Guía de viaje de una escapada a Veliki Nóvgorod

Veliki Nóvgorod se encuentra a 190 km al sureste de San Petersburgo, a orillas del río Vóljov.

Fue fundada en el año 859 por el príncipe vikingo Riúrik y durante la Edad Media fue, junto a Moscú y Kiev, una de las ciudades más importantes.

Muchos viajeros que van a San Petersburgo pueden contratar una excursión de un día para visitar esta ciudad. Normalmente se organizan autobuses que llegan hasta aquí (unas 4 horas de trayecto, sólo ida) para regresar por la noche. Por lo tanto, es un lugar relativamente popular.

Nosotros, sin embargo, decidimos ir por libre en tren (unas 2 horas y media) para pasar todo el día y luego por la noche coger un tren cama que nos llevaría a Moscú y así despertarnos allí al día siguiente.

Para nosotros esta era la primera ocasión de viajar en tren por Rusia. Un mes antes yo misma compré los billetes por internet desde la página oficial de los ferrocarriles rusos, que podéis consultar en inglés.

Para comprar los billetes a través de la mencionada web es necesario crearse una cuenta de usuario. Una vez hecha y pagada la reserva, se puede imprimir el billete electrónico. Para subir al tren siempre hay que mostrar ese billete además del pasaporte.

Lo primero que hicimos al llegar a la estación de Veliki Nóvgorod fue buscar la sala de consigna (камера хранения en ruso) para dejar nuestro equipaje, que recogeríamos al atardecer antes de subir al tren a Moscú.

Quisiera resaltar una obviedad y es que en esta ciudad el único idioma que se habla es el ruso, al menos en el caso de las personas con las que interactuamos.

Pero una vez más, pude comprobar que si hablas cuatro frases de ruso, la gente te ayuda con lo que sea.

La señora de la consigna, la policía que nos mostró dónde estaba, las vendedoras de los quioscos, hasta una taquillera de la estación, todo el mundo fue de lo más amable por mi esfuerzo de hablar ruso.

El servicio de consigna funcionó muy bien. Nos cobraron por bultos, además de las horas que dejaríamos ahí el equipaje, y como llevábamos mochilas grandes, las metimos todas en una taquilla grande automática.

Sólo teníamos que recordar el número de nuestra taquilla y pasar una tarjeta que nos habían dado por una pantalla para recogerlas después.

Una vez dejamos el equipaje, nos dirigimos al centro de la ciudad a pie para comenzar nuestra visita.

EL KREMLIN

El Kremlin de Veliki Nóvgorod se encuentra a orillas del río Vóljov y está formado por unas murallas de ladrillo rojo con unas torres en las esquinas. Se construyó entre los siglos XI y XVII.

El acceso a esta fortaleza es libre y en su interior se encuentran varios monumentos de interés, así como un parque bastante grande.

Para mí lo más bonito fue la Catedral de Santa Sofía (Собор Святой Софии), la iglesia más antigua (siglo XI) y grande de Nóvgorod. Símbolo de la ciudad, su estilo es bizantino y sobre todo destaca por sus cúpulas plateadas y dorada. La catedral es preciosa por todos lados.

Nos encontramos con algunos grupos organizados que iban de visita. Decidimos entrar para ver cómo era por dentro. Aquí también eran válidas las mismas normas de vestimenta para las mujeres que ya encontramos en Vsevolozhsk: falda larga o vestido largo y pañuelo para cubrir la cabeza. Asimismo, en el interior está prohibido hacer fotos.

De nuevo, la experiencia de visitar el interior fue muy especial. El olor, el silencio, la paz, ...En las naves de la catedral se conservan algunos fragmentos de antiguos frescos. Destaca el iconostasio como uno de los más antiguos de Rusia. También aquí dentro venden iconos, velitas, estampas y otros recuerdos.

Al este de la catedral encontramos el campanario de Santa Sofía. En su parte baja están expuestas las campanas.

Otro de los puntos que despiertan el interés de los viajeros es el monumento al Milenio, que conmemora 1.000 años de la historia de Nóvgorod. Está en la plaza principal en forma de una enorme campana. La base muestra el relieve de más de cien figuras de héroes, artistas, príncipes, ...

EL JARDÍN DE YAROSLAV

Saliendo del Kremlin se cruza un puente que va a parar al otro lado del río Vóljov. En esa zona estaba la sede oficial de los príncipes, un lugar conocido como el jardín de Yaroslav.

Este jardín se compone de varias iglesias pequeñas y de una zona verde.

Recuerdo el viento cuando cruzamos el puente, así como las primeras gotas de lluvia. La gente empezaba a luchar con sus paraguas para evitar que se doblaran por las ráfagas de viento. Por mi experiencia, esa es siempre una batalla perdida.

Como ya habíamos visto lo principal, Jonatan y yo decidimos volver al centro de la ciudad, pero al salir del Kremlin la lluvia se hizo más fuerte y nos tuvimos que resguardar en la entrada de una casa.

Estábamos ya muy cerca de la estación de tren, así que cuando la lluvia aminoró lo suficiente, salimos disparados hacia un McDonald’s que estaba cerca. Y para bien o para mal ese fue nuestro refugio durante el resto del día, hasta que decidimos ir a la estación para recoger las mochilas.

Para mí esa espera fue dura porque no me encontraba muy bien. Entre el viento y la lluvia, y alguna bacteria que inevitablemente debí coger en San Petersburgo ... Y es que se recomienda encarecidamente no beber agua del grifo en esa ciudad.

Yo no bebí, pero quizás al lavarme los dientes eso influyó. También recomiendan evitar el hielo en las bebidas.

Esto se debe a una bacteria del agua de San Petersburgo que puede provocar malestar o una reacción peor del estómago.

Jonatan, como es así, sí que bebió un poco del grifo y lo cierto es que no le pasó nada.

Después de lo mal que me encontraba, yo recomendaría beber y lavarse los dientes con agua embotellada, además de evitar el hielo.

Pero si alguien prefiere tomar bebidas con hielo porque cree que esto son exageraciones, que al menos coja algún medicamento para las náuseas y la diarrea, por si acaso. Queda dicho.

Tren nocturno de Veliki Nóvgorod a Moscú

Cuando fuimos a la estación, recogimos nuestras mochilas y tuvimos que esperar todavía más de dos horas para subir al tren. Fuera seguía lloviendo, así que no pudimos ver nada más de Veliki Nóvgorod. Por suerte, el Kremlin de Veliki Nóvgorod lo habíamos visto por la mañana y sin mojarnos.

La experiencia del tren cama a Moscú nos gustó, aunque reconozco que por la lluvia y mi malestar no nos pudimos preparar mejor para ese viaje nocturno. Podríamos haber comprado algunas sopitas instantáneas o purés de patata para hacerlos en el tren con el agua caliente del samovar, pero no pudo ser. Ahora ya lo sabemos para el próximo viaje.

Decidimos vivir la experiencia rusa de viajar y dormir en un vagón abierto de tercera clase (platzkart), que son los más baratos y a la vez los más auténticos para viajar como los locales.

Tal y como se ve en la foto, los asientos se transforman en camas con unos colchones y unas sábanas que proporciona la provodnitsa, que sería la encargada de revisar los billetes y de que todo esté bien en el tren.

Jonatan y yo éramos los únicos extranjeros del vagón, al menos en la parte en la que estábamos. Solo había rusos que hablaban ruso, así que cuando nos escuchaban hablar en español-checo, no sé qué debían pensar.

Después su confusión debía aumentar, porque pregunté algunas cosas en ruso a unas chicas jóvenes que estaban en la ventana y a la señora mayor, con muy pocas ganas de hablar, que teníamos enfrente.

Este viaje fue una buena primera toma de contacto de lo que debe ser la ruta del Transiberiano. Espero que alguna vez pueda realizar esa travesía y cruzar Siberia en tren. Desde luego ese sería "el viaje" en mayúsculas.

Sin embargo, para mí el inconveniente máximo es el tema del lavabo. Imaginaros un lavabo en cada vagón utilizado por decenas de personas... y este porque era un tramo relativamente corto de unas 8 horas de viaje. No quiero ni pensar en algunos tramos del Transiberiano en los que el viaje puede alcanzar las 36 horas sin bajarse del tren. Para mí el lavabo sería la pesadilla dentro de la pesadilla.

Poco a poco me iba sintiendo mejor, así que una vez ya estaba preparada mi cama, hice algunos sudokus y luego me eché a dormir. El traqueteo del tren nos mecía a todos como si estuviéramos en una cuna gigante. La luz del vagón era bastante tenue, pero me quedé dormida escuchando las conversaciones de unas chicas. Lo más increíble es que entendí todo lo que decían y nunca antes el ruso me había parecido tan claro e inteligible.

Al cabo de unas horas me desperté y vi por la ventana la luz del día. Una claridad absoluta que no se correspondía para nada con la hora que marcaba mi reloj: las 3:35 de la madrugada. Son las noches blancas...

Sobre las 5 horas y pico de la mañana llegamos a Moscú, a la estación Leningradskiy (Ленинградский вокзал).

Los momentos antes de bajar fueron una estampa que jamás olvidaré. La gente vistiéndose, aunque la mayoría durmió con la ropa puesta sin ponerse un pijama, los desayunos improvisados y los tés humeantes preparados con el agua del samovar, ... Las chicas de la ventana empezaron a peinarse las unas a las otras y a hacerse trenzas espiga. Me encantó. Todo muy ruso y a la vez muy alieno a mi cotidianidad.

Hasta aquí llega nuestra aventura en Veliki Nóvgorod y el viaje nocturno en tren a Moscú.