Samoa (Malo Tuto'atasi) es un archipiélago que comprende un grupo de islas perteneciente a la Polinesia, en el Pacífico sur, y que se encuentra al este de la línea internacional de cambio de fecha y al sur del ecuador, aproximadamente a mitad de camino entre Hawaii y Nueva Zelanda. Samoa es un estado independiente desde 1962 (el 1 de enero de ese año obtuvo la independencia de Nueva Zelanda) y tiene su capital en la ciudad de Apia, con una población de 39.000 habitantes de los 180.000 que tiene el país. El 96% del territorio lo componen las dos grandes islas de Upolu y Savai'i, y el resto se distrubuye entre ocho pequeños islotes: Manono, Apolima, Nuutele, Nuulua, Namua, Fanuatapu, Nuusafee y la isla Nuulopa. Sus idiomas oficiales son el samoano y el inglés.
El viaje a Samoa lo hacemos desde Nueva Zelanda, donde estuvimos trabajando con el programa working-holiday, y aprovechamos que los vuelos a las islas del Pacífico son muy baratos. Compramos un paquete en la agencia Flight Centre que incluía vuelos (Christchurch - Auckland - Apia) ida y vuelta + transfers aeropuerto-hotel + 5 noches de alojamiento en Apia con desayuno y todo ello por un total de 900 NZD (aproximadamente 640 USD).
En un principio pensamos en ir a las islas Fiyi, más por renombre que por una preferencia cierta. Pero teniendo en cuenta que Samoa es más económico, menos turístico (lo cuál significa menor influencia extranjera), igual calidad de playas y una cultura polinésica muy similar, nos inclinamos por éste. Definitivamente no nos arrepentimos en ningún momento de la elección.
Del 26 al 31 de abril de 2009.
La moneda oficial en Samoa es el Tala (T). El cambio en las fechas de este viaje era de 1 USD = 2,48 T.
Los traslados dentro de las islas principales, Upolu y Savai'i, se pueden hacer sin ningún problema en colectivo (autobús). Upolu es recorrida por una ruta principal que rodea la isla y otra ruta que la cruza de Norte a Sur, mientras que Savai'i solo cuenta con una ruta que nos lleva por toda la costa. De esta manera se puede llegar a cualquier lugar en transporte público.
Para traslados entre las islas:
• Upolu - Savai'i, ferry desde el puerto Mulifanua.
• Upolu - Manono, un bote desde el puerto de Manono-uta, en la costa noroeste de Upolu.
• Upolu - Apolima, un bote desde el puerto de Apolima-uta, también en la costa noroeste de Upolu.
En ocasiones fue necesario tomar un taxi por no poder ajustarnos a la frecuencia del transporte público. Si bien es bastante más caro que un colectivo, los precios no son exagerados.
La gente en Samoa es muy amigable, siempre intentarán ayudarte. Si bien no tuvimos ningún problema hay recaudos (precauciones) que son preferibles tomar, como ir en taxi a la noche si nuestro alojamiento no está cerca del destino.
Volamos de Auckland a Apia con Air New Zealand. Aunque salimos de Auckland el día 27 de abril llegamos al aeropuerto Faleolo de Apia, la capital samoana, un día antes del que salimos por la diferencia horaria y por cruzar la línea internacional de cambio de fecha de oeste a este.
El aeropuerto, muy chico, tiene la pista de aterrizaje a la orilla del Pacífico y se parece más a la terminal de micros de algún pueblo de provincia.
En el camino a Apia lo primero que nos llama la atención es que la mayoría de las casas no tienen paredes. Esto es así debido al calor que hace y para seguir con la tradición. En caso de lluvia o de querer intimidad bajan unas cortinas que tienen enrolladas.
Según nos contaron, por más que alguien quiera tener una casa al estilo europeo (como ellos llaman a las casas con paredes) también tendrá que tener la casa sin paredes en el mismo terreno ya que si no será muy mal visto.
Otra de las cosas llamativas es la cantidad de chanchos (cerdos) que se cruzan por la calle. Casi todas las familias tienen varios chanchos, además de perros y gallinas.
Nos alojamos en el hotel Outrigger, básico pero con todo lo que necesitamos, a 15 minutos caminando del centro de Apia.
Como nos esperábamos hacía mucho calor. Descansamos un rato en la pileta (piscina) y salimos a caminar en busca de un mercado que abre las 24 horas. En la recepción estaban muy perdidos con el mapa, pero a la larga nos indicaron como llegar, siempre lo solucionaban con "tomen un taxi".
Preferimos caminar, pero las calles de Apia no nos dieron ninguna confianza. Tomamos un taxi, pero al llegar al mercado preferimos volver, se estaba haciendo de noche y no parecía del todo seguro.
A la noche cenamos en Giordano's, una pizzería muy buena. La margarita grande costó 33 T y el postre, flan de coco con crema, 13 T.
Primer día completo en Samoa. Decidimos ir a la playa Lalomanu porque nos dijeron que es la mejor de la isla Upolu. Vamos caminando a la terminal de colectivos y por el camino vemos que es muy común que la gente entierre a sus familiares en la puerta de sus casas. Levantan un techo y abajo de éste ponen las lápidas. También pasamos por un cementerio bastante chico donde estaban haciendo un pozo de entierro.
Caminamos por la costanera (paseo marítimo) hasta el centro de informes (oficina de información), el único en el país, ubicado enfrente del obelisco que recuerda a los caídos samoanos en la Segunda Guerra mundial, ya que para esa fecha Samoa era una colonia neozelandesa. Mientras esperamos que nos atiendan nos encontramos con miss Samoa. Ella nos empezó a hablar al escuchar que hablábamos español. Nos contó que tiene amigos de Salta, que es de Estados Unidos, pero que estaba viviendo en Samoa por un año como una de las condiciones para poder ser miss, todo esto en español ya que lo había estudiado.
En el centro de informes nos dieron los horarios de colectivos para las distintas partes de la isla. Estos horarios no fueron ni siquiera orientativos ya que nunca coincidían con los reales.
Compramos el almuerzo en un mercado cerca de la terminal. Nos llevamos unos clásicos de Samoa que vendían en casi todos los puestos, unas masas fritas rellenas de carne (1,5 T) y de postre unas bolitas dulces de banana muy aceitosas (0,1 T). Las había violetas y blancas, pero casi no había diferencia de gusto. Muy buenas como comida al paso.
En la terminal preguntamos por el colectivo a Lalomanu: la gente muy amable, nos ayudó bastante. Una gran ventaja en Samoa es que la mayor parte de la gente habla buen inglés. Tomamos el colectivo a la playa de Lalomanu (6,90 T) que tardó más de 2 horas para hacer un recorrido muy corto. En el camino paró a cargar nafta (gasolina), todos bajaban a comprar algo, cuando parecía que estaban todos listos bajaba otro, y así estuvimos por media hora, desde ya que nadie se impacientaba. También pasamos por las casas que están alejadas del centro a repartirle las compras que le habían encargado al colectivero, en una especie de delivery (reparto puerta a puerta). El viaje en estos colectivos es una de las mejores experiencias. Están pintados de varios colores, van con música bien fuerte, la gente te habla. Es una de las mejores formas de ver como viven los samoanos.
Llegamos a Lalomanu y nos encontramos con una playa increíble, con muy poca gente y excelente para hacer snorkel. El agua es transparente y cálida, llena de peces hasta en la orilla. Como en todas hay que pagar una entrada, que en este caso costó 5 T.
Para volver tenemos que pedir un taxi porque en el centro de informes nos habían dicho que los colectivos volvían a Apia hasta tarde, pero no era así. El taxi llegó muchísimo más tarde de lo que nos dijeron en la playa, cuando vino nos quería cobrar 100 T, más caro de lo que se suponía y el taxista estaba bastante agresivo. Preferimos no tomarlo y la chica que lo había llamado nos dijo que estaba borracho, que mejor que no lo hayamos tomado. Esperamos a que llegue otro que nos cobró 60 T por los cuatro.
En el viaje de vuelta confirmamos la tranquilidad con la que vive esta gente, a un ritmo muy distinto al nuestro, antes de llegar pasamos por la casa del taxista para buscar a su hijo, paró en el camino a saludar a conocidos y en un kiosco a comprar una coca.
A sólo 20 minutos del centro de Apia, caminando, está la reserva marina Palolo Deep, ubicada al final del puerto. La playa no es buena, ya que tiene barro y piedras, pero vale mucho la pena hacer snorkel por la cantidad y variedad de peces.
A la noche fuimos a uno de los shows de fia-fia (danza típica) que nos recomendaron. Lo mejor de esto es que por 60 T incluye comida libre y el show. La comida, en su mayoría platos típicos, es deliciosa, mucho pescado, leche de coco, cerdo y taro. Como siempre acompañamos con Vailima, la cerveza local que es imperdible y siempre la más barata.
El día de mi cumpleaños nos despertamos muy temprano para ir a Manono, la menor de las 3 islas habitadas del archipiélago, ubicada entre las islas de Upolu y Savai'i. En Manono no hay autos ni se permiten perros.
Para llegar a Manono nos tomamos un colectivo de la terminal hasta Manono-uta. Éste es el puerto de donde salen los botes particulares a la isla. Al no haber muchos turistas, cuando llegamos al puerto todos los boteros se nos tiraron encima para que vayamos con ellos. El precio se negocia con el dueño de estos. Pagamos 80 T entre los 4 (ida y vuelta) por un recorrido de unos 20 minutos aproximadamente cada tramo.
La isla de Manono se recorre a pié muy fácil ya que sólo tiene un camino de tierra que la rodea. Acá nos sentimos más turistas que en cualquier otro lugar, todos nos miraban y hasta nos sacaron fotos. Lo más gracioso fue encontrar en un lugar tan remoto como éste una propaganda de Western Union.
La primer playa que encontramos pertenecía a una señora, dueña de un conjunto de fales (cabañas típicas), que nos quiso cobrar 20 T a cada uno por solamente nadar en su playa. Desde ya que nos fuimos y aunque nos siguió gritando cada vez precios más bajos no le hicimos caso. Llegamos a una playa mucho mejor que la anterior que parecía no tener ningún dueño que la explotase turísticamente. Según sabíamos, siempre hay que preguntar a alguien si podés quedarte en la playa cuando parece no tener dueño, ya que son los jefes de las villas o poblados los que deciden quien puede ocuparla. Así fue que nos acercamos a la villa que estaba enfrente, donde vimos a un hombre trabajando, le preguntamos si podíamos nadar en esa playa y sin ningún problema nos dijo que sí, que la playa era de él y que podíamos quedarnos todo el día sin pagar nada.
El sentimiento de estar en un lugar tan remoto es increíble, tuvimos la playa para nosotros solos, mientras los locales muy curiosos que nos miraban al pasar. Nos fuimos agradeciéndole al jefe de la villa porque nos esperaba el bote para volver.
Volvimos a Apia desde Manono-uta en el colectivo local y vemos otra de las costumbres samoanas: cuando todos los asientos se ocupan y no hay mucho espacio en el pasillo, los que están parados (de pie) se sientan encima de los sentados. Al principio pensamos que lo hacían porque se conocían, pero no, todos lo hacían. Como siempre nos trataron de la mejor manera por el hecho de ser turistas y no nos dejaron ir parados.
Por todo el camino se ven chicos jugando al rugby en la calle cuando empieza a atardecer, el rugby es el deporte nº 1 de Samoa, cuando le decimos a un local que somos argentinos la primer referencia que nos hacen es por el rugby: "Oh, Argentina, Los Pumas!!". Tal es el fanatismo que el billete de 10 Talas tiene la imagen del equipo samoano que ganó el torneo Seven de Hong Kong en 2004.
Para terminar mi cumpleaños de la mejor manera fuimos a cenar al restaurant Nano's, enfrente del puerto de Apia. Comida muy buena y abundante.
En nuestro último día completo en Samoa decidimos ir a Savai'i, la segunda isla en importancia y la mayor en tamaño del archipiélago.
Para llegar al puerto Mulifanua, en el extremo noroeste de la isla de Upolu, tomamos un taxi ya que el ferry que comunica Upolu con Savai'i salía a las 8 am y el trayecto era bastante largo para las distancias de la isla, y además nadie nos aseguraba que haya colectivos desde Apia al puerto a esa hora.
El recorrido en ferry dura 1:30 horas y cuesta 19 T. Llegamos al puerto Salelologa de la isla de Savai'i y de ahí nos tomamos el colectivo que nos llevaría a Manase, una playa muy recomendada. En el camino, de unos 45 minutos, la ruta atraviesa los campos de lava de Saleaula, sobre los cuales hay algunas casas construidas.
Llegamos a Manase y la dueña de los fales de la playa quería cobrarnos 15 T a cada uno, pero hablando la gente se entiende y terminamos pasando gratis, aunque para volver al puerto Salelologa lo hicimos con el taxi que manejaba su novio y todos contentos. La playa es casi tan buena como Lalomanu, aunque cuando sube la marea es muy angosta, es todavía más tranquila, pero no es tan buena para el snorkel.
Tomamos el último ferry de Salelologa a Upolu y del puerto volvemos a Apia para nuestra última noche en Samoa.
Temprano a la mañana nos pasa a buscar el transfer para llevarnos al aeropuerto y tomar nuestro vuelo de vuelta a Nueva Zelanda.
Samoa es un destino muy recomendable, para nosotros fue una experiencia muy enriquecedora ya que nunca habíamos estado en una isla polinésica. La gente es un atractivo en sí mismo, muy simpáticos y abiertos a contarnos sus costumbres. Estas se mantienen casi intactas desde siglos, la mayoría aún vive de la pesca y la recolección. Las jerarquías sociales son muy importantes, las familias se agrupan en villas, de la cuál se elije un jefe y se reúnen una vez por semana a tratar los temas concernientes a la villa y cualquier disturbio dentro de la villa es penalizado con una multa o expulsión.
Nosotros, por cuestión de tiempo, no pudimos visitar algunos lugares que nos hubiese gustado, como la isla deshabitada de Apolima, los blowholes de Alofaaga, nadar con tortugas en Savai'i o pasar una noche en Manono. Creo que una visita de 10 días es lo ideal para conocer los principales atractivos de Samoa.
El viaje termina y su saldo positivo nos incentiva a querer conocer más de las islas del Pacífico sur.