pensábamos que pararíamos para verlo con tranquilidad pero no ha sido así. El chófer pisa a fondo el acelerador por la recta inhóspita que atraviesa el desierto y cualquiera le pide que pare! Bueno... otra vez a descansar. El viaje no resulta muy pesado en comparación a lo que habíamos imaginado. Y sin darnos cuenta ya estamos en destino. Llegamos con el aire fresquito de la mañana. Aaaaaaahhhhhh! Qué bien que sienta estirar las piernas. Y... ahora... a por los templos!!!
Los templos de Ramsés II y de Hathor (construido en honor de Nefertari, la preferida de las esposas de Ramses II) son espectaculares. Sobretodo teniendo en cuenta que fueron esculpidos directamente en la roca de la montaña.
Con la construcción de la presa de Aswan, se pretendía aprovechar el agua que se perdía en las crecidas del Nilo. Todo el caudal que quedó detrás de la presa formó el lago Nasser, inundando las tierras bajo sus aguas. Los templos que se encontraban en su camino también habrían quedado ocultos bajo las aguas pero, gracias a la colaboración internacional, los más importantes fueron trasladados. Tuvieron que cortar la piedra, desmontar los templos a piezas y trasladar pieza a pieza para luego volverlos a montar en una "montaña artificial" donde están ubicados desde entonces. Da totalmente el pego!! Parece que siempre hayan estado aquí!!!
Con sólo mirar alrededor puedes hacerte una ligerísima idea del gusto por lo monumental y exquisito de aquellas gentes. ¿Cómo pudieron hacer todo aquello hace más de tres mil años? Y si el exterior de los dos templos ya es impresionante... una vez en el interior... ufff!!! todas las paredes están esculpidas con relieves que en su día serían a todo color, y que todavía hoy puede apreciarse en algunas zonas. Los templos se han conservado perfectamente ya que durante siglos estuvieron sepultados bajo la arena del desierto.
Lo más increíble de todo es que hoy estemos aquí, pudiendo tocar con nuestras manos un lugar tan mágico. Cuesta imaginarse cómo debía ser la vida de aquellos hombres. Tomamos 1.000 fotos. Algunas a lo Indiana Jones, ya que no dejan usar el flash y hemos de ingeniarlas para equilibrar bien la cámara con nuestro minitrípode de 6 euros, (imprescindible!!!) sobre piedras milenarias. Por una buena foto somos capaces de todo, así que nos espatarramos sobre un suelo donde hace mil años que nadie pasa una escoba (puuaaggghhhh). Todo sea por un buen recuerdo. Es alucinante!
Después de pasearnos cual faraón y faraona por ambos templos, llega la hora de marcharse. La visita ha durado un par de horas y es tiempo suficiente para disfrutar del sitio sin prisas. Antes de llegar a Aswan, hacemos una corta parada en la presa nueva. No nos dejan hacer fotos porque es zona militar pero tampoco vale mucho la pena. La presa es el corazón del Egipto actual. El motor que manda ese bien tan escaso aquí (el agua) para regar cosechas, abastecer ciudades...
También visitamos el Obelisco Inacabado en la cantera de granito. Gracias a este descubrimiento se ha podido averiguar cómo hacían los antiguos egipcios para cortar la piedra con precisión y para construir los obeliscos de una sola pieza. Hacían unas incisiones en el granito de un palmo de profundidad aproximadamente. Rellenaban los agujeros con madera (de no recuerdo qué árbol) y los inundaban de agua. La madera iba absorbiendo el agua e hinchándose y ellos la iban reponiendo hasta que al final la roca cedía con un corte limpio. Es curioso, ¿verdad? Bueno, pues éste es el único obelisco encontrado en una cantera. Se tallaron tres lados cuando descubrieron una fisura en el granito y se abandonó tal cual ya que los obeliscos debían ser de una sola pieza.
Ya es medio día y algunos del grupo se animan a hacer una visita al pueblo Nubio. Nosotros pensamos que están locos con semejante calor que aprieta! y preferimos quedarnos a callejear por el mercado de Aswan. Nos mezclamos entre la gente como un par de bichos raros. Los turistas brillan por su ausencia. Somos los únicos descoloridos a la vista. Las verduras, la carne, el pescado, ropas, utensilios para casa... todo mezclado. Nos sentimos en medio de una película, rodeados de colores y olores que nos llenan los sentidos. Después de callejear tranquilamente volvemos al mercado para guiris. Aquí dar un paso hacia donde pretendes es una pequeña batalla ganada, pues a cada paso que das salen vendedores que intentan vender cualquier cosa, desde especies a camellos. Vamos sorteando vendedores pero cada vez que algo nos llama la atención (porque vamos mirando de reojo para que los avispados comerciantes no se den cuenta) ya podemos preparar como mínimo 15 minutos para una guerra de cifras. Lo quieren vender TODO!.
Descubrimos un puestecillo de zumo de caña de azúcar y... nos atrevemos a investigar. Uuuuuuuuummmmmmmmmmmmm! Es exquisito y baratísimo (sólo 0,50 £ el vaso) y además recién exprimido y fresquito. Están tan ricos que hasta repetimos (así si nos pilla la diarrea nos pillará de muerte). ¿Queréis saber cómo lavaban los vasos? Un chorrete de agua del grifo y arreando! jajajajaja.
Decidimos ir volviendo hacia el barco, no sin antes comprar una chilaba para la cena egipcia de esta noche. Es una cena donde el que quiere se disfraza de egipcio, pero puede ser tan ridículo disfrazarse como ser el único que se queda en bañador, así que... compramos chilaba por 20 £!!!.
Por fin ha llegado la hora de comprobar qué tal es la comida en el barco porque... hoy será nuestra primera comida en la motonave!!! Se come tipo buffet. Todo está muy limpio y muy bien presentado, y lo más importante es que todo esta muy muy rico. Ensaladas, patatas, legumbres, pasta, carne, pescado, fruta y pasteles, muchos pasteles. Lo único que no está incluido es el agua, los refrescos y las cervezas. Nada más empezar a comer, el barco empieza a navegar en dirección a Kom Ombo. Comemos mientras disfrutamos de los paisajes a ambas orillas del Nilo, verde y plagadito de palmeras y al fondo... la arena del desierto. ¡Qué contrastes!.
Estamos agotados, así que nada más acabar de comer directos a hacer una siestecilla de una hora (no hay tiempo para más). La hora pasa demasiado rápido; es como si aquí los minutos tuvieran menos segundos. Nada más sacar los pies de la cama toca ponerse lo primero que uno encuentra y salir pitando a visitar el templo de Kom Ombo, que por suerte sólo está a unos metros del embarcadero.
Columnas y columnas, jeroglíficos, grabados, el Nilómetro, cocodrilos momificados... Fotos, fotos y más fotos!!! Y el guía y el grupo por un lado y nosotros, aunque les seguimos, siempre acabamos perdiéndonos entre las piedras. El guía ya nos ha clichao.
De regreso al barco, no hay tiempo para relajarse. Esto más que un viaje ya parece una maratón. No hay tiempo ni para rascarse la nariz!!! Una duchita (aaaaaahhhhhhhhhh! ¡qué gusto!) y ahora a disfrazarse (con raya de ojos incluida) que esta noche hay cena egipcia. En el restaurante siempre nos sentamos en la misma mesa, con una pareja de brasileños (Lucia y Jonas) que son madre e hijo y con una pareja de mejicanos que están de honeymoon (Carlos y Diana). El ambiente es bastante bueno y poco a poco vamos formando un minigrupo. Está todo riquísimo! Tras el atracón, a mover el esqueleto.
Por cierto, entre tanta piedra milenaria, me he olvidado de contar que el barco es un lugar muy acogedor, nuestro oasis particular, aunque hasta ahora no hemos tenido ocasión de disfrutarlo. Todo está muy limpio y muy cuidado. El personal intenta hacerte la estancia agradable y siempre tienen una sonrisa y un saludo. Hay muy buen ambiente entre los que trabajan y los que estamos de vacaciones. Las habitaciones están muy limpias y bastante bien arregladas. Lo mismo ocurre con el baño. Lo peor es el aire acondicionado, que para que te sientas más agustito lo enchufan al máximo y nada mas poner un pie en la habitación has de apagarlo si no quieres morir congelado.
Hoy nos espera un día duro. A primera hora de la mañana una troupe de calesas nos espera en el embarcadero para acercarnos al templo de Edfu, dedicado al Dios Horus, el Halcón. Al templo se llega en 5 minutos en grupos de 4 personas por calesa. Nosotros nos juntamos con Cristina y Pili. El conductor se llama Baco y se enamora empedernidamente de ellas. ¡Qué coñazo de viaje nos da el hombre!! Cantando serenatas a todo pulmón, y nosotros sin tener dónde escondernos, y todo... por unas libras de propina; aunque en este caso el precio está pactado por el guía con propina incluida (10 £ i/v por unos 5 minutos por trayecto) y nos advierte (lo que nosotros ya hemos aprendido), que seguramente nos pedirá dinero porque, acuerdes lo que acuerdes, siempre piden más. Sí que los conocen bien!!!
Como siempre, para llegar al templo hay que atravesar un pasillo de tenderetes de souvenirs. ¡Qué martirio! Tienda por donde pasas, tienda donde sacan todo el repertorio comercial: "más barato que en el Pryca", "más barato que en el Carrefour", "mejor que en Andorra", "sólo una libra"... Un martirio que si se toma con buen humor es divertido.
Por fin llegamos al recinto del templo. Es impresionante. Unos muros altos y grandes todos grabados. El guía lleva a todo el rebaño de aquí para allá, soltando todo lo que sabe y nosotros nos perdemos medio queriendo. Al final, el guía nos cogerá manía (jajajaja), pero es que nos gusta más andar por nuestra cuenta que no estar de pasmarote 1/2 hora delante de un relieve escuchando escupir tres mil años de historia en 5 minutos. Un poco de culturilla está bien, pero nosotros vamos más a lo visual. ¿No dicen que una imagen vale más que 1.000 palabras?
Tras un par de horas de visita embarcamos de nuevo para dirigirnos a Esna. Por fin disfrutaremos de la navegación del barco y estrenaremos la piscina. También nos apetece dormir y recuperar sueño pero... hay que escoger. Se está tan bien en remojo y disfrutando del paisaje que pronto nos olvidamos de ir a dormir. La sensación es la de estar atravesando un pesebre interminable. Las orillas son verdes, llenas de campos de cultivo y palmeras, y unos metros más adentro el color marrón del desierto. De tanto en tanto algún pueblecito, unos burros descansando bajo unas palmeras, niños bañándose...
Llega el medio día. En una hora engullimos y salimos escopeteados en bus hacia el Valle de los Reyes. Llevamos un carrete supersensible (de 800 asa) para poder hacer fotos sin flash en el interior de las tumbas pero... en la taquilla nos indican que ahora no está permitido ni con ni sin, así que no se puede comprar el ticket de cámara. Pero eso no nos supone ningún obstáculo. No hay mucho control y el resto de grupos está fotografiando, así que... al disparador chicos!!!! La entrada incluye la visita a 3 tumbas, pero el guía sólo nos deja entrar a 2 porque sino no nos dará tiempo de ir a todo lo previsto. Menudo caradura!!! Pues haberlo organizado mejor!! El calor es inhumano!
Visitamos las tumbas KV6 (Ramses IX) y KV8 (Merneptah, hijo del archipopular Ramses II). La primera es más pequeña, pero tiene las paredes muy trabajadas. La segunda es bastante más grande y tiene dos sarcófagos dentro, aunque está en peor estado.
Todas las tumbas tienen una distribución similar: unos escalones o un corredor descienden hasta la cámara funeraria con pinturas murales en paredes y techos. Al final se encuentra la cámara funeraria con el sarcófago del faraón. La verdad es que nos vamos un poco decepcionados porque Enric ya había estado en el Valle y de las tumbas que él visitó la número 6 era la menos espectacular y ahora nos la venden como la joya de la corona. Tenemos la sensación de que hemos visto las que estaban más cerca de la entrada para no perder tiempo. Un poco de frustre. Como ya sabemos que el guía nos tiene por rebeldes, decidimos desenterrar el hacha de guerra y le decimos, delante de todo el grupo, que no estamos de acuerdo con no poder disfrutar de una tercera tumba, puesto que habrá quien volverá una y mil veces, pero muchos otros quizás no, y las tumbas es uno de los sitios que despiertan más curiosidad para muchos de nosotros. Al guía no le hace ninguna gracia pero nosotros nos hemos quedado bien a gusto.
Nos vamos corriendo al Valle de las Reinas (pero en autobús, eh!, que correr aquí a 50 grados sería firmar tu propia sentencia de muerte), lugar para enterrar a reinas y príncipes. Visitamos la tumba de Amonherjepshep (hijo de Ramses III), príncipe heredero de Egipto que murió de niño y nunca reinó. Un corredor lleno de pinturas conduce a la cámara funeraria donde puede verse un sarcófago y en una urna, el esqueleto de un feto de 5 meses.
Salimos pitando, de nuevo, dirección al templo de la reina Hatshepsut en Al-Deir-Al Bahri. Mientras llegamos al acceso del templo, Enric desaparece. ¿Dónde se habrá metido? De repente aparece con 2 pájaros chulísimos (Tot y Ibis, que representan la justicia) a los que ya les habíamos echado el ojo. ¡El tío está a la que salta! No pierde ocasión de regateo. Le pedían 100 £ y acaba pagando 10!!!!! Es que mi niñoooo... es el mejor!!!
A los 5 minutos de entrar en el recinto nos echan a patadas. Dicen que es la hora de cerrar. Pero, ¿cómo puede ser? Si nos acaban de cobrar!!! Sólo son las 17.15 y en teoría están abiertos hasta las 18.00 (¿?). El grupo sale indignado y el guía discute con los vigilantes, pero no hay nada que hacer. Ellos llevan metralletas y nosotros no. El grupo se indigna; nosotros nos reímos.
Volvemos a subir al autocar para ir de vuelta al barco, pero antes nos detenemos un momento a ver los Colosos de Memnón. Dos estatuas de unos 20 metros de altura. La policía se para con nosotros y se arma otro pollo porque dicen que no podemos estar ahí porque no es hora de visita. ¿Pero qué hora de visita? Si están en el campo!!!! En fin, unos tocagaitas!!!! Mientras el guía discute con ellos, nosotros bajamos en una visita relámpago. En un momento se arma una buena, la policía ha pedido refuerzos y rodean el autocar 4 coches patrulla y una tanqueta!!! Joer cómo está el patio!! Y para colmo el guía está que trina porque hasta le han puesto una multa por contestarles.
Entre el calor que hemos pasado, las prisas y los malos tratos, quien más quien menos se siente indignado. Ya se oyen gritos de amotinamiento a bordo del autocar. Sólo falta corear el que nos devuelvan el dinero!!!.
Una de las visitas más esperadas del viaje y ha resultado medio fiasco!!!
Reiniciamos la marcha y el guía, más prudente que nunca, nos invita a hacer un alto en una joyería. En un momento se monta una votación y casi todos estamos de acuerdo... vamos a estar fresquitos y a ver si nos invitan a tomar algo (karkadé uuuummmmmmmm!, nos encanta esta infusión). Al final mirando mirando, pasa lo que pasa... Marta pica!!! Que raro, verdad??? Venga, escarabajo de oro al bolsillo. Muy, muy bonito.
En teoría deberíamos seguir navegando hasta Luxor pero como el nivel del río está bajo, el barco no puede pasar por la esclusa. Jooooooooooooo!!!!!!. Hoy es un día gafe!.
La ciudad de Esna es famosilla porque en ella está una esclusa que permite el paso de barcos hacia Luxor, o hacia Aswan si se viene de Luxor, pero a parte de eso no tiene mucho interés turístico.
Por la noche, después de cenar damos una vuelta por Esna. Salimos todo el grupo pero sabemos que la aventura durará poco porque nada más arrancar, ya se oyen las palabras uyyy qué miedo. A nosotros lo que nos daría miedo sería ir vestido como van algunas, que parece que vayan al bingo, y que como pisen una mierda de burro (porque haberlas haylas a montones) les va a llegar la caquita hasta el escote de vértigo que llevan.
Bueno, a los 5 minutos el grupo se va al barco, ¡¡¡qué alivio!!! Vamos a perdernos por el mercadillo turístico. Nos acompaña Jonas, el brasileño y es la monda. Con toda su pachorra hace desmontar no sé cuántas sishas a un sediento de ventas para que le explique cómo funcionan y media hora más tarde, se va tan pancho como ha llegado con una mano delante y otra detrás ¡Éste sí que sabe!!! Compramos una caja de nácar, de un palmo de largo, por 26 £ (días más tarde, la encontraremos en la tienda de Jordi, de precios fijos, en Jan el Jalili a 20). Tomamos un refresco en un bareto y a nonón. Una vez más estamos reventados!!!!!
Nos despertamos en Esna. 8:45 desayuno, y tras llenar nuestras barriguitas y coger energías, ya estamos a punto para cruzar, y a plena luz del día, el pasillo de tiendas que hay nada más salir del barco. ¡¡Es la jungla!!! ¿Podremos salvar a todos y cada uno de los vendedores cual obstáculos en el camino? ¿Seremos capaces de llegar hasta el Templo de Esna, situado al final del callejón sin hacer ninguna compra?... Todo esto y mucho más... unas líneas más abajo.
Bueno, pues lo dicho, hoy empezamos la jornada con la visita al templo de Jnum, situado en el centro de la ciudad de Esna. En principio la visita no estaba incluida pero después del conato de motín de ayer pues... nos la han metido para compensar un poco. El templo está a unos 20 metros por debajo del nivel del suelo de la ciudad actual. Las repetidas crecidas del Nilo enterraron el templo bajo sucesivas capas de limo, y la ciudad se construyó sobre él. Es pequeñito (en comparación con lo que estamos viendo) pero muy bonito. El trabajo de cada una de las 24 columnas que lo forman es espectacular. Todo, absolutamente todo, está lleno de inscripciones y jeroglíficos! Lo que más nos llama la atención es que en el techo del templo están dibujados los símbolos del zodíaco.
Después de la visita tenemos un poco de tiempo libre. Para variar, la pareja anticorriente del grupo, dejamos atrás los puestos de souvenirs para adentrarnos en el zoco de verdad y en la tranquila ciudad que se esconde detrás del mercadillo turístico. Empezamos a andar solos, pero la aventura dura poco pues un niño se nos une y nos acompaña todo el camino. ¡Qué pispireto! No nos deja ni a sol ni a sombra. Sabe que quizás luego puede venir una propinilla. Conocemos el lado más amable de los egipcios, nos mezclamos entre paradas de frutas, carnicerías, vendedores de pescado, hornos, tiendas... ni rastro de turistas ni peligros a la vista, todo el mundo nos sonríe y de tanto en tanto alguien levanta la mano y nos manda un saludo. Somos espectadores de un mundo distinto al nuestro, quizás más parecido al mundo que debieron ver nuestros abuelos. Nos sentimos bien, cómodos, algo así como estar viendo una película tranquilamente desde el sofá de casa. Paramos a reponer fuerzas en un tenderete donde venden zumos de caña de azúcar recién exprimida y sin una gota de agua (uuuuuummmmmmmmmmm!). La gente flipa con nosotros tanto como nosotros con ellos. En un momento se forma un pequeño círculo de gente alrededor, no nos entendemos pero tampoco es necesario. Nos hacemos unas fotos y regalamos caramelos a los niños.
Estos momentos son los que más recomendamos a todo el que quiera ver algo más que chilabas y souvenirs.
A las 12:00 toca comer. Llegamos por los pelos, bueno... llegamos diez minutos tarde, los diez minutos de ducharnos, pero seguro que todos nos lo agradecerán porque con el perfume a machoman que desprendían nuestras axilas...
A las 13 horas todos estamos listos para salir hacia Luxor, ahh! y con las maletas en la recepción, ya que después de visitar la antigua Tebas (la actual ciudad de Luxor) ya iremos al aeropuerto para salir hacia El Cairo.
El trayecto de Esna a Luxor en autocar dura una hora, y a estas horas y con la panza llena el calor vuelve a ser sofocante. En el grupo ya ha habido las dos primeras bajas. ¿Caeremos todos como moscas? Nosotros hemos bebido zumos callejeros y aquí seguimos vivitos y coleando, y sin rastro de caquitas ni nada parecido. Aunque la verdad es que hay algunos que se merecen pillar unas diarreas de elefante y, además, que les duren una eternidad. Hay quienes van todo el día sin gorra, sin cremas protectoras, los hay que no paran de asustarse cada vez que asoman la cabeza por una calle llena de egipcios (¿qué se esperaban encontrar? ¿Romanos?) Y es que con tan poca precaución y tantas manías lo normal sería que se escagazaran patas abajo durante todos los días que quedan de viaje!!!
La ciudad de Luxor se construyó sobre la antigua Tebas, la capital de Egipto durante el Imperio Nuevo (del 1550 al 1050 a.C.). La ciudad se encuentra en la orilla oriental del río, y en la orilla occidental esta la necrópolis: los valles de los Reyes y las Reinas.
El templo de Luxor está al lado mismo del Nilo y en el centro de la ciudad. Desde fuera ya se descubre como un lugar monumental. Se accede al templo a través de una avenida de esfinges que en el pasado se extendía entre los templos de Luxor y Karnak (casi 2 km). Dos enormes colosos de Ramsés II y un obelisco de granito (inclinado no se sabe cómo) nos dan la bienvenida al templo. Es tan grande y hay tantas piedras y tantos detalles que lo mejor es pasear (por la sombra si no quieres caer frito), perderse y dejarse sorprender por todo lo que nos vamos encontrando. Cuánta belleza y sobretodo... cuánto trabajo!!! Solo de pensarlo entran agujetas y dolor de espalda.
El guía, siempre que puede, nos enseña relieves que hacen referencia al tema sesual: penes, fecundaciones, espermatozoides... Una mente calenturienta, ¡¡seguro!!! A lo mejor cree que es la primera vez que vemos un pollote.
Después de visitar el templo de Luxor toca visitar Karnak y, aunque está cerca, vamos en autobús que aquí cada paso es un chorretón de sudor. Una avenida de esfinges con cara de carnero, nos da la bienvenida. En el corazón del complejo está el templo de Amón (rey de los dioses) y a su alrededor patios, salas, colosos, obeliscos... y hasta un lago sagrado. Aquí todo es aún más grande. El complejo se fue formando durante muchos años, y faraón tras faraón fue añadiendo construcciones. Se trata del templo más importante del país. El recinto es tan grande que... milagrosamente... y después de una hora ya de visita el guía nos da una hora y media de tiempo libre. ¡¡¡Lo nunca visto!!! ¡¡¡Aleluya señor!!! El grupo está tan hecho polvo que se refugian todos en el bar. Nosotros compramos una botella de agua y patas ¿para qué os quiero? ¡¡A la calle!!! Le decimos a Nabil que nos vamos al centro y que ya volveremos al autobús. El guía nos invita a quedarnos porque dice que lo encontraremos todo cerrado. Abierto o cerrado nos damos el piro que a este canalla no nos lo creemos.
Salimos del templo, ya hemos visto suficiente piedra y ya tenemos suficiente solana. Nos subimos a la primera furgonetilla (son los buses de aquí) y le decimos al conductor que queremos ir al Bazar del centro. El conductor parece que no nos entiende mucho, pero nosotros no nos bajamos, ya llegaremos a algún sitio. El autobús va recogiendo y dejando a gente. Cada vez que alguien sube o baja nosotros ponemos todos los sentidos para ver cuánto pagan los egipcios y... localizado el objetivo!!! 0.50 £ por persona.
Llegamos al destino y le damos 2 £ al conductor (generosos, no??). Pues bueno... quiere más y más. Jajaja, éste no sabe con quién ha dado, pobre incauto. Pero nada de nada, se da cuenta de que sabemos los precios y se marcha con las 2 £ más contento que un niño con un helado.
El bazar está abierto (mentiroso canalla!!!). Se trata de un pasillo cubierto con tiendas a ambos lados. No tenemos mucho tiempo así que hay que darse prisa. En un aparador figura que nos llama la atención y directamente nos metemos dentro de la tienda. A veces, esto puede ser una buena táctica porque cuando entras tú parece que son menos plastas y te dejan salir igual que has entrado. Ahora bien, si son ellos los que te convencen para entrar... lo vas a tener más difícil a la hora de salir. No sé... mejor averiguarlo por uno mismo. Negociamos por una cabeza de piedra (o algo similar). Nos piden 500 £ pero nosotros ofrecemos 50. El vendedor se piensa que le tomamos el pelo, pero de eso nada de nada, se lo decimos profundamente serios. En un instante nos coge la calculadora, hace cuatro cálculos y nos rebaja la cabeza a 350 £. Vamos bien... pero nos mantenemos firmes y subimos a 55. Toda esta escena hay que imaginársela con nosotros hablándonos en código Morse para que no nos entiendan y haciendo uno de policía bueno y otro de policía malo, como si uno quisiera comprar y el otro no. Todo pura comedia. Que si sí, que si no... al final ofrecemos 60 £ y nada más. Dicen que no y nos vamos. Al abrir la puerta decididamente para salir de la tienda, aceptan el precio. Al bote!!!
Andamos 15 metros y otra piedra en el aparador de otra tienda. Empieza a ser tarde y aún nos queda buscar locomoción para volver al autobús. Entramos, pedimos precio y... halaaaaa!!! 650 £!!! Jajajajaja. Nos reímos allí delante y nos llevamos las manos a la cabeza (todo pura negociación). Les decimos a los vendedores que unos metros atrás hemos comprado una figura parecida por 40 £ (20 menos de lo que realmente nos ha costado, una jugarreta de comprador mafioso). Nos piden verla (eso significa que tenemos posibilidades) La desenvolvemos y claro... nos dicen que no vale nada, que es pura baratija (otra actuación igual de falsa que la nuestra). Pero no nos amedrantamos y le decimos que la figura nos gusta y si nos la deja por el mismo precio, 40 £, nos la llevamos. Coge la calculadora y la rebajan a 200, pero nos sigue pareciendo muy muy cara. Hacemos tarde, así que recogemos nuestra piedra y nos marchamos. Todo de buen rollito ehhh! El vendedor sale de la tienda detrás nuestro pero no rebaja mucho el precio. En cuanto ve que empezamos a negociar con un taxista para marcharnos... accede a 45 £. Otra victoria!!! Volvemos a la tienda a por la piedra y... ojo!!! El otro vendedor ya estaba empezando a empaquetar otra figura (por supuesto más pequeña y más fea) pero nos hemos dado cuenta y nos llevamos la nuestra. Para mafiosos nosotros los que más!!!
Es decir, que por mucha broma y mucho refresco gratuito, fijaros siempre en que lo que habéis comprado es lo que os lleváis a casa!!! El regateo ha sido bestial, y aunque salimos pletóricos, tenemos la sensación de haber pagado mucho porque los tipos aún se han quedado muy contentos y no han protestado mucho. ¡Qué divertido esto de jugar al regateo; y cómo nos gusta!!!
Negociamos un taxi y nos acerca por 6 £ (pedía 20) hasta el bus. La historia de siempre: si no rebajan el precio o se acepta el precio o te marchas a buscar otro que se avenga a negociar. En la mayoría de los casos, en cuanto te vas decidido a otro taxista bajan el precio de golpe (porque esta muy inflado para el turista), y en el caso de que no fuese así pues negocias con otro. El viaje apenas dura unos minutos. Llegamos y el grupo aún no está al completo. Qué bien!!! En cuanto todos aparecen salimos hacia el aeropuerto de Luxor donde cogemos el avión que nos llevará hasta El Cairo.
El viaje en avión dura poquito, como una hora. Llegamos, cogemos las maletas y nos reparten en los hoteles. El destino ha querido que coincidamos en el mismo hotel con los brasileños y los mejicanos!!! La mayoría de los caguetas se van al Ramsés Hilton, al centro. Nuestro hotel es el Intercontinental Pyramids Park, en Giza, cerca de las pirámides (aunque no tan cerca como para ir a pie).
La recepción, la piscina, la habitación, el baño... todo muy, muy bien. Este viaje esta resultando mejor de lo que nos pensábamos, y eso que ya pensábamos que era genial. Mejor, mejor... que todo siga de la misma manera!!! Entre pitos y flautas se ha hecho súper tarde. Son pasadas las 00:00, así que decidimos quedarnos a cenar un tentempié en el hotel: un sandwich club, unos spaguettis, una cervecita y un ice tea (99 £ / 15 €).
Desayunamos a las 7 de la mañana: bollos, zumo natural, karkadé, cereales, embutidos, huevos, plum cake... y el mismo y delicioso ice tea que preparan en el bar (que hay que pedirlo y no tiene cargo extra). A este paso, por mucho calor que haga y muchas cagarrinas que nos pillen, aún vamos a volver con más peso del que llegamos.
Cambiamos unos cuantos euros en el banco del hotel y nos añadimos al autocar del grupo, que nos ha venido a buscar para ir a las Pirámides de Giza (la visita esta incluida). Llegamos al recinto y vamos directos a la taquilla para comprar el ticket para entrar en Keops (la mayor de las Pirámides). La entrada para acceder al interior de la gran pirámide cuesta 40 £. Sólo venden 150 entradas al día y sólo una por persona. Estamos de suerte!!! En mis anteriores visitas a El Cairo nunca había podido comprar una de las 150 entradas, pero esta vez síííí!!! Supongo que tengo que darle las gracias a los señores Bush, Blair y Aznar por tener una entrada debido a la escasez de turismo.
Hace casi 5.000 años, tres generaciones sucesivas levantaron, en menos de 100 años, las tres monumentales pirámides: Micerinos, Kefrén y Keops, en la meseta de Giza. Las pirámides son uno de esos lugares que nunca te dejan indiferente, por muchas o ninguna vez que hayas estado aquí, por muchas veces que las hayas visto por televisión o por mucho que te las hayas imaginado. Tantas y tantas piedras, y tan y tan bien puestas no resultan cosa fácil de entender y menos aún si tenemos en cuenta que sólo eran tumbas para los faraones. Contrariamente a lo que nos pensábamos, la primera pirámide que se levantó en Giza fue la de Keops, la mayor, y la más reciente (dicho así parece que tenga 4 días) es la más pequeña, Micerinos. Este hecho quizás indique un declive del poder o un cambio de prioridades, ya que después, los enterramientos de los faraones se trasladaron a las tumbas del Valle de los Reyes.
El interior de la Gran Pirámide es espectacular (sin duda es la mejor de las tres), pero no en cuanto a dibujos y grabados (que no tienen o no se ven), sino en cuanto a sentir la sensación de tener toneladas de piedras encima de ti y saber que llevan ahí tantos años esperándote. Así pues, el interior no tiene nada de especial pero, entrar e imaginar cómo fueron capaces de levantar semejante mole, pone los pelos de punta. No llevamos ninguna balanza para comprobarlo, pero nos dicen que cada piedra pesa más de dos toneladas, y se calcula que hay entre dos y tres millones. Y sin embargo, a pesar de su inmenso tamaño (137 m. de altura), la precisión es enorme: la mayor diferencia entre sus 4 lados, de 230 m. cada uno, es de 4 cm.
La visita por el interior de la pirámide consiste en recorrer, a gatas, un empinado y estrecho corredor de unos 20 m. donde a duras penas caben dos personas de ancho. Luego, se llega a una galería de unos cuantos metros de altura donde uno puede volver a estirar las piernas y ponerse de pie. Se suben unos cuantos escalones durante otros 25 m. y otra vez toca agacharse hasta llegar a la cámara del faraón. Una sala que, en la actualidad, sólo contiene un sarcófago. En cuanto llegamos a la sala funeraria... vengaaaaa!!! Todos adentro de lo que queda del sarcófago!!! La peña estamos un poco colgados, será culpa del calor???
Después de la visita, volvemos al autobús y nos alejamos a una pequeña meseta para ver las tres pirámides y poder tomar unas fotos con perspectiva.
Ahora le toca el turno a la Esfinge; la primera estatua colosal conocida del antiguo Egipto (20 m. de altura y 73 m. de largo), que podría representar al faraón Kefrén con el cuerpo de un león como el protector de las pirámides frente al mundo de los vivos (la ciudad). La verdad es que, después de visitar las Pirámides, la Esfinge nos sabe a poco.
La visita ha llegado a su fin, y se acerca la verdadera hora de las compras. El guía ya se frota las manos pensando en suculentas comisiones que van a salir de nuestros bolsillos y van a ir directo al suyo. Primera parada: tienda de perfumes. Nos dejamos camelar por un tipo engañabobos, que se las da de clarividente y explica y vende la esencia de los perfumes que en Europa conocemos. Efectivamente, picamos!!!. Compramos 3 frascos de 70 gr. cada uno (a 2 £ por gr. nos cuesta cada frasco 140 £ = 20 €): uno de esencia de rosas y los otros 2 de Opium. Salimos muy contentos de la tienda, aunque esa misma noche descubriremos que en Jan al Jalili los venden a 1 £ por gramo. A mitad de precio!!!
Segunda parada: Cutre tienda de papiros (pero cutree cutreeee) a la que el guía nos lleva con el argumento de ser la única en todo El Cairo donde el papiro es verdadero papiro. Menuda engañifa!!!. Vaya tienducha!!!. No hemos visto papiros más feos y más caros en nuestras vidas (y eso que nos hacen no sé cuánto descuento). Aún así siempre hay los que pican y escuchan la palabra del guía como la del profeta Moisés. Lo mejor de la visita es que, además de corta, nos han explicado el proceso de elaboración del papiro y sobretodo... cómo distinguir uno impreso de uno pintado (te mojas el dedo, lo frotas por encima del dibujo y si la pintura se corre es que está pintado y si no, es que se trata de una impresión).
Después de las compras nos dejan, a los que no hemos contratado la visita al museo de antigüedades de El Cairo, en nuestros hoteles. Nada más llegar, nos vamos directos a la cafetería a darnos un pequeño placer: pastelitos y té frío. Y después de reponer fuerzas... a la piscina a hacer el perruno!!! Que ya nos toca!!!.
Después de un par de horitas de verdaderas holidays, quedamos con los made in Brasil & México para ir a comer. ¡Y cómo no! Mamoneo en la puerta del hotel entre el botones (que ya le tenemos el ojo echado por caradura a la hora de poner la mano), la recepcionista y el taxista. Nos piden 25 £ para llevarnos, en un sólo taxi, al restaurante Andrea's Giza. Como es tarde y estos hoteles grandes tienen un trecho hasta salir a la calle decidimos aceptar. El taxi no tiene aire acondicionado y la única forma de hacer correr el aire es bajar las ventanas con una única maneta de quita y pon que nos pasa el taxista. Que rule, que rule!!!
Comemos como faraones en un restaurante nada turístico y además con un decorado muy particular: paredes y techos rojos, ventanas con vitrales, lámparas con forma de candil, sillas de madera a cual más coja... Todo muy sencillo, pero con encanto. Un sitio que quizás sea más bonito aún si se va a cenar. Como no sabemos qué pedir, encargamos un menú variado que sale a 25 £ por persona más las bebidas. La comida consiste en un sinfín de aperitivos y medio pollo a la brasa con patatas fritas. Todo riquísimo e interminable. La cuenta sube a 222 £ con bebidas (aguas, muchas coca-colas con hielo, y una cerveza) y un 10% de servicio incluido, es decir... unos 32 € en total (aproximadamente 5 € por persona). Muy, muy recomendable por comida, atención y entorno.
Al taxista le hemos dicho que no nos esperara porque no volveríamos con él, pues pensamos que las 25 libras que nos ha cobrado son una turistada, pero... ahí está esperando a la salida del restaurante para volvernos a timar. Pero nastic de plastic. Ahora tenemos nosotros la sartén por el mango pues aquí ya estamos en la calle y taxis no nos faltarán. Negociamos el precio de regreso y con un estira y afloja nos devuelve al hotel por 10 £. Esto es Egipto!!!.
El taxi está bastante destartalado, pero el conductor, Aziz, parece buena gente. Además, en éste cabemos los 6 con lo que a la hora de pagar tocará a menos por barba. Así que durante los pocos minutos que dura el trayecto barajamos la posibilidad de contratarlo para esta misma tarde y para el día de mañana. Preguntamos precios y nos pide 90 £ por ida y vuelta, esta noche, al Jalili, y 160 £ por un día completo. ¿160 £ por todo un día de arriba abajo sin parar y 90 por un trayecto de ida y vuelta??? Nos parece desproporcionado. Al final hay acuerdo: esta noche nos lleva y nos trae por 50 £ y mañana todo el día por 125 £, de 7:30 de la mañana hasta la madrugada, y tantos viajes como queramos. Aziz me llama Sharon por apretar el precio, y aunque me lo dice como un insulto yo me lo tomo como un halago por buen regateador.
Ahora que ya hemos llenado nuestras panzas y tenemos el transporte arreglado para esta noche y para mañana ya podemos descansar tranquilos. Hacemos una siesta y antes de que nos demos cuenta ya toca ducharse y volver a salir. El taxi nos está esperando. El trayecto hasta Jan el Jalili dura una media hora (no hay demasiado trafico) y el taxi nos deja y nos esperará en una especie de pequeño parking que hay justo enfrente.
Jan al Jalili o Khan el Khalili es un enorme y exótico zoco atiborrado de tiendas de artesanía, souvenirs, especias, telas... y todo lo que uno pueda imaginarse, abierto hasta bien entrada la madrugada. Es un lugar muy divertido si se toma con buena filosofía y pocas prisas. Tiendas, tiendas y más tiendas. No se acaban nunca, y sobretodo mucha muchísima vida en la calle, y aunque no es un lugar muy tranquilo, sí que es un lugar muy seguro. Deambulamos por calles y callejones, nos sentamos a pie de calle en el famoso café Fishawi, compramos 2 pares de chancletas de piel de camello (35 £ el par = 5 €) en una tienda de marroquinería. Pasamos más de una hora en una tienda de papiros, Sunny Land Papyrus, muy seria (precios fijos o casi fijos) y muy recomendable. Salimos con tres papiros del tamaño de un A3 (no el Audi sino el papel) por 45 £ cada uno (6-7 €), y nos regalan un cuarto papiro más pequeño que valía 15 £. Es súper tarde pero no queremos meternos en la cama con el estómago vacío, así que nos vamos a una terraza-balcón que hay en una callejuela, casi en la esquina de la mezquita de Sayidna al-Hussein. Tomamos unos riquísimos zumos naturales de mango y fresa (a 5 £).
Mientras nosotros no paramos quietos, Aziz pasa las horas charlando con otros taxistas. Pasada la una de la madrugada ya es hora de ir a coger la cama lo antes posible. Nos quedaríamos más, pero... mañana (ya hoy) hay que volver a la carga bien temprano, Egipto nos espera. Aziz parece que nunca tiene ninguna prisa por llevarnos de vueta al hotel y marcharse a su casa. No es un hombre de mucha conversación, pero si le preguntas siempre te da charla. Nos deja en el hotel y le pagamos las 50 libras que habíamos acordado. Quedamos con él a las 7:30 de la mañana para salir hacia Abusir y compañía.
Nos despertamos a las 6:45 y a las 7 ya estamos listos para empezar a desayunar. Tomamos un poco de ésto y un poco de aquello, y sobretodo... dos ice teas. Ummmm!!! Qué ricos!!! Somos de costumbres fijas. A las 7:45 empieza nuestra jornada turística. Hoy exploraremos los alrededores de El Cairo. Nuestro plan matutino incluye echar un vistazo a Abusir, Saqqara y Dahsur, tres lugares muy distintos al bullicio del El Cairo y que, por suerte o por desgracia, atraen a muy pocos visitantes. Excepto en Saqqara, en los otros sitios estamos completamente solos.
Hoy hace un día muy gris, o hay mucha contaminación o será cualquier cosa menos lluvia. ¡Qué pena! Pues los paisajes que atravesamos son auténticos vergeles.
A 27 km. al sur de El Cairo encontramos nuestro primer destino: Abusir. El complejo está en reformas y teóricamente no se puede visitar, pero aquí si sueltas la mosca puedes tener la suerte de que te dejen entrar. Aziz pregunta y tenemos las puertas abiertas, a cambio de una propinilla y de no hacer mucho ruido. El recinto esta al borde del desierto y empezamos una caminata por lo que queda del templo acompañados por un trabajador que conoce el camino y un poquito de inglés. No se puede entrar en la pirámide de Sahure, pero caminando entre piedras y arena la visita se convierte en una aventura. Aquí no hay rastro de vida vegetal. Decidimos dar 20 £ de propina para que se las repartan entre los que nos han dejado pasar y el señor que nos ha acompañado. Quieren más, ¡cómo no!, pero a nosotros ya nos parece bien. No se trata de ser rácano a más no poder, sino de pagar un precio justo en comparación al valor de cosas que conocemos (taxis, transportes, bebidas...)
Volvemos al taxi y proseguimos en dirección a Saqqara. Saqqara se convirtió en la necrópolis real de Menfis, capital del Imperio Antiguo, antes de que lo fuera Giza. Y a medida que Menfis crecía, el complejo de Saqqara también, hasta llegar a cubrir un área de 7 km. El ticket de entrada vale 10 £ por persona (bueno...vale 20, pero nosotros mostramos el DNI como el carnet de estudiante, y así pagar la mitad), más 5 £ si se quieren visitar las nuevas tumbas (eso dice el ticket), y 5 £ más si se quieren sacar fotografías.
Lo más espectacular que encontramos aquí es la pirámide escalonada de Zoser, el prototipo de las de de Giza. Y como nos viene de gusto dar la vuelta a la pirámide y cansarnos poco, hacemos el paseo montados a camello. Toca regatear, pero ya no es problema. Ya no nos queda gota de vergüenza, así que 5 £ por camello y gracias. Excepto la subida y la bajada al camello, que da hasta vértigo, el ir montado sobre él es como ir sentado encima del tío vivo, que no deja de subir y bajar lentamente. Pensamos que la entrada a las nuevas tumbas es para visitar la mastaba de Ti (aunque no estamos seguro de que sea ésta). Un señor, que resulta ser el vigilante, nos localiza entre las arenas del desierto, nos pide el ticket y nos lleva hasta la entrada de la mastaba. Saca su llave, abre la puerta y pa dentro. El recinto es pequeño, pero sus cámaras están cubiertas con dibujos de los oficios, jeroglíficos y figuras esculpidas en la piedra.
Volvemos al taxi y cuando pensábamos que ya íbamos hacia Dahshur, Aziz hace otra parada. Se trata de la pirámide de Mereruka, también en Saqqara, e incluida en el precio de la entrada. Queda claro que nuestro taxi no es la primera vez que viene por aquí y se conoce el lugar. Desde el exterior, la pirámide no parece gran cosa pero el interior está lleno de cámaras con pinturas y estatuas. No está mal, pero ya nos cuesta sorprendernos.
Ahora sí que emprendemos camino hacia Dahshur, que se encuentra a 64 km. de El Cairo, y donde destacan la pirámide combada, que es la primera pirámide propiamente dicha (ya no es escalonada) y la pirámide roja. Ambas tienen poco màs de 4.500 años de antigüedad, y se construyeron después de la pirámide de Zoser y antes que las de Giza y Abusir.
Pagamos las 5 £ que vale la entrada y que incluye entrar en la pirámide roja. Es muy similar e igual de impresionante que la de Keops, pero mucho más barata (aquella costaba 40 £) y mucho más tranquila, pues estamos completamente solos en medio de la nada.
A la pirámide combada no se puede acceder, pero nos acercamos tanto como podemos con el taxi para tomar unas fotografías.
La visita ha llegado a su fin y hemos quedado muy, muy y muy contentos de la excursión. Altamente recomendable!!!. Regresamos a comer a El Cairo. Aziz nos lleva a un restaurante detrás de las pirámides de Giza bastante correcto y con aire acondicionado (que es de agradecer). Tomamos unos menús (25 £ con bebidas incluidas). Después de comer regresamos al hotel. Quedamos con Aziz para que nos venga a recoger sobre las 8 de la tarde para ir al centro, y nos vamos todos a descansar, unos a la habitación y otros a la piscina. Nosotros somos de los primeros. Después de tres horas de siesta, ya nos volvemos a sentir con las pilas recargadas. Ya estamos listos para volver a Jan al Jalili, nuestro rincón preferido.
Antes de entrar en el mercado turístico, nos gustaría ver la danza de los derviches (que, según la guía, la entrada es gratuita) en Al Ghurí, pero una vez ahí, nos informan que el espectáculo ha sido trasladado a otro lugar (a la Ciudadela). Así que, ya que estamos, decidimos visitar la mezquita de Al Ghurí. En esta zona, y a pesar de estar a escasos metros del Jalili (justo en el otro lado de la calle) los turistas también brillan por su ausencia.
Nos ofrecen visitar la mezquita y el minarete por 12 £ por persona (sin dudarlo haceros pasar siempre por estudiantes o pagareis el doble). El tipo parece un poco mafioso y aquí no hay ticket que valga; el dinero directo a su bolsillo, pero bueno... más se perdió en Cuba. Lo único interesante, es la vista desde lo alto del minarete (da un vértigo que saca el hipo), con la ciudad y el mercadillo a nuestros pies. Callejeamos un poco por los alrededores de la mezquita (el mercado árabe) y regresamos al Jalili.
Recorremos decenas de callejones, compramos incienso y œ kilo de carcadé (35 £ x kg.) en una tienda de alimentación con muy buen aspecto y sin regateo que valga. También visitamos la famosísima tienda de Jordi donde compramos perfumeros y un papiro. Jordi tiene precios fijos, y bastante baratos. No sería mala idea pasarse por aquí antes de empezar a comprar para enterarse un poco de por donde va la cosa. Un ejemplo: papiros bonitos y pintados (hice la prueba de la churrupaílla en uno que no me quedé y que escondí debajo del montón) a 10 £ (tamaño A3/A4). Quizás el papiro no sea papiro papiro, no lo sé. Lo que es seguro es que a estos precios no se trata de ningún un robo.
Otra vez estamos hasta la tantas, y hacia las dos de la madrugada y sin cenar, nos retiramos. Si en la cubierta del crucero el tiempo pasaba lentamente, aquí parece que nos roben los minutos.
La calle está repleta de gente. Aziz nos explica que es muy normal que los hombres estén en la calle hasta muy muy tarde, charlando en cualquier sitio, o sentados en un bar con una sisha en una mano y un te con menta en la otra. Algo así como la vida en verano en nuestros pueblos, con la diferencia de que aquí se ven pocas mujeres y muchas sishas.
Realmente, para los que como nosotros disfrutan moviéndose y no les gusta pasarse los días tumbados a la bartola, lo de coger un taxi por todo el día vale mucho, muchísimo la pena, aunque no se vaya muy lejos. Vale tanto la pena que en otra reunión improvisada y de última hora decidimos contratarlo de nuevo para el último día que nos queda. El muy cara nos pide más dinero. ¡Yo ya no sé si esto es cachondeo o qué! ¿Cómo le vamos a pagar más sin ir más lejos??? Además... saldrá más caro porque los mejicanos ya están que no se aguantan los pedos y dicen que mañana nos abandonan, que no se piensan mover de la piscina. Así que como los mejicanos ya no volverán a pisar el taxi decidimos pagar el día de hoy. Habíamos acordado 125 £ y le damos 150. Parece que Aziz está contento. Buenas noches, Aziz!!!. ahora no te vayas a gastar todo el dinero yéndote de fiesta, que la noche es joven, pero tú ya no!!!.
Estamos agotados ...ufffff... pero estamos más hambrientos que cansados, así que mientras todos se van a dormir, nosotros no perdonamos el llevarnos algo a la boca y un par de aspirinas para reponer fuerzas. ¡Qué menos!!!. ¡Por fin a la cama!. Ayyy cuanto echo de menos estar mas tiempo abrazado a la almohada...
¿Pero cómo???. ¡No es posible!!!. ¡Otra vez el despertador!!!. Pero... ¡si no hemos tenido tiempo casi ni de ponernos el pijama!!!. Son las 7:15 y definitivamente... esto no son vacaciones.
A las 7:30 ya estamos poniendo gasolina al body para salir a las 8:15 hacia el mercado de camellos de Birqash, a 30 km. al norte de El Cairo. No sabemos bien bien qué es lo que vamos a ver ni porque venimos aquí, pero pensamos que puede ser un lugar interesante para salir del asfalto.
Hoy el día también está muy feo, aunque seguro que del cielo no cae ni una gota. Llegamos al mercado. Se trata de un recinto cerrado, lleno de camellos deambulando por allí en pequeños grupos. Aziz nos da un gayato, que saca del maletero y es propiedad de su padre, para ahuyentar a camellos curiosos si se acercan demasiado. Gracias a Dios, no hará falta utilizarlo. Caminamos por dentro del recinto causando la misma sorpresa a los egipcios que a nosotros sus camellos. Nos saludan y algunos hasta se acercan a vernos de cerca y sacarse una foto con nosotros. No hay mucho más que ver.
Regresamos a El Cairo y nos dirigimos a echar un vistazo a la ciudad de los muertos en taxi. Un lugar donde vivos y muertos comparten el mismo suelo. Las casas, las tumbas y los mausoleos están unos junto a otros. A veces unos dentro de otros. Años atrás éste era un lugar que no se recomendaba visitar, pero a nosotros nos parece un sitio tranquilo que se puede ver sin sentirse un bicho raro. Si más no, es curioso echar un vistazo, porque tampoco es que haya mucho que ver.
El calor empieza a apretar. Decidimos refugiarnos en el Museo de antigüedades de El Cairo, aunque no tenga aire acondicionado. Dedicamos la mayor parte del tiempo al tesoro del faraón Tutankamón. Quedamos muy sorprendidos ante la delicadeza de los más de 1.700 objetos que se encontraron dentro de la tumba, a cuál más especial. Hay de todo, no sé por dónde empezar: sillas, sillones, camas, juegos, cuchillos, arcos, flechas, joyas, carruajes, maquillajes, abanicos, vasijas... y cientos de cosas más que el difunto pudiera necesitar para llevar a cabo, en el más allá, cualquier tarea que le fuera encomendada. Casi mejor verlo por uno mismo. Lo más espectacular: la famosa máscara de oro macizo y dos de los sarcófagos (uno de madera y otro de oro) que contenían la momia del joven faraón. A todo ésto sólo añadir que la momia de Tutankamon es lo único que se ha dejado dentro de su tumba (la KV 62), en el Valle de los Reyes.
Dentro del museo también visitamos la sala de las momias. La visita no está incluida y hay que comprar un ticket especial en la entrada de la sala, que vale 40 £ (el doble que la entrada sencilla al museo). Vemos cara a cara unos pocos faraones, los más famosos: Tutmosis II, Seti I y el archifamosillo Rames II (Ramsi para los amigos). Resulta asombroso el estado de los cuerpos de más de 3.000 años. Con el paso de los días y la falta de sueño, se ven casi mejor que nosotros.
Del resto del museo ya nada nos llama la atención. Pasamos ante figuras y sarcófagos milenarios como el que pasa entre medio de puestos de fruta en un mercado. A lo tonto tonto, ya llevamos más de dos horas de museo. Crunch crunch... los estómagos empiezan a rugir.
Regresamos al taxi y a comer. Le decimos a Aziz que queremos ir al restaurante El Nil Fish. Según nuestra guía, está relativamente cerca del museo pero, como precavidos que somos, pensamos que no debe estar tan relativamente cerca como para ir a pie. Aquí cualquier distancia, por corta que sea o parezca, se puede hacer eterna entre el calor y calles y callejones que no salen en los mapas. Entre nuestras indicaciones, varias consultas a los peatones y después de dar varias vueltas... llegamos. Se trata de un restaurante de egipcios para egipcios, sin turistas y sin ningún atractivo especial desde la calle. Sólo se puede comer pescado y algo de verde. El restaurante tiene las mesas en el interior, y cara a la calle funciona como una casa de comidas para llevar. Escoges el pescado, te lo pesan, te lo cocinan a la plancha o frito, y te lo llevas o te lo comes ahí. Comemos gambas, dorada, sepia, mezzes (una selección de aperitivos, verduras y salsas con la que siempre acompañan las comidas) y aish (tortas de pan). Nos ponemos las botas!. Tanto que hasta nos cuesta acabarnos las 8 gambas que hemos dejado para el final. La cuenta final sube 96 £ (2.400 pts) con las bebidas y el servicio, a repartir entre los dos. El lugar no es bonito, pero el aire acondicionado y, sobretodo la comida, es muy recomendable.
Nada más salir del restaurante, compramos en una tienducha, tipo colmado, un par de tarjetas de teléfono para llamar a Spain desde las cabinas de la calle. Si queréis comprar tarjetas, localizar primero un teléfono, seguro que justo al lado tenéis donde comprar las tarjetas. Hay tarjetas de varios precios, las nuestras valen 15 £ y duran 3 minutos de conversación al extranjero. Lucia y Jonas se meten en un internet-café (hay que ir a buscarlos en los centros comerciales modernos) y nosotros nos vamos a tomar el postre al hotel Marriott, en el barrio de Zamalek, a escasos minutos de donde estamos. Zamalek es la zona más residencial del Cairo y el hotel Marritot es un antiguo palacio donde cada sala es una reliquia. Paseamos y nos damos un caprichito de merienda: tarta de chocolate y un par de zumos de frutas.
Regresamos a por los brasileños y ahora... hacia el hotel. Nos merecemos una ducha y una descanso, por corto que sea. Para los que no podáis pasar sin conectaros a internet, comentaros que en la mayoría de los hoteles es posible conectarse, así como telefonear, pero los precios son bastante más caros. Digamos que espabilarse en la calle resulta más divertido y barato, aunque luego todo lo que te ahorres por un lado te lo gastes en la merienda del Marriot.. Pero en eso consiste la gestión de un presupuesto; ahorrar aquí para gastar allí y viceversa.
Le comentamos a Aziz que esta noche queremos ir a ver el espectáculo de luz y sonido de las pirámides (40 £ por persona en la explanada que hay delante de la Esfinge). El show se hace cada día y en varios idiomas, pero ni ayer ni hoy toca en spanish, así que nos tendremos que conformar con ir a mirar y gracias. Aziz nos explica que tiene un conocido que, por 25 £ por persona, nos presta una azotea con unas vistas estupendas al espectáculo. Decidimos ir a ver sin comprometernos, aunque ya le decimos que tendrían que ser 25 £ con las bebidas incluidas.
Llegamos al hotel y antes de dormir un poco decidimos empezar a preparar las maletas y... joeeeer!!!. ¡¡¡Hay una que está hecha una mierda!!!. Como no hagamos algo se nos abre en medio del aeropuerto y seguro que lo primero que sale son los calcetines y calzoncillos sucios (es la ley de Murphy). Medio desesperados por no encontrar ninguna solución, decidimos pasar del problema momentáneamente. Nos duchamos y dormimos un poco.
Después de un breve descanso toca volver a salir de paseo con Lucia, Jonas y Aziz. Son nuestras últimas horas en El Cairo, así que hay que volver a salir a la carga, aunque sea a rastras y con unas ojeras que barren el suelo.
Salimos hacia las pirámides y en unos pocos minutos llegamos hasta un bloque typical Egipto. Un niño nos acompaña a la azotea, cada escalón es distinto y subimos totalmente a oscuras hasta arriba. En la azotea los ojos ya nos vuelven a servir, y lo primero que vemos son dos bancos de madera y una mesita que nos indican que no hay nada improvisado y que no somos los primeros en pasar por aquí, aunque tenemos toda la azotea para nosotros solos. La vista es impresionante y el lugar está de vicio. La paz de la terraza, la brisa que corre y las pirámides... a oscuras. Una gozada para relajarnos un poco del ritmo que llevamos!!!. Pedimos cervezas y también nos traen una botella de agua (cosa muy típica). Y de repente... Zaaas!!!. Las pirámides se encienden y empieza el espectáculo. Estamos a las mil maravillas!!!. Y para colmo, con la cámara de fotos apoyada en el súper-trípode, hacemos unas fotografías super-chachis.
Acaba el espectáculo y Aziz insiste en llevarnos a su casa, que está justo enfrente, para que conozcamos a su familia (qué corte!). Nos presenta a su madre, a su hermana, a su mujer y a sus dos pequeñajos: una niña y un niño. También nos enseña su casa y ya vemos que debe pertenecer a una clase media, aunque sus casas poco tienen que ver al nivel de vida en España. Nos invitan a un té hirviendo y hacemos cuatro tonterías con los niños.
Lucia y Jonas quieren volver al hotel, les acercamos y nosotros vamos al hotel Mena House a cenar. Este palacio-hotel es un lugar muy, muy bonito y muy, muy romántico. Damos un paseo y escogemos cenar, a la luz de las velas, en el restaurante que hay en el jardín, a los pies del palacio y de las pirámides iluminadas. La cuenta de la cena sale por 140 £ (3.500 pts). Y en definitiva... pensamos que vale la pena darse este capricho, pues en España costaría, como mínimo tres veces más.
Ahora... y antes de ir a dormir, toca solucionar el problemón de la maleta. Al menos tenemos la suerte que aquí, y aunque es la una de la madrugada, sabemos que algo encontraremos. Aziz nos acerca a una zona de compras donde todo está cerrado, aunque preguntando y ante la posibilidad de bussines... nos abren una tienda. Sí, sí, nos la abren!!! Nos quieren vender unas maletas que parecen salidas de las primeras olimpiadas griegas, pero no estamos tan desesperados. Casi prefiero que se me abra la maleta y se me salgan los calzoncillos en pleno aeropuerto a pasearme con esa antigüedad.
Mirando, mirando... y para demostrar lo muuuuy preocupados que estamos, compramos 5 huevos de piedra (a 12 £ cada uno) para no sé qué, pero de algo servirán, seguro!!!. Nos traen un rollo de cuerda que nos convence y que nos servirá para precintar la maleta. Nos sale más cara la cuerda (30 £) que las piedras, pero ya no nos quedan fuerzas para seguir regateando y además la necesitamos.
Aziz nos deja en el hotel. Le pagamos las 125 £ y un propinón de 50 £. Está muy contento, aunque no mira el dinero. Nos dice que somos muy buena gente y nos abrazamos y todo. Prometemos llamarle si un día volvemos a El Cairo, aunque no sabemos cuándo.
Llegamos a la habitación, nos duchamos y a la cama. Mañana será otro día.
El día de hoy se cuenta rápido. Lo más interesante ha sido conseguir levantarnos, conseguir vestirnos, y conseguir cerrar la maleta y envolverla en la súper cuerda de 30 £.
Y colorín colarado... este cuento se ha acabado !!!!!!!!!!!!!!!. Hasta la próxima !!!