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Bandera de Mauritania

MAURITANIA

Relato de una expedición desde Algeciras a Dakar

Esther
Published on Data viatge: 2005 | Publicat el 10/12/2005
2.5 de 5 (238 vots)

Introducción

Imagen de uno de los campamentos de la expedición desde Algeciaras a Dakar
Imagen de uno de los campamentos de la expedición desde Algeciaras a Dakar

Este es el relato de una expedición, realizada en agosto de 2005, con inicio en la ciudad gaditana de Algeciras y final en Dakar, la capital senegalesa, atravesando Marruecos de norte a sur y la República Árabe Saharaui (Sahara Occidental) para entrar en Mauritania.

Visitamos muy a fondo Nouadibou, el Banc d'Arguin, la región del Adrar, Chinguetti, Atar y Nouackchot, entrando vía Rosso en Senegal. En el regreso yo vuelo desde Dakar a Barcelona.


Ficha técnica del viaje

Fecha del viaje

Del 1 al 30 de agosto 2005.

Países recorridos

Marruecos, Sahara Occidental, Mauritania y Senegal.

Kilómetros totales recorridos

Unos 4.600 km aproximadamente.

Vehículos

Nissan Patrol y Land Rover Defender.

Grupo

Diferentes nacionalidades y edades.

Organización

La organización de esta expedición corrió a cargo Kasbah Expedicions, con Jordi, Hassan y Lhancen. Perfecta organización, muy conocedores de todo el territorio y de la conducción por zonas difíciles, dunas, pistas, etc. Han sabido elegir los itinerarios, las etapas, los lugares donde dormir y dar al grupo ese aire de aventura y camaradería que ha reinado durante todo el viaje. Les felicito y aprovecho desde aquí para recomendarlos. Tanto en Marruecos como en Mauritania y Senegal han sido inigualables.

Lo mejor del viaje

- La forma de viajar, aventura y muy a tu aire.
- Las travesías de desierto, sin prisas y sin pausas.
- El poder de improvisación.
- El contacto con las gentes.
- Los campamentos y los picnic.
- El sentirnos bien recibidos en todos lados por amigos de los organizadores.
- Mauritania, sin duda un país muy salvaje, bastante virgen y duro.
- El sur de Marruecos y el antiguo Sahara, me han sorprendido.
- La pluralidad del grupo, tanto en edades como nacionalidades y cultura.
- Esa sensación de sentirte protegido por gente que conoce lo que hace.

Y lo peor...

- Las ampollas de mis pies.
- Dakar.
- La dureza del circuito, por las temperaturas. Son los inconvenientes de tener que viajar en agosto.
- La frontera de Rosso.
- El regreso.


DIARIO DE VIAJE DE UNA EXPEDICIÓN DESDE ALGECIRAS A DAKAR

Día 1: Encuentro e inicio del viaje

El día previsto a la hora indicada, empieza mi viaje, desde el primer momento, me había planteado, que este, fuese un viaje diferente, ya conocía Marruecos, pero no más allá de Marrakech, me unía a un grupo que emprendía una expedición de tres meses. Por delante treinta días, llenos, seguro, de muchas nuevas y gratificantes experiencias.

El encuentro fue en Algeciras, embarcamos en el primer ferry a Tánger (Marruecos) sobre las seis de la mañana, el puerto está lleno de inmigrantes, el embarque se hace pesado, pero llega. Ya en Tánger, todo funciona con las premisas de la burocracia marroquí. Al fin en ruta dirección Essaouira, etapa de tránsito antes de entrar en tierras del sur, bajamos por la autopista hasta Casablanca y desde aquí hasta la conocida por los portugueses, como Mogador. El ambiente es estival, mucho turismo local y algo que hace entrever que esta ciudad ha cambiado a pasos agigantados en los últimos años.

El grupo lo formamos siete personas en dos coches, incluidos Jordi y Lhancen, el equipo de Kasbah y organizadores de la expedición. A pesar del numero de personas, me llama especialmente la atención la ligereza de equipaje, eso para mí, aunque quizás este equivocada, siempre ha sido sinónimo de buen viajero.

Esa noche después de una buena cena y un paseo por la medina y la playa, nos hospedamos en una casa en la misma muralla, desde la terraza se escucha el romper de las olas. Aunque se respira aire de inquietud y nerviosismo, una especie de hormigueo y ese brillo en los ojos tan peculiar, se ha apropiado de las caras de todos nosotros.


Día 2: ESSAOUIRA (Marruecos) - IFNI

Al amanecer, carretera y manta. Hoy nueva etapa de tránsito, tenemos que cruzar Agadir y eso en pleno mes de agosto, supone paciencia. Agadir es lo más parecido a lo que nunca debió existir, una mala copia de Benidorm, como no podía ser menos, en Agadir, por haber hay hasta hipermercado, situación que aprovechamos para abastecernos de vino, cerveza e incluso hielo que en la nevera de uno de los coches, hará que esta tarde podamos bebernos una lata fresca a la orilla del mar, por descontado, compramos también provisiones. Continuamos la ruta, pasamos por Tiznit, esta ciudad es conocida por ser la ciudad de la plata y donde antiguamente, los caravaneros, hacían una parada obligada en destino a Fez e incluso Egipto.

La brisa marina se empieza a notar, nos dirigimos hacia Sidi Ifni, la antigua colonia española, que poco a poco se va abriendo paso en el difícil mundo del turismo, aquí unas espesas brumas, que salen del mar, hacen que el paisaje parezca fantasmagórico. Comemos en Sidi Ifni, en un lugar conocido como la Suerte Loca y con mucha historia, el ambiente es muy agradable, muchos pescadores, a la salida, dirección al puerto, quedan restos de los antiguos cuarteles españoles.

Entramos en pistas, a veces bordeando el mar y otras internándonos hacia el desierto, vemos antiguos fuertes, tanto españoles como franceses, finalmente, llegamos a una increíble playa, allí, los organizadores cuentan con un buen amigo, Mohamed El diablo de la playa. El lugar, solitario e inhóspito, es de una belleza abrumadora, montamos el campamento, la cena augura buen pescado. Las cervezas están listas... y frescas.

La suerte loca

Cuando el lugar era colonia española, una mujer montó este bar restaurante que a la vez era estafeta de correos y vendían lotería, fue de los primeros del Ifni. El Gordo de navidad cayó allí en un par de ocasiones, uno de sus empleados, le dijo a la señora que le vendiera el restaurante, a lo que ella le respondió que si en el próximo sorteo de Navidad volvía a tocar el premio, se lo regalaría. Y así sucedió, A día de hoy lo sigue regentando esa familia. Suerte Loca.

El diablo de la playa

Mohamed es un pescador del Ifni que vive en esta playa y lo hace de la pesca, en una barraca en primera línea de mar, junto a un antiguo cementerio de pescadores portugueses. Es amigo de Jordi, nuestro guía, desde hace años, tienen buen feeling. Mohamed, es todo un personaje, habla español perfecto e incluso en su día tubo carné de identidad español, al preguntarle: ¿Y vives aquí solo siempre? me respondió afirmativamente, a lo que le pregunte si no tenía miedo o reparo de estar allí solo: ¿Miedo? ¿De qué? Yo soy el diablo, el diablo de la playa. Curioso porque aquella playa, más que parecerse al infierno, es un paraíso.


Día 3: En la Playa

Amanece un día precioso en la playa. Un baño matinal para empezar bien el día. Hemos hecho una pequeña excursión por las cercanías, la costa es abrupta formando pequeñas calas de una belleza inigualable, el mar es salvaje y las playas están llenas de restos de fauna marina.

El resto del día lo dedicamos a deambular por la zona. Vamos de pesca con Said uno de los hijos de Mohamed, para tomar el sol o simplemente para perder la vista en el horizonte. Cuando ojeaba el mapa de Marruecos, nunca hubiese imaginado estas playas en estas latitudes, los núcleos más cercanos de civilización se encuentran a 70 km el Ifni y casi 80 Gouelmim. La zona es embriagadora y muy especial.

Para comer ¿pescado o centollo?

La pesca con Said ha sido un éxito, percebes, centollo y pescado de todas clases y medidas, una buena brasa en la arena y a comer. Con el resto, Mohamed El diablo nos ha prometido una buena tajine de pescado al estilo Ifni, para esta noche en su barraca, algo increíble, en mi vida había comido pescado y marisco, tan fresco y cogido con nuestras mismas manos.

Buscando el Sur

Después de la comida una buena reunión entre espinas, Mohamed emocionado, nos enseña un ejemplar de un libro, lo saca de un sobre acolchado y franqueado desde Canarias con su dirección del Ifni, se trata de un ejemplar de Buscando el Sur de Roman Morales Garcia, un canario buen amigo de Mohamed, que caminando ha recorrido toda Sudamérica y parte de África, una buena dedicatoria ya que con él recorrió durante días toda esta zona, múltiples menciones a Mohamed y una a Jordi. Lo buscaré a la vuelta, parece un buen libro.


Día 4: PLAYA BLANCA - OUED DRA - AOREOLA

Salimos de la playa. Mohamed y sus dos hijos Said y Moustafa, nos despiden deseándonos buen viaje, la estancia ha sido entrañable y reconfortante, ha sido un lujo conocer a esa gente. Continuamos por pistas en dirección a la Playa Blanca, vamos bordeando la costa, sólo atravesar el río que desemboca en la Playa Blanca volvemos a internarnos en desierto abierto y siguiendo multitud de pistas, la zona es complicada y de difícil orientación.

Al final cruzamos la desembocadura del río Dra, retrocedemos y llegamos a un antiguo fuerte francés, el de Aoreola. Allí vuelven a aparecer pescadores, abajo, una inmensa playa que llega hasta Tan-Tan, el recorrido ha sido corto, pero lleno de buenos paisajes, toda esta zona, es realmente increíble.

Montamos el campamento cerca del fuerte semiderruido y cerca de otra barraca de pescadores, muy cerca hay un montón de tanques oxidados, como restos de una guerra, en cuanto oscurece, aquel lugar, se convierte en un trasiego continuo de luces, son vehículos de contrabandistas. La noche es agradable, tras la cena, historias y aventuras de ese lugar.

En medio de un campo de tiro

Nos despiertan al alba, un grupo de militares, hablan con Jordi y Lhancen: Vous devez partir dŽici, vite, vite. Resulta, que aquel amasijo de tanques oxidados, no es, ni más ni menos, que un campo de tiro de la aviación marroquí. Los pescadores, que la tarde antes nos habían indicado donde plantar el campamento, se ríen a carcajadas: mouchi mosquil, mouchi mosquil (no problem).


Día 5: TAN-TAN - SMARA (Sahara Occidental)

Salimos corriendo. Ante el aviso de los militares marroquíes, no tenemos tiempo ni de desayunar. Continuamos camino, buscando la carretera que va a Tan Tan, justo antes del río Dra, en el mismo puente, empiezan los múltiples controles, policiales y militares, que no nos abandonarán hasta Dakhla.

Justo antes de llegar a la carretera, nos encontramos con otro antiguo fuerte francés, convertido en una especie de albergue campamento, muy utilizado por muchos aventureros expedicionarios camino hacia el sur, en toda esta zona, el turismo es prácticamente nulo.

Paramos en ese albergue a desayunar, se trata del Ksar Tifnidilt, un lugar que suena a lujo oriental después de las ultimas etapas, regentado por unos suizos, encontramos WC decentes y limpios, trato exquisito e incluso piscina.

Después del desayuno continuamos ruta, pasamos el primer control, concretamente el del Oued Dra. A partir de aquí, de puesto en puesto, militares y policía se van comunicando y en todos momentos saben donde nos encontramos, la ficha es extensa, nombre, apellidos... del padre, de la madre dirección, incluso estado civil y número de hijos, Jordi lo tenía previsto y hemos fotocopiado una treintena de copias con los datos de todos a fin de agilizar esos controles.

Ya estamos en la llamada República Árabe Saharaui Democràtica (Sahara Occidental) y camino de Smara, la ciudad santa, controlada actualmente por fuerzas de la ONU. Ese será nuestro destino, pero antes paramos en Tan-Tan a fin de comprar comida, pan y sobre todo agua.

Nos separan de Smara casi 300 kilómetros, la carretera es solitaria, circulamos kilómetros y kilómetros sin cruzarnos con nadie, incluso me atrevería a decir que en todo el trayecto, solo hemos coincidido con dos viejos Land Rover de nómadas.

Antes de llegar a Smara, a una cincuentena de kilómetros, nos desviamos por una pista en busca de una jaima de nómadas que se aprecia en el horizonte, la intención era simplemente saludarles y tomar un té, pero ante su insistencia, hoy nos quedamos a dormir con ellos, nos señalan donde plantar nuestro campamento.

Compartimos cena con ellos, nos preparan un cous-cous con carne de camello y probamos por primera vez la leche de dicho animal. Otra incomparable experiencia, con una noche calurosa y con un cielo donde no cabe ni una sola estrella más.

Café au laite, croissant y WC

La parada en el Ksar Tifnidilt ha sido recibida con buen agrado, el desayuno soberbio, café, té, leche e incluso croissant calientes (estos suizos!!) en medio del desierto, la peregrinación por parte del grupo hacia los WC, parecía el Camino de Santiago en agosto, los propietarios, dos sexagenarios, con tendencias sexuales dudosas nos miran e intuyen rápidamente de donde venimos, lo que no pueden imaginar es a donde vamos.


Día 6: SMARA - TARFAYA

De nuevo en marcha. Una vez más, partimos con la sensación de dejar atrás algo nuestro, amigos.

Llegamos a Smara, los controles tanto de entrada como de salida son férreos, hace calor y la ciudad parece dormida.

Smara, sin tener nada especial, desprende algo que té hace flotar, toda esta zona y más aún camino de El Aioun. Me recuerda especialmente una película que vi hace unos meses y que me gustó mucho: Cuentos de la guerra sahariana. Todo este territorio té hace sentir mas próximo.

A unos kilómetros de Smara tomamos desvío a nuestra derecha para coger una pista que nos debe conducir a unos kilómetros a la entrada de Tarfaya (antes hemos preguntado en el ultimo control de la Gendarmería si eso era posible, toda esa zona está controlada por el ejército y las pistas más aún).

Nos han indicado que pas problem pero su tono no nos ha acabado de convencer, sea como fuere, al final volvemos a enlazar con la carretera y sin ningún problema llegamos a Tarfaya. La travesía ha sido sahariana. Tarfaya es única, lo mas Tarantino que uno pueda imaginarse, un gran puerto de pesca y un pequeño poblado de casas bajas, calles paralelas y gentes variopintas, antiguos exlegionarios y saharauis camuflados.

En la playa, junto al puerto, aún se conserva una antigua fortificación que queda a modo de islote cuando sube la marea, ahí estuvo preso Saint Exupery, en esa playa volvemos a montar nuestro campamento, rápidamente, un enjambre de niños capitaneados por un viejo pescador, nos ofrecen pescado y marisco, de nuevo brasas en la arena y la cena está lista.

Cuentos de la guerra saharaui

Trata de un legionario que deserta al negarse a cumplir la orden de represión contra una familia saharaui, en agradecimiento, lo protegerán y esconderán. Al ser invadido el Sahara por Marruecos, él parte hacia Argelia. Al final llega a ser un héroe para el pueblo saharaui, pero como ellos, se quedará sin orígenes, sin familia y sin patria. Una película de Pedro Pérez Rosado.

Saint Exupery y Tarfaya

Fue en Tarfaya, donde Antoine de Saint Exupery escribió su obra El Principito, durante sus múltiples vuelos transaharianos de la Post. Se ha creado un pequeño museo de todos estos hechos en Tarfaya, no siempre está abierto, si coincides vale la pena visitarlo.


Día 7: EL AIOUN - DAKHLA

Amanece sin novedad. Una espesa bruma y mucha humedad cubre Tarfaya, eso hace que el lugar parezca mucho más fantasmagórico que ayer. Conforme se abre el día y camino de El Aioun, el día se va abriendo, la carretera se cubre con una fina capa de arena que una suave brisa hace correr y en algunos momentos desaparecer incluso la ruta. Llegamos a El Aioun. El día se ha abierto, sol y calor. El Aioun, es una ciudad grande, aún pueden verse antiguos restos de la colonización española, incluso sombras en la puerta de los muchos cuarteles que recuerdan el Todo por la patria. El antiguo Parador Nacional de Turismo inaugurado por el mismísimo Fraga Iribarne es ahora el hotel Parador. Muchos militares. Hacemos una parada en El Aioun Puerto, antes de continuar camino, tomamos unas cervezas en el Casa Josefina, en la misma playa y con aires andaluces, pescadito frito y esas cosas.

No podemos resistirnos, a unos kilómetros de El Aioun dirección Dakhla, algo irreal, precioso, se trata de una zona de dunas que desembocan directamente al mar, al unísono, traje de baño y al agua, es una locura deslizarse directamente al mar desde la cima de esas dunas, el agua es templada. Buen baño, si señor, aprovechamos y antes de continuar, hacemos un pic-nic, sin duda, uno de los mejores chapuzones de mi vida o al menos el más original.

De nuevo en ruta camino de Dakhla, la antigua Villacisneros, cada vez nos adentramos más al Sahara Atlántico, desolación total, a partir de Boujdour los núcleos habitados son prácticamente nulos, una gasolinera en centenares de kilómetros, jaimas de nómadas que huyen de los calores del interior y muchos dromedarios diseminados por el paisaje, es bonito, muy bonito, creo, que si tuviese que describir la libertad, lo haría con este paisaje y con esta sensación.

Llegamos a la entrada de Dakhla, otro control de la Gendarmería y el ejército, la ciudad queda a unos kilómetros ya que forma una bahía muy grande, entramos dirección a la ciudad, el mar es de otros colores, más azul, la arena blanca y el agua cada vez más caliente, estamos cerca del Trópico de Cáncer.

Toda la zona está completamente llena de jaimas, son nómadas saharauis. Plantamos el campamento en esa zona, la bahía es preciosa, el lugar un sueño y ya estamos muy cerca de Mauritania, hasta hace muy poco desde aquí, se debía llegar a Guerguerat en un convoy que organizaba el ejército, y era en Dakhla donde había que arreglar documentación y papeleo, pero eso ha terminado. Ahora la ruta hasta Guerguerat, es libre. Mañana la conoceremos.

En el control de entrada a Dakhla, Lhancen tiene un percance con los gendarmes, está lejos de su casa. Lhancen habla perfectamente español, el gendarme, se le dirige en ese idioma al ver que la mayoría somos de esa nacionalidad, trasiego de papeles arriba y abajo, Lhancen le pide a Jordi 20 Dh por si acaso, entra en acción otro gendarme, documentación en mano: - De donde tu?... de Tazarine., Wuaja, mi mama también de Tazarine -responde el Gendarme- entre risas continúan hablando, ahora ya en árabe, se funden en un abrazo y asunto concluido, no sin antes invitarnos a su casa a tomar un té, le decimos que no llegamos a la ciudad si no que acamparemos en la bahía. Aquella noche, recibimos la visita del Gendarme en nuestro campamento, fuimos nosotros quien le invitamos a ese té. En el Sahara todo es posible, en África todo es posible...


Día 8: DAKHLA - GUERGUERAT - NOUADIBOU (Mauritania)

Hoy entramos en Mauritania. Salimos de Dakhla en dirección Guerguerat, la última población marroquí y puesto fronterizo, antes atravesamos el Golfo de Cintra, el Trópico de Cáncer y el Cabo Barbás, aquí precisamente, hay la única gasolinera, hotel y restaurante en todo el trayecto, resulta un lugar especial y lleno hasta los topes de variopintos personajes, aventureros de todas las nacionalidades, policía, traficantes, contrabandistas, podría ser escenario de una buena película.

Llegamos a la frontera, Marruecos acaba de estrenar unas nuevas instalaciones, barracones nuevos y estancias bastante dignas, unos kilómetros atrás quedan las antiguas instalaciones abandonadas y que dan miedo. El tema del papeleo va rápido, frontera, aduana, gendarmería y ejército. Seguimos, Mauritania nos espera.

Imaginaba, que justo después de ese puesto llegaría el mauritano, pues no, recorremos unas pistas durante unos treinta kilómetros conocidas como tierra de nadie, se ven muchos coches, o chatarra mejor dicho, victimas de las explosiones de las minas, toda la zona está completamente minada, fruto de la guerra del Sahara.

Es una zona extraña, buscavidas por todos lados, depósitos de coches de lujo con matrículas europeas que hacen pensar en una extraña procedencia, muchos nómadas con viejos Land Rovers cargados hasta el firmamento, es una zona curiosa y por la que circular té obliga a hacerlo con muchos recelos.

Por fin llegamos a la frontera mauritana: se trata de tres jaimas separadas por un centenar de metros, militares, policía y aduana, el trato es correcto y los trámites bastante rápidos, ahí mismo tramitamos el visado y rápidamente se acercan a nosotros business man ofreciéndonos un cambio paralelo de divisa.

Seguimos un tramo más de pista y nos encontramos con el asfalto, una reciente y nueva carretera entre Nouadibou y Nouackchot, aún si terminar, pero que ha agilizado la unión de esas dos ciudades, nos desviamos a nuestra derecha camino de Nouadibou, nos encontramos con las primeros rebaños de dromedarios. Todo aquello ha parecido como la puerta de África, aquí ya todo es diferente. Jordi ha llamado a un buen amigo, se trata de una persona muy conocida, Mohamed Artouro, nos acompaña a su Albergue-Camping y nos instalamos.

El primer contacto con Nouadibou es sorprendente, no imaginaba una ciudad así, esto es un paraíso para la fotografía, es realmente diferente a todo cuanto yo, había visto hasta la fecha.

A unos kilómetros de la ciudad, atravesamos el aeropuerto y después de pasar por una zona de suburbios, llegamos a un lugar conocido como el Centre de Peche, esta en una zona de manglares, donde la marea, con sus subidas y bajadas, inunda los caminos y debes circular a veces, incluso por dentro del agua. El Centre de Peche, es un lugar donde hospedarse y pescar, cuenta con un buen restaurante y es punto de visita dominical para la clase pudiente de la ciudad. Ya a la caída del sol, volvemos al centro y nos disponemos a buscar un sitio para cenar. Estas ultimas etapas, han sido muy buenas y la entrada a Mauritania impresionante.

Ensalada, gambas y langosta

La casa de Artouro, donde estamos hospedados, está en el Boulevard Median de Nouadibou, al final, tocando al mercado de los pescadores.

Son las nueve de la noche y barajamos la posibilidad de entrar a cenar en un restaurante chino grande y al parecer con buena reputación: el Gran Dragón, pero vemos que prácticamente al lado hay un restaurante pequeño, que anuncia pescados y frutos de mar.

Nos acercamos. En la terraza, un hombre de medidas gigantescas, negro, con una bouboun maure (gandora azul mauritana), parece un chaman y hablando con ese francés masticado que hablan los Áfricanos al sur del Sahara, nos dice que ya esta cerrado. Nos avisa a modo de favor: Bueno, si quieren puedo ofrecerles, gambas, ensalada y langosta. ¿Cómo? Todos para adentro, se trata de uno de los mejores restaurantes de la ciudad, aire acondicionado, muy limpio, incluso en el toilette, toallitas y un liquido desinfectante hospitalario.

La cena impresionante: una ensalada de formas gigantescas, con un muestrario de todo tipo de vegetales y encurtidos, las gambas de impresión, una fritada de pescado inigualable y por fin langosta. Buen lugar y recomendable, en cuanto al precio, es mucho mejor que lo descubráis en persona. Recordar: Le Tratoire, en Boulevard Median (el propietario es inconfundible).


Día 9: NOUADIBOU

Despertamos en Nouadibou. La verdad es que esta ciudad me ha impresionado, solo levantarnos, Artouro nos comunica que esta noche estamos invitados a una cena especial, se trata de un tieboudinne plato tradicional senegalés y que nos cocinará Moulouda, una amiga suya senegalesa que trabaja en su camping/albergue.

Hoy el día estará lleno de sensaciones y experiencias.

Empezamos por el mercado, es realmente auténtico, pequeños puestos en el suelo, de comida cocinada y fresca, el mercado de la carne, es todo cubierto encañizado con pequeños pasillos que hacen difícil el tránsito, artesanía poca pero buena, mucho colorido y trasiego de gentes y animales, la mezcla étnica es importante, mauros, senegaleses y muchos subsaharianos en general, es la primera vez, que me da la sensación de estar en África.

Continuamos nuestro paseo, aprovechamos para sacar el seguro obligatorio para circular por el país y cambiamos dinero. Después visitamos la gran mezquita, financiada en gran parte con los fondos de un grupo terrorista y de moderna construcción. Seguimos hacia el puerto de pescadores, es impresionante. Ahí visitamos otro mercado, una especie de barrio formado por tiendas donde comprar utensilios de pesca de altura, material tanto nuevo como de ocasión, extraído del cementerio de barcos.

Me ha encantado de forma muy especial toda la zona del puerto. Hemos comprado pescado que cocinaremos en Cabo Blanco, rumbo allí, nos cruzamos con el tren de Choum-Fredrik. A nuestra izquierda el cementerio de barcos, es realmente impactante.

Llegamos a Cabo Blanco, lo preside una gran cruz en homenaje a unos marineros bretones que murieron en la zona tras un naufragio. Vemos la colonia de focas monje y hablamos con uno de los cooperantes españoles que trabajan allí.

Por una pendiente bestial y ayudados por una cuerda, descendemos hacia la playa, se trata de una grandísima playa, muchos pescadores, el día es muy bueno, nos bañamos y después cocinamos los loups que hemos comprado en el mercado.

Ya de vuelta, volvemos a la zona del mercado, recogemos unas camisas y gandoras que habíamos encargado por la mañana y que nos han hecho a medida, muy bonitas. Ya al oscurecer, volvemos a casa de Artouro, nos espera una buena cena. La sensación de Nouadibou ha sido como entrar en otro continente, luz, color y mucha vida.

El tren de Choum ¿Dónde acaba?

El tren de Choum es el tren más largo, el más lento y el más pesado del mundo. Sale de Nouadibou y llega a Fredriz-Zouerat, un recorrido de 700 km a través del desierto. Está compuesto por 210 vagonetas y en la cola un vagón para pasajeros, puede alcanzar más de 2,5 km de largo y la mayoría de su recorrido es a través de dunas. Se construyó para transportar mineral desde Zouerat hasta el puerto de Nouadibou.

El cementerio de barcos

A la salida de Nouadibou dirección a Cabo Blanco, en el mar, encontramos un amasijo de hierro oxidado, son barcos, algunos a flote, otros semihundidos y algunos ya bajo las aguas.

Mauritania se abrió al mar hace apenas treinta años, algunos de estos barcos fueron de mauritanos que pretendieron dedicarse a la pesca, por la falta de experiencia y de material humano cualificado y por el desconocimiento del medio marino ya que muchos de ellos eran gentes del desierto, algunos optaron por abandonar esas naves en la bahía, ya que muchas sociedades de pesca se hundieron, otros, más avispados, armadores extranjeros, simularon en la zona naufragios y abandonaron en ese cementerio sus naves a fin de cobrar de las compañías aseguradoras.

Ahora, muchos habitantes de la ciudad viven de la recuperación de piezas y chatarra de estas carcasas. La zona es realmente fantasmagórica e impactante.

El tieboulinne de Moulouda

Moulouda nos sorprende con una obra de arte culinaria, el tieboulinne, se trata de un guiso de pescado y verduras, naturalmente pescado de primerísimo calidad y frescura, estamos en Nouadibou, se acompaña con arroz, previamente frito.


Día 10: RAS TAFARIT

Partimos de Nouadibou. De nuevo atrás quedan amigos y recuerdos.

Tomamos la recién acabada carretera que une esta ciudad con Nouackchot. Hasta hace apenas unos años, para atravesar el país de norte a sur era necesario hacerlo o bien por las pistas del Banc d'Arguin por la playa y aprovechando las mareas o bien por esta carretera, entonces pista y que utilizaban principalmente los camiones y que según nos explica Jordi, era una autentica tortura. Esta carretera tiene casi 600 km, de los que hacemos un centenar por este nuevo asfalto para desviamos a nuestra derecha por pistas rumbo al Ras Tafarit (Cabo Tafarit).

La zona es difícil, tanto de conducción como de orientación: cruzamos pequeñas cordilleras de dunas, solo arena, matojos y algunos dromedarios diseminados. Hasta Tafarit, la presencia humana es prácticamente nula, nos separan casi doscientos kilómetros. Está siendo nuestra primera ruta sahariana de verdad, adrenalina a borbotones y más aún cuando llegamos a Tafarit a mediodía. Es verlo para creerlo, kilómetros de playa virgen, solitaria, en la misma arena un campamento de jaimas montado y custodiado por las mujeres de Tafarit.

Estamos completamente solos, elegimos la mejor jaima, aunque todas son perfectas, alfombras en el suelo y colchones, de grandes dimensiones, cabemos todo el grupo, en este lugar... no podría haber mejor alojamiento. Hace calor, pero la brisa marina disipa la sensación, que momentos antes habíamos tenido en el interior. Nos quedaremos aquí mañana también. Ahora baño obligado, aguas cristalinas, cálidas, peces a nuestros pies incluso de colores, la fusión del desierto con el mar es inexplicable. Mauritania está siendo un sueño.

La mujer maura

Como en casi todos los medios rurales la mujer maura no se tapa la cara con pañuelo (melhafa). La antigua melhafa de color azul índigo poco a poco está perdiendo terreno y es sustituido por los coloridos tissus, de colores muy vivos y ligeramente transparentes. La mujer maura es y siempre ha sido libre en la elección del matrimonio, es libre de divorciarse y volver a casarse. Normalmente los matrimonios son monógamos. Otra costumbre que también en los medios urbanos poco a poco va desapareciendo es lo conocido como gavage (engordar a las chicas casaderas, ya que eso es sinónimo de feminidad y posición social elevada, las dosis de leche, carnes y cous-cous son extras a fin de conseguir esa condición). Me llama especialmente la atención cuándo llegamos a Tafarit, las mujeres y los niños son las que controlan absolutamente todo, desde el montaje de las jaimas hasta cobrar el alojamiento, son participativas y muy abiertas.


Día 11: TAFARIT

Despertar en Tafarit es un lujo. La noche fue agradable, clima y ambiente, hemos estado hasta las tantas viendo las mareas y disfrutando de este espectáculo, como lo es meterse en este mar recién levantado de la cama.

Hoy hemos ido hasta Iwik, en este lugar están las oficinas del Banc Nacional d'Arguin, es reserva natural, muy bien gestionado y lugar de parada de la mayoría de aves migratorias africanas, aún quedan grupos de pelícanos en las playas.

El parque fue fundado en los años 70 por el profesor Theodore Monod a fin de asegurar su protección. Nos dirigimos a las oficinas del Banc para sacar los permisos necesarios para cruzar el parque y quedarnos en la zona, se sacan por días y es un dinero bien pagado ya que como he dicho la gestión es buena. Hay zonas del Banc donde no está permitido ni acampar y en algunas ni siquiera la parada.

Iwik es un lugar precioso, cabañas frente a una playa blanca, con barcas de pesca maura, la tranquilidad de pasear y charlar con grandes y mayores, sin ningún tipo de agobio, la gente es muy abierta y no ponen ningún impedimento a la hora de ser fotografiados. Aquí compramos unas pulseras y collares hechos con la espina dorsal de un pez muy común en la zona y familia de la lubina, son muy originales y por supuesto artesanía. Toda esta zona es un poco complicada para la conducción, grandes lagunas casi inapreciables, pueden ser trampas para cualquier vehículo.

Comemos en Iwik. Antes hemos estado en una zona de playa donde hemos sido acechados por un autentico ejército de cangrejos, un tipo de cangrejo algo especial con una sola pinza muy desarrollada, en esa misma playa habían conchas de berberecho del tamaño de una naranja, increíble. Casi a la puesta del sol volvemos a Tafarit y nuestro campamento, paramos en una pequeña tienda muy bien surtida, compramos coca-colas y fantas, frescas como en cualquier super de los nuestros. A la llegada, de pesca. Ni que decir tiene, que esa noche los carbones volvieron a asar el mejor de los pescados, loups de tamaño considerable y bonito. El tiempo es impresionante, tanto que un baño nocturno es obligado.


Día 12: MAMGHAR

El Banc de Arguin nos espera. Nos dirigimos hacia el sur camino de Noauckchot, bajaremos por la playa, antes, pero recorremos el Banc de Arguin en su totalidad, volvemos a pasar por Iwik y desde aquí a Tessot.

Frente a Tessot hay un conjunto de islotes separados de la costa apenas unos centenares de metros, ya estamos en territorio Imraguen, los pescadores beréberes descendientes de los almorávides y residentes en esta zona desde hace decenas de millares de años, son los señores del mar y de la pesca mauritana, toda esta zona contrariamente a lo que pueda parecer desde tierra (aridez total) reúne todos los recursos más importantes de Mauritania y su ecosistema es único en el mundo.

En Tessot hacemos una travesía en barca hasta los bancos de pesca. Tortugas y delfines nos acompañan, toda la zona es espectacular, no en vano en los años 80 el Parque fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Con la nevera llena de pescado, nos despedimos de los avispados pescadores y continuamos ruta. Se repiten las zonas pantanosas y las entradas de mar formando bahías y bajíos hacen difícil la orientación. Pasamos por Techot y recorremos la bahía de San Juan hasta Rguelba, Aiuguej y al fin Cap Timiris y Mamghar, el poblado más grande y que reúne a la mayoría de los casi mil Imraguen que están esparcidos por el Parque.

De nuevo nuestro campamento en jaimas en el Cap Timiris, buen pescado y el confort que representa lo vivido y conocido el día de hoy. Teníamos previsto partir mañana en dirección a Nouackchot, la belleza del lugar nos retiene y el grupo decide sacrificar ese día extra que teníamos pensado en la capital para aprovecharlo en esta zona. Ha sido una buena elección.

Le Radeau de la Meduse

Hacia el 1816, parte de Francia un barco hacia Senegal llamado la Meduse. Este barco hacia el trayecto con el que debía ser el nuevo gobernador de Senegal. Al llegar a las costas del Banc de Arguin y debido quizás a una imprudencia de su patrón, la nave naufragó. De los 150 pasajeros quedan a bordo 17 y al no haber balsas de salvamento para todos algunos construyen una balsa, que después se llamó Le Radeau de la Meduse. Tras 12 días a la deriva, se producen escenas de canibalismo, provocada por el hambre y la desesperación. Durante ese periodo encuentran a tres supervivientes de los diecisiete que se habían quedado en la nave, presas de la locura y desesperación. Se trata de un episodio negro y misterioso en la historia francesa. El hecho está inmortalizado en el Louvre en un cuadro titulado Le Radeau de la Meduse.


Día 13: MAMGHAR

Día de relax. Nos quedamos todo el día vagueando por Mamghar, lo tenemos todo, buena playa, buen pescado y una gente realmente hospitalaria. Hoy parte del día lo invertimos para comentar entre todos, lo ya vivido y lo venidero, tomar el sol y largos paseos por estas playas increíblemente solitarias y salvajes.

Por la tarde se celebra una fiesta en el poblado, no nos enteramos muy bien de que se trata, únicamente unos niños vienen a buscarnos y nos señalan una jaima, como indicándonos que vayamos hasta allí, así lo hacemos, el ritual de los tres tes se repite una y otra vez y entre farándula, cánticos y alegría, el sol va perdiéndose en el horizonte. Somos muy bien recibidos.

De nuevo y una vez más, nuestra jaima al borde del mar. No se si después de todo esto podré acostumbrarme a vivir en otro lugar cuando llegue a nuestra civilizada sociedad y me hace reflexionar en lo equivocados que estamos subyugándonos en interminables hipotecas, la mayoría de veces, en lugares que detestamos. Me encantan estas jaimas, con sus decoraciones interiores y por descontado, en los lugares donde están plantadas y lo adaptadas que están al medio y a los factores meteorológicos.

La playa está llena de restos de fauna marina, unos por la subida de las mareas, otros simplemente son restos medio devorados por sus depredadores, es realmente un espectáculo lo que el mar escupe a la arena cada día, desde tortugas a calamares e incluso algún delfín que entre todos devolvemos al mar y victima de esas mareas, es una pasada, creo que debe ser difícil encontrar en el mundo algo igual.


Día 14: NOUACKCHOT

Al alba partimos hacia Nouackchot. Tenemos que aprovechar las mareas ya que llegaremos a la capital por la playa. Nos separan unas cuatro horas, no podemos despistarnos ya que a la subida de la marea hay lugares que son autenticas trampas, por el camino nos encontramos a muchos vehículos e incluso un autocar con aire hippie que fueron devorados por el mar, barcos que tras naufragios quedan varados en la arena.

A media mañana ya estamos en Nouackchot, la capital administrativa y política de Mauritania. Contrariamente a Nouadibou, que es la capital económica, son dos ciudades muy diferentes.

En Nouackchot fue creada la independencia de Mauritania en 1960 con la oposición de Marruecos y la Liga Árabe, que pretendían que el país fuese parte de Marruecos. En 1973 fue reconocido por la Liga Árabe como la actual RIM (Republica Islámica de Mauritania). Nouackchot fue creada sobre el emplazamiento de un puesto militar, tal como lo describía Saint Exupery en su obra Tierra de hombres. Aquí prácticamente la totalidad de la población es negra, el puerto de pesca vuelve a ser bullicioso y muchos senegaleses buscan en este lugar un puesto de trabajo.

Visitamos el mercado y después de varios días vemos civilización, una gran avenida e incluso embajadas de muchos países. Por la tarde de nuevo al puerto, para mi gusto lo mejor y más pintoresco de la capital, de nuevo mucha vida.

Parte del grupo, deciden buscar hoy algún hotel a fin de poder quitarse el salitre acumulado de los últimos días. El resto, invitados por Mariam, una mujer que conocemos en el mercado de la pesca, volvemos a montar una vez más nuestro campamento en aquella playa, llena de restos de pescado, cabezas, espinas... el lugar roza la decadencia. Hemos pasado una buena noche en la zona con todos los personajes que por allí pululan, desde marineros a pescadores e incluso armadores de pequeñas pateras. Alucinante.

¿Para que queréis el pescado?

Mariam, nos ha invitado a plantar nuestra tienda junto a su cabaña, como contrapartida y acostumbrados a nuestra lógica occidental nos vemos obligados, como acto recíproco, a comprarle la pesca que tiene a la venta. Le preguntamos cuánto quiere, responde: ¿Para que queréis el pescado?. Le respondemos que para la cena, a lo que ella nos contesta que no es necesario, que estamos invitados a cenar en su cabaña. En un gran perolo la cena está lista.

Nos recuerda el tiebouidinne al que nos invitaron Artouro y Moulouda, pero en este caso es algo más parecido a una bullabesa, una excelente sopa de pescado, también acompañada de vegetales y una especie de pasta, que después supimos que era mijo. Mariam es una mujer muy extrovertida, nos cuenta muchas historias del puerto, del mar, de cómo su marido salió un día de pesca y no volvió... La experiencia en el puerto de Nouackchot ha sido muy positiva, conocer a Mariam aún más si cabe.


Día 15: NOUACKCHOT - AKJOUT - ATAR - FORT SAGANNE

Salimos de Nouackchot. Dejamos el desierto atlántico, para adentrarnos al interior. Esperamos que las temperaturas sean favorables, al igual que las tormentas de arena. Nos dirigimos directamente hacia la región del Adrar: Atar es la capital de dicha región. En toda esa zona se aglutinan cantidad de oasis y zonas de dunas y grandes ergs (arenales) en síntesis, el desierto que todos tenemos mitificado.

Llegamos a Akjout, la típica ciudad de desierto con escaso interés, aunque todos los alrededores y acceso empiezan a vislumbrar que esta zona es de gran belleza. Akjout nace en 1943 a raíz de la explotación de unas grandes minas de cobre que aún hoy se explotan. Una parada rápida, compramos agua y algunos alimentos.

Continuamos hacía Atar, nos encontramos en un gran altiplano, se multiplican las gargantas y los pasos, descendemos hacia unas planicies interiores para llegar a Atar. En Atar se concentran mayoritariamente los mauros nómadas de esta región. La ciudad esta dividida en dos partes: la zona antigua con su ksar y la zona moderna, que contrasta de forma muy especial con las ruinas de la vieja ciudad. Toda esta región es la cuna de las antiguas tribus almorávides que después fundaron el Reino de Marruecos, cuenta también con un precioso palmeral, cultivado y perfectamente irrigado.

El termómetro marca casi 50ºC y yo nunca había estado en el desierto a estas temperaturas. Me gusta, me resulta casi agradable en algunos momentos, dado que se trata de un clima muy seco y la transpiración es prácticamente nula. Me asombra que hace apenas unos días en ese mismo desierto y a la orilla del mar, había momentos en los que realmente hacia frío.

En Atar hacemos una parada para comer: naturalmente carne de dromedario, dátiles y leche agria, se acabó el pescado (no hay problema ya que nuestras reservas de fósforo están en superávit).

Continuamos en dirección a Chinguetti. Esta zona es preciosa, muchos nómadas con dromedarios. También visitamos un yacimiento de pinturas rupestres descubiertas por el profesor Monod.

Por fin llegamos a Fort Saganne, un lugar estratégico y realmente precioso. Plantamos el campamento, el día ha sido muy cálido, el cielo limpio, la noche suave acercándose a puntos de calor, las botellas de agua van desapareciendo, el grupo ha adoptado una postura muy diferente a los días anteriores, estamos en pleno corazón del Sahara.


Día 16: FORT SAGANNE

Yendo en dirección a Chinguetti hay que desviarse para llegar al Fort Saganne. Se trata de un fuerte construido sobre un antiguo fuerte francés y que se popularizó turísticamente gracias al rodaje de un film de legionarios interpretado por Gerard Depardieu y Catherine Deneuve en 1983.

La zona es increíblemente bella, estratégicamente situado y con unas vistas impresionantes tanto al Pas de Amogjar como a la meseta que conforma la zona.

Como dato anecdótico, decir que el grupo electrógeno que se utilizó para el rodaje de esta película es actualmente el mismo que abastece a Chinguetti de electricidad, durante unas horas al día.

Dormir en Fort Saganne ha sido un acierto: el día ha sido bueno, la noche mejor y una vez más no cabe ni una sola estrella más en el firmamento.

Yacimiento de Theodore Monod

De todos es conocida la experiencia del francés en suelo Mauritano y concretamente en el desierto. Visitamos un yacimiento de pinturas rupestres descubiertas el siglo pasado por Theodore Monod, también hay un pequeño museo. Ciertamente está muy montado de cara al guiri convencional y es parada obligada, pero si tenemos en cuenta las posibilidades y el lugar donde se encuentra, podríamos valorar el conjunto con nota aceptable.

Toda la región es particularmente rica en yacimientos, tanto de pinturas como de minerales, provocando eso, a veces, grandes e impactantes contrastes en la orografía, con tonos tricolores, negro, azul y verde (el negro por la piedras erosionadas del suelo, el azul del cielo y el verde de los oasis, cualquier otro color, es artificial).


Día 17: FORT SAGANNE - CHINGUETTI

Amanece en Saganne. Con todas las emociones a flor de piel, recogemos el campamento para adentrarnos en las entrañas del Adrar. La pista serpentea el gran cañón del Pas de Amodjar, los pas son los únicos pasos que hay para cruzar esta cadena montañosa y entrar poco a poco en el desierto de dunas los oasis se multiplican.

El paisaje es espectacular, casi nos deja sin respiración. Después de Amodjar la pista poco a poco se vá complicando. Llegar a Chinguetti es llegar a un lugar mítico, no importa porqué ni para que, simplemente llegar.

Todo va bien, pero de repente entramos en una zona de dunas ya a las entradas de Chiguetti. Tenemos un problema!!.

Nos hemos hundido en la arena y el calor es casi insoportable, por lo que decidimos montar un improvisado toldo y esperar la caída del sol para sacar el coche. El Land Rover que iba detrás, al ver nuestra maniobra, nos ha esquivado y por suerte ha evitado la trampa, parando en una zona más dura, también de arena.

Al fin salimos, el sol aún no ha caído, sorpresa!! Tan solo unas cuantas dunas y nos encontramos con Chiguetti, sumergida en un mar de dunas. Que sensación, es increíble.

Llegamos a la ciudad de Chinguetti. Hoy no montamos campamento. Por fin ducha: nos dirigimos al Auberge El Menara. El lugar es cálido y agradable, la recepción calurosa. Buena ducha y buena cena.


Día 18: CHINGUETTI

Imagino que Chinguetti debe tener cientos de lecturas, de impresiones. Para mí, particularmente, el llegar hasta el lugar ya justifica el viaje.

A pesar de que toda la región está bastante abierta al turismo, lo está de una forma muy alternativa y aventurera. Llegar continúa siendo difícil y adentrarse en el desierto no está en manos de todos ni de los grandes operadores turísticos, más aún si se tienen en cuenta las infraestructuras. He visto mucho más auténtica esta ciudad que la mítica Toumbouctou. Hoy pasaremos el día aquí, disfrutando de todo lo que este lugar ofrece.

Inmersa en un gran arenal, Chinguetti vive amenazada continuamente por las arenas del desierto. Ya en el siglo XII, la vieja ciudad fue literalmente engullida por las dunas. Contó (según algunas fuentes) con veinte mil habitantes, pero con la desaparición de las antiguas caravanas y las rutas de peregrinación, mucha gente de esta región emigró a Assai o Noauackchot, y en la actualidad no supera las dos mil personas. El oasis y las aguas freáticas hacen posible el cultivo y de ahí que, en 1920, se crease la nouvelle ville al otro lado del Oued Batha.

En el centro de la villa histórica se encuentra la mezquita. Chinguetti es la séptima ciudad santa en el Islam y ha sido punto de encuentro de los peregrinos antes de partir a la Meca. Antiguamente le daba nombre a la actual Mauritania, siendo el País de Chinguetti, es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y son muchas las organizaciones y asociaciones que velan por ella. Veo Chinguetti como una visión. Tenía muchísimas ganas de venir a este lugar, varios intentos, pero al fin estoy aquí.

El paisaje es lunar: esta mañana al levantarme ha sido, como si ayer hubiésemos alunizado en este lugar con el que tanto he soñado durante muchos años. Todo empezó leyendo un libro de una antigua aventurera, Odette du Puigaudeau, que ya en 1935 y en una estancia en el lugar, decía: Tal vez, ahora no espera nada de este paisaje inhumano donde él traza lentamente su camino, el viajero, poseído, deja una especie de joya sobre la desnudez vertiginosa del Sahara, una de esas rosas del desierto hechas de silicio amarillo, nacidas del desierto y la ayuda del viento... He leído, antes de viajar hasta aquí, cientos de veces la descripción que hacía esa escritora sobre Chinguetti. Ahora, mi sueño se ha cumplido.

Chinguetti contó con doce mezquitas con capacidad para más de mil hombres cada una. Se la conoció como La Meca de Mauritania y fue el punto de encuentro más importante para las caravanas de Argelia, Mali, Marruecos, Sudán y Senegal. Todo eso, hoy, con un poco de imaginación y a pesar del turismo, se puede respirar en la ciudad vieja, aunque muchos, claro está, no se enteren de nada. La ciudad acogía caravanas con más de treinta mil camellos por noche y tuvo el privilegio de contar con una de las primeras universidades coránicas. Todo eso ha quedado en el olvido, pero aún hoy se encuentran manuscritos en su Biblioteca, una de las más importantes del Islam. Chinguetti, es única.

La Biblioteca

La ciudad contó con la Biblioteca más importante del mundo islámico, teniendo su efervescencia a lo largo del siglo XVII hasta principios del XX, la ciudad contaba con muchas escuelas y universidades, la mayoría de libros fueron vendidos o repatriados a oriente, en las grandes peregrinaciones a La Meca, algunos manuscritos, que hoy se encuentran en dicha biblioteca, cuentan con más de setecientos años, existen obras diversas del Corán, de ciencias religiosas, de gramática, de filosofía, de poesía, de astronomía, de ciencias e incluso de medicina.

Muchas de ellas, las más antiguas, están escritas en piel de gacela. Otros documentos varios, cartas, juramentos o actos notariales, nos permiten conocer la historia de la ciudad y del mundo saharaui en general. Las obras más extrañas, a día de hoy, son conservadas en bibliotecas privadas por 14 familias de la ciudad. Las condiciones de almacenamiento son muy precarias, y a pesar de los programas de la Unesco, estas obras y manuscritos raros son pasto de los parásitos, el calor y los roedores.

La escuela y las tablas coránicas

Continuamos nuestro paseo. Visitamos la Fundación Chinguetti, dirigida por unos médicos españoles y que cuentan con un pequeño dispensario. También visitamos la mezquita, las ruinas... Nos encontramos en la puerta de una escuela, vemos a los niños con las tabletas coránicas. El profesor nos invita a entrar en la clase, eso nos servirá para que después, al atardecer, todos aquellos niños nos persigan por el pueblo.

Las tabletas coránicas (alluha) son de madera y tienen una forma característica. Las venden en todos los comercios y son utilizadas para el aprendizaje del Corán, el cuál debe ser aprendido con el corazón. Resulta curioso ver a todos los niños, ensimismados, recitando la tableta como si de la tabla de multiplicar se tratase.

Absortos, continuamos nuestro camino por Chinguetti, ha sido un buen día, no solo para mi si no para todo el grupo, a la caída del sol, volvemos al albergue, nos espera un cous-cous sahariano, único. Velada en la terraza, la noche lo requiere, los casi dos días en Chinguetti han parecido horas. Tendré que volver.


Día 19: ERG OUARANE - OUADANE

Hoy baño de dunas. Esperamos después de mediodía, hoy hace bastante calor, pero no podemos perdernos adentrar en el corazón de las dunas, en el Erg Ouarane, el gran arenal que llega desde Chinguetti prácticamente hasta Argelia, grandes dunas, de colores cambiantes, la inmensidad del medio.

Hoy, por primera vez, vamos a dormir rodeados de dunas, silencio y estrellas. Sólo eso, no es necesario nada más.

Hemos estado horas caminando por las dunas, la arena caliente ha hecho estragos en mis pies (me he acordado de las patas de los dromedarios), pero ha valido la pena, aunque creo tardaré días en recuperarme. El erg es impresionante, como si todo el planeta fuesen dunas, 360º, dunas, arena... Dicen que el desierto es comparable al mar. En Barcelona me cuesta vivir lejos de él, ahora, creo que me costará vivir lejos del desierto.

Rebozados en arena partimos de Chinguetti. Hoy nuestro destino es Ouadane, a unos 120 km al norte de Chinguetti. Transcurrimos los primeros kilómetros a través de dunas para entrar de inmediato en un impresionante plateau: se trata del Plateau de Dhar, es una zona estéril de desierto, rodeados de bajas montañas y cañones. Es la zona más desoladora por la que hemos transitado hasta ahora. Atravesamos Tanouchert y ya de inmediato, llegamos a Ouadan.

Ouadan también es impresionante, sus ruinas se extienden a lo alto de una colina y llegan hasta un bello palmeral que hay a sus pies. Ouadan también fue una ciudad santa, cuna de los almorávides y su fundación se remonta al siglo IX, gran centro caravanero y conocida en todo el Sahara por su mercado, donde el comercio del oro era muy común igual que la sal y los dátiles. Se podría decir que fue la capital comercial del País de Chinguetti.

La ciudad cuenta en la actualidad con un millar de habitantes. La sensación de caminar por una ciudad abandonada contrasta con su palmeral perfectamente cuidado y regado. Ouadan, junto con el gobierno mauritano, lucha por la catalogación de la ciudad por la Unesco.

Las construcciones de piedra derruidas están dando paso a las actuales, con patios interiores rebozados en adobe para mitigar las altas temperaturas de la zona. Hace mucho calor, muchísimo.

Andamos por Ouadan, las mujeres salen al encuentro con los gritos típicos de las mujeres del desierto. Nos llaman para enseñarnos sus joyas y la artesanía que tienen a la venta. Nos invitan a tomar un té, el eterno ritual de los tes mauritanos. Después de un largo paseo por el palmeral al atardecer, nos volvemos a encontrar con aquella familia, que vuelve a invitarnos, esta vez a cenar y a dormir en su casa.

Una sensación extraña la de pasar la noche en Ouadan, es como estar en una ciudad fantasma, por sus callejones, de vez en cuándo se oyen pasos y sólo los gruñidos de los dromedarios rompen el silencio. La cena ha sido a base de una especie de fideos cocinados con algo parecido a las flores del calabacín y un tipo de hortaliza no identificado, pequeños trozos de carne, té, mucho té y moscas, muchas moscas.

Conciliar el sueño ha sido una odisea, calor agobiante y las malditas moscas que se han ocupado de impedirlo.


Día 20: GUERB EL RICHAT

Amanece en Ouadan. Las temperaturas continúan siendo altas. Nos dirigimos hacia Guerb el Richat. Cada kilómetro que hacemos es más parecido a la luna. El paisaje es surrealista, algunas dunas, extensiones de arena, cañones casi impracticables, ríos secos, es la zona más árida que jamás haya visto.

Pasamos por varios cañones. Uno de ellos, el que forma el Oued Zbil, contiene muchos restos de grabados rupestres entre su amasijo de rocas, el paso es estrecho y de difícil conducción. Nos encontramos también con un antiguo fuerte portugués, el de Agouadir. A lo lejos vemos imponente otro gran erg, las dunas de Maqteir.

Llegamos a Guerb el Richat. Son un conjunto de cráteres de origen desconocido. Hay quien mantiene teorías de que se tratan de antiguos meteoritos, una vez más Monod habla de ello y de todos estos fenómenos en la región de Chinguetti. Nos adentramos en el centro del más grande de ellos, tiene 45 kilómetros de diámetro y es visible con detalle desde los satélites. Es realmente increíble, alucinante.

En dirección a las dunas de Maqteir encontramos a un nómada con un grupo de dromedarios. Lhancen y Hassan hablan con él y medio se entienden. Jordi, nos hace una propuesta sorpresa: pasar toda la noche y el día de mañana de travesía con los dromedarios, dirección Beyyed. La idea ha sido aceptada con agrado y estallamos todos en otra de esas explosiones de júbilo ya tan comunes a estas alturas del viaje. Dejamos los coches en medio del desierto, al amparo de aquel nómada.

Le Fer de Dieu

El gobernador de la región de Chinguetti anuncia a todos que ha puesto en conocimiento del gobierno que se inicia una expedición en busca de una gran piedra de hierro caída del cielo hace muchísimo tiempo

La piedra, dicen, es de grandes dimensiones, del tamaño de una casa y si la ves lo único que puedes hacer es ponerte a rezar. Se cree que la piedra se encuentra al este o sureste de Chinguetti, en una zona de dunas y piedras.

Se le ha llamado: la piedra caída del cielo o el hierro de Dios. El gobierno envía a la región al Sr. Monod para investigar el suceso. Recibirá para ello la suma de mil francos por parte de la Oficina de la Residencia. Un meteorito gigante, caído en el corazón de Mauritania y descubierto en 1916, después de haber sido buscado durante medio siglo. Esta obra, con la colaboración de la famosa y especialista en meteoritos Brigitte Zanda, cuenta todas las aventuras de ambos por la región, viaje, cuadernos, etc.


Día 21: DUNAS DE MAQTEIR - EL BEYYED

Ayer salimos antes de la caída del sol. Hassan fue nuestro camellero, la idea era llegar a un lugar llamado el Beyyed y siguiendo instrucciones del nómada, la hazaña fue imposible.

La salida fue buena, hacia calor pero soportable. Fuimos en caravana durante horas y hasta ya entrada la noche, y la travesía fue agradable. Llegamos a un campamento con unas jaimas, estaba como abandonado, ese lugar se lo había puesto como referencia el nómada, íbamos bien. La noche fue agradable, música de tan-tan (Hassan y Lhancen tocan muy bien), cena a base de latas de sardinas, atún y agua, mucha agua, acompañada esta vez con té pero al estilo bereber, muy diferente del Mauritano.

Por la mañana el ambiente era abrasador, algo igual que estar en el infierno, anduvimos con los dromedarios unos cuantos kilómetros, pero desistimos, era imposible. Después de mediodía retrocedimos en busca de los coches y del nómada. Nos recibió con una sonrisa y un pensamiento como: y estos guiris!!!!, aunque puso cara de asombro cuando Hassan le explicó hasta donde habíamos llegado. No lo creía.

Ya casi caía el sol, debíamos retroceder ya que mañana nos dirigíamos hacia Tergit, condujimos un rato y llegamos al fuerte portugués por el que habíamos pasado el día anterior, el de Agoudir.

Allí, en medio de la nada, plantamos una vez más el campamento, acompañados de la mejor puesta de sol del viaje y de una buena tortilla de patatas, fruto de unos huevos que aquel nómada le había regalado a Hassan, huevos de gallinas marcianas, seguro, en aquellas latitudes no podían ser de otra manera y seguro, segurísimo, muy ricos en hierro.

Expedición con camellero incluido

Hassan es camellero en el Erg Chebi (Marruecos) tanto su pueblo como la zona tiene muchas similitudes con todo esto, aunque allí todo está más pateado por el turismo, todo es mucho más falso, Hassan hasta hace poco que empezó a viajar con Jordi, no había salido de su pueblo, está realmente asombrado, se asombró sobre manera cuando aquel nómada (su familia también lo fue) nos dejó los dromedarios. Realmente, aquellos animales, por lo visto, estaban acostumbrados ha hacer este tipo de travesías con guiris ya que son de un carácter muy especial, además el nómada tenía sillas y todos los elementos necesarios. Aquel nómada, no entendía que hacían aquellos dos saharianos de Marruecos por allí con aquel puñado de turistas, tampoco entendía ni sabía donde estaba el Erg Chebi, pero entendió inmediatamente que aquellos dos, eran de los suyos, eran del Sahara. No nos quiso cobrar ni un duro y se despidió de Hassan con un gran abrazo y dos besos. Gentes del desierto.

Salimos del fuerte. Lo hacemos a través de aquella meseta enorme. Debemos volver a Atar ya que las reservas tanto de gasoil como de alimentos y sobre todo de agua, empiezan a flaquear. Bordearemos Chinguetti, más que nada para no repetir la ruta y para evadir una zona de dunas.

El tiempo parece como amenazante de cambio, esta época del año, es cuando se registran más precipitaciones en esta parte del Sahara y eso, normalmente, va acompañado de tormentas de arena, espero tengamos suerte. Llegamos a Atar a mediodía, unas excelentes brochetas de dromedario y una ducha improvisada en un pozo hacen que continuemos la ruta con más alegría. Compramos carne, las pocas verduras que encontramos, pan, té y agua en cantidades industriales.

Nos dirigimos hacia Tergit, uno de los oasis más conocidos y turísticos del país, se encuentra en un profundo cañón. Tergit se encuentra cerca de Atar, a menos de una hora de conducción, la pista es buena y el paisaje majestuoso, ahora con montañas planas en la cima y muy típicas en todas las instantáneas de viaje a Mauritania. Pasamos por un paso (siento no acordarme del nombre). Es precioso, paramos para hacer fotos y respirar aquel ambiente y aquel clima tan sorprendente. Ha refrescado, me refiero que debemos estar a unos 40ºC, pero eso, comparado con las temperaturas pasadas, es fresco. De todas maneras el clima del Sahara me gusta y nada tiene que ver con las advertencias que me hacía todo el mundo antes de emprender el viaje. Es más, en muchos momentos me resulta incluso agradable, es como estar continuamente en una sauna.

Llegamos a Tergit, el lugar es bello, no tan salvaje como todo lo visto anteriormente, pero muy bonito.


Día 22: TERGIT

Hemos dormido en el oasis de Tergit. Ha sido en un camping dentro del palmeral. Se agradece la verdura y el frescor del agua que aporta el oasis. Es un lugar muy bonito.

Tergit está inmerso en un gran cañón, donde se forma este oasis con varias fuentes que emanan continuamente desde el interior de la colina. A su paso por el palmeral, forma algunas pozas donde darse un buen baño, piscinas naturales que hacen de este día un día agradable después de las calores de los últimos días, esto es el paraíso.

El lugar es muy turístico. Lo demuestra, por ejemplo, que la entrada al lugar es de peaje para los turistas. La forma de llegar es fácil. El poblado es pequeño, no llega a una treintena de habitantes, hay chozas de forma esférica, construidas con hojas de palmera y edificaciones tradicionales.

A pesar de la reticencia a la hora de ser fotografiados, la gente suele ser muy hospitalaria, imagino que la costumbre de recibir turismo habrá hecho que el lugar haya cambiado en sus costumbres. Otra cosa son los niños, que como en otros lugares de África, son bastante agobiantes y en algunos momentos incluso violentos.

Hemos recorrido todo el palmeral y el poblado. Vuelvo a repetir, es precioso.

Conocemos a dos hermanas, Sara y Malika, son muy risueñas y enseguida se interesan por nuestra procedencia y por ese afán que tienen aquellas gentes en relacionarse nos han invitado en una de esas chozas a tomar un té. Ha sido una agradable experiencia ya que todos nos preguntábamos como deberían ser esas chozas en su interior y son realmente curiosas, artesanía pura, caña y palmera trenzada y formando dibujos de colores muy vistosos. Cuando marchamos nos piden que les enviemos las fotos, quedamos atónitos ¿aquí llega el correo? Y efectivamente no sólo llega, si no que después incluso me contestaron dándome las gracias.


Día 23: OASIS DE MHAIERTH

Adiós Tergit. Aseados, duchados y después de un opíparo desayuno, salimos de Tergit camino de otro oasis, el de Mhaierth.

Mhaierth se encuentra cerca de Targit, apenas a treinta y pocos kilómetros. Llegamos a él por una pista bastante buena, son altiplanos. Al llegar al Col de Sraiz, sorpresa!!!! De repente, entre los dos altiplanos y creando un valle vemos el oasis.

La perspectiva desde ese Col es impresionante: divisamos el palmeral en su totalidad, se entremezclan cabañas esféricas iguales a las de Tergit con casas de construcción tradicional. El agua es también abundante, es mucho mayor que Tergit y menos turístico.

Descendemos a su interior. Una mujer, Fatima, al oírnos hablar, nos pregunta si somos españoles en un castellano perfecto, de nuevo nos invitan a otro té, nos explica que su familia es toda saharaui, que marcharon del Sahara en la guerra para establecerse en Mauritania. Vivían en un oasis en la zona de Villacisneros (Dakhla). Su marido y dos de sus hijos eran pescadores, vivían en Nouadibou y estaban en el mar durante meses en un pesquero gallego, tenía familia en Canarias y venían al oasis una vez al año. La mujer estaba muy contenta y nos agasajó con todo lo que tenía, incluso con una bebida que hasta entonces no habíamos visto y que después resultó ser muy popular en ese país: Coca-Cola con leche!! Todo aquello era increíble. Continuó ofreciéndonos la casa y nos invitó a cenar. Nos supo mal y le pusimos como pretexto (en África es difícil mentir) que queríamos dormir en el oasis ya que no lo habíamos hecho nunca y queríamos conocer esa experiencia. Sonrió: - Vale no problema, os acompaño a un trozo que es de la familia, es muy buen sitio. Realmente el lugar era precioso: dunas pequeñas, palmeras e incluso un pequeño canal de agua que venía del oasis. Como fin de fiesta, aquel día hubo una puesta de sol con matricula de honor.

Plantamos de nuevo el campamento, más que nada por temor a los bichos, ya que Fátima nos avisó que por la noche eran peligrosos. La noche era muy agradable de temperatura. No pudimos evadirnos de la cena: Fátima, con dos amigas y unos niños, llegó a la hora de cenar (su casa estaba próxima). Cous-cous con carne de cabra (hacía días que no comíamos cous-cous), hecho al estilo saharaui, con mucha cebolla frita por encima, dátiles... riquísimo. Fátima nos explicó muchas cosas del Sahara. Gran, gran experiencia en Mhaierth.

La hambruna de primavera

En todo el oasis vemos cadáveres de langostas muertas. Habíamos visto algunas a lo largo del viaje, pero no en esas cantidades. Fátima nos explica la gran plaga que hubo en primavera, después de otra del invierno. Nos contó que perdieron toda la cosecha de dátiles y que gracias a las hogueras que hicieron con hojas secas pudieron salvar parte de los huertos del oasis. Estas plagas invadieron desde Mali toda la ribera del Níger, Mauritania e incluso llegaron al sur de Marruecos. Otras volaron hasta Canarias, cruzaron el Atlántico, pero llegaron exhaustas de la travesía y murieron sin ocasionar daños en las islas. Esta plaga provocó una hambruna importante en todo ese territorio, de por si ya tan castigado de África.


Día 24: TOUNGAD

Una vez más recuerdos y amigos. Dejamos Mhaierth con la ilusión de haber conocido a Fátima. Esa mujer espitosa del oasis, que nos ha robado horas de sueño con sus historias, pero valió la pena.

Nos dirigíamos de nuevo hacia otro oasis, el de Toungad, y desde aquí a la Valle Blanche, y digo nos dirigíamos porque hoy no llegaremos a la Valle Blanche.

En Toungad encontramos de nuevo dunas, hace mucho calor, quizás, el día más caluroso del viaje, pisamos de nuevo arena, una buena cordillera de dunas, el poblado parece como abandonado, todo el mundo se resguarda en el interior de las casas intentando evitar el calor. Nosotros también lo intentamos bajo unas palmeras donde hacemos un picnic y esperamos después del medio día para continuar, la elección ha sido acertada.

Transcurrimos de nuevo por un gran plateau en busca de la Valle Blanche. El día se está poniendo un poco gris. Encontramos en el camino unos nómadas camelleros, mujeres y niños, nos llaman. Hoy estamos todos como idos, sin duda es el clima, nos miramos y sin palabras, aceptamos la invitación de aquellas gentes y decidimos quedarnos con ellos, no montamos siquiera el campamento, dormiremos con ellos en su jaima.

Sacamos todas nuestras provisiones, nos miran con cara de escepticismo, los niños aprueban con éxito nuestros quesitos La vache qui rie, antiguas provisiones aún de Marruecos. Hoy estamos agotados, no nos quitará el sueño ni los escorpiones.

Escorpiones

En todo el viaje, a excepción de ratas, lagartos de diversas dimensiones y colores, serpientes y aves varias, no habíamos visto ningún escorpión. Ya nos extrañaba: un desierto sin escorpiones. Pues hoy hemos batido todos los records, debe ser la zona o bien el cambio de tiempo, pero parece como si estuviésemos sitiados.

Los nómadas nos indican que no tengamos miedo, en la jaima tienen un liquido ahuyentador, que según ellos es infalible y un lagarto, tipo iguana, lengua viperina y dimensiones extraordinarias, que por lo visto es el mejor depredador de ese animal. La bestia en cuestión, no nos quita la vista de encima: no se yo...


Día 25: PAS DE TIFOUJAT - VALLE BLANCHE

Bienvenidas acacias. Partimos con los últimos apretones de mano a aquellas gentes. Poco a poco nos vamos adentrando de nuevo en zonas abruptas y montañosas, se mezclan rocas y arena y las primeras acacias, las primeras horas de marcha lo hacemos por un territorio totalmente despoblado.

Más adelante ya nos encontramos con un nuevo paso, el de Tifoujat, precioso. Pasamos entre montañas por pistas de arena, la civilización continua siendo nula.

Desde este puerto la vista panorámica es impresionante: la Valle Blanche, oasis, gente y multitud de colores que me desorientan en cuanto al nombre del valle. Accedemos ya al interior del valle, las casas esféricas de palmera se repiten, la zona es bastante virgen. Aquí acceden sobre todo trekineros y gente que hace marchas a pie o dromedario.

El lugar es precioso. Hoy dormiremos en una de esas casas redondas, no lo habíamos hecho aún. Muchos habitantes vienen a recibirnos y saludarnos. En la zona hay bastante pastores y en el poblado un ancestral y típico horno.

Hoy cenaremos mechoui al estilo mauro. Se trata de un pequeño cabrito cocinado en ese horno. Delicatessen.

Después de la cena, sobremesa bajo las estrellas, silencio total, luces diseminadas por el valle, entre ellas las nuestras, que han tenido mucho éxito.

Nuestras velas

A Kasbah Expedicions no se le escapa una: durante todas las noches y en los campamentos, hemos iluminado nuestras estancias con unas velas especie antorcha, que aparte de hacer una luz muy agradable, resisten todo tipo de inclemencias.

Han tenido mucho éxito en el valle y sobre todo entre la comunidad de pastores y camelleros, no solo por la vela en si, sino también por el recipiente, de aluminio, e imagino con bastantes utilidades para ellos una vez consumidas.

A la luz de esas velas hemos tenido agradables conversaciones, sobre todo hoy, después del día de ayer, que fuimos presa del cansancio y el calor.


Día 26: NOUACKCHOUT de nuevo

Rumbo al mar. Marchamos de la Valle Blanche en dirección a Akjout. Desde aquí llegamos a Benichab, otro nuevo oasis.

Aquí hay un manantial de agua inmenso, con una profundidad de casi cien metros y donde es embotellada el agua que hemos bebido durante todos estos días, la ya famosa Eau de Benichab.

Vamos en busca de la nueva carretera asfaltada que une Nouadibou y Nouackchot, la que tomamos el primer día en un pequeño tramo. Toda la zona se repite con poblados y edificaciones diseminadas, grandes y extensas zonas de dunas que nos hacen ir evitándolas continuamente y buscando la pista adecuada, sin problema.

Llegamos por fin a la carretera asfaltada, solitaria, circulación prácticamente nula, pero después de tantos días, parece como si de repente estuviésemos de nuevo en la civilización. Nos separan de Nouackchot algo más de trescientos kilómetros.

Llegamos a Nouackchot aún con luz solar. Teníamos pendiente una visita; debíamos ir a visitar a Abdelatif, el hermano de Fátima, la mujer del oasis de Mhaierth.

Abdelatif nos recibe con ilusión, nos pregunta por su hermana, dejando caer una sonrisa que indica lo espitosa que es. Él tiene una tienda en un barrio próximo al puerto, vende de todo, pinturas, comestibles y todo tipo de utensilios para la pesca, como ya es natural a estas alturas nos invita a quedarnos, a cenar y a los tres tés ya famosos. Habla perfectamente español, nos presenta a toda la familia, el ambiente es afable y muy hogareño, parece como si les conociésemos de toda la vida y hubiésemos ido a ver a la familia, que por cierto es extensa, está compuesta por el matrimonio y siete hijos, cuatro chicas y tres chicos. Fatikha, la mayor de ellas, es un encanto y enseguida se une a nuestro grupo, con un interés especial en saber a que nos dedicamos, como nos llamamos...

Estas gentes son muy hospitalarias, parece increíble situaciones como esta, en nuestra sociedad, prácticamente impensables. Después de la opulenta cena, subimos a la terraza de la casa, se puede ver gran parte de la ciudad y la brisa marina, contrasta con los calores de días cercanos. Dormimos en la terraza, esta noche, metidos en el saco.


Día 27: NOUACKCHOT - SAINT LOUIS (Senegal)

Todo tiene su fin. Y este, se acerca. Salimos de Nouackchot dirección Rosso y Saint Louis ya en Senegal. Mi resto de compañeros continúan viaje hacia Mali, el País Dogón y Burkina. Hemos dejado de ver muchas cosas en Mauritania: toda la zona sur, de Nema, Oualata, en otra ocasión... seguro.

La frontera de Rosso con Senegal es un horror: mamoneos de todos los colores, corrupción, ... Hemos estado casi cuatro horas para poder entrar en Senegal. Imagino que Seenegal debe tener muchos encantos, pero la recepción, desde luego, no ha sido uno de ellos.

El contraste del África negra al entrar en Senegal es grande, más aún cuando se llega vía terrestre como lo hemos hecho nosotros, pero enseguida me doy cuenta que ese país es bienvenido mister guiri y bienvenido euro con patas, nada que ver con todo lo vivido hasta ahora, pero sin quererle quitar encanto, que lo debe tener. Es un país con mucho color, mujeres muy elegantes con trajes muy coloridos, niños, muchos niños, bastante pillos, todo sea dicho de paso.

Una vez más, en Saint Louis, buscamos a las afueras de la ciudad, en la playa, un lugar donde montar nuestro campamento, encontramos un barrio, alejado de todo, un buen baño a la puesta del sol, siempre acompañados de niños.

Mañana a Dakar y el sueño casi habrá terminado, sonará de nuevo del despertador.


Día 28: DAKAR

Llegamos a Dakar. Es un caos, bullicio total en una ciudad estructurada por los franceses y con muy poco tipismo. Grandes avenidas, gente por todos lados, mucho bullicio.

Imagino que esta sensación debe acentuarse aún más, después de venir de donde venimos, grupos de turistas con paquetes de viaje todo incluido, de diversas nacionalidades, incluidos españoles, claro está.

Dakar me ha decepcionado sobre manera, algo muy diferente a lo que con anterioridad había imaginado.

Hemos pasado el día deambulando. Hemos estado en las salinas, en la isla de Gorée, en el Lago Rosa, en la cárcel de los esclavos... Los barrios periféricos de Dakar son extremadamente sucios y muchos de ellos peligrosos: montañas de basura por las calles, se respira la corrupción policial.

Hoy como despedida nos albergamos en un hotel, ducha y todas esas cosas, añoro los campamentos.

Por la noche, fiesta, pero se ha tratado de una fiesta como impuesta, obligada. Hemos estado en una discoteca de moda donde nos ha costado mucho entrar, se trataba de una especie de privée con un gorila en la puerta haciendo de filtro, al más puro estilo yankee. Por lo menos las cervezas eran buenas, una orquesta decadente con aires de reggae, mal muy mal.

La isla de Gorée, también me ha decepcionado. Imagino que habrá vivido tiempos mejores, muchos grupos callejeros, de música, vendedores de souvenir y algún que otro snob occidental, paseando como absorto de su belleza particular.

Senegal, lo poco que he conocido, poquísimo o nada, me ha defraudado sobre manera. Para mí Senegal, Dakar, siempre será un aeropuerto que pone fin a un fantástico viaje.


Día 29: Fin del viaje

Llegó el día. Esto se ha acabado, nos hemos levantado temprano. Mi avión sale a mediodía.

Este sí que es el momento de las lamentaciones, como explicaba al principio de este relato. Han sido muchos días juntos, de aventuras, de camaradería. El viaje ha sido agotador, pero principalmente de experiencias, de momentos vividos y de situaciones.

Ahora, una mezcla de añoranza y de envidia me corroe: ellos, el resto del grupo, continúan viaje, cuando yo llegue a Barcelona, probablemente, ellos andarán buscando un lugar donde acampar o estarán de invitados en casa de un puntual e inesperado amigo. Me imagino todo lo que les queda por vivir, son dos meses aún los que retrasan su regreso, más países, más culturas, Mali, Burkina, el Pais Dogón, Toumbouctou, envidia, mucha envidia.

Ha sido un buen viaje, al menos el viaje que yo esperaba y con el que había soñado tantas veces, el conocer el desierto como lo he hecho, los oasis, la costa atlántica desde Marruecos hasta Dakar, perfecto.

Llegamos al Leopold Senghor, el aeropuerto de Dakar. Queda una vacante en uno de los coches, las despedidas siempre son malas. Miro por la ventanilla del avión, buscando dos puntos blancos, los dos coches de la expedición, seguro, con un puñado de gente que continúan viaje, en un momento, incluso me ha parecido verles, me gustaría que ellos hubiesen pensado lo mismo, cuando mi avión ha despegado. Ha sido un gusto, compartir con ellos todo lo vivido. Buen viaje amigos !!.


Notes sobre un viatge a Mauritània - David Serrano & Rosa León [2006]
Mauritania, el viaje soñado - Blog de un viaje a Mauritania.