Relato de un viaje de turismo solidario en Marruecos

Salam'aleikum a todos!. Este verano fui a Marruecos con una ONG llamada Sodepau. Casualmente por internet pude ver el programa del viaje y en seguida me llamó la atención el hecho de poder hacer un turismo diferente, ya que, además de visitar lugares de interés turístico también podríamos conocer diferentes proyectos que Sodepau está llevando a cabo en este país tan lleno de contrastes.

Sodepau es una ONG que, desde hace más de siete años, da apoyo a iniciativas locales de Marruecos que están relacionadas con el turismo rural, y que es un complemento a la actividad agrícola. Esta ha sido una manera de poder crear puestos de trabajo y valorizar la montaña marroquí. Además de llevar a cabo estos proyectos esta manera de viajar nos acercó a la realidad y la vida cotidiana de las poblaciones rurales.

Es muy difícil compilar en tan poco espacio un viaje tan lleno de sensaciones y vivencias que sin duda significó un punto de inflexión en la vida de todos los que viajábamos allí por primera vez... Realizamos todo el viaje en un microbús (desde Barcelona) y a veces realizamos largas excursiones a pie, con el apoyo de las inestimables mulas que nos ayudaron a adentrarnos lentamente en la magia de Marruecos. Como una compañera más de viaje, como fondo de todo el paisaje, la música berebere, que se nos quedó impregnada en nuestros corazones.

El primer choque de culturas no se hizo esperar, puesto que viajamos en el Ferry Marroc desde Almería a la ciudad de Nador donde los únicos turistas éramos nosotros. Fue interesante verse desde ese otro lado y sentir algunas miradas de curiosidad clavadas en nosotros. Desde Nador, realizamos toda la ruta a través de la agencia de viajes marroquí llamada Tizi Rando, con la que colabora directamente Sodepau.

La ruta que realizamos duró unos trece días, comenzamos desde el Rif oriental dirección a la región de Fez, en un albergue precioso situado en un pueblo llamado Ait Jaber, donde una de las noches pudimos compartir un té en casa de una hospitalaria familia. Tras un día alojados allí comenzó nuestro recorrido hacia las ciudades de Fez, Marrakech y Rabat.

De Fez nos llamó especialmente la atención su parte más antigua con su zoco laberíntico compuesto de infinidad de callejuelas, en las que pudimos perdernos y comenzar a practicar el difícil arte del regateo, dado que en cualquier esquina podías encontrarte puestos de artesanos (de piel, de platería, de telas...) y mercados de carne y verduras... Algo que nos impresionó y nos dejó cierta sensación de tristeza fue imágenes que lamentablemente se repitieron durante todo el viaje: los niños cargando mercancías, vendiendo y pidiendo monedas o algo para comer.

El recorrido seguía su curso hacia el Alto Atlas y pudimos disfrutar de la transformación del paisaje a nuestro paso, de una zona más seca, árida y llana a otra en la que podían vislumbrar ya las montañas y una mayor vegetación. Visitamos las ciudades de Rabat y Marrakech. Marrakech es una gran ciudad amurallada con un tráfico impresionantemente caótico y con muchos lugares de interés turístico; una ciudad que nos enamoró a todos de maneras distintas y en la que pudimos disfrutar, en la noche, de la plaza Yemaa el Fna. Esta plaza es el punto de encuentro para cuentistas, músicos, encantadores de serpientes, vendedores de agua.... Es como la Rambla de Marrakech. En esta ciudad también pudimos conocer otro de los proyectos de Sodepau llamado Femmes de Marrakech que es una cooperativa de un grupo de mujeres que diseñan y confeccionan ropa (vestidos, camisas...) y distribuyen su producción a Europa a través del comercio justo y solidario.

Camino de Ikkis, en el P. N. del Toubkal

Aunque todo nos encantó fueron especialmente especiales los días que pasamos en albergues rurales, en el Alto Atlas, donde los pueblos se confunden con el color ocre de las montañas y donde pudimos disfrutar de la compañía del guía y los cocineros que con sus canciones y sus mulas nos guiaban hacia la profundidad de aquellas entrañables montañas.

Nos alojamos en un albergue rural de un pueblo llamado Aremd que está situado dentro del Valle del Toubkal (Parque Natural).

Allí Sodepau ha colaborado con algunos proyectos en la que la propia población y asociación de vecinos han sido los verdaderos propulsores: por ejemplo, el alumbrado de las calles, la canalización de agua, la cimentación de las calles o la compra de un toro semental para las vacas del pueblo.

De Aremd nos trasladamos a otro pueblo llamado Ouanskra, donde también estuvimos alojados en otro albergue rural familiar y donde fue muy especial un paseo que realizamos por las callecitas del pueblo donde pudimos intercambiar miradas y sonrisas con los habitantes que nos miraban con mucha curiosidad, en especial los niños que nos perseguían allá donde fuéramos, pero que en cuanto sacábamos la cámara de fotos se asustaban y se escondían rápidamente.

Estos días en la montaña del Alto Atlas fueron también especiales por la convivencia que pudimos disfrutar con el resto de personas que componían el grupo de viaje. Hubo muy buena conexión espiritual entre todos los que componíamos el grupo, se nos abrió el corazón ante la excelente labor que Sodepau está realizando en estos poblados, así como la hospitalidad de muchos de los marroquíes con los que pudimos compartir algunos momentos inolvidables. Por todo ello me llevo un gran recuerdo de los días pasados en este país al que estoy deseando volver, así como de todas aquellas personas que tuve la suerte de conocer.