Todo surgió de manera inesperada: una llamada de teléfono por parte de unos excelentes amigos, una propuesta de viaje a un destino único: ¡China! y una invitación a sumarme a esta aventura en unas fechas en las que nuestras agendas (sorpresivamente) también casaban.
Corría abril de 2010 cuando poco a poco empezamos a perfilar lo que sería el viaje que ahora comparto con vosotros.
Primeramente vino consensuar el itinerario y hacerlo posible. Más adelante llegó la búsqueda de información sobre cada lugar a visitar y recabar opiniones, consejos y valoraciones de otros viajeros que ya habían visitado China.
Y así, lenta pero progresivamente, fueron surgiendo las primeras reservas de vuelos, alojamientos,... hasta conformar el viaje que ahora relatamos.
Un viaje que, una vez finalizado, no sólo nos dejó un gran sabor de boca sino también ganas de volver al gigante asiático, que precisamente por ser gigante, precisa de varios viajes para conocerlo en su totalidad.
Antes de empezar narrando este viaje quisiera dedicar las primeras líneas a agradecer el trabajo y la gran ayuda que nos supusieron las siguientes webs pues, fueron un continuo referente en los preparativos durante los meses previos a nuestro viaje:
• http://www.volver.asia, • http://sites.google.com/site/evaporelmundo/china, • http://www.somos-chinos.blogspot.com, • http://chinochano.zoomblog.com, • http://www.chino-china.com
Y muy especialmente me gustaría tener una mención especial a todos los autores de los relatos publicados en la página Viajeadictos.net y a la inestimable ayuda de Iñaki, gran conocedor de Pekín quien me dedicó una mañana completa desvelándome los secretos de esta ciudad, aconsejándome lugares, y rutas.
Por ese motivo y por lo que en su día nos aportaron, es momento de devolver el favor compartiendo a través de esta guía nuestra experiencia, con el fin de que sea de utilidad para futuros viajeros.
Todo lo que a continuación sigue no busca ser una guía turística sino simplemente una recopilación de datos prácticos ordenados cronológicamente conforme al itinerario que realizamos que complementa o actualiza a todas la bibliografía anteriormente reseñada.
Debe tenerse muy presente a la hora de valorar cualquier relato o guía sobre China lo que en su día me apuntaron Yolanda y Toni, webmasters de Viajeadictos.net: "Lo que en otro país un periodo de tiempo de 1 o 2 años no sería gran cosa, en China seguro que es todo un mundo". Buen viaje a China !!!.
Del 25 de Octubre al 11 de Noviembre de 2010.
Día 1: Salida de MADRID a las 16:20 h. Escala en Doha (Qatar)
Día 2: Llegada a PEKÍN a las 14:40 h.
Día 3: PEKÍN: Plaza de Tiananmen, Ciudad Prohibida, Qianmen
Día 4: PEKÍN: Templo del Cielo, Parque herencia cultural, mercado de la seda, ...
Día 5: PEKÍN: (Gran Muralla en Mutianyu + villa olímpica + Sanlitun)
Día 6: PEKIN: Palacio de verano - tren nocturno a XI'AN
Día 7: XI'AN - visita al Ejército de Terracota - XI'AN
Día 8: Vuelo XI'AN - LHASA por la mañana. Llegada y visita al Barrio de Bakhor
Día 9: LHASA: Visita del palacio de Potala
Día 10: LHASA: Monasterio de Drepung. Vuelo a Guilin y traslado a YANGSHUO
Día 11: YANGSHUO - Navegación por el Río Li - YANGSHUO
Día 12: YANGSHUO: recorrido alrededores de YANGSHUO. Bus a GUILIN
Día 13: GUILIN - Bancales de arroz de LONGJI - GUILIN
Día 14: GUILIN: visita de la ciudad. A las 18:50 vuelo a SHANGHAI
Día 15: SHANGHAI: visita del Bund, el viejo Shanghái y la calle Nanjing
Día 16: SHANGHAI - SUZHOU - SHANGHAI
Día 17: SHANGHAI: museos, bus turístico, zona de Pudong
Día 18: Salida de China a las 0:35 Llegada a MADRID a las 13:35
Itinerario de este viaje en archivo KMZ: Viaje a China 2010
(para visualizarlo es necesario tener instalada la aplicación gratuita Google Earth).
En la siguiente relación de distancias no se incluye el desplazamiento de ida y vuelta desde el lugar de residencia a Madrid ni tampoco los recorridos internos por las distintas ciudades chinas.
+ 27 km (aeropuerto de Pekín - Pekin)
+ 180 km (Pekin - Mutianyu - Pekin, 90 km x 2 trayectos)
+ 1.100 km (Pekin - Xian)
+ 80 km (Xian - Guerreros de Terracota - Xian, 40 km x 2 trayectos)
+ 40 km (Xian - Aeropuerto de Xian)
+ 2.566 km (vuelo Xian - Lhasa)
+ 160 km (Lhasa aeropuerto - Lhasa - Lhasa aeropuerto, 80 km x 2)
+ 7 km (Lhasa - Drepung)
+ 3.360 km (vuelo Lhasa- Chengdu)
+ 838 km (vuelo Chengdu - Guilin)
+ 130 km (Guilin - Yangshuo - Guilin, 65 km x 2 trayectos)
+ 37 km (bus Yangshuo - Yangdi)
+ 24 km (recorrido en balsa por el Río Li desde Yangdi a Xinping)
+ 29 km (bus desde Xinping a Yangshuo)
+ 190 km (excursión a los bancales de arroz de Longji, 95 km x 2 trayectos)
+ 40 km (taxi Guilin - Aeropuerto de Guilin)
+ 1.264 km (vuelo Guilin - Shanghái)
+ 40 km (bus Aeropuerto de Pudong - Shanghái)
+ 212 km (Shanghái - Suzhou - Shanghái, 106 km x 2 trayectos)
+ 40 km (tren Maglev Shanghái - Aeropuerto Pudong)
= 10.367 km (total distancia recorrida en territorio chino)
+ 5.288 km (vuelo Madrid - Doha)
+ 6.555 km (vuelo Doha - Pekin)
+ 7.759 km (vuelo Shanghái - Doha)
+ 5.288 km (uelo Doha - Madrid)
= 24.890 km (total distancia recorrida España - China - España)
= 35.257 km (total viaje)
La moneda de curso legal es el llamado Renminbi, que significa dinero del pueblo. La unidad básica es el llamado Yuan. Hay billetes de 100, 50, 20, 1,2,5 y 10 yuanes. Los billetes de 50 y 100 yuanes los examinan bastante antes de aceptarlos, pues según nos dijeron debe de haber en circulación bastante billetes falsos de 50 y 100 yuanes. Durante nuestro viaje a China, todo el dinero que circulaba allá donde fuimos eran billetes. Sin embargo en Shanghái descubrimos que también existen monedas y fue en la única ciudad donde realmente circulaban.
En el aeropuerto de Pekín encontramos la peor tasa de cambio de todo el viaje. Las oficinas de cambio en el aeropuerto de Beijing se encuentran en la zona de llegadas del aeropuerto. Una vez pasados los controles de seguridad no vimos ninguna. El cambio allí era muy malo: 8,5 yuanes + 0.4 yuanes de comisión por cada euro cambiado. Cambiamos 100 EUR (para cubrir el taxi, y los gastos de las primeras horas de estancia de los tres expedicionarios que viajábamos) y nos dieron 810 yuanes. A la mañana siguiente, en el Banco de Beijing, próximo al hotel, conseguimos 8,97 yuanes por cada euro y sin pagar ninguna comisión.
La conclusión es clara: en el aeropuerto hay que cambiar sólo lo básico para salir de allí y llegar al alojamiento que se tenga en Pekín. Todo lo demás hay que cambiarlo yendo a bancos, no a oficinas de cambio. Al finalizar el viaje, dado que no debe estar permitido sacar moneda del país, se puede volver a cambiar los yuanes sobrantes a euros en las mismas casas de cambio existentes en los aeropuertos (con la consiguiente comisión) por lo que interesa llegar al aeropuerto de salida del país con los yuanes justos.
La tasa de cambio media en noviembre de 2010 era de 9 yuanes por euro. Para consultar la tasa de cambio oficial fijada por el Banco de China consultar la página BOC Exchange Rate.
+ 253,50 € (gastos transporte por persona: 2.281,50 yuanes)
+ 169,73 € (vuelo Xian - Lhasa)
+ 113,15 € (vuelo Lhasa - Chengdu)
+ 166,27 € (vuelo Chengdu - Guilin)
+ 138,34 € (vuelo Guillin - Shanghái)
+ 276,07 € (gastos alojamiento por persona: 2.484,67 yuanes)
+ 100,07 € (tickets de entrada por persona: 900,67 yuanes)
+ 122,41 € (excursiones por persona: 1.101,67 yuanes)
+ 173,85 € (comidas y manutención por persona:1.564,69 yuanes)
+ 34,56 € (varios por persona: 311 yuanes)
= 1.547,96 € (subtotal resumen gastos en China: 8.644,19 yuanes)
+ 612 € (vuelo España - China - España)
+ 44 € (gastos de tramitación del visado)
+ 36 € (seguro de viaje)
+ 30 € (visado)
= 722 € (subtotal resumen gastos en España)
= 2.270 € (gastos total viaje por persona)
Para viajar a China es obligatorio hacerlo con visado que se expide en la embajada de China en Madrid o en el Consulado de este país en Barcelona. El mayor problema reside en que o bien se desplaza uno hasta Madrid o Barcelona para tramitarlo o debe subcontratar su gestión a empresas especializadas de mensajería que se ocupan de recoger el pasaporte a su titular, llevarlo a Madrid o Barcelona, gestionar el visado y finalmente el devolvérselo al titular.
El visado de una sola entrada nos costó 30 Eur y la tramitación otros 44 Eur, la cual realizamos a través de la empresa especializada CAP270, sin duda más barato que el viaje de ida y vuelta a Madrid o Barcelona desde nuestras ciudades de origen. Si se va a viajar además a Macao o Hong Kong ha de sacarse un visado a China con dos entradas (ya que se considera una salida del país el hecho de entrar en estas dos ciudades).
Más información en la web de la Embajada de China en España.
Viajando a latitudes tan alejadas siempre es recomendable llevar uno que nos pueda cubrir cualquier accidente, enfermedad o incidencia, como la pérdida de equipajes. Conviene recordar que los titulares de muchas tarjetas de crédito son beneficiarios de una póliza de seguro asociada a esa tarjeta.
Los vuelos domésticos en China ¿hay que reservarlos antes o durante el trascurso del viaje?. Habida cuenta de que la mayoría de las recomendaciones dadas por viajeros en diversos foros y blogs existentes en internet apuntaban a efectuar las reservas aéreas en el último minuto para conseguir los mejores precios, optamos por viajar a China sólo con el billete de avión España - China - España. Una vez en China fuimos reservando los vuelos domésticos con 3 días de antelación a lo sumo.
Si bien conviene destacar que no tuvimos en ningún momento problemas de disponibilidad para reservar los vuelos en el horario y conexiones que teníamos planificado, no deja de ser menos cierto que al final pagamos sensiblemente más por los mismos billetes en comparación a haberlos reservado desde España con un poco más de antelación. El mejor precio en todos los trayectos lo encontramos en internet el 23 octubre para volar los días 1, 3 y 7 de Noviembre, es decir con una antelación de 7 a 14 días. Una vez en China, quizás por la mala suerte de que subieran las tasas aéreas de 90 yuanes a 120 yuanes o bien por la demanda de plazas, el hecho es que no ahorramos nada, pagamos algo más (tampoco mucho más) y además perdimos un rato estando delante de un ordenador, que bien pudiéramos haber destinado a mejores menesteres.
Tras haber estado durante las 4-6 semanas previas al viaje vigilando la evolución de los precios de los vuelos internos en China, se puede afirmar con total objetividad que hasta las 3 últimas semanas los precios permanecen fijos y son los mismos, tanto en las webs de los buscadores de vuelos como en las de las propias aerolíneas que operan hacia el mismo destino. A partir de tres semanas antes es cuando empezaron a bajar los precios alcanzando la cota más barata a 7-10 días de la fecha del vuelo. Las webs de referencia para los vuelos internos por china fueron Ctrip.com y eLong.net, aunque las reservas las realizamos todas en esta última por ofrecer más disponibilidad y conexiones.
En cuanto a las tarifas pagadas por los vuelos internos, como se puede comprobar en el apartado de gastos de viaje, no se puede afirmar que viajar en avión por China sea ya barato. Los precios estaban a un estándar occidental y además es importante reseñar que todos los vuelos internos que tomamos partieron con alta ocupación, cuando no completos.
Para concluir este apartado y a modo de resumen, se puede afirmar que la evolución de China está siendo tan rápida que los propios chinos tienen cada vez más accesible el poder permitirse viajar en avión. Esta afirmación queda apoyada además en el hecho de que los aeropuertos son todos muy grandes y modernos e incluso en el caso de Xi'an y Chengdu están siendo ampliados aun más con gigantescas terminales. Resulta por tanto evidente que el tráfico de pasajeros va a seguir aumentando o lo que es lo mismo: que la demanda de billetes de avión pueda ocasionar problemas de disponibilidad de plazas si se dejan las reservas para última hora.
Para seleccionar los hoteles tomamos como referencia diversas fuentes. Por un lado los comentarios que sobre cada alojamiento en cuestión se comparten en el foro de viaje de losviajeros.com. Por otro lado consideramos las opiniones y valoración otorgada por la web TripAdvisor. Y finalmente las experiencias viajeras de los relatos a China publicados en esta misma web, Viajeadictos.net.
A continuación se detalla la lista de los hoteles por los que finalmente nos decantamos:
Nombre hotel | Ciudad | Fecha | Día viaje | Hab. doble | Apt. 2 hab | Régimen | ¿Cómo reservamos? |
---|---|---|---|---|---|---|---|
Far East Hotel | Pekín | 26-oct | 2 | 26,67 € | - | SA | Reserva directa mediante e-mail |
27-oct | 3 | 26,67 € | - | SA | |||
28-oct | 4 | 26,67 € | - | SA | |||
29-oct | 5 | 26,67 € | - | SA | |||
Nafang Hotel | Xi'an | 31-oct | 7 | 20 € | - | HD | A través de Miss Chen |
Hotel Kyichu | Lhasa | 01-nov | 8 | 40 € | - | HD | |
02-nov | 9 | 40 € | - | HD | |||
River View Hotel | Yangshuo | 03-nov | 10 | 22,22 € | - | SA | Reserva directa mediante e-mail con Mr. Rocky Chen |
04-nov | 11 | 22,22 € | - | SA | |||
Eva Inn | Guilin | 05-nov | 12 | 29,78 € | - | SA | Reserva directa mediante e-mail |
06-nov | 13 | 29,78 € | - | SA | |||
New Harbour Service Apartments |
Shanghái | 07-nov | 14 | - | 74,89 € | SA | Encontramos y reservamos una súper oferta en eLong.net |
08-nov | 15 | - | 74,89 € | SA | |||
09-nov | 16 | - | 74,89 € | SA |
Nota: Los precios indicados son por habitación doble y noche (SA significa régimen de sólo alojamiento y HD alojamiento y desayuno).
Por otra parte, la sexta noche de viaje, correspondiente al 30 de Octubre, la pasamos en ruta viajando en el tren nocturno de Pekin a Xi'an, en un compartimento de litera blanda (soft sleeper) que nos costó 417 yuanes por persona. La reserva y entrega de billetes en el mismo hotel nos la tramitó la eficacísima Miss Chen, la empleada de la agencia de viajes ubicada en el propio Far East Hotel. Mes y medio antes de nuestra llegada, contactamos con ella por correo electrónico con el fin de que nos gestionase los permisos para viajar al Tibet, así como los billetes del tren nocturno a Xi'an. Al final como en el hotel que teníamos intención de pernoctar en Xi'an no nos confirmaba la reserva, también nos gestionó la reserva en uno supuestamente similar que a la postre fue "el peor del viaje" con mucha diferencia. En líneas generales todo lo gestionó con eficacia y no tuvimos ningún problema, pero hay que armarse de mucha paciencia para que consiga entender lo que se le está demandando. Tras conocerla cuando llegamos a Pekín, la razón no era que hablase o escribiese un mal inglés. Creemos que simplemente era el choque cultural y que la manera que tenemos aquí de pedir un presupuesto no es exactamente la misma que la que se tiene allí y hay que ir sacándolo todo a cuentagotas.
La valoración de los hoteles en los que pernoctamos a lo largo de nuestro viaje a China se encuentra detallada más adelante en cada uno de los destinos. Para terminar, indicar que en la totalidad de los hoteles nos exigieron, en el momento del registro, una fianza por cada tarjeta -llave que nos entregaban y el pago por anticipado a pesar de tener una tarjeta de crédito como garantía.
La regla general es evitar la épocas de lluvia (monzones) que se dan en Julio y Agosto que es también cuando más calor hace, siendo muy sofocante en Pekín y Shanghái. Hay que evitar igualmente viajar en pleno invierno, cuando las temperaturas se desploman en buena parte del norte del país: Pekín, Xi'an, Tíbet, etc. Las mejores épocas para visitar China son el final de la primavera y el principio del otoño: es decir de mediados de mayo a mediados de Junio o bien de mediados de Septiembre a mediados de Octubre. En estas fechas se disfruta de temperaturas agradable, sin extremos de calor ni frío coincidiendo además con las épocas del año que teóricamente llueve menos.
Nuestro viaje a China lo iniciamos, por cuestiones de agenda, la última semana de Octubre, es decir justo después de la época más benigna para viajar a este país. En cualquier caso tuvimos la suerte de que en los 16 días de periplo no tuvimos ningún día de lluvia siendo la tónica dominante los días despejados y soleados con temperaturas máximas que rondaron los 17-19ºC. Por las noches las temperaturas si que fueron muy frías, especialmente en nuestra primera parte del viaje: Pekín y Xi'an (donde la jornada amaneció con una niebla espesa que no llegó a levantar y soportamos temperaturas bajas durante todo el día). Las mejores temperaturas las disfrutamos en Guilin y Yangshuo, pero la niebla ganó la batalla al sol esos días y no pudimos contemplar con la nitidez que hubiéramos deseado las caprichosas formas kársticas que salpican el recorrido por el Río Li. Los días más radiantes los tuvimos en el Tíbet, debido en buena parte a los 3.700 metros de altitud en la que se encuentra esta región y la ausencia de contaminación. Finalmente en Shanghái tuvimos días soleados, pero con mucha bruma motivada por el río y también por la contaminación de la ciudad.
Datos estadísticos climáticos de enero a noviembre en varias ciudades chinas (año 2007):
PEKÍN | Ene | Feb | Mar | Abr | May | Jun | Jul | Ago | Sep | Oct | Nov |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Máx. más alta (ºC) | 1.11 | 3.89 | 11.11 | 19.44 | 26.11 | 30 | 30.56 | 29.44 | 25.56 | 18.89 | 15 |
Min. más baja (ºC) | -9.44 | -7.22 | -1.11 | 7.22 | 12.78 | 17.78 | 21.11 | 20 | 13.89 | 7.22 | -5.6 |
Precip. total (mm) | 1 | 2 | 4 | 1 | 1.1 | 2.8 | 6.9 | 7.2 | 1.9 | 7 | 0.2 |
XI'AN | Ene | Feb | Mar | Abr | May | Jun | Jul | Ago | Sep | Oct | Nov |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Máx. más alta (ºC) | 4.44 | 7.22 | 13.89 | 20 | 25.56 | 31.11 | 31.67 | 29.44 | 25.56 | 18.89 | 11.67 |
Min. más baja (ºC) | -4.44 | -2.22 | 2.78 | 8.89 | 13.33 | 18.33 | 21.11 | 20.56 | 15 | 9.44 | 2.78 |
Precip. total (mm) | 0.3 | 0.4 | 1 | 2 | 2.6 | 2 | 3.7 | 2.6 | 4.2 | 2.6 | 1 |
LHASA | Ene | Feb | Mar | Abr | May | Jun | Jul | Ago | Sep | Oct | Nov |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Máx. más alta (ºC) | 7 | 9 | 13 | 16 | 20 | 23 | 22 | 21 | 20 | 17 | 15 |
Min. más baja (ºC) | -8 | -5 | -2 | 2 | 6 | 10 | 11 | 10 | 8 | 2 | -4 |
Precip. total (mm) | 0,76 | 1,01 | 2,28 | 5,55 | 23,11 | 58,92 | 96,7 | 98,04 | 55,62 | 4,82 | 0,50 |
GUILIN | Ene | Feb | Mar | Abr | May | Jun | Jul | Ago | Sep | Oct | Nov |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Máx. más alta (ºC) | 11.67 | 12.78 | 17.22 | 22.78 | 27.78 | 31.11 | 33.33 | 33.33 | 31.11 | 26.11 | 20.56 |
Min. más baja (ºC) | 5.56 | 7.22 | 11.11 | 16.11 | 16.11 | 20.56 | 23.89 | 25.56 | 25 | 22.22 | 17.78 |
Precip. total (mm) | 2.1 | 3.5 | 5.1 | 10.1 | 14.1 | 13.6 | 8.8 | 6.9 | 3.1 | 3.6 | 2.8 |
SHANGHAI | Ene | Feb | Mar | Abr | May | Jun | Jul | Ago | Sep | Oct | Nov |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Máx. más alta (ºC) | 7.22 | 8.33 | 12.22 | 18.33 | 23.33 | 27.22 | 31.11 | 31.11 | 27.22 | 22.22 | 16.67 |
Min. más baja (ºC) | 0 | 1.11 | 5 | 10.56 | 15.56 | 20 | 24.44 | 24.44 | 20 | 14.44 | 8.33 |
Precip. total (mm) | 1.5 | 2.3 | 3.2 | 4 | 4.5 | 6 | 5.1 | 5.2 | 6.1 | 2.4 | 2 |
Hay más de 1.200 millones de chinos en China: son muchos y se hacen notar especialmente en estaciones de tren, metro y aeropuertos. También son patentes en el elevadísimo número de grupos de turismo interno que encontramos pese a viajar teóricamente en temporada baja: encontramos siempre decenas de grupos allá donde íbamos, si bien no nos tocó hacer fila en ninguna parte. Dado que no encontramos colas no podemos certificar si la costumbre china de no guardar fila y colarse sigue aún vigente. Si nos atenemos a la habilidad que tienen para cambiar de carril cuando conducen y colarse por cualquier hueco de la carretera, presumiblemente se colarán también cuando no conducen.
En relación a España son 6 horas más de diferencia en verano (finales de Marzo a finales de Octubre) y 7 horas más de diferencia en invierno (de noviembre a finales de marzo). En China no se realiza cambio horario entre el invierno y el verano. A pesar de su extensión, en la que teóricamente pudiera aplicarse hasta 3 husos horarios, impera el mismo huso horario para el todo el país.
El voltaje en China es de 220 V, pero si algo es destacable es que todos los enchufes que nos encontramos en las habitaciones de todos los hoteles, sin excepción, eran universales, como se puede apreciar en la foto. Esto implicaba que no fuese necesario utilizar ningún adaptador de los llevábamos por si acaso.
Meses antes de nuestro viaje, y tras solicitarlo a la Embajada de China en España, nos remitieron planos turísticos de las ciudades más importantes a modo de orientación inicial. Si bien eran planos muy genéricos por lo menos no estaban en chino y nos servirían para una primera toma de contacto con la ciudad en cuestión. Por otro lado nunca están de más, pues pudiera pensarse que en un momento determinado la cosa es tan simple como sacar el plano y preguntar. Pues bien: en China no vale este recurso, pues las veces que lo intentamos con los taxistas chinos, no hubo ninguno que nos entendiera a donde queríamos ir señalándolo en un plano. Siempre había que utilizar un plan B: llevar escrito en chino el lugar a donde queríamos ir (ver siguiente punto).
El conocimiento del inglés es aun muy escaso entre la población, por no decir nulo. Sólo el personal de recepción de los hoteles y los guías locales de turismo pueden mantener una conversación básica. Tampoco los adolescentes ni jóvenes que preguntamos supieron articular un par de palabras seguidas.
Es muy conveniente llevar escrito en chino lo que se considere lo más importante. En nuestro caso fue lo siguiente:
• Nombres y direcciones de los alojamientos.
• Nombres de los lugares a visitar.
• Algunas frases aeroportuarias, como "donde está la recogida del equipaje", "mi maleta se ha dañado, o se ha perdido", etc. que afortunadamente no tuvimos utilizar.
• Frases hoteleras como "puede guardarme el equipaje en consigna".
• Documento de alergias o intolerancias alimenticias (un expedicionario era alérgico a varias cosas) o en general cualquier documento o diagnóstico de alguna dolencia o enfermedad crónica por si surgiera alguna emergencia.
Como en un viaje tan largo resulta imprevisible saber aquella frase que vamos a tener que utilizar cuando menos se espere hay que tener un plan C: una buena guía de conversación, no para hablar (pues no nos entenderán por los matices y distintas tonalidades de la lengua china), sino para mostrársela para que la lean y así nos entiendan. En el trascurso de nuestro viaje apenas la tuvimos que utilizar en un par de veces, pero nos solucionó en aquel momento la situación. Aunque la barrera idiomática es un gran impedimento en China, no resulta difícil ni problemático desenvolverse por China.
Para el viaje a China existen vuelos directos a Beijing operados por Air China desde Madrid, pero hay una mayor oferta y con tarifas más competitivas en el caso de vuelos con escala.
En cuanto a vuelos con escala a Beijing, y dejando a un lado las conexiones con aerolíneas clásicas como Air France, Lufthansa o British Airways, cuyo presupuesto es ya de partida caro, barajamos primeramente las conexiones más económicas y más utilizadas por los viajeros en los foros de internet. Estas eran las más utilizadas: Aeroflot, con escala en el aeropuerto de Moscú (Rusia), y Finnair, con escala en Helsinki (Finlandia).
Sin embargo, en los últimos dos años han surgido florecientes compañías aéreas en los Emiratos Árabes Unidos como Emirates y Qatar Airways que poco a poco están consiguiendo que los aeropuertos de Dubai o Doha respectivamente sean la puerta de Asia por su gran número de conexiones., Ambas compañías tiene vuelos diarios a Madrid y bastantes frecuencias a Barcelona.
Para este viaje, a pesar de que era sensiblemente más barata la conexión con Pekín vía Moscú con Aeroflot, optamos por viajar a Pekin vía Doha con la compañía Qatar Airways, ya que los horarios y el tiempo de conexión entre vuelos eran bastante mejores. Y la verdad es que acertamos de pleno: en todos los vuelos viajamos en aviones muy modernos (Boeing-777 300 ER y el Airbus A-330) todos ellos con menos de 3 años de antigüedad (fuente: AirFleets.net), y un servicio en clase turista que muchas compañías solo lo ofertan en clase Business. Asimismo el personal atento durante todo el trayecto con servicio de bebidas en cualquier momento, buen catering dentro de lo limitado y siempre malas comidas de los aviones. En cuanto al espacio en los asientos el normal.
El aeropuerto de Doha (capital del Emirato de Qatar) es relativamente pequeño para el tráfico creciente de vuelos que experimenta. Se ve que ha sido ampliado y tiene todo lo suficiente para pasar una escala de viaje sin apreturas ni imprevistos. Sin embargo el incremento de las conexiones aéreas por parte de Qatar Airways hace que no tenga suficientes puertas de embarque y haya que tomar autobuses y dar un gran paseo por las pistas hasta tomar el avión. Pero estas molestias pasarán pronto a la historia porque para el mes de Julio de 2011 tienen previsto la inauguración del nuevo aeropuerto internacional de Doha, por lo que hacer escala en este pequeño país será más fácil y cómodo si cabe que en la actualidad. Y ante todo (como ya se ha comentado antes) una excelente opción para enlazar con destinos poco convencionales en Asia u Oceanía.
Nuestro vuelo de Madrid a Doha (5.288 km) duró 6 horas y 45 minutos. Tiempo de escala en Doha: 1 hora y 30 minutos. El vuelo de Doha a Pekín (6.655 km) supuso 7 horas y 10 minutos.
Estancia de 4 noches en el Beijing Far East Hotel. Bien situado en un hutong, a quince minutos andando de la plaza de Tiananmen. Habitaciones amplias y limpias, si bien algo anticuadas. El baño era pequeño y aunque limpio, necesitaba con urgencia un lavado de cara. En líneas generales se trata de un hotel estándar 3 estrellas bajo en España. Destaca la más que correcta atención en recepción, ordenadores con conexión a internet gratuita en la cafetería y un aceptable desayuno buffet occidental si bien lo curioso es que no cobraban un precio fijo por el desayuno buffet sino más bien disponían todos alimentos y bebidas a modo de buffet y luego te cobraban los servicios sueltos. Pagamos todos los días una media de 30 yuanes por persona aproximadamente por desayunar.
Pekín es la capital de la República Popular de China, y una de las 6 ciudades antiguas en China, junto con Xian, Luoyang, Kaifeng, Nanjing y Hangzhou. Fue la capital de las dinastías Jin, como (1115 d C - 1234 d C), Yuan (1279 dC -1368 dC), Ming (1368 dC -1644 dC) y Qin (1644 dC - 1911 d C).
La zona metropolitana de Pekín (Beijing) ocupa 16.800 km2 (similar a la superficie de Bélgica y tiene aproximadamente 12.500.000 habitantes). Pekín es una ciudad un tanto atípica y en rápida transformación. A pesar de la feroz amenaza de la especulación y del voraz crecimiento de la ciudad, todavía hoy el viajero puede perderse en los viejos hutongs que conformaban, hasta no hace muchas épocas, la esencia de la ciudad y puede considerarse como el casco viejo de Pekin. Un hutong lo componen manzanas conformadas por viviendas bajas, de no más de dos pisos, articuladas alrededor de un patio central (siheyuan). La inmensa mayoría no dispone de cuarto de baño, habiendo repartido por las calles varios edificios de WC comunitarios. Los hutong que quedan se sitúan entorno a la Ciudad Prohibida y la Plaza de Tiananmen.
La ciudad moderna es gigantesca, impersonal y con muchos anillos de circunvalación, y vías rápidas en cada manzana lo que la hace un poco dispersa e invita poco a pasear. Existen ciertas islas urbanas peatonales, la mayor parte de ellas construidas con motivo de la celebración de los Juegos Olímpicos de 2008. Algunas de ellas son:
• Calle Qianmen y sus aledaños
• Calle Wangfujing
Tras aterrizar puntualmente y recoger el equipaje con relativa rapidez, un taxi concertado con el hotel (150 yuanes) nos trasladó al mismo, llegando aproximadamente 50 minutos más tarde. Tras instalarnos y reconocer las instalaciones, salimos a dar un paseo hasta la Plaza de Tiananmen, distante unos 15 minutos a pie. De camino iba anocheciendo y la temperatura desplomándose por momentos.
Mundialmente conocida por los sucesos de la revuelta estudiantil de mayo de 1989, esta plaza se proyectó tras la Revolución de 1949 y posterior declaración de la República Popular China. Se construyó inspirándose en el modelo de la Plaza Roja de Moscú, para acoger las grandes concentraciones organizadas por el Partido Comunista chino. Presume de ser la plaza más grande del mundo.
Está presidida en el centro por el edificio que acoge el mausoleo de Mao Zedong, y el obelisco dedicado a los Héroes del Pueblo. La flanquea el Gran Salón del Pueblo (parlamento), el Museo Nacional de China en el extremo opuesto y la puerta sur de la Ciudad Prohibida, llamada de la paz celestial, donde se ubica el retrato de Mao. Todo el conjunto resulta frío y de un marcado gusto comunista, con una arquitectura con voluntad de ser monumental y poco dada a concesiones estéticas.
El horario de visita de la Ciudad Prohibida es de 8:30 a 15:30.
El precio de la entrada completa es de 60 yuanes. Hay menos gente entrando por la puerta norte.
Siguiendo los consejos de los foros de internet y de alguna guía publicada, cogimos un taxi (18 yuanes) que nos dejó en la puerta norte con el fin de visitar previamente el parque de Jingshan (ticket de entrada: 2 yuanes por persona) que ofrece una maravillosa panorámica desde lo alto de su colina, tanto de la Ciudad Prohibida como del resto de la ciudad. Asimismo la entrada norte está menos concurrida que la puerta sur que es por la que acceden todos los grupos (y podemos asegurar que eran muchos a juzgar por los que nos topamos en el trascurso de la visita).
La Ciudad Prohibida fue construida en el siglo XV, como residencia de los Emperadores chinos. En ella habitaron 24 emperado- res pertenecientes a dos dinastías completas, la Ming y la Qing. La ciudad prohibida es gigantesca y su visita nos llevó casi toda la jornada. La parte norte la componen los jardines del palacio que van paulatinamente dando paso a los pabellones privados de los emperadores y, a medida que avanzamos hacia el sur, a las estancias administrativas del palacio. En líneas generales la visita puede resultar algo anodina por la similitud de los pabellones que se van visitando.
El horario de visita de la Templo del Cielo es de 8:00 a 17:30 ó 18:00 según temporada.
El precio de la entrada es de 35 yuanes. Llegamos en taxi (10 yuanes desde Qan men).
Ubicado en el sur de la ciudad, el Templo del Cielo es el más grande que hay en Pekín si bien más que de un solo templo se trata de un conjunto de templos que se distribuyen dentro del Parque de Tiantan. Fue construido en 1420 durante la dinastía Ming, siendo el lugar elegido por el emperador para realizar ofrendas al sol y pedir por las buenas cosechas.
El acceso principal se sitúa en la puerta norte. Si nuestra visita coincide por la mañana, coincidiremos con varios grupos de chinos practicando tai-chi, danzas, gimnasia, divertidos juegos de pelota, etc. en pleno parque.
La Puerta Este del Templo del Cielo se encuentra muy próxima al mercado de la perla (similar al famoso mercado de la seda, sólo que menos concurrido y con un regateo menos agresivo, al partir los vendedores desde un precio más bajo). Justo detrás de este mercado, en un característico edificio negro, se ubica el mercado del diamante.
El Parque de la Herencia Cultural no lo teníamos inicialmente previsto en el programa, pero ante la imposibilidad de poder entrar al Mausoleo de Mao por lo limitado del horario y las largas colas que se forman, nos encaminamos a este parque, anexo a la Ciudad Prohi- bida. Este parque es como una Ciudad Prohibida en miniatura, pero aquí estuvimos prácticamente solos. Ticket de entrada: 2 yuanes.
Entramos al patio donde se encontraba el antiguo Templo Imperial y salimos del parque por la puerta norte para alcanzar el Foso de la Ciudad Prohibida hasta la Puerta Este de la misma (Dong Hua Men en chino, ya que Dong=Este).
Cruzamos de nuevo el foso y dejamos a la izquierda el famoso restaurante Courtyard Beijing, del que nos contentamos con admirar los impresionantes coches que había aparcados en la puerta. Giramos a la derecha por la avenida Nan Chizi Dajie e inmediatamente nos metimos por la primera calleja a la izquierda, llamada Pudu Si Xi Xiang (Xi=Oeste). En este callejón visitamos una restaurada típica casa con patio o Siheyuan. Callejeando hacia el sur llegamos al antiguo Templo de Mahakala o Pudu Si, en lo alto de un pequeño montículo y que da nombre al hutong. Atravesando los Callejones de Pudu Si seguimos hacia el sur y entramos en el Callejón del Almacén de Satén (Duanku Hutong), hasta salir de nuevo a la avenida Nan Chizi Dajie, en la que comimos, por fin, en una tasca muy bien atendidos y de grato recuerdo.
Retomamos la ruta siguiendo la avenida hacia el sur entrando en el antiguo Archivo Imperial, hoy convertido en una calleja bastante destartalada. La avenida termina en el Parque Changhe Pu (que se extiende hacia el este en paralelo a un pequeño arroyo) y siguiendo los muros de una construcción moderna (s. XXI) que imita a unos edificios de época Qing y que se utilizan como restaurante de lujo. El parque desemboca en la avenida Nanheyan. Giramos a la izquierda, hacia el norte, hasta que en la segunda bocacalle a la derecha nos metimos. Sorteamos un montón de autocares turísticos hasta que llegamos al Callejón del Gran Pozo de Agua Dulce (Da Tian Shui Jing Hutong). Allí vimos un estrecho mercadillo lleno de variadísimos artículos y, a mitad de callejón giramos a la izquierda para entrar en la Calle de los Restaurantes de Wangfujing o Wangfujing snack Lu, donde disfrutamos de los famosos puestos de venta de escorpiones fritos. Finalizamos el paseo en la avenida Wangfujing, peatonal, y repleta de grandes almacenes y centros comerciales. Tras dar un breve paseo y aprovisionarnos de un buen plano de la ciudad en la oficina de turismo, cogimos el metro hacia el mercado de la Seda.
Al Mercado de la Seda llegamos en metro desde la calle Wangfujing (2 yuanes por persona).
Lo que hasta el año 2005 era una extensión de puestos y tenderetes repartidos a lo largo de la calle, hoy es un gigantesco gran almacén de artículos made in china 100% imitación. Lo forman 6 plantas + 1 sótano, con infinidad de puestos de ropa, prendas deportivas, relojerías, perfumerías bisutería, bolsos, joyas y en menor medida artículos electrónicos.
Comprar en el mercado de la seda es todo una experiencia allá por donde se mire: experiencia agotadora por la incansable tenacidad de sus vendedoras (casi todas son mujeres), experiencia estresante por la gran cantidad de puestos que hay (hay que ir con las ideas claras de lo que se desea comprar). Dar simplemente un paseo por el interior es labor de horas. En este templo de las compras se pone a prueba la paciencia, la habilidad de regateo y las dotes de actor/actriz que tengamos en nuestros genes. La venta es muy agresiva, insistente, y constituye un verdadero show. Te cogen del brazo, te retienen, gesticulan, chillan... cualquier ardid es bueno con tal que entres en su tienda y compres. Durante los días que estuvimos en China, sin lugar a dudas, fue este el único lugar donde no había barrera idiomática para entenderse o hacerse entender. Con solo observar el aspecto de cada comprador las vendedoras del mercado de la seda saben la nacionalidad del cliente potencial y se dirigen directamente en su idioma: que si "balato", que si "Tu loco", que si "ni pala ti ni pala mi", "finito finito", etc.
A pesar de todo el teatro que hacen los vendedores y del agotador regateo salimos con la sensación de que todo cuanto compramos lo hubiéramos conseguido más barato.
Después de haber viajado por el resto de los destinos que visitamos en China no vimos otro lugar semejante en todo el país, por lo que sólo por las compras en este mercado ya merece la pena plantearse el organizar la última etapa del viaje en Pekín.
El horario de visita a la Gran Muralla en Mutianyu es de 7:00 a 18:00 de abril a octubre y de 7:30 a 17:30 de noviembre a marzo. El ticket de entrada cuesta 40 yuanes. Otros precios son: 55 yuanes la opción de subida en teleférico o la bajada en tobogán; y 40 yuanes la opción de bajada en telesilla.
Cómo llegar a Mutianyu: dado que habíamos leído previamente a salir de viaje que las excursiones organizadas dejaban escaso tiempo para realizar el recorrido en la muralla con cierta tranquilidad y que siempre dedicaban una parte de ese tiempo en visitar tiendas teníamos claro que no lo haríamos en excursión organizada. Como éramos tres expedicionarios y tampoco nos apetecía perder tiempo en estaciones gigantescas, buscando autobuses ni haciéndonos entender, nos permitimos el lujo de contratar un taxi desde Pekín gestionado desde el propio hotel, que nos salió por 600 yuanes todo el día (unos 22 € por persona) estando a nuestra disposición desde las 8:30 hasta las 18:30 h.
Otras formas de llegar a Mutianyu: Existe un autobús directo (bus nº 936) desde abril a noviembre y que sale de la estación de Zong Zhi Men a las 7:00, 8:00 y 9:00 de la mañana. El mismo autobús sale del parking nº 3 de Mutianyu a las 14:00, 15;00 y 16:00.
¿Por qué elegimos Mutianyu?: Nuestra intención inicial era haber podido visitar la Gran Muralla en Simatai, siguiendo los consejos de muchos blogueros y viajeros que comparten su experiencia a través de los foros de internet. La guía Lonely Planet también coincide con ellos al definirlo como el tramo más auténtico y alejado aún de la masificación turística al no estar totalmente restaurada ni adaptados sus tramos, como sí sucede en Badaling o en Mutianyu. Sin embargo nuestros planes se vieron truncados, ya que desde julio de 2010 el tramo de Simatai ha sido cerrado por el gobierno chino para su total restauración. Y ante tal situación nos decantamos por la siguiente opción menos masificada según la guía Lonely Planet: el tramo de Mutianyu, que fue restaurado con capital alemán en 1987. Tras la visita a este tramo de la Gran Muralla, podemos afirmar que si Mutianyu está menos masificado que el tramo de Badaling, no queremos ni pensar como estará este último.
Cuando llegamos a Mutianyu desde Pekín, tras 2 horas aproximadamente de coche, el parking estaba lleno y había decenas de autobuses y toda una ciudad de tenderetes copaba todos los accesos a los senderos y teleféricos de subida a la Gran Muralla. Pero afortunadamente las cosas no son lo que en principio parecen y una vez encaramados a la Gran Muralla disfrutamos de sus paisajes y de esta atalaya con cierta tranquilidad y sin ningún tipo de masificación. Quizás el llegar un poco más tarde que los grupos pudo haber sido el motivo.
¿Cómo acceder a la Gran Muralla de Mutianyu desde la base de la montaña?. La entrada al recinto de Mutianyu (en la base de la montaña) exige el pago de un ticket de entrada de 40 yuanes. Una vez dentro, se ubica una zona de servicios con restaurantes, aparcamientos aseos y un sinfín de tenderetes. Para subir a lo alto de la montaña, donde se extiende este tramo de la Gran Muralla, existen tres posibilidades:
• Subir a pie a través de un sendero zigzagueante bien señalizado (40-50 minutos de empinada subida).
• Subir en teleférico: lo más cómodo y descansado, pero pagando un ticket adicional de 55 yuanes. Una vez encaramado en lo alto de la Gran Muralla el recorrido se hace cuesta abajo.
• Subir en telesilla: igualmente cómodo, pero expuesto a las incidencias climatológicas al ir al descubierto. Tiene la desventaja de que deja en el lado opuesto al del teleférico y por tanto el recorrido del tramo habilitado se hace cuesta arriba.
Hay que destacar que las empresas que explotan el telesilla y el teleférico son diferentes y no ofrecen tickets combinados, por lo que no interesa coger billete de ida y vuelta del teleférico o del telesilla a no ser que queramos recorrer el trayecto dos veces por el mismo sitio. Lo más lógico (que es lo que hacía la mayor parte de la gente) era subir en el teleférico, recorrer los aproximadamente 4 kilómetros del tramo y descender desde el final del recorrido en el telesilla o en un divertido tobogán. También se puede hacer al revés, pero como ya se ha indicado el recorrido es más duro al hacerse cuesta arriba.
Las taquillas para el teleférico o telesilla son diferentes a las taquillas de entrada al recinto. No es necesario decidir desde abajo la manera en la que se descenderá de la Gran Muralla una vez demos por terminada la visita, ya que arriba también hay taquillas tanto para descender en el teleférico como en telesilla o tobogán.
Recomendable: Si bien fuimos en pleno otoño y disfrutamos de un día soleado y de una agradable temperatura que rondó los 20ºC, debemos destacar que durante el recorrido no hay más sombras que el interior de los torreones. Es por eso que se recomienda llevar visera, y agua (si bien hay vendedores durante todo el recorrido de tan preciado líquido). Tampoco está de más en pleno verano llevar ropa de recambio, porque intuimos que se debe sudar mucho. El calzado ha de ser cómodo y apropiado, en cualquier época en la que vayamos, pues el piso es adoquinado y hay continuos escalones, peldaños, rampas, etc. para ir salvando los desniveles. Y por supuesto algún sándwich o bocadillo.
Nuestra visita a la Gran Muralla de Mutianyu. Al haber viajado hasta allí en transporte privado nos permitió hacer el recorrido con la tranquilidad suficiente para disfrutar de esta monumental y colosal obra, así como de sus paisajes. Nos llevó aproximadamente unas 4 horas completar el tramo entre el teleférico y el telesilla o tobogán de bajada. Al finalizar el tramo nos decantamos por el tobogán y fue una divertidísima experiencia. Al filo de las 16:00 horas regresamos hacia Pekín, no sin antes parar y dar una vuelta por el pequeño pueblo (más bien urbanización de lujo) de Beizhai, que presume de ser sostenible: coches eléctricos, zonas verdes, campo de golf, gestión eficaz del agua, etc. Quizás toda una novedad para China, pero nada novedoso para nosotros.
Llegamos a Pekín al filo de la media tarde y pedimos al taxista que nos dejara en el anillo Olímpico en lugar de en el hotel y así aprovechamos más el dia.
El horario de visita al Anillo Olímpico de Pekín es de 8:30 a 18:00. Precio: 50-60 yuanes cada instalación aproximadamente.
Cómo llegar al Anillo Olímpico: Metro Línea 10 hasta la estación de Beitucheng y enlazar allí con la línea 8 que recorre toda la ciudad Olímpica de Sur a Norte.
Tres son principalmente los edificios que llaman la atención en el Anillo Olímpico: por un lado el Estadio Nacional de Pekín conocido popularmente como el nido por su caprichosa estructura, diseñado por Jacques Herzog (el mismo arquitecto que proyectó la Tate Modern en Londres, el Forum de Barcelona, o el estadio Allianz Arena de Munich). Por otro lado el Centro Acuático Nacional (conocido simplemente como el cubo) que simula grandes y coloristas burbujas azules y que alberga las piscinas. Finalmente el Pabellón Olímpico.
Si ya de día todo resultaba bonito, a medida que fue anocheciendo y encendiéndose las luces de estos edificios, se puede decir que su iluminación era espectacular. Por otro lado lejos de que a esas horas estuviera la zona vacía, estaba a rebosar de gente paseando a lo largo de las calles y avenidas adyacentes al anillo olímpico.
Tras tomar energías en el socorrido McDonalds de la villa Olímpica, un taxi nos acercó al hotel y tras un rato de reposo nos dirigimos hacia la zona de Sanlitun.
Nuevamente un taxi (30 yuanes), al que tuvimos que ir dirigiendo porque no hubo manera de que el taxista entendiera un mapa, nos dejó en esta animada zona nocturna.
Sanlitun se encuentra en el este del distrito de Chaoyang y surgió a principios de los años 70 para acoger diversas embajadas y residencias consulares. Con el paso de los años se han ido también construyendo varios y modernos centros comerciales y por la noche se han abierto bastantes pubs y discotecas.
Los locales nocturnos de esta calle no difieren mucho de lo que se puede encontrar en cualquier calle de marcha de una ciudad turística española como Benidorm, Lloret de Mar o Torremolinos; una sucesión de discobares, todos ellos con espectáculos en vivo para todos los gustos: desde gogós hasta orquestas, dj, músicos solistas o tocando a dúo, etc. El precio de las copas a precio europeo, pues la mayor parte de la gente que allí estábamos éramos occidentales.
El horario de visita al Palacio de Verano es de 8:30 a 17:00. El precio de la entrada es de 60 yuanes.
Cómo llegar al Palacio de Verano. El Palacio de Verano se encuentra a 12 km al noroeste de la Plaza de Tiananmen en lo que en otra época era un lugar alejado de Pekín. La forma más económica de llegar a él es con la línea 4 del metro (parada: Xiyuan), pero dado que nuestro hotel en Beijing no estaba cerca de ninguna parada de metro, optamos por tomar un taxi hasta la misma puerta del Palacio (60 yuanes).
El Palacio de Verano es una inmensa finca a donde se retiraba la corte imperial durante el estío, huyendo de las altas y sofocantes temperaturas que se daban en la Ciudad Prohibida. El Palacio de Verano es más extenso que la Ciudad Prohibida.
Fue construido a mediados del siglo XVIII y lo forma una sucesión de pabellones, templos, jardines y pagodas construidos entorno al lago Kunming. Su visita nos llevó buena parte del día y nos gustó bastante más que la Ciudad Prohibida. Destaca el Gran Corredor, la pagoda del Buda Fragante (levantada sobre la colina artificial de la longevidad milenaria) y el barco de mármol.
Tras una segunda y última incursión al mercado de la Seda, regresamos al hotel para recoger las maletas y dirigirnos a la estación Oeste para tomar el tren nocturno que nos llevaría a Xi'an.
La estación Oeste de ferrocarril es muy nueva y muy grande. Si bien no nos resultó difícil localizar el andén y su sala de embarque, las dimensiones de la estación y, sobre todo, el gran embotellamiento de coches y taxis en sus accesos hace totalmente aconsejable acudir con bastante antelación a la misma. Una vez pasados los controles de seguridad de las maletas accedimos al hall de la estación, donde los paneles informativos alternan el chino y el inglés para informar del andén y sala de embarque de cada tren. Las puertas para acceder a los andenes sólo se abren unos minutos antes de la hora de salida del tren y a ellas sólo pueden acceder los viajeros.
Tomamos el tren nocturno Z-19 que recorre los 1.100 km que separan Pekín de Xi'an en 11 horas, sin realizar ninguna parada intermedia. Salimos con puntualidad a la hora fijada en el billete, las 21:18, y llegamos 5 minutos antes de la hora prevista a Xi'an. El tren era bastante nuevo y el compartimento de litera blanda lo suficientemente confortable como para conciliar el sueño durante toda la noche. Nos despertaron con música clásica una hora antes de la llegada y nos sirvieron un café en el propio compartimento por 2 yuanes por persona.
Estancia de una noche en el Nafang Hotel. Bien situado, a menos de 10 minutos andando de la Torre de la Campana. Presenta la gran ventaja de que tienen un servicio de recogida gratuito desde la Estación de tren hasta el hotel. Hotel con vocación para cliente de negocios, pero muy anticuado: las habitaciones en general pequeñas, ventanas que ajustaban mal, baño pequeño y malo... fue la peor elección del viaje.
Xi'an, también llamada Changan, es la mayor ciudad en el noroeste de China. Punto de partida de la Ruta de la Seda, fue capital de la nación durante cerca de 1.000 años en la que reinaron 13 dinastías, como por ejemplo la dinastía Zhou (siglo 11 aC - 771 aC), Qin (221 aC - 206 aC), Han (206 aC - 24 dC) y Tang (618 - 907). Actualmente es un importante polo industrial con una destacada industria automovilística. Los atractivos turísticos de esta ciudad, de aproximadamente 6 millones de habitantes, se encuentran relativamente cerca unos de otros dentro del recinto de sus murallas. Fuera de ellas y más alejada está la Pagoda del Gran Ganso.
En la estación del tren nos aguardaba Rosa para llevarnos al hotel. De camino nos ofreció por 100 yuanes por persona (11 euros) la posibilidad de llevarnos en vehículo privado hasta el yacimiento de los Guerreros de Terraccota (distante 40 km de Xi'an) así como la visita al yacimiento arqueológico de Banpo, terminando en la Pagoda del Gran Ganso. Dado que en Xi'an solo íbamos a pasar esa jornada y no podíamos perder mucho tiempo, gustosamente aceptamos.
Por la mañana, en la ciudad de Xi'an, visitamos el yacimiento arqueológico de Banpo. Al mediodía el Mausoleo del 1º emperador Qin y su ejército de Terracota, en los alrededores de Xi'an. Desde la media tarde, y de regreso a Xi'an, visitamos la pagoda del Gran Ganso, las Torres de la Campana y del Tambor, y el mercadillo nocturno del Barrio Musulmán.
El horario de visita del yacimiento arqueológico de Banpo es de 8:30 a 17:00. El precio de la entrada es de 35 yuanes por persona.
Eclipsado por la grandiosidad y fama mundial del yacimiento de los Guerreros de Terracota, no deja sin embargo de tener su interés este sitio arqueológico de la era neolítica (5000 - 4000 a.C). Desde su descubrimiento en 1953, se han ido excavando los basamentos de hasta 45 edificaciones, además de una necrópolis e incluso restos de hornos de cerámica.
Al igual que sucede en los Guerreros de Terracota, el enclave ha sido cubierto por un gran pabellón para preservarlo mejor. La visita ofrece varios puntos de observación sobre el yacimiento acompañado de pantallas interactivas con reconstrucciones 3-D. En el exterior se ha creado un parque con una zona de pic-nic dentro de una recreación a escala natural de las casas del poblado a efectos divulgativos para los más peques de la casa. Finalizada esta visita, abandonamos momentáneamente Xi'an y nos dirigimos hacia el...
El horario de visita de yacimiento de los Guerreros de Terracota es de 8:30 a 17:30. El precio de la entrada es de 110 yuanes por persona + 5 yuanes que pagamos para que nos acercaran en unos coches eléctricos, porque desde la entrada hasta las fosas hay un largo sendero que costará recorrerlo unos 20 minutos a pie.
Cómo llegar. Como ya se ha comentado fuimos en vehículo privado. No obstante nos habíamos informado que desde la estación de tren parte el autobús nº 306, que por 7 yuanes por persona se dirige también hasta los Guerreros de Terracota.
Este yacimiento es el mausoleo del primer emperador de China, Qin Shi Huang (260 a.C - 210 a.C) Este emperador, que pasó a la historia como el unificador de China, mandó construir todo un ejército a escala natural hecho en terracota con el fin de que pudiera, una vez muerto, seguir teniendo todo un ejército a su mando. Tras su muerte y posterior destrucción, pasó 2.000 años cubierto y olvidado hasta que fue casualmente descubierto en 1974 por unos campesinos que excavaban un pozo. Las excavaciones se iniciaron en 1979 y desde entonces no han cesado de sacar a la luz sorprendentes hallazgos. En 1987 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y en el año 2010 el equipo arqueológico que viene trabajando en el mismo ha sido galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de ciencias sociales.
Ubicado a 40 km al noreste de Xi'an, el yacimiento arqueológico es inmenso y, debido a su fama mundial, tiene anexo a él todo una mini ciudad que suponemos debe acoger a arqueólogos, investigadores y también a los cada vez más vendedores de souvenirs que acaparan todas las plantas bajas. En el momento de nuestra visita se estaba construyendo lo que parecía ser un gran auditorio o centro de congresos.
El hecho de haber llegado hasta esta mini ciudad, donde se ubica una gran explanada de aparcamientos y la estación de autobuses, no significa que hayamos llegado al yacimiento arqueológico excavado, sino más bien a la entrada del recinto. Desde esta entrada al recinto hasta llegar a la zona donde están los pabellones que cubren a los Guerreros de Terracota y el edificio del museo, hay un largo paseo que se hace mucho más llevadero si se paga los servicios de unos prácticos vehículos eléctricos que nos dejarán literalmente en la puerta. Tras pasar el control de las entradas (ojo, porque las taquillas no están aquí, sino en la explanada grande junto a la estación de autobuses) y pasar también por un control de seguridad las mochilas, bolsos, etc. ya se tiene enfrente los pabellones. También a mano izquierda se aprecia el edificio que acoge al cine circular con pantalla de 360º y a mano derecha el museo.
Como una imagen vale más que mil palabras he sobrepuesto las indicaciones dadas en el párrafo anterior sobre este plano de orientación del recinto (para visualizarlo es necesario tener instalada la aplicación gratuita Google Earth).
Iniciamos nuestra visita visionando un documental de unos 15 minutos de duración en una pantalla circular de 360º que, sin palabras, narra la historia del yacimiento y cómo fueron construidos los guerreros de terracota. A su término nos dirigimos al lado opuesto para visitar el museo. El museo es moderno y está muy bien planteado y estructurado. Preside el patio interior central del museo una gigantesca marioneta que representa un guerrero cogiendo la mano a una niña de nuestros días. Desde este punto se articulan varias salas donde se exponen diversos ajuares y tesoros encontrados en el yacimiento. Destaca por encima de todo los dos famosos carros de bronce, así como varios guerreros de terracota que por su perfección han sido reubicados en el museo. Sólo visitando el museo se tendrá la oportunidad de estar a la misma altura de los Guerreros de terracota y observar con detalle el trabajo de artesanía que supuso su construcción. Una vez dentro de los pabellones que contienen el resto del ejército, los veremos desde terrazas y no se podrán apreciar al detalle.
Finalizada nuestra visita un tanto acelerada al museo, y siguiendo las indicaciones de las guías escritas que llevábamos, nos dirigimos a los pabellones que acogen las fosas más pequeñas (pabellón y fosa nº 3), seguimos después por el pabellón nº 2 y dejamos para el final el pabellón más grande y espectacular que es el número 1. De las fosas que encierran el pabellón 3 destacan los caballos, del pabellón que alberga el pabellón dos, los jinetes y arqueros y finalmente de la gran fosa nº 1, la más espectacular por tener el ejército alineado. Cuentan las guías que aquí hay unos 6.000 guerreros, pero la impresión que nos dio es que deben quedar muchísimos más por excavar porque a pesar del gran número de piezas excavadas, restauradas y puestas de pie, falta aún muchas zonas dentro de esta fosa por iniciar la excavación.
Mucho se comenta sobre la perspectiva que se tiene del Ejército de Terracota desde las terrazas desde donde se visionan. Lo ideal sería estar a su misma altura pero somos tantos los visitantes que supondrían su destrucción total. Nos tenemos que conformar con verlos a vista de pájaro y aun así no dejarán de despertar nuestra admiración por este auténtico trabajo de chinos.
El precio de la entrada a la Pagoda del Gran Ganso es de 35 yuanes. Esta pagoda está algo alejada del centro histórico de Xi'an y forma parte del Templo de la madre Grace y se levanta en el centro de un parque rodeado de unas animadas calles repletas de restaurantes y tiendas de souvenirs. Su origen se remonta al siglo VII y fue construida para acoger varios manuscritos referentes a la religión budista traídos por un monje desde la India.
Tras regresar al centro de la ciudad, procedentes de la Pagoda del Gran Ganso, iniciamos (ya al anochecer) la visita intramuros de la ciudad donde contemplamos los exteriores siguientes:
• Torre de la Campana: construida en el s.XIV en estilo tradicional chino (es como una gran pagoda) y se la considera la más grande y mejor conservada de China. Su función era doble: defensiva haciendo sonar la campana para avisar de la amenaza de ejércitos invasores y también astronómica, pues se hacía sonar en cada amanecer.
• Torre del Tambor: también construida en el s. XIV, se sitúa en el mismo eje que la Torre de la Campana, justo en la entrada al barrio musulmán. La Torre del Tambor era utilizada para anunciar el ocaso del día. Ambas torres son de gran belleza y puede visitarse su interior pagando una pequeña entrada. Existen además tickets combinados para visitar las dos torres.
• Barrio musulmán: lo forman una serie de callejuelas que surgen junto a la Torre del tambor. Al hacer nuestro recorrido bien entrada la tarde (ya había anochecido) y por lo tanto se había instalado el mercadillo nocturno, que ocupaba dos hileras de la misma calle más sus adyacentes. En ella se mezclaban los aromas de la carne y las especias con el de la madera de los souvernirs. Y es que este mercadillo era bastante variopinto: en los bajos de las casas eran todo comercio de especias y alimentos y luego en el centro de la calle eran dos hileras de tenderetes con toda clase de souvernirs. Dado que fuimos ya bastante tarde, pudimos comprobar que está abierto hasta el filo de las diez y media de la noche.
Con una superficie que casi triplica la extensión de la Península Ibérica y elevado a más de 3.600 metros sobre el nivel del mar, el Tíbet es, desde el punto de vista geográfico, una vasta llanura flanqueada por montañas áridas y fracturadas por la erosión de los torrentes y ríos que se precipitan casi en picado hacia la misma.
La zona donde se ubica su capital -Lhasa- y sus aproximadamente 100 km a la redonda (que es apenas lo que recorrimos durante esta etapa del viaje) se caracteriza por un paisaje lunar donde no crece vegetación arbórea y cuya única diferencia pudiera estar en los ríos y lagos que lo recorren, creados por la retirada de los glaciares o el deshielo de los mismos. El paisaje que contemplamos en el Tíbet dista mucho de la imagen idílica de bellas montañas salpicadas de monasterios budistas. Si bien es verdad que hay monasterios perdidos por las montañas, lo que no se cuenta es que son montañas peladas y muy erosionadas más propias de un desierto que de un vergel. Sin embargo, no significa esto que nos pareciera feo, sino simplemente distinto a lo que en principio nos habíamos imaginado.
Desde el punto de vista político, hasta la década de los años 50 del siglo XX, el Tíbet gozó de cierto grado de independencia motivado por su lejanía y aislamiento que tenía con el resto del mundo por su ubicación geográfica y su elevada altura. Al frente de este estado teocrático y feudal se encontraba el Dalai Lama, quien ejercía de líder político y también espiritual del budismo. Tras la instauración de la República Popular China, Mao Zedong inició una política expansionista que fue paulatinamente anexionando regiones limítrofes, como Manchuria, llegándole también el turno al Tíbet. En 1950 el ejercito chino invadió esta región, expulsó al Dalai Lama y sometió al pueblo tibetano a un estricto y severo control, al tiempo que vetó la presencia de extranjeros en la zona. Años más tarde, durante la Revolución Cultural, sufrió también la destrucción de muchos templos e iconos importantes para este pueblo.
Hoy, los más de 50 años de dominación china se presentan al mundo con una doble cara: por un lado la cara amable que ha llevado a esta región el progreso en forma de infraestructuras como hospitales, carreteras, un aeropuerto o la faraónica línea de ferrocarril Pekín-Lhasa. Pero también el lado amargo: la continúa llegada de colonos chinos de la etnia Han ha ido poco a poco desplazando, cuando no diluyendo, toda forma de vida tibetana. Por otro lado, el gran desarrollismo que China está experimentando, concentrado en apenas unos pocos años, no es ajeno tampoco al Tíbet y los efectos de la globalización china son patentes allá donde se mire.
Si bien el Tíbet actual es una región autónoma perteneciente a China, sigue siendo una zona de viaje restrictiva para el visitante extranjero. Hasta los años 80 del siglo pasado estuvo totalmente cerrado a los extranjeros. A partir de entonces se han alternado periodos de permisividad con periodos de prohibición. En el momento actual (diciembre de 2010) se lleva disfrutando de unos pocos años de permisividad, lo que no significa que sea de viajar con libertad. Para viajar al Tíbet debe hacerse con las condiciones que impone el gobierno chino, que no son otras que solicitar (previo pago) uno o varios permisos especiales (hay permisos que sólo valen para Lhasa y otros para moverse fuera de esta región...) y que el viaje se haga (o se simule hacer) dentro de un grupo organizado por una agencia de viajes china.
¿Dónde conseguir el permiso de viaje al Tíbet?. La forma más práctica es recurrir a las agencias de viajes que hay establecidas dentro de los hostel y hoteles. En nuestro caso, el permiso nos lo gestionó Miss Chen, la señora que lleva la agencia de viajes en el Far East Hotel de Pekín, nuestro primer hotel en China (ver apartado de alojamientos, al principio de esta guía).
¿Es necesario tener el permiso de viaje al Tíbet para reservar los billetes de avión o tren con destino al Tíbet?. NO. Se puede reservar libremente el billete de avión a Lhasa o bien el billete de tren sin disponer del permiso. Sólo nos pedirán el permiso en el aeropuerto o estación, antes de embarcar en el avión o tren, pero no durante la reserva.
¿Qué contiene el permiso del Tíbet?. En nuestro caso eran tres hojas: una especie de diploma, íntegramente escrito en chino, que obviamente no pudimos nunca saber lo que decía; una relación de los servicios contratados (hotel + desplazamientos hotel-aeropuerto-hotel + visita guiada al Palacio de Potala); y finalmente la Rooming List del grupo, es decir, el nombre, apellidos y nº de pasaporte de los tres expedicionarios que integrábamos el grupo. Con esto nos demostraron que grupo se considera a una o más personas y que realmente lo único que le puede importar al gobierno chino son dos cosas: primero, que pagues el peaje y lo segundo, tenerte controlado por si causas problemas.
¿Cuánto cuesta el permiso del Tíbet por si solo?. Nunca lo supimos. A pesar de nuestros intentos porque nos desglosaran cada partida contratada para el Tíbet, siempre iba conjuntamente en el precio el permiso, el guía de habla inglesa, el ticket de entrada al Palacio de Potala, y los desplazamientos aeropuerto - Lhasa - aeropuerto. Por todos estos servicios pagamos 1.100 yuanes (aproxi- madamente 122 Eur por persona).
Para salir del Tíbet ¿hay que mostrar el permiso?. No. Es más, el permiso y toda la documentación se la quedó el guía que nos acompañó al aeropuerto (nos la había exigido tan pronto llegamos al aeropuerto). No nos quedó claro si es para evitar que los turistas trafiquemos con el permiso o quizás para que trafiquen ellos.
Se denomina así al conjunto de síntomas que van apareciendo en nuestro cuerpo cuando se asciende a gran altitud, sometiendo a nuestro organismo a una serie de alteraciones provocadas por la falta de oxígeno en los tejidos y el aumento de la actividad física.
El mal de altura aparece por encima de los 3.000 metros. en ascenso gradual, o por encima de los 2.500 m. cuando se pasa directamente del nivel del mar a grandes alturas. En el caso del Tíbet, su altura, a 3700 metros sobre el nivel del mar, hace que la cantidad de oxigeno en el aire sea de tan solo el 68%, si bien no significa que dé la sensación de falta de aire o ahogo. Se respira normalmente, lo que sucede es que el aire que inhalamos es menos rico en oxigeno y eso provoca alteraciones en nuestro organismo hasta que el cuerpo se acaba de adaptar a esta nueva situación.
Síntomas. Suelen aparecer entre 4 y 8 horas después de la llegada: principalmente son el dolor de cabeza, el insomnio y la fatiga en cuanto se realiza el más mínimo esfuerzo. En casos más graves pueden aparecer también mareos, náuseas y falta de apetito.
Cómo combatirlo. Tras vivir la experiencia, lo que mejor resultado nos dio fue tomar ibuprofeno. También los expertos recomiendan tomar aspirinas o paracetamol, pero con eso no se nos quitaba. Si los síntomas persisten se recomienda bajar de altura gradualmente. En Lhasa vimos varias tiendas que vendían bombonas de oxigeno, en tamaño bolsillo, con mascarilla incorporada.
Recomendaciones. Se debe beber abundante agua para evitar la deshidratación, tomar alimentos ricos en carbohidratos, y evitar tomar bebidas alcohólicas. El día de llegada se debe evitar realizar una gran actividad física y evitar cualquier esfuerzo innecesario, como por ejemplo subir escaleras. Al día siguiente a nuestra llegada, y tras haber pasado casi 24 horas de relativa tranquilidad, el subir los más de mil escaleras del Palacio de Potala fue todo un desafío. Apenas subíamos unas pocas escaleras y teníamos que parar a descansar por la fatiga. Es al realizar estos esfuerzos cuando se hace más patente el mal de altura.
Estancia de 2 noches en el Kyichu Hotel. Situado en Beijing Road, equidistante entre el palacio de Potala y el templo de Jokhang. Se trata de un hotel de arquitectura tibetana, muy confortable y bien equipado, con habitaciones muy amplias, y un buen desayuno occidental y chino. Lo cogimos al ser el 4º mejor recomendado en la web TripAdvisor. La única pega era que el agua caliente salía más bien tibia.
La manera más cómoda y rápida es el avión. El aeropuerto está sin embargo a 80 km de Lhasa (50-60 minutos de viaje). Desde 2006 también se puede llegar en tren a Lhasa, gracias a la construcción de una faraónica línea férrea que parte desde Beijing y llega a superar cotas de 5.000 metros sobre el nivel del mar mientras se abre camino hacia el Tíbet. En nuestro caso tomamos un avión desde Xi'an que nos dejaría tres horas más tarde en el Tíbet. Allí ya nos estaba esperando un taxi que recorrió los 80 km que separan el aeropuerto de Lhasa en unos 50 minutos.
Pasear por Lhasa (la mítica Shangri-là) es un claro espejo de la realidad tibetana actual: la colina central solitaria donde se alza el Palacio de Potala, antigua residencia del Dalai Lama, separa dos realidades: hacia el este la frágil ciudad tibetana que conserva aun todo su tipismo y encanto en el barrio de Barkhor y hacia el noroeste se extiende una ciudad china de servicios, moderna y sin ningún tipo de interés, que poco a poco va rodeando a la vieja Shangri-lá. Afortunadamente aun no se les ha ocurrido edificar ningún rascacielos.
Tras instalarnos en el hotel, apenas nos quedaban un par de horas de luz solar que aprovechamos para realizar una primera incursión por el cercano barrio de Barkhor, sumarnos a la marea humana que hace la kora hasta el templo de Jokhang, y posteriormente vagar por el mercado callejero que invade todas las calles del barrio hasta el anochecer.
A medida que fue oscureciendo, las calles se fueron quedando desiertas y entonces no nos quedó mucha más opción que buscar un restaurante para degustar la comida tibetana. Al final encontramos uno que combinaba en su carta tanto platos tibetanos como occidentales. Además estaba cerca del hotel y tenía un ambiente muy tranquilo y acogedor: el restaurante Ganglamedo. Allí no nos resistimos a la tentación de probar la carne de yak, que tras haberla visto durante la tarde expuesta en las carnicerías que salpican la zona de Barkhor, tenía muy buena pinta, muy similar al chuletón de buey. Una vez degustada no podemos decir que no nos gustara la carne. El problema era que la estropeaban al cocinarla con sus condimentos y salsas que disfrazan totalmente el sabor real de la misma. Para esas horas el mal de altura ya había empezado a manifestarse en forma de molesto dolor de cabeza y tras la cena preferimos retirarnos a descansar con el fin de afrontar mejor el intenso día siguiente.
Nos bastó apenas esas pocas horas de paseo por Lhasa, para descubrir también la omnipresente vigilancia por parte de la policía y ejército chino sobre la población tibetana que se concentra en este barrio. Había garitas fijas en cada calle con militares armados hasta los dientes, observadores y francotiradores en las azoteas, policía continuamente patrullando a pie, cámaras de seguridad en cada esquina, etc. Al día siguiente vimos el mismo despliegue en la zona del Palacio de Potala, por lo que si algo nos quedó claro es que el gobierno chino no ha bajado la guardia y no va a permitir la más mínima protesta o reivindicación política en la ciudad.
Radiante amaneció la jornada que dedicaríamos a visitar el interior del Templo de Jokhang en el Barrio de Barkhor y posteriormente el Palacio de Potala. En cuanto al mal de altura y su evolución en los expedicionarios, se dio de todo un poco: desde aquel que tomando ibuprofeno se le quitó por completo el dolor de cabeza y fue capaz de dormir toda la noche, hasta aquel otro que el dolor de cabeza, si bien no había ido a más, siguió molestándole y apenas consiguió dormir un rato por la noche.
¿Cómo organizamos la jornada?. Salimos por la mañana acompañados de la guía indo-tibetana que incluía el permiso del Tibet para visitar la zona de Barkhor, con el templo de Jokhang, por la mañana y el Palacio de Potala desde las 13:30 horas.
Constituida por el conjunto de manzanas que rodean la plaza donde se ubica el templo de Jokhang. Las casas son de arquitectura típica tibetana, de entorno a 3 plantas, con amplios ventanales coloristas que contrastan con el blanco encalado de sus muros. En este barrio destacan las calles que circunvalan el templo de Jokhang, pues son en ellas donde se realiza la tradicional kora.
¿Qué es la kora?. En el budismo tibetano tradicional se puede definir como una peregrinación (siempre en sentido de las agujas del reloj) que se hace meditando hacia un templo o estupa. En el caso del barrio de Barkhor, la kora es el recorrido circular que realizan los peregrinos budistas alrededor del templo de Jokhang. Durante el recorrido, los peregrinos van cantando mantras, girando la rueda de oración, postrándose una y otra vez en el suelo. Puede llegar a realizarse a menudo hasta 108 veces!!.
En los extremos de las calles por donde pasa la kora se extiende una innumerable cantidad de puestos callejeros que ofertan toda clase de objetos religiosos, banderas de oración, incienso y mantequilla de yak ofrecida como ofrenda para mantener siempre encendidas las ofrendas en el interior de los templos.
El horario de visita de este templo es desde el amanecer hasta el anochecer. El precio de la entrada es de 85 yuanes. Se llega a él andando, ya que todo el barrio de Barkhor es peatonal.
El templo de Jokhang es el más importante del budismo tibetano y por lo tanto acoge a diario a miles de fieles llegados de todos los rincones del Tíbet. Su fachada principal se asoma a una gran plaza en la que se apelotonan un gran número de fieles postrándose y realizando rezos con una gran devoción. Debido, precisamente, a esta marea humana que acude diariamente al templo, el interés se divide ya no sólo en contemplar la arquitectura y decoración del lugar, sino también en el hecho de contemplar a los propios fieles tibetanos venidos desde los confines del Tíbet o del Himalaya: etnias diferentes, con rasgos diferentes en su rostros, en sus ropas, etc.
El templo de Jokhang tiene más de 1.300 años de antigüedad y su visita fue quizás la más auténtica de las que realizamos en China, al estar en el interior de un templo vivo, lleno de fieles a los que ves rezando, encendiendo velas o vertiendo mantequilla de yak a las mismas para que no se apaguen. A pesar de contener una gran imagen de Buda, realizada en oro macizo, la sensación que nos causó este templo no fue precisamente la de ostentoso, sino más bien la contraria: todo muy simple.
El templo se articula entorno a una sala central cuadrada que está rodeado de una sucesión de capillas laterales llenas de altares de diversas deidades del budismo. Los peregrinos entran por una puerta diferente a la de los turistas (que somos los únicos que pagamos ticket de entrada pero tenemos la ventaja de evitarnos las largas colas que ellos tienen que hacer para acceder al mismo). Una vez en el interior, se va circunvalando la nave central visitando las distintas capillas. El problema es que había tal cantidad de gente que la visita la hicimos de manera un tanto apretada, porque la propia marea humana nos iba inconscientemente arrastrando. Tras visitar el interior, terminamos el recorrido subiendo a las terrazas de su fachada principal, donde la vista era impresionante: debajo los fieles que estaban en el exterior haciendo sus oraciones y postraciones, alzando un poco más arriba la vista, la inmensa plaza con sus dos grandes mástiles de banderas de oración, un poco más lejos sobresaliendo la gran colina donde se alza majestuoso el Palacio de Potala y todo alrededor el Barrio de Barkhor, con su singular arquitectura tibetana. El fondo a esta panorámica lo ponían las cumbres del Himalaya, algunas ya nevadas.
El horario de visita del Palacio de Potala es desde las 9:00 a las 15:30. El precio de la entrada es de 200 yuanes, que sólo pagan los turistas occidentales, ya que los peregrinos y visitantes chinos acceden gratuitamente por otra puerta.
En nuestro caso, el ticket de entrada al Palacio de Potala estaba incluido dentro del paquete de servicios que llevaba consigo el permiso del Tíbet. Se debe reservar con antelación los tickets de entrada al palacio dado el gran número de visitantes que registra. Es por eso que, una de las primeras tareas que se debe realizar tan pronto se llega a Lhasa es conseguir los tickets de entrada, ya que difícilmente pueden obtenerse para el mismo día o de una manera instantánea tan pronto se acerque un visitante a la taquilla. Las entradas las van adjudicando a una hora concreta y si se llega tarde no permiten acceder al mismo.
Cómo llegar: el Palacio de Potala es el centro neurálgico de Lhasa, equidistante entre la zona tibetana y la zona china de la ciudad. Es por ello que por aquí pasan y paran todos los autobuses, si bien para llegar a él y habida cuenta que todos los atractivos de la ciudad no se encuentran muy distantes unos de otros, llegamos andando.
El colosal Palacio de Potala ocupa la totalidad de una solitaria colina, siendo su punto más alto los 3.767,19 metros sobre el nivel del mar. La grandiosidad y monumentalidad del mismo queda demostrado por cifras también sobresalientes: más de 1.000 peldaños para llegar a su punto más alto, 13 pisos, más de 1.000 estancias, más de 2.500 m2 de murales pintados en sus paredes, etc. Si bien está documentado que esta colina ya albergó un palacio construido por el primer Dalai Lama, el rey Songtsen Ganpo, en el siglo VII, la edificación actual fue construida en el siglo XVII en la época del quinto Dalai Lama, cuando decidió trasladar su residencia desde el templo de Drepung. Las obras se extendieron durante más de medio siglo.
Nuestra visita al Palacio de Potala. Nada más llegar a Lhasa, procedentes del aeropuerto, el guía que nos acompañaba en este trayecto se dirigió primeramente con nuestros pasaportes a recoger las entradas a la taquilla del Palacio antes de dejarnos en el hotel. Nos dieron hora para el día siguiente a las 13:30.
El palacio tiene tres partes tan pronto se accede a su recinto: la parte más baja, a pie de la colina conocida como Shol son un conjunto de casas de una sola planta conformando una pequeña aldea. Aquí residían los funcionarios y el personal del servicio del palacio. Esta zona quedó prácticamente destruida tras la invasión del Ejército Popular chino, en 1950, si bien hoy se encuentra totalmente reconstruido. Desde aquí arranca una larga escalinata en zigzag que penosamente ascendimos por el calor que hacía y por una fatiga precoz, sobrevenida como consecuencia del mal de altura (la cabeza ya no nos dolía, pero aquí nos dimos perfectamente cuenta de que el aire que respirábamos no cundía tanto como en el resto de China).
Tras una buena sudada, y sin casi aliento, nos adentramos en lo que conoce como el Palacio Blanco: lo forman una serie de estancias que correspondían a los aposentos del Dalai Lama, así como a las dependencias administrativas del gobierno local del Tíbet. Las paredes exteriores del palacio fueron pintadas en color blanco, pues según la tradición budista este color transmite paz y serenidad. Los interiores todos en madera labrada y policromada (como anécdota comentar que en el interior del Palacio de Potala, los vigilantes del mismo no eran funcionarios al servicio del Patrimonio histórico, por llamarlo de alguna manera, sino bomberos). Las escaleras no terminan tan pronto se alcanzan las estancias del Palacio Blanco, sino que también en el interior del mismo se siguen subiendo paulatinamente para ir pasando a las sucesivas estancias.
Finalmente llegamos a un patio cuadrado, a modo de terraza, que daba acceso a la parte más alta del palacio, conocida como el Palacio Rojo: el color rojo representaba majestuosidad y poder. Esta zona estaba dedicada al estudio religioso y a la oración y es la más espectacular y llamativa de todo el palacio. Se caracteriza por una sucesión de capillas, oratorios y de suntuosos mausoleos de Dalai Lamas, dispuestos de forma casi laberíntica en distintos niveles y con varias galerías de intercomunicación. En esta zona del Palacio no estaba permitido realizar fotos.
En líneas generales, la visita a este palacio superó las expectativas iniciales, puesto que en varias guías habíamos leído que el palacio de Potala estaba literalmente vacío y no es cierto. Más bien se trata de un palacio inerte y decadente, pero contiene grandes tesoros de valor incalculable. Se aprecia que fue abandonado precipitadamente y aún hoy se pueden contemplar colchas, cortinajes, libros, murales y elementos decorativos que fueron dejados tal cual tras el exilio del último Dalai Lama. Se detecta también que, si bien el gobierno chino lo ha abierto a su explotación turística, apenas ha invertido dinero en su conservación y corre riesgo de que muchas piezas se deterioren para siempre.
La visita termina saliendo por la otra vertiente de la colina, que es la que se asoma a la ciudad china. Rodeamos nuevamente la colina y volvimos a la gran explanada que antecede a la colina que viene a ser otra impersonal plaza presidida por una imponente bandera china y las actuales sedes institucionales. Está fuertemente vigilada, hasta tal punto que no nos dejaron siquiera dejar momentáneamente las mochilas en el suelo mientras nos hacíamos fotos con la imponente estampa del palacio de Potala como fondo. Tras regresar al hotel y descansar un poco volvimos al barrio de Barkhor a cenar en el mismo restaurante, que más tarde descubrimos está recomendado por la Lonely Planet: el restaurante Ganglamedo.
El horario de visita del monasterio de Drepung es desde las 9:00 a las 16:00. El precio de la entrada es de 50 yuanes por persona, y si se desea sacar fotografías en el interior son 20 yuanes por sala!!.
Cómo llegar: dado que teníamos pagado el traslado desde Lhasa hasta su aeropuerto, solicitamos al guía que nos había acompañado el día anterior en nuestra visita al Palacio de Potala que nos reservase el transporte desde la mañana, de manera que nos llevase primeramente a ver el Monasterio de Drepung, que estaba camino al aeropuerto. Esta extensión del viaje (es decir traslado al Templo de Drepung + guía en el templo + espera del conductor durante la visita) nos costó 100 yuanes.
El Monasterio de Drepung, ubicado a 7 km al oeste de Lhasa, fue construido en el siglo XV y llegó a ser el monasterio más grande del mundo al residir 7.000 monjes en sus dependencias. A diferencia del Palacio de Potala, este monasterio sigue aún en activo, acogiendo en la actualidad una comunidad de aproximadamente 700 monjes. Está situado en la ladera de una montaña y está estructurado como si fuera un pueblo: sus calles y casas en la parte más baja y el templo en la parte más alta de la colina. Su visita interior se centra en la zona del templo principal y de sus dependencias adyacentes, como son las cocinas y capillas. Actualmente algunas dependencias están siendo restauradas.
Nuestra visita al monasterio de Drepung nos llevó más de dos horas, pues pudimos visitarlo más tranquilamente y sin las aglomeraciones de peregrinos que había por ejemplo en el templo de Jokhang. En cualquier caso, la ausencia de peregrinos no significa que no fuese un lugar de escasa veneración, a juzgar por los miles de banderas de oración que cubrían toda la montaña. No vimos tampoco muchos monjes porque deben residir en una zona diferente a la parte visitable del monasterio.
Tras finalizar la visita al monasterio de Drepung comimos, por 50 yuanes, en un restaurante tibetano al que nos llevó el guía (incluyendo la comida que pagamos al conductor y el guía, que fueron atentos con nosotros durante la mañana). A primera hora de la tarde partimos hacia el aeropuerto de Lhasa y seguimos nuestro periplo con destino a Guilin para trasladarnos posteriormente a Yangshuo. Como desde Lhasa no había vuelo directo hasta Guilin tuvimos que hacer una corta escala en el aeropuerto de Chengdu. Finalmente aterrizamos en el aeropuerto de Guilin a las 21:15 y de ahí un taxi, ya concertado previamente con el hotel de Yangshuo (260 yuanes, 80 km), nos trasladaría hasta esta última ciudad, llegando al filo de las 22:00.
Estancia de 2 noches en el River View Hotel, en un edificio de dos plantas situado frente al rio Li en una calle semi-peatonal y a escasos 10 minutos a pie de la calle Xi Jie (calle del oeste) que concentra toda la vida nocturna de esta pequeña ciudad. También está bien situado con respecto a la estación de autobuses (15 minutos a pie).
El hotel ofrece todos los servicios necesarios para un viajero a China: servicio de lavandería, gestión de excursiones por los alrededores, una amplia y variada carta de completísimos desayunos occidentales (de 22 a 30 yuanes), dos ordenadores con conexión a internet gratuita, etc. Reservamos una doble superior Deluxe por el hecho de tener vistas al río, pero la altura y la frondosidad de los árboles situados en el paseo apenas permite ver nada, por lo que no merece a priori la pena pagar el suplemento. Ahora bien, la habitación deluxe era amplísima, con una cama king size, un sofá que podía hacerse cama, un baño más que correcto, terraza y climatización. En cuanto al estandar de hotel, podría ser un tres estrellas justito de costa en España: confortable, limpio, pero sin lujos y quizás un poquitín anticuado. El personal de recepción amable y quizás los que más y mejores explicaciones nos dieron de todos los hoteles chinos que visitamos. Buen nivel de inglés en la recepción y también muy ágiles y eficaces al tramitar la reserva directamente con ellos. Hotel totalmente recomendable, con una excelente relación calidad/precio.
Yangshuo es, ante todo, una población apacible. Tras llevar 10 días pernoctando en macro ciudades, Yangshuo nos pareció un remanso de paz: pequeño, tranquilo y manejable, donde no nos hubiera importado pasar un par de noches adicionales a las que teníamos previstas. El enclave en el que se asienta también contribuye a dedicarle toda clase de elogios: a orillas del río Li en un paisaje salpicado de caprichosas dolinas kársticas que se entremezclan con sus edificaciones. Cuenta además con toda clase comercios y una variada oferta hotelera para todos los bolsillos. El corazón de la ciudad lo constituye la llamada Xi Jie o calle del Oeste, donde hay una amplia variedad de restaurantes al gusto occidental, tiendas de souvernirs, bares y discotecas. Por las noches, en el paseo fluvial que discurre a lo largo de la orilla del río, se monta un concurrido mercado nocturno.
La ciudad de Guilin, a unos 70 km al norte de Yangshuo, constituye la principal vía de entrada al tener aeropuerto. Entre Guilin y Yangshuo salen continuamente autobuses, hasta el filo de las 20:00, en ambas direcciones.
• Navegación en balsa por el río Li, desde Yangdi hasta Xinping.
• Visita de Xinping y subida a la colina de Lao Zhai.
• Yangshuo.
• Alrededores de Yangshuo: Yima, río Yulong, colina de la Media Luna y Parque del árbol milenario Banyan.
No nos acompañó totalmente la climatología en esta excursión. En los 11 días de viaje que llevábamos por China la única jornada en la que no vimos el sol fue en Xi'an, donde la niebla no levantó en todo el día. En el caso del río Li sí vimos el sol, pero había mucha bruma agarrada al río que restaba bastante visibilidad y nitidez a este espectacular paisaje.
En el hotel nos ofertaron, por 150 yuanes, el alquiler de la barca en Yangdi, teniendo que llegar a esta población por nuestra cuenta mediante el autobús de línea. También nos dieron un buen consejo que confiamos sigan aquellos viajeros que en adelante vayan a China habiendo leído antes esta guía: no navegar por el río Li desde las 10:00 hasta las 12:00 del mediodía con el fin de evitar hacerlo rodeado de los barcos crucero de mayor calado y capacidad que vienen desde Guilin cargados hasta los topes de turistas. Finalmente optamos por alquilar directamente la barca en Yangdi, si bien intentamos seguir el consejo que nos dieron e hicimos votos para llegar a Yangdi antes de las 10 de la mañana.
Tras tomar el microbús a Yangdi (9,50 yuanes por persona) en la estación de autobuses de Yangshuo a las 9:40 h. (nos fue imposible madrugar más) el viaje en autobús, de apenas 30 km, se nos hizo bastante pesado por las continuas paradas en cada poblado o cruce de carreteras para tomar o recoger gente. En total fue casi 1 hora lo que nos costó llegar, de manera que cuando bajamos del autobús en la última parada (que está en el mismo embarcadero del río) ya era la hora punta de paso de barcos procedentes de Guilin. Y vaya si era cierto: venían en caravana, uno detrás de otro.
Por otro lado nos dimos cuenta que nos habíamos equivocado también al no haber reservado la barca desde el propio hotel. Una vez en el embarcadero todo el mundo tenía su reserva de barca realizada y desaparecieron todos río abajo menos nosotros. Barcas había muchas pero no había demasiados barqueros. Lo que había era intermediarios que, viendo nuestra situación, intentaron aprovecharse al máximo, pidiéndonos cantidades desorbitadas. Al final, tras mucho insistir con unos y con otros, uno de los intermediarios nos buscó una barca y accedió a realizar el recorrido por 140 yuanes, pero una vez subidos el muy... nos hizo esperar más de 30 minutos para salir. Nada podíamos hacer porque tuvimos que pagarle por anticipado al intermediario. Pensábamos que como habíamos bajado mucho el precio estaba esperando a tener más clientes para salir, pero lo cierto es que cuando pasó otra caravana de cruceros fue cuando zarpamos lo cual nos hizo pensar que era una barca pirata.
El recorrido por el río Li justifica plenamente el haber viajado a esta región de China. Y eso que, como ya se ha comentado, la niebla nos privó de la nitidez que hubiéramos deseado. Las caprichosas formas que la erosión ha tallado en estas rocas kársticas sorprenden allá por donde se mire. Algunas de ellas tienen ya nombres de lo que supuestamente aparentan. La verdad es que la interpretación, al igual que pasa con las estalactitas y estalagmitas de las cuevas, no deja de ser algo subjetivo. Este plácido recorrido duró aproximadamente una hora y cuarenta y cinco minutos.
En Xinping las barcas no dejan al viajero en el muelle principal de esta pequeña población, sino en otro más al norte, situado como a 15 minutos a pie de esta población. Justo frente a este emplazamiento se encuentra el famoso pico reproducido en los billetes de 20 yuanes. Si bien este embarcadero se encuentra un poco alejado de Xinping, la distancia tampoco es problema porque saliendo del muelle hacia el camino que lleva a Xinping hay decenas de taxis privados o colectivos dispuestos a acercar al turista al centro de la población. Como desde el río ya percibimos que no había demasiada distancia y dado lo agradable de la temperatura, decidimos llegar a Xinping caminando, no sin antes sacarnos la foto de la colina que está reproducida en el billete de 20 yuanes. Tras un agradable paseo entre huertas y plantaciones de pomelos llegamos a...
Lo que aparenta ser una pequeña aldea a pie del río Li, se extiende luego por el interior durante varias manzanas. Aun así, sigue siendo pequeño. Lo más importante de Xinping son las manzanas de casas situadas junto al río, que conforman lo que es la parte antigua de la población, ya que aún se conservan muchas construidas con arquitectura tradicional china. Son casas de 2 alturas a lo sumo, construidas en piedra grisácea, con una amplia terraza o galería corrida en el piso superior y remate del tejado en forma de pagoda.
Tras una breve visita fuimos en busca de la colina de Lao Zhai, que por recomendación de los webmasters de la página de Viajeadictos.net, esta web, y Volver.asia, no podíamos perdernos sus magníficas vistas. La subida a la colina está próxima al final del muelle. Al inicio del camino hay un cartel pintado a mano y algo deteriorado que nos avisa de los 1.159 escalones que hay que salvar para llegar a la cima, a la vez que anuncia una bonita vista.
La subida es larga y dura (a pesar de que no hacía calor y transcurre todo el rato por sombríos bosques). Las escaleras del principio del recorrido paulatinamente se van transformando en escalones cada vez más irregulares. Conviene subir bien hidratado y alimentado antes, porque no queremos ni imaginar lo que supondrá subir allí arriba en pleno verano. Es la subida perfecta para beber unos cuantos litros de bebida isotónica. Solo que en China no abundan. Tras unos 50 minutos de subida, el esfuerzo se vio ampliamente recompensado. La vista desde esta atalaya sobre el río Li y de todos los pináculos era espectacular a pesar de la espesa bruma que había. Si hubiera estado totalmente despejado hubiera rozado el éxtasis.
Pero no debemos conformarnos con terminar la caminata en la pagoda que remata la cumbre de la colina, sino ascender un poco más hasta el repetidor de televisión que hay. A pesar de lo tortuoso de este pequeño tramo (sin escaleras) merece la pena, porque desde este punto la panorámica que tenemos es de 360º y muchísimo más espectacular que la que se observa desde la pagoda.
Y si dura fue la subida, peor fue la bajada. Si no se tiene una buena forma física, el gran esfuerzo al que se ha sometido a los músculos de las piernas durante la subida pasa factura bajando en forma de pequeños temblores en las piernas que hace más inseguro mantenerse en pie. Se pasa en cuanto se recupera la horizontalidad, pero no podemos minusvalorar esta posibilidad y estar preparado para esta o cualquier otra eventualidad.
Tras otro pequeño paseo por el pueblo, fuimos a la estación de autobuses y regresamos hasta Yangshuo (29 km, 7 yuanes por persona). Esta vez el recorrido fue mucho más ágil y sin tantas paradas como en el viaje de la mañana. La noche la pasamos recorriendo la calle Xi Jie y dándonos un más que merecido masaje de 1 hora por 50 yuanes por persona que nos dejó nuevos para la siguiente jornada.
¿Cómo organizamos la jornada?. El día amaneció bastante más nítido que la jornada anterior. Para esa jornada recorrimos por la mañana los paisajes próximos al río Yulong y realizamos un tramo de este río en balsa de bambú. Al mediodía regresamos a Yangshuo para verlo con luz natural. Después de comer nos acercamos a ver el Parque del Gran árbol Banyan y luego la Colina de la Luna.
Desde la estación de autobuses de Yangshuo cogimos una camioneta taxi (40 yuanes), con los laterales descubiertos, que nos llevó hacia el embarcadero del río Yulong. De camino hicimos varias paradas para hacer fotos, porque el paisaje era precioso: campos de arroz amarillos contrastando con el verde de las colinas kársticas y el azul del cielo. Tras un corto trayecto llegamos al embarcadero y negociamos dos balsas por 115 yuanes cada una. Aquí las balsas son completamente de bambú y, dado el poco fondo del río, las impulsa la fuerza que ejerce el balsero con su largo remo. El recorrido no tiene nada que ver con el que hicimos el día anterior en el río Li. Si bien los paisajes del río Li eran más espectaculares y el recorrido mucho más largo, el paseo en balsa por el río Yulong lo gana en tranquilidad, al estar mucho menos masificado y no haber barcas de motor.
Tras hora y cuarto de relajante paseo en balsa de bambú remontando el río Yulong, otro taxi (55 yuanes) nos trajo de regreso a Yangshuo para comer. Por la tarde negociamos con un taxi otro recorrido por los alrededores. Por una disponibilidad de 2 horas para llevarnos donde quisiésemos pactamos 200 yuanes. Primeramente nos dirigimos hasta el Parque del Banyan Gigante.
Este parque a orillas del río Jinbao, a 7.5 km de Yangshuo, es famoso por el gigantesco árbol baniano que hay en su interior, del que se dice fue plantado hace más de 800 años. Actualmente este árbol tiene 17 metros de altura, un copa de 7.1 metros alrededor del tronco, y cubre un área de 1.000 metros cuadrados. Al aproximarnos a él se aprecian sus retorcidas raíces y caprichosas formas de sus ramas. Hay una enorme rama en concreto que se extiende en línea recta a partir de tan sólo 1 metro sobre el suelo.
Existe la posibilidad de dar un paseo en barca por el río Jinbao e incluso la posibilidad de echar una guerra de barcos si el calor aprieta. Los chinos encontraban muy divertida esta actividad. Tras estar un rato en este parque nos dirigimos hacia la Colina de la Luna.
Llamada así por el gran anillo que la erosión ha formado en medio de una colina kárstica. Según el lugar donde se contemple nos parecerá estar observando la luna en cuarto creciente o en luna llena, y de ahí su singularidad. Existe la posibilidad de subir hasta esta colina a pie mediante 800 escaleras de mármol que conduce a esta cavidad, pero no teníamos tiempo ni ganas de hacerlo, pues el paisaje desde arriba no dudamos que fuese bonito, pero no mucho más de lo que ya se apreciaba desde abajo.
No queríamos dejar este región sin visitar una de las muchas cuevas que tiene. A escasos kilómetros de la Colina de la Luna, sobre la misma carretera y casi seguidas, están estas dos cuevas, conocidas por sus formaciones kársticas y por la posibilidad que ofrecen de bañarse en sus lagos o tomar baños de barro.
Tras acercarnos a la taquilla de la cueva del Buda Negro, salimos de allí tan rápido como habíamos llegado. El precio resultaba desorbitado para ver un conjunto de galerías o lagos subterráneos. Así que optamos por regresar a Yangshuo, recoger las maletas que teníamos en la consigna del hotel y el mismo taxi nos trasladó a la estación de autobuses de Yangshuo para tomar el bus exprés a Guilin, nuestra siguiente etapa del viaje.
Estancia de 2 noches en el Eva Inn Hotel, situado a orillas del río Li, junto al hotel Sheraton y a menos de 10 minutos a pie de la colina de la Trompa del Elefante. También se podía ir caminando a la zona peatonal de Yuren Lu y al parque de las dos pagodas gemelas, el símbolo de la ciudad. Sin embargo estaba algo alejado con respecto a la estación de autobuses. El hotel es muy nuevo, con habitaciones amplísimas provistas de camas extra grandes. Estándar de 4 estrellas en España. Sin duda fue el mejor hotel en el que pernoctamos durante nuestro viaje a China. La única pega (y grande) es que sólo sirven desayuno chino, escaso en variedad y caro en el precio (40 yuanes). Lástima, porque el salón de desayunos está en la azotea del hotel y tiene unas vistas espectaculares sobre Guilin y el río Lí. Afortunadamente se encuentra muy cerca de la zona peatonal y comercial de la ciudad, repleta de cafeterías, así que tampoco resultó un problema serio. Ofrece traslado gratuito entre el aeropuerto y el hotel si se llega antes de las 23:00 h. pero incomprensiblemente se debe pagar el trayecto entre el hotel y el aeropuerto (80 yuanes, 40 kilómetros).
Ubicada en las orillas del río Li, Guilin ha ganado fama en el país y el extranjero por los paisajes que ofrece: montañas verdes, jardines rocosos únicos y cuevas con formas calcáreas de caprichosas formas. Las minorías étnicas que viven en sus alrededores (los Zhuang, Yao, Hui, Miao, Mulao, Maonan y Dong) le añaden mucho color a la vida cultural de la ciudad.
La ciudad tiene una población próxima al millón y medio de habitantes y a pesar de ser mucho más pequeña que Pekin o Xi'an, nos pareció la más ruidosa y la de peor tráfico. A pesar de sus amplias avenidas, vivían en un continuo estado de atasco. No obstante, la ciudad tiene unos paisajes muy pintorescos, teniendo en cuenta que se ha ido conformando sorteando las decenas de picos kársticos que salpican la zona. Bastará subir a su pico más famoso: el llamado pico de la Belleza Solitaria para darnos cuenta del trazado caprichoso de la ciudad supeditado a estos picos. Por otra parte debe destacarse que fue la ciudad más cara para todo (excepto el alojamiento).
Desde la estación de autobuses de Yangshuo parten autobuses cada 20 minutos hasta las 20:00 (billete: 15 yuanes). Se tarda aproximadamente una hora, a la que hay que añadir el tiempo que se pasa en atascos dentro de Guilin hasta llegar a la estación de autobuses (otra media hora, como mínimo).
• Zona de Zhongshan Beilu, peatonal con muchísimas tiendas.
• La Cueva de la Flauta de Caña de Junco.
• Colina de Trompa de Elefante.
• El Pico de la Belleza Solitaria.
• Recorrido en barco por los canales.
• Alrededores de Guilin: los bancales de arroz del Espinazo del Dragón.
Tras nuestra llegada a Guilin, y después de instalarnos en el hotel, salimos a dar un paseo nocturno por los alrededores del hotel, visitando el Parque de las dos pagodas gemelas y el exterior de la colina de la trompa del elefante.
Aclarando dudas sobre el nombre: en las múltiples guías o publicaciones viajeras que consultemos sobre los bancales de arroz, podemos encontrar el mismo paraje referenciado de distintas maneras: bancales de arroz de Longsheng, bancales de arroz de Longji, bancales de arroz del Espinazo del Dragón. Longsheng es el nombre de la comarca donde se encuentran; Longji es el nombre en chino del paraje y finalmente Espinazo del Dragón es la traducción al castellano de la palabra Longji. Los bancales de arroz de Longji o del Espinazo del Dragón, como se prefieran llamar, están en la población de Ping'an, a 95 km al norte de Guilin.
La excursión a los bancales: la contratamos en la agencia de viajes del propio hotel de Guilin, a razón de 150 yuanes por persona, siendo esta la única excursión organizada en grupo que realizamos durante nuestro viaje a China.
Nos recogieron puntualmente a las 8:30 hrs de la mañana y, tras un periplo por los hoteles de los alrededores, el bus se completó con un variopinto grupo de chinos, más media docena de occidentales y entre ellos nosotros. Desde Guilin hasta Longsheng el trayecto es de 95 km y viene a costar unas dos horas aproximadamente. Tan pronto se abandona la ciudad el característico paisaje kárstico desaparece por completo para ir dando paulatinamente paso a un paisaje de montaña con frondosos bosques y pintorescas aldeas, algunas habitadas por diversas etnias que se concentran en esta región.
De camino a los bancales nos realizaron una pequeña parada para contemplar el pueblo de Huanglo, hogar de los Yao, minoría conocida por sus mujeres de larguísimas cabelleras. Para entrar al pueblo hay que pagar un peaje de ¡¡70 yuanes!!. El pueblo tiene su tipismo, con sus casas de madera, pero el precio de la entrada es exagerado. Una vez en el interior parece más un parque temático. Hay un recorrido estipulado que recorre de un extremo al otro el pueblo, en el curso del cual el toparse con alguna mujer yao es toda una casualidad.
Tras esta turistada regresamos al autobús y a los pocos kilómetros llegamos a una terminal de autobuses donde se debe cambiar de autobús a otros mini buses (30 yuanes), con el fin de ascender hasta las terrazas de arroz de Longji. La carretera hasta Ping'an, donde se ubican los bancales de arroz, está en buen estado, pero es muy estrecha. A pocos kilómetros la carretera inicia un vertiginoso y zigzagueante ascenso hasta lo más alto de las montañas, terminando en una explanada de aparcamiento. Desde aquí, y previo pago de otro peaje de entrada a Ping'an (que ignoramos su coste porque iba incluido en el precio de la excursión), parte una senda estrecha y peatonal que asciende a esta población, distante otros 15 minutos a pie cuesta arriba. Lejos de la estampa idílica de un sendero casi en la cima de una montaña, el camino se hace bordeando centenares de puestos de souvenirs. Tras cruzar un precioso puente cubierto de madera se llega ya a Ping'an y comienzan a contemplarse las terrazas de arroz desde su lugar más bajo. Esto significa que llegados a este punto el sendero se hace más empinado hasta llegar a las primeras casas de Ping'an.
Ping'an es una pequeña población encaramada a una empinada ladera y asomada al peculiar paisaje que son los bancales de arroz. Los bancales de arroz se empezaron a moldear hace más de 800 años. Se extienden a lo largo de las laderas de las montañas, siendo el punto más alto 880 metros y el más bajo los 350 metros. Adquieren distintas tonalidades según la época del año en la que se visiten. En la época que fuimos nosotros quizás fue la peor de todas, ya que el arroz había sido recogido y presentaban un color tierra muy lejos de los verdes o amarillos que tan famosos los han hecho en todo el mundo. Posiblemente sean mucho más bonitos en primavera o a principios de otoño. Aunque el paisaje no deja de ser espectacular, personalmente nos decepcionó un poco al no poder contemplarlo en su mejor momento.
Una vez en Ping'an existen varios senderos que se ramifican a modo de calles, llevando a dos o tres miradores ubicados en distintas laderas. El más frecuentado y el más alto ofrece una incomparable visión de los bancales de arroz que, como bien dice su nombre, tienen forma de espinazo de un dragón.
Ping'an es un buen lugar para probar la gastronomía típica de la zona, que se caracteriza por asar pollo o bien pescado de río dentro de un rulo hecho, a base de vaciar el interior de una rama de bambú. Y como no!!, acompañado de un buen plato de arroz.
Una reflexión final: la masificación puede afectar a la supervivencia de los bancales. A juzgar por la cantidad de grupos que encontramos y el gran numero de hoteles que han surgido de manera desordenada en esta población, el tipismo del lugar pudiera desaparecer a medio plazo, motivado precisamente por su propio éxito: la belleza del lugar y el turismo masivo no resultan ser alianzas duraderas y cabe la posibilidad de que los campesinos que hoy cultivan y mantienen estos bancales, con el tiempo dejen su actividad y la reorienten hacia el sector turístico. Si esto sucediera, los bancales se irían paulatinamente abandonando y destruyendo, matando de esta manera a la gallina de los huevos de oro. Aun están a tiempo las autoridades chinas de frenar el boom constructivo que se apreciaba en Ping'an y de regular las visitas con el fin de hacer un turismo sostenible en beneficio de todos.
Tras finalizar la visita a Ping'an emprendimos el viaje de regreso a Guilin, pero unos 30 km antes nos pararon para visitar el Parque temático de Yi Jiang Yuan. Se trata de la recreación de un poblado de una minoría étnica asentada en la zona. Con el fin de evitar la desaparición de la misma y de su folklore y costumbres, se ha creado este parque, atendido por personal de esta etnia. La visita se inicia navegando en lancha por un río y en diversos puntos de las orillas se van representando escenas teatralizadas que reproducen alguna actividad o folklore de esta etnia. A su término se pasa a realizar una visita guiada en idioma chino e inglés sobre una reproducción a escala natural de un poblado. Se puede visitar una casa, los telares, etc. La visita termina con una exhibición de folklore.
Con el fin de poder visitar la ciudad de Guilin, optamos por coger el avión que partía a Shanghái a última hora de la tarde. De esta manera dispusimos hasta las 17:00 para visitar lo más destacado de Guilin antes de partir hacia el aeropuerto. Para ello negociamos (por decir algo) con la agencia del hotel un paquete que incluyera un tour privado para los tres en vehículo particular, los tickets de entrada a los lugares a visitar, así como el tiempo de espera. Con esta premisa pagamos 895 yuanes para visitar los siguientes lugares:
Dado que en Yangshuo nos quedamos con las ganas de visitar alguna cueva, nos desquitamos con la visita a esta cueva, conocida en chino como Ludi Yan. Está en las afueras de Guilin y lo más característico es su excelente iluminación, a base de tubos de neón de colores. Habíamos estado antes en infinidad de cuevas, tanto en España como en el corazón de la zona kárstica de Eslovenia y Croacia, y podemos asegurar que estas fueron las mejor iluminadas que hayamos visitado hasta ahora. La bonita combinación de luces para realzar las estalactitas y estalagmitas de la cueva tienen su colofón en el llamado lago de Cristal del Rey Dragón en el que el efecto que produce su reflejo en el agua es de una gran belleza. A su término nos dirigimos al lago del Abeto Chino.
Las habíamos visto el primer día de noche y tocaba hacer la foto con la luz de día. Emplazadas en el medio del lago del Abeto Chino (Shan Hu), estas pagodas son el símbolo de la ciudad. La pagoda más alta, construida en cobre, representa al Sol: tiene 9 pisos y 41 metros de altura, mientras que la pagoda más baja representa a la luna y está construida en madera y recubierta de cerámica. Allí realizamos un paseo en barco por Guilin.
La ciudad está atravesada por dos ríos y está construida sobre las orillas de cuatro lagos, que conformaron los antiguos foso de la muralla. Hay un total de 19 puentes, construidos en distintos estilos, que comunican cada parte de la ciudad. Los dos ríos son el Li (Li Jiang) y Flor de Duraznero (Taohua Jiang). Tres de los cuatro lagos tienen nombres de árboles que crecen en sus orillas y el cuarto es el nombre de una cueva en las inmediaciones. Los cuatro lagos son el lago del Ficus (Rong Hu), el lago del Abeto Chino (Shan Hu), el lago del Osmanthus (Gui Hu) y el lago Mulong (que lleva el nombre de la Cueva que domina el lago).
Los cuatro lagos están rodeados de hermosos árboles centenarios y plantas con flores. Para verlos de manera tranquila, realizamos un paseo en el barco turístico que recorre buena parte de ellos. Algunas orillas están dispuestas al estilo de un jardín chino, con formaciones rocosas, puentes y pabellones. La excursión empieza y termina en el lago del Abeto Chino, frente a las dos pagodas gemelas. Tras el agradable paseo en barca, desde este punto nos dirigimos hasta la Ciudad del Príncipe y el Pico de la Belleza Solitaria.
Este enorme recinto (entrada: 70 yuanes), conocido en chino como Duxiu Feng, está formado por un palacio del siglo XIV (año 1372), muy remozado, varios edificios anexo y un gran jardín, donde se encuentra la gigantesca roca calcárea conocida con el nombre de Pico de la Belleza Solitaria. El recinto fue mandado construir por el príncipe Zhou Shouqian, un sobrino de un emperador de la dinastía Ming. Los edificios principales poseen un pequeño museo sobre la historia del lugar y el resto forma parte de la Escuela Universitaria de Magisterio. Pero lo más interesante es subir hasta lo más alto del pico (152 m.) mediante 306 escalones. En la cima se alza el mini templo budista Xuanwu. A pesar de tener que subir tanto escalón, el esfuerzo es sobradamente recompensado una vez se llega arriba, ya que permite contemplar la espectacular vista de toda la ciudad de Guilin y del río Li.
Finalizada la visita, regresamos al hotel y de ahí, nos dirigimos en taxi (80 yuanes), al aeropuerto de Guilin para tomar un vuelo con destino Shanghái, la última etapa del viaje.
Estancia de 3 noches en los New Harbour Service Apartments, muy bien situados a menos de 10 minutos a pie de la plaza del pueblo y a poco más de 20 minutos también a pie del Bund. Habíamos reservado desde España un apartamento de dos habitaciones, aprovechando una super oferta que encontramos en la web de e-long.net que suponía casi un 40% más barato que el resto de webs.
El apartamento estaba muy bien distribuido, con un amplio salón, un dormitorio principal con cama de matrimonio, un dormitorio secundario más pequeño también con cama grande, baño completo y una mini cocina totalmente equipada de electrodomésticos, pero no así de vajilla y menaje. No había de nada. Se ve que o bien se deben alquilar aparte o que no los colocan para cortas estancias. En cualquier caso esto no fue problema, ya que teníamos un buen kit de supervivencia en la maleta. Nos asignaron un apartamento en la planta 17, desde la que teníamos una fantástica panorámica del skyline de Shanghái y llegábamos a ver desde una habitación la parte de Pudong iluminada por la noche. El apartamento debía tener también piscina, restaurante y otros servicios que no tuvimos tiempo de disfrutar ni siquiera de ver. En líneas generales el estado del apartamento era bueno, si bien su mobiliario ya acusaba cierto desgaste. Debajo del apartamento hay una calle con un supermercados 24 horas, panaderías... lo imprescindible e ideal para volver a tomar unos desayunos caseros.
La perla de Oriente, como también se conoce a Shanghái, es la ciudad más grande de China, con casi veinte millones de habitantes. Está situada en el centro-este del país, a orillas del Mar de la China oriental. Shanghái está divida en dos partes: Pudong (al este del río Huangpu, la zona más moderna) y Puxi (al oeste del río Huangpu). Es la ciudad más occidental de cuantas vimos en china, y la más bulliciosa y vibrante con diferencia. En ella se entremezclan las fachadas occidentales del Bund o la Concesión francesa, con pagodas y templos budistas y todo ello empequeñecido por la presencia por todas partes de imponentes rascacielos. Toda la ciudad es un gran centro comercial. No hay barrio por el que pasáramos que no hubiera una zona con un centro comercial a cada cual más grande. La ciudad superó todas nuestras expectativas y las tres noches que estuvimos se nos quedaron cortas. Si algún día regresamos a China, será una ciudad que no nos importará repetir, pues merece mucho la pena.
La segunda ciudad de China, cuenta con dos aeropuertos: el aeropuerto de Shanghai Pudong (PVG), que atiende a los vuelos internacionales y a los principales destinos nacionales, y el aeropuerto de Hongqiao que acoge sólo vuelos nacionales. El aeropuerto de Pudong tiene conexiones a prácticamente todos los rincones del mundo.
Cómo llegar al centro de Shanghái desde el aeropuerto de Pudong. La mejor opción, sin duda, la constituye el Maglev, un tren de levitación magnética que emplea tan solo 8 minutos en recorrer los 40 kilómetros que separa el aeropuerto de la ciudad de Shanghái. Cuesta 50 yuanes. Sin embargo conviene tener en cuenta que el Maglev deja de funcionar a las 21:30 h, quedando como alternativa de transporte si se llega después de esa hora los autobuses (cuyo servicio finaliza a las 23:00) o bien los taxis.
Nosotros aterrizamos al filo de las 20:30 h, pero desde el lugar de la terminal en la que nos dejó el avión hasta la zona de recogida de equipajes tuvimos que andar kilométricos pasillos. Tal es así que las maletas llegaron mucho antes que nosotros a la cinta de recogida. Y si hay un buen trecho hasta las salas de recogida de equipajes, también es largo el recorrido de salida hacia el Maglev y las paradas de autobuses. Para cuando llegamos al acceso al Maglev, ya había pasado con creces las 21:30 y no nos quedó más remedio que cambiar el confort de un traslado de 8 minutos por el del autobús, que empleo tres cuartos de hora. Tomamos el autobús nº 5 y nos dejó en la Plaza del Pueblo. Afortunadamente el trayecto fue muy ágil ya que apenas encontramos tráfico. Al llegar a la Plaza del Pueblo y ser de noche, optamos por tomar un taxi, a sabiendas que el apartamento lo teníamos cerca. Aquí experimentamos el ya clásico truco de dar vueltas innecesarias a la manzana por parte del taxista. La carrera debía ser tan corta que nos tuvo un rato de panorámica. A pesar de ello nos cobró 20 yuanes (la bajada de bandera solamente.).
Primer día:
• El Bund, admirando los edificios de corte europeo, así como sus vistas sobre el distrito de Pudong y sus rascacielos.
• El viejo Shanghái, en las inmediaciones de los jardines de Yuyuan.
• La calle Nanjing en su lado este, la arteria comercial más famosa de la ciudad.
Segundo día:
• Excursión a la ciudad de Suzhou.
Tercer día:
• Plaza del Pueblo.
• Recorrido panorámico en el bus turístico por la Concesión francesa, y Xin Tian Di.
• El Templo del Buda de Jade.
• Museo de la Planificación urbanística de Shanghái.
• Museo de Shanghái.
• Zona de Pudong, con subida al Observatorio del rascacielos Shanghai World Financial Center, el rascacielos más alto de Asia.
• El túnel panorámico que comunica el Bund con Pudong.
Y nos despedimos de Shanghái y de China regalándonos una precipitada panorámica nocturna del skyline de Pudong desde el Bund.
Como el día anterior habíamos llegado de noche, lo primero que tuvimos que hacer es situarnos y orientarnos en el mapa. Una vez ubicados, salimos a pie hacia la zona del Bund recorriendo la calle Jiling, que es todo un paraíso para los músicos, pues seguramente sea la calle con mayor concentración de tiendas de instrumentos musicales del mundo. Las tiendas estaban unas junto a otras y a cada cual más grande.
Tras un paseo de al menos 20 minutos llegamos a la orilla del río Huangpu y al poco rato ya estábamos en el Bund, recorriéndolo por el amplio malecón que discurre junto al río. El conjunto de edificaciones que se asoman al río tienen un carácter totalmente europeo, ya que fueron construidas durante la dominación británica, entre finales del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX. Destacan el edificio del antiguo banco de Hong Kong y Shanghai (embrión del actual HSBC), el edificio de la aduana, el banco de China y el emblemático hotel Peace. Pasamos la mañana en esta zona de la ciudad.
Entramos a ver el hall del edificio del banco de Hong Kong (no permiten sacar fotos... ¡lástima!!). También entramos al hall del hotel Peace, pero donde realmente empleamos buena parte de la mañana es en sacar fotos de la imponente panorámica de rascacielos del distrito de Pudong, situado en el otro lado del río: la torre de la Perla de Oriente, la torre Jin-Mao, el World financial center de Shanghai, etc.
Tras alcanzar el puente de Daming road, volvimos sobre nuestros pasos y nos dimos otro largo paseo hasta llegar al viejo Shanghái, en la zona de los jardines de Yuyuan. Esta zona de Shanghái es radicalmente distinta y quizás sea la más china y tradicional de la ciudad. Lo constituyen manzanas de edificaciones en estilo tradicional chino, con los clásicos tejados de aleros curvos. Buena parte de estas manzanas son peatonales y están repletas de comercios. Es como un gran centro comercial, pero repartido por toda una manzana y atestado de gente por todas partes. Estaba todo muy limpio y pulcro, muchas edificaciones se ve que han sido reconstruidas. El corazón de la zona lo constituyen los jardines de Yuyuan, diseñados en el siglo XVI, durante la dinastía Ming, a imagen y semejanza de los jardines imperiales de Pekín. La costumbre china de cerrar todos los monumentos al filo de las 17:00 h. nos impidió acceder a su interior a admirar su belleza. Pronto anocheció y regresamos a nuestra base de los apartamentos New Harbour para reponer fuerzas y planificar la salida nocturna.
Al final decidimos que la salida nocturna sería pasear por la famosa y kilométrica calle Nanjing, la arteria comercial más clásica de Shanghái, recorriendo solamente su sector este, desde las inmediaciones del Hotel Peace hasta la Plaza del Pueblo, donde esta arteria comercial continúa, conformando el sector oeste. Para llegar a East Nanjing Road tomamos el metro y en un par de paradas ya teníamos delante esta calle peatonal donde si no había cientos había miles de luces de neón que dejaban pequeña a la mismísima Times Square de Nueva York. En esta calle se encuentran las tiendas de todas las multinacionales que pueda haber en el mundo en el sector textil, electrónico, bancario, etc. También hay varios hoteles y restaurantes de lujo, así como comercios muy curiosos como un gran almacén dedicado exclusivamente a productos alimenticios de todo el mundo y en el que vimos un frasco que contenía la carne de un pez a razón de 2.000 € el tarro. No conseguimos descifrar ni averiguar el nombre de tan exclusivo manjar. Sólo nos enseñaron la foto y a lo más que se parecía era a una estrella de mar.
Y con esta visión del Shanghái nocturno y animadísimo dimos por terminado el día. De camino al hotel hicimos acopio de víveres para el desayuno (incluidos croissants, porque en Shanghái hay mucho de todo, incluyendo pastelerías), pues al día siguiente nos esperaba otra intensa jornada.
Abstenerse de contratar una excursión organizada desde Shanghái, pues aparte de ser excesivamente caras, el llegar a Suzhou desde Shanghái es muy cómodo y, sobre todo, rápido si se hace en tren. Tampoco es necesario el que agencias locales nos consigan billetes de tren por anticipado, pues resulta muy sencillo y ágil obtenerlos en la propia estación.
Los trenes a Suzhou parten desde la estación Oeste de Shanghái. Para llegar hasta ella, fuimos en metro y nos bajamos en la parada que hay en la plaza de la estación. Lo curioso es que el metro no tiene salida directa a la estación del tren, sino que su boca está en la plaza exterior. También resulta curiosa la organización de la moderna y gigantesca estación oeste de tren. El acceso central está dividido en dos sectores: por un lado están las taquillas y por otro el hall distribuidor. Ambas zonas no están comunicadas, teniendo que salir nuevamente a la calle tras comprar los billetes y entrar al hall de la estación por una puerta paralela. Las taquillas son todas ellas máquinas automáticas expendedoras de billetes, lo que nos facilitó mucho la compra al poder seguir los pasos en inglés.
Hay frecuencias de trenes hacia Suzhou prácticamente cada hora y en las horas punta pueden llegar a circular trenes en intervalos de 30-45 minutos. Compramos tres billetes a razón de 41 yuanes por persona para el tren que salía a las 9:05 y nos fuimos camino de la sala de espera del andén. Acostumbrados a la estricta puntualidad china, llegado el momento se abrieron las puertas y en pocos minutos estábamos ya en el andén con el tren esperando para partir. Nuestra sorpresa al contemplar el tren fue tan inesperada como agradablemente positiva (de hecho tuvimos que mirar dos veces el billete por si nos habíamos equivocado de andén o tren): ante nosotros teníamos el flamante CRH-2, el tren de alta velocidad chino. Tras acomodarnos, el tren bala partió puntualmente y a los pocos minutos ya volábamos a más de 290 km/h de promedio, llegando a alcanzar un pico de velocidad de 335 km/h. En apenas 22 minutos había recorrido los 106 km que separan Shanghái de Suzhou, dándole incluso tiempo durante el trayecto de realizar una parada intermedia.
La moderna estación de tren de Suzhou se encuentra bastante apartada del centro de la ciudad. Tan pronto se pone el pie en tierra, comienza el asedio de taxistas, vendedores de excursiones por la ciudad, vendedores de planos, etc. Tras salir de la estación hay una gran explanada llena de paradas de autobuses urbanos muy bien señalizadas, tanto el número de la línea como el destino y paradas intermedias. Todo muy claro y detallado, pero había un problema: todas las indicaciones estaban escritas en chino!!!. Ningún cartel estaba traducido siquiera al pinyin. Así que hubo que tirar de la guía de viajes, mostrar a un chino el nombre del jardín del Administrador Humilde escrito en su idioma y mediante gestos llegar al andén desde donde partía el autobús nº 2 que nos había indicado. Tras subir al autobús tuvimos otra anécdota del viaje: el conductor no cobraba, sino que había que usar una máquina expendedora de billetes que sólo admitía el importe exacto pero nosotros no teníamos en ese momento cambios. Se ve que es un problema de lo más cotidiano, pues antes de ponernos incluso a pensar cómo resolver la situación, la gente que iba subiendo al autobús, al percatarse de nuestro problema, nos iba dando los 20 yuanes que costaba el billete a nosotros en lugar de meterlos en la máquina. De esta manera, no tardamos en reunir el importe exacto y sacar los billetes nuestros y los de los otros 3 o 4 chinos que nos habían dado la calderilla en papel moneda.
Situada a poco más de 100 km al oeste de Shanghái, Suzhou tiene más de 2.500 años de historia a sus espaldas. Estratégicamente situada junto al gran canal tuvo una gran importancia mercantil que la fue paulatinamente enriqueciendo. Antaño era surcada por seis canales que la atravesaban de norte a sur y otros catorce canales que la recorrían de este a oeste. Aunque buena parte de sus canales han sido cubiertos, aun hoy su centro urbano mantiene parte de ellos en un intento de evocar su era de esplendor, cuando Marco Polo la definió como la Venecia de Oriente.
La gran actividad comercial unida a que desde el siglo XIV fue la mayor productora de seda, fue atrayendo a la aristocracia que construyó aquí varios palacios, pabellones y jardines. En el siglo XVI había más de un centenar de jardines, de los cuales hoy sólo se conservan nueve. El arte paisajístico chino de recrear paisajes naturales en miniatura, está representado como en ningún otro lugar de China en los nueve jardines históricos que aún quedan en esta ciudad. Los jardines de Suzhou, auténticas obras maestras, fueron creados desde los siglos XI hasta el XIX. Los tres elementos principales de los jardines chinos son las rocas, el agua y las piedras, distribuidas para imitar montañas o incluso pinturas. Con el fin de preservar esta maravilla, la Unesco declaró los jardines de Suzhou Patrimonio de la Humanidad en el año 1997.
Los nueve jardines que se conservan actualmente en Suzhou se encuentran repartidos a lo largo y ancho de la ciudad, por lo que resulta imposible poder recorrerlos todos ellos en una sola jornada. A continuación detallamos los jardines que visitamos nosotros.
El precio de la entrada al jardín del Administrador Humilde es de 70 yuanes en temporada alta y 50 yuanes en temporada baja (del 31 de octubre al 15 de abril). El horario de visita es de 7:30 a 17:00 h.
Con más de 5 Ha. de superficie es el más grande y el más importante de todos. Fue construido a principios del siglo XVI, durante la dinastía Ming, por un alto funcionario. En él destaca el pabellón de los 36 patos mandarines, el pabellón de las 18 camelias, y el jardín de los bonsáis.
El precio de la entrada al jardín del Bosque del León es de 30 yuanes en temporada alta y 20 yuanes en temporada baja.
El horario de visita es de 7:30 a 17:00 h.
A escasa distancia del anterior, este jardín se caracteriza por sus montañas laberínticas artificiales hechas en roca, cuevas, así como las cascadas artificiales que caen hacia el lago, donde hay una reproducción de la barca de mármol del Palacio de Verano de Beijing.
El precio de la entrada al jardín para vagar es de 30 yuanes.
El horario de visita es de 7:30 a 17:00 h.
Fue construido por un médico con el propósito de que sus pacientes tuvieran un lugar relajado donde recuperarse. Destaca por su tranquilidad y poca masificación. Interesante son los paisajes desde el lago y los grafitis, comentarios que escribieron los pacientes sobre las piedras.
• Jardín del maestro de redes.
• La villa de la montaña con la belleza que la circunda.
• Pabellón de la ola creciente.
• Jardín del retiro de la pareja.
• El Jardín del cultivo.
• Jardín del retiro y la reflexión.
Tras visitar por la mañana los jardines del Administrador Humilde y del Bosque del León, nos encaminamos hacia la calle Guanqian, totalmente peatonal y donde se sitúa el comercio más selecto, junto a todas los restaurantes de franquicias internacionales, como McDonalds, Kentucky, Pizza Hut, etc . A mitad de esta calle, formando una plaza, se levanta el Templo del Misterio, articulado en base a dos edificios. Sus orígenes se remontan al siglo XII. El precio de la entrada es de 16 yuanes.
Tras reponer fuerzas en las inmediaciones, la primera hora de tarde la dedicamos a visitar el Jardín para Vagar hasta la hora de su cierre. Posteriormente, y mientras salíamos a una calle principal con la idea de tomar un taxi que nos condujera a la estación del tren, encontramos por casualidad el Muelle de las siete millas gracias a que vimos a varios grupos de turistas chinos bajarse de un autobús y encaminarse a un canal. El sitio era bastante pintoresco: un canal lleno de barcas, casas típicas totalmente restauradas y convertidas en restaurantes y tiendas que desembocaban en la zona del mercado nocturno.
Regreso a Shanghái: había trenes de vuelta a Shanghái a las 16:32, 17:13, 18:19, 19:23, 19:37 y luego no había otro hasta las 21:45, el último. En nuestro caso cogimos el de las 19:23, resultando también ser un tren de alta velocidad CRH-2 directo a Shanghái.
Empezamos la jornada en la Plaza del Pueblo, que hasta entonces sólo la habíamos visto de noche. Tras sacar las fotos diurnas de rigor, nos encaminamos a la cercana parada del bus turístico, con el fin de que nos aproximara hasta el templo del Buda de Jade.
El objetivo era aprovechar al máximo el día y sus desplazamientos. Así que decidimos coger el autobús turístico, lo cual fue una agradable sorpresa porque nos salió gratis al no querernos cobrar el conductor del primer trayecto que recorrimos. En los siguientes trayectos, como los conductores nos veían con el plano promocional y los auriculares, deducían que ya teníamos billete y en ningún momento nos lo llegaron a exigir. Todos los autobuses que vimos de esta compañía iban sólo con el conductor como único tripulante y literalmente pasaban de todo, por lo que si siguen tomándoselo todo así será la opción más recomendada en las futuras guías de viaje por su 100% de relación calidad/precio. El recorrido, como es habitual en estos autobuses, es muy completo, y permite bajar y subir del autobús cuantas veces se quiera dentro del supuesto plazo de validez del billete adquirido.
Iniciamos el paseo desde la Plaza del Pueblo, siendo la concesión francesa el primer lugar de referencia. Se trata de un conjunto de manzanas, relativamente homogéneo de casas bajas (3-4 pisos) de estilo francés, cuyas plantas bajas acogen las más exclusivas tiendas. A continuación pasamos por Xin Tian Di, una zona repleta de grandes almacenes, destacando un viejo hutong totalmente renovado y convertido en otro exclusivo centro comercial con multitud de tiendas, restaurantes, cafés, etc.
Un poco más adelante vuelve a surgir otra arteria comercial comparable a la anterior, Hua Hai road, con varias tiendas de electrónica (marcas originales) y las mejores marcas: Tiffany Co, Cartier, Dolce & Gabanna, Montblanc,... todo el lujo en unos metros. Le sigue la zona hotelera de lujo de Shanghái, ubicada en la parte más occidental de la famosa y extensa Nanjing Road. Aquí los rascacielos de los hoteles de las principales cadenas rivalizan en altura y en diseño. Las plantas bajas, así como las calles, están salpicadas nuevamente de grandes centros comerciales que acogen de nuevo a las más exclusivas marcas. Tan pronto se atraviesa esta zona, no tardamos en llegar al Templo del Buda de Jade.
El ticket de entrada a este templo es de 20 yuanes y el suplemento para visitar el pabellón que alberga el famoso buda de Jade es de 10 yuanes. El templo está situado en una calle relativamente tranquila. Se articula en torno a dos patios interiores. El Buda de Jade está situado en una sala del primer piso. Habíamos visto a estas alturas de viaje tantos templos que este, a pesar de ser el más importante de Shanghái, no nos llamó excesivamente la atención. Al finalizar la visita, volvimos a subirnos gratis al autobús turístico y nos bajamos en la plaza del pueblo para visitar el Museo de la Planificación urbanística de Shanghái.
El ticket de entrada cuesta 30 yuanes y está situado en un moderno edificio en el centro de la plaza. Dado el poco tiempo que disponíamos nos limitamos a subir a su penúltima planta para contemplar la enorme maqueta de la ciudad a la que no le falta ningún detalle, hasta el punto de tener representados y modelados cada uno de los pabellones que integraron la exposición Universal celebrada en esta ciudad hasta finales de Octubre de 2010.
Para llegar al cercano Museo de Shanghái o bien se rodea toda la plaza porque no se puede cruzar por el centro al impedirlo varias vallas o bien se accede por un pasaje subterráneo que en sus entrañas acoge ¡¡cómo no!! otro centro comercial repleto de los más variados puestos.
También en la plaza del pueblo prácticamente enfrente del museo anterior. Se trata de un museo muy moderno, tanto en su arquitectura como en su planteamiento didáctico-expositivo. Está articulado alrededor de un gran patio cuadrado central del que parten escaleras hacia los distintos pisos donde están las salas de exposiciones. Sus amplias salas acogen la mejor colección de arte chino del país en disciplinas tan variadas como trajes, caligrafías, pinturas, reliquias arqueológicas, bronces, porcelanas, etc. Es destacable que fue el único lugar de china donde no hay que pagar ticket de entrada.
Nuevamente en la Plaza del Pueblo, estuvimos esperando a nuestro socorrido bus turístico para que nos condujese hasta el distrito de Pudong, pero se hizo esperar y tras concederle un buen rato de espera, no nos quedó más remedio que coger un taxi (17 yuanes) para no perder más tiempo y le pedimos que nos dejara en el Rascacielos Shanghai World Financial Center ubicado en la zona de Pudong.
Es el distrito situado en la orilla oriental del río Huanpu. La construcción a mediados de los años 90 del siglo pasado de la Torre de la televisión estatal china (más conocida como la torre de la Perla de Oriente), supuso el pistoletazo de salida para edificar en esta zona el conjunto de rascacielos que acogen las sedes de las principales empresas y entidades financieras chinas e internacionales.
El skyline de Shanghái es perfectamente comparable al de urbes como Manhattan, sólo que aquí en Shanghái los rascacielos no están tan concentrados, sino que los separan pequeños parques o áreas de esparcimiento. En lo que sí supera Shanghái a Manhattan es en la iluminación de los edificios por la noche, pues es en los rascacielos donde mejor se percibe todo el derroche imaginativo y gusto de los chinos por iluminarlo todo con los colores más llamativos posibles. Con el fin de tener la mejor panorámica de Shanghái decidimos subir al observatorio del edificio más alto de la ciudad (por el momento)...
El Shanghai World Financial Center (SWFC), inaugurado en 2008, desbancó a la vecina torre Jin Mao como el edificio más alto de Shanghái, ostentando también el record de ser el rascacielos más alto de Asia y el tercero más alto del mundo, con 492 metros. Este rascacielos tiene forma de abridor de botellas. Hay miradores en la planta 94 y 97, pero el más espectacular es el ubicado en la planta 100, donde algunas partes del suelo son de cristal transparente. Este mirador se eleva a 474 metros de altura y ha sido, hasta la inauguración de la torre Burj Khalifa en Dubai, el observatorio más alto del mundo ubicado en un rascacielos. La vista desde allá arriba es espectacular si se tiene la suerte de subir un día totalmente despejado. En nuestro caso tuvimos que esperar a que anocheciera para disfrutar de esta privilegiada atalaya, ya que durante las últimas horas de sol, la niebla impedía tener una buena visión de la ciudad. A las 18:30 se encendieron las luces de los rascacielos colindantes, así como los de la torre de la Perla. Contemplar Shanghái por la noche desde este punto resulta indescriptible. El ticket de entrada al observatorio de la planta 100 cuesta 150 yuanes por persona.
Después de las dos horas que nos pasamos elevados en el mirador del SWFC volvimos a pisar tierra firme y nos dirigimos, tras bordear la torre Jin Mao, hacia la cercana torre de la Perla de Oriente.
La Torre de la Perla de Oriente se ha convertido en el símbolo del Shanghái moderno. Acoge un gran repetidor de televisión, un pequeño hotel de 20 habitaciones, un restaurante y, por supuesto, varios observatorios situados a diferentes niveles. Una vez que terminamos el clásico posado de fotos de la torre, con la torre y junto a la torre, experimentamos la parte más friki del viaje, regresando a la otra orilla a través del túnel panorámico del Bund.
Los chinos han convertido lo que es un simple y corto trayecto de metro, pues se viaja en unas vagonetas de 4 personas, en una atracción futurista de feria, iluminando un túnel con toda clase de efectos de luces y sonidos de dudoso gusto y total inutilidad (por eso, más bien debería llamarse túnel psicodélico del Bund). ¡Que todo sea por mantener al turista entretenido mientras cruza por debajo de un río y de paso sablearle 45 yuanes el trayecto!.
A la salida del túnel fue como salir del túnel del tiempo, psicológicamente hablando, ya que fue aquí, cuando oficialmente dábamos por terminada la visita de la ciudad, el viaje a China y también las vacaciones. Fue aquí cuando nos mentalizamos que había que pensar en empezar a regresar a España. A pesar de ello, ese trauma pudimos hacerlo más llevadero, ya que ante la dificultad que en ese momento tuvimos para encontrar un taxi que nos acercara a recoger las maletas a nuestro apartamento, optamos por regresar a pie, regalándonos la incomparable vista del Bund de noche.
Ya comentábamos en las notas breves sobre Shanghái, que la estancia en esta gran ciudad se nos había quedado corta: apenas nos quedaban cinco horas para partir hasta España y ahí estábamos... en el Bund, sacando fotos de la panorámica nocturna que teníamos adelante como si fuera un acto de rebeldía para no irnos: el paisaje iluminado del skyline de Pudong, junto con todos los edificios del Bund también iluminados... era una propuesta muy tentadora para no perdérnosla.
Pero el tiempo avanzaba más rápido de lo que queríamos y tras escuchar las ocho campanadas del reloj de la torre de la Aduana, ahora sí que no nos quedó más remedio que apretar el paso primero y esprintar después para llegar a nuestro destino. Un taxi nos acercó a la terminal del tren Maglev desde los apartamentos (45 yuanes). De camino bordeamos el recinto de la Exposición Universal, celebrada unos pocos meses atrás, y al filo de las nueve de la noche llegamos a coger el penúltimo Maglev con destino al aeropuerto de Pudong. Al ser de noche, el tren de levitación magnética no exhibió los 430 km/h de velocidad punta que dice alcanzar, contentándonos con recorrer los 40 kilómetros que separan Shanghái del aeropuerto de Pudong en la nada desdeñable velocidad de 301 km/h.
Ocho minutos más tarde ya estábamos en la terminal del aeropuerto de Pudong, haciendo una larga cola para facturar las maletas. En ese intervalo aprovechamos para cambiar los pocos yuanes que nos quedaban a euros (el yuan no es convertible en España) y en reponer fuerzas, pues con el programa tan apretado que llevábamos, habíamos pasado toda la jornada sin probar bocado.
El avión despegó a las 0:59. Lo curioso del viaje de vuelta es que no realizó el recorrido en línea recta, sino que nos subió hasta Pekín y luego tomó rumbo oeste, siguiendo exactamente la misma ruta que en el viaje de ida a Pekín. Este rodeo hasta Pekín explicó porque se tardaba una hora más en el viaje de regreso hasta Doha.
La travesía se desarrolló sin la más mínima novedad y contratiempo. Al filo de las cinco y media de la mañana (hora oficial en Qatar y ya de día) hicimos escala en este aeropuerto y apenas dos horas y media después ya estábamos despegando rumbo a Madrid. Así, en el trayecto de Shanghái a Doha, de 7.759 km, empleamos 9 horas y 37 minutos, mientras que el de Doha a Madrid, de 5.288 km, supuso 7 horas y 15 minutos.
¡¡ Hasta siempre China ¡!!...