Guía y relato de una visita de 6 horas a Doha

Cómo llegar

Llegamos a Doha en un vuelo de la compañía Qatar Airways desde el aeropuerto de Barcelona / El Prat, a bordo de un Boeing 787-8 que despegó puntualmente a las 8:45 de la mañana. Teníamos por delante 5.178 km hasta Doha.

Y después de 5 horas y 30 minutos de vuelo aterrizamos en el aeropuerto Hamad de Doha (Catar) a las 16:15 hora local (+2 horas respecto a la hora de Barcelona en horario de invierno). Según el sistema de entretenimiento a bordo de nuestro avión, este llegó a volar a una velocidad máxima de 1.150 km/h.

Como que nuestro vuelo hacia Mahe (Seychelles) salía a las 2:20 de la madrugada, teníamos unas cuántas horas de espera que no queríamos pasar al aeropuerto. Por este motivo, previamente ya habíamos decidido que iríamos al centro de la ciudad de Doha para dar un paseo y para cenar.

Al salir del avión fuimos directamente hacia los controles de inmigración del aeropuerto, puesto que el equipaje ya lo teníamos facturado hasta Seychelles y no nos teníamos que preocupar de él.

El enorme aeropuerto Hamad de Doha fue inaugurado en 2014 y todo parecía aún muy nuevo, como si se acabara de inaugurar. Pero también hay que tener en cuenta que apenas hacía una semana que había finalizado el Mundial de Fútbol de Catar 2022 y las autoridades cataríes habían gastado una ingente suma de dinero con el objetivo de dar su mejor imagen al mundo.

Después de obtener el visado gratuito que nos permitía ingresar en el país, salimos de la terminal de llegadas y fuimos a buscar la parada Hamad Intl Airport T1 del metro de Doha que hay junto al aeropuerto.

Concretamente cogimos la línea roja, la cual tiene una longitud de 40 km, con inicio en este aeropuerto y final en la ciudad de Lusail, al norte de Doha.

Cosas a ver y hacer

A continuación sigue la ruta por la ciudad de Doha que hicimos en el corto periodo de tiempo que teníamos disponible.

Con el metro fuimos desde el aeropuerto Hamad hasta la parada de Katara siguiendo la línea roja hacia el norte. No hay que cambiar de línea, pero es un trayecto largo porque son 11 paradas, cerca ya del final de la línea roja.

La idea era dar una vuelta por el Katara Cultural Village, un barrio temático de nueva construcción que aglutina museos, galerías de arte, cines, un anfiteatro al aire libre, un planetario y un par de mezquitas, entre otros.

También hay cafés, restaurantes, unos grandes almacenes, una playa y un paseo marítimo con varios lugares informales para comer.

La zona de Katara está situada entre el distrito financiero de West Bay y el barrio residencial The Pearl, bordeada por una extensa playa extensa en su lado oriental y por los cerros gemelos de Katara en el occidental. Está unos 11 km al norte del centro histórico de Doha.

A la salida del metro nos dirigimos hacia al lugar donde se encuentra el Katara Cultural Village y paseamos por sus amplios espacios, viendo el Anfiteatro exterior, las mezquitas o las icónicas torres palomar, así como otros bonitos edificios y estructuras que reflejan la arquitectura tradicional catarí. También andamos por el paseo marítimo que hay frente a la playa de Katara.

También paseamos por la lujosa calle 21 High Street, con varios restaurantes y cafés con terrazas exteriores donde había algunos hombres fumando con narguile.

A un lado de la calle hay un gran edificio de arquitectura clásica que hospeda una sucursal de las Galerías Lafayette, los grandes almacenes parisinos.

En cualquier caso, cuando llegamos a la zona del Katara Cultural Village ya eran pasadas las cinco de la tarde, era oscuro y todo lo que era visitable ya habían cerrado.

Así que todo este espacio estaba ya bastante desangelado y decidimos dar por acabada la visita al Katara Cultural Village y regresar hacia el centro histórico de Doha. Suponemos que durante el día o los fines de semana debe estar bastante más concurrido.

Volvimos hasta la parada de metro Katara y cogimos nuevamente la línea roja, ahora en sentido sur, hasta la parada Msheireb, donde cambiamos a la línea amarilla y tomamos el siguiente metro en dirección a Ras Bu Abboud. Bajamos en la siguiente parada, la de Waqif Souq.

Saliendo de esta parada de metro fuimos directamente hacia el zoco Waqif y aquí el ambiente era la antítesis del que habíamos visto en Katara. Todo Doha parecía estar aquí, paseando o tomando un té en alguna terraza de los numerosos cafés, restaurantes y heladerías que hay.

Además, a la población local, a los expatriados y a los visitantes como nosotros, había que sumar un buen número de seguidores y seguidoras de la selección de Argentina que aún rondaban por aquí tras la victoria de su equipo de fútbol en la final de la Copa del Mundo de hacía una semana.

Recordando nuestra anterior visita a Doha, 15 años atrás, encontramos esta zona algo cambiada, pero todos sus edificios lucían muy bonitos y continuaba manteniendo la belleza de la arquitectura árabe tradicional que tanto nos gusta ver.

Paseamos por el laberinto de callejuelas que hay en el interior del zoco cubierto y por las calles exteriores que lo rodean.

Llegada la hora de cenar elegimos un pequeño restaurante de comida local junto al zoco, donde dimos buena cuenta de un shawarma buenísimo y de un hummus con pan de pita y una pepsi. Los dos pedimos lo mismo y todo nos costó 56 QR (unos 7 euros cada uno), que pagamos con la tarjeta N26 ya que no habíamos cambiado ni un solo rial catarí.

También fuimos a pasear por el interior del zoco del Oro de Doha, situado casi frente al zoco Waqif.

Después cruzamos la avenida Al Corniche por un paso subterráneo y fuimos hasta el final del espigón del puerto de dhows (Dhow Harbour) para llegar hasta el lugar donde se encuentra el mirador sobre los rascacielos de Doha (el Doha Skyline Viewpoint en inglés).

Desde este punto es realmente espectacular la vista nocturna de los rascacielos iluminados y del abanico de colores reflejados sobre las aguas de la bahía.

Aquí sí notamos una gran diferencia respecto de nuestra anterior visita, en 2007, cuando estos rascacielos aún estaban a medio construir o aún eran un solar vacío.

Entonces, desde este lado de la bahía de Doha (este mirador aún no existía como tal) sólo se veían unos pocos edificios iluminados, entre los que destacaba la pirámide del hotel Sheraton. Ahora, en cambio, es un auténtico festival de luz y color!!.

En el camino hacia este mirador pasamos justo por el lado de nuestro viejo conocido Monumento de la Perla, un homenaje a los pescadores de perlas que había en esta costa a principios del siglo XX. También es muy bonita la vista nocturna sobre el edificio del Museo de Arte Islámico iluminado.

De vuelta hacia el zoco Waqif pasamos por el lado de la impactante mezquita Fanar, un moderno edificio con un minarete en forma de espiral. Ahora esta mezquita forma parte del llamado Abdulla Bin Zaid Al Mahmoud Islamic Cultural Center.

Continuamos paseando un rato más por el centro histórico de Doha para disfrutar de otros bonitos edificios de arquitectura tradicional catarí, como la mezquita Souq Waqif East.

Pero ya empezábamos a estar muy cansados, era tarde (sobre las 22:00 horas) y decidimos ir hacia la parada de metro más próxima para regresar hacia el aeropuerto.

El último metro sale de la estación origen de la línea a las 23:00 horas, excepto los jueves y viernes que lo hace a las 23:59.

Llegamos a la terminal 1 del aeropuerto Hamad sobre las 22:30. Desde ese momento estuvimos haciendo tiempo hasta la hora del embarque del vuelo hacia Mahe, a la 1:20.

En este aeropuerto es curioso constatar que cuanto más tarde es, más gente hay deambulando por la terminal. La explicación es que como gran aeropuerto de conexión intercontinental que es, son muchos los vuelos que salen de madrugada.

Y aquí finalizó esta corta escala en Doha. A partir de ahí empezaba nuestro verdadero viaje a las islas Seychelles.