Bulgaria es un país eslavo que forma parte de la Unión Europea. Limita con Rumanía, Serbia, Macedonia, Grecia y Turquía, y su costa está bañada por el Mar Negro.
Quería ir a Bulgaria porque me gustan mucho los países eslavos y quería verla de cerca. Me interesaba conocer mejor el país, porque a lo largo de mi vida he conocido a varios búlgaros y siempre he tenido muy buena relación con ellos. Una de mis mejores amigas es búlgara. También me atrae el idioma, porque se trata de una lengua eslava que utiliza el alfabeto cirílico (como el ruso o el ucraniano), pero no presenta un sistema de casos, ya que no tiene declinaciones (como el checo o el polaco). Otra de las atracciones que tiene para mí es su arquitectura de estilo neobizantino.
En general Bulgaria es un país bastante seguro para viajar, desconocido para la mayoría de personas, del que se habla poco en los medios de comunicación. Tiene mar, montañas, llanuras, una arquitectura preciosa, buena gastronomía y el carácter de la gente es muy amable. No es un país caro para viajar, ni muy atestado por otros turistas.
No doy muchos detalles sobre monumentos históricos, ya que para eso están las guías, pero sí ofrezco el relato de nuestra experiencia y algunos consejos prácticos para los que quieran visitar este país.
Del 4 al 16 de julio de 2012.
Día 1: Brno (República Checa) - Bratislava (Eslovaquia)
Día 2: Bratislava - Burgas (Bulgaria)
Día 3: Burgas
Día 4: Burgas - Nesebûr
Día 5: Nesebûr - Burgas - Varna
Día 6: Varna - Pobiti Kamani - Varna
Día 7: Varna - Veliko Tûrnovo
Día 8: Veliko Tûrnovo - Plovdiv
Día 9: Plovdiv
Día 10: Plovdiv - Sofia
Día 11: Sofia
Día 12: Sofia - Monasterio de Rila - Sofia
Día 13: Sofia - Viena (Austria) - Brno (República Checa)
En Bulgaria tienen su propia moneda, el lev (en plural, leva).
Es bastante fácil de calcular el valor, porque el cambio es el siguiente: 1,95 euros para 1 leva. A veces este cambio sube o baja un poco, pero para tener una referencia clara, no debería cambiarse por menos de 1,95, con la única excepción de los aeropuertos.
Tienen billetes de 2, 5, 10, 20, 50 y 100 levas. También hay monedas de 1 leva y luego tienen stotinki de 50, 20, 10, 5, 2, y 1.
+ 156,97 € (vuelos Bratislava-Burgas y Sofia-Viena)
+ 61,75 € (billetes de tren)
+ 16,40 € (billetes de autobús y tranvía)
+ 5 € (taxi aeropuerto de Sofia)
+ 49 € (viaje ida y vuelta a Rila con guía)
+ 168 € (alojamiento)
+ 82 € (comidas y bebidas)
+ 10,50 € (entradas)
+ 33,85 € (regalos)
+ 12,40 € (farmacia)
= 595,87 € (gasto total del viaje por persona)
El idioma oficial de Bulgaria es el búlgaro, una lengua eslava hablada por unos 12 millones de personas. Es lengua oficial de la Unión Europea.
Tiene alfabeto cirílico, al igual que el ruso, el bielorruso, el ucraniano, el macedonio y el serbio, pero no tiene un sistema de declinaciones, lo cual facilita mucho la comunicación desde mi punto de vista (lo comparo con el idioma checo, por ejemplo).
Nuestra recomendación es familiarizarse con el alfabeto cirílico porque en el país casi todo está escrito según este alfabeto.
Para los que tengáis más curiosidad e interés por este idioma eslavo, os recomendamos las siguientes publicaciones:
• Diccionario español - búlgaro, búlgaro - español, publicado por Ediciones LU, Llibreria Universitària (2009).
• Búlgaro de cada día, de Pons Idiomas (editorial Difusión, 2009). Manual que viene con un CD estupendo para acostumbrarse a la entonación y al acento búlgaro.
+1 hora respecto al horario de la España peninsular.
• Bulgaria, Guías Visuales. Publicada por El País Aguilar (edición de 2009, en español).
• Bulgaria. Mapa de la serie Marco Polo Country Maps.
En Brno (República Checa) hemos cogido el tren que va hacia Budapest a las 14:22h. Los billetes hasta la ciudad eslovaca de Bratislava nos han costado 9 euros por persona, sin reserva de asiento.
Hay mucha gente, así que nos toca ir de pie hasta Breclav. Luego ya nos podemos sentar. Bajamos en Hlavná stanica, la estación de tren de Bratislava (Eslovaquia), a las 15:55h con un calor impresionante. Aprovechamos y camino del hostal compramos los billetes del bus al aeropuerto. Cuestan 0,90 euros cada uno.
Buscamos nuestro hostal, así que nos dirigimos a la calle Suché mýto, 19. Se llama Hostel Petit y está un poco escondido. La fachada y las escaleras nos parecen un poco dejadas, pero la habitación está bastante mejor. Por una noche pagamos 39 euros. No incluye desayuno. Tenemos que pagarlo en efectivo por un problema técnico.
Nos quedamos descansando en la habitación y por la noche salimos a pasear por el centro de Bratislava, recordando cuando estuvimos ahí en abril. Nos comemos un helado por 0,70 euros. Ahora mismo echo de menos Praga, no sé por qué. Volvemos al hostal y decidimos levantarnos a las 7h al día siguiente.
Nos levantamos para ir andando hasta la estación de tren Hlavná stanica y ahí cogemos el bus 61 que va a Letisko (aeropuerto). Es la última parada, así que no tiene pérdida.
Llegamos con tiempo de sobra y facturamos nuestras mochilas. Volamos con Smart Wings. Tardamos una hora y media en llegar a la ciudad búlgara de Burgas. Aterrizamos y vamos a buscar las mochilas. Decidimos cambiar algunos euros en el aeropuerto, aunque el cambio no es muy favorable: nos dan levas a 1,60. Decidimos cambiar 20 euros. Perdemos un poco de dinero, pero es lo que hay.
Para ir al centro de Burgas hay que salir del aeropuerto y girar a la derecha. Se coge el bus 15, que pasa cada media hora. El billete cuesta 1 leva. Dentro hay una mujer que los vende, en cuanto sube el pasajero. Van vestidas de calle, pero llevan una tarjeta de identificación en la camiseta.
Nos bajamos antes de llegar al centro, porque veo nuestro hotel de casualidad. Se llama Aqua Hotel y está en el barrio Lazur residencial, en el Democratsia Blvd. En recepción hablo un poco de búlgaro, pero me contestan en el mismo idioma y no sé qué decir. Mi nivel no llega para tanto, así que seguimos en inglés. Incluye un desayuno bufé muy variado y por dos noches pagamos 66 euros. Lo que me llama la atención es que no parece que tengan mucha prisa en cobrarnos. Dicen que ya les pagaremos en otro momento, cuando queramos, pero yo insisto en pagarles en ese instante.
Damos un paseo hasta el centro. Nos damos cuenta de que el hotel está algo apartado. Hay un montón de gatitos callejeros. También nos llama la atención la cantidad de esquelas colgadas en los árboles y en algunos muros, al lado de carteles de conciertos. Es la primera vez que vemos algo así.
Compro una postal (0,60 levas) y una botella de agua que, curiosamente, se llama Bankia (1,30 levas). Vemos la iglesia de San Cirilo y Metodio, pero está rodeada de vallas. Me siento un poco decepcionada. Vemos la iglesia armenia, que está relativamente cerca.
Decidimos ir a la playa y nos mojamos los pies. Hay muchas conchas, caracolas, gaviotas... La arena mojada está negra. Quizás por eso es el Mar Negro. El agua nos parece caliente.
Nos acercamos a la estación de tren (Gara) para ver los horarios de los autobuses a Nesebûr. La estación de autobuses del sur (Yug) está al lado de la estación de tren, así que es fácil encontrarla. Salen desde el andén 1.
Volvemos al centro y cenamos un plato de tarator (sopa fría con yogur y pepino) en un bufé de comida búlgara. Pagamos 2,60 levas por dos cuencos de tarator. Luego volvemos al hotel.
Desayunamos en el hotel y vamos a la playa. Es el primer baño del año y ha sido muy divertido. El agua está caliente, hay olas, hacemos fotos...
Antes de volver al hotel, decidimos comer en el mismo sitio de ayer. El establecimiento se llama BMS y está en la calle Aleksandrovska. Probamos un pinchito de carne con patatas y un queso típico, kashkaval, gratinado. Pagamos 7,5 levas. También nos comemos un helado por 1,46 levas. Hay muchos gatos que merodean por las sillas, para conseguir algo de comida. También hay gente que pide dinero o comida por las calles. No tienen ningún reparo en acercarse a las mesas.
El resto del día lo dedicamos a pasear y ver un poco más el centro de Burgas. Para no rompernos la cabeza, cenamos en el mismo sitio de antes. Las camareras del lugar nos reconocen y son muy amables con nosotros. Eso sí, allí nadie habla inglés. Hacemos una mezcla de búlgaro y checo, y ya nos entendemos. Pagamos 10,35 levas por la cena.
Nos acercamos a la estación de tren para comprar nuestros billetes a Varna, pero no sé por qué motivo nos dicen que no los pueden vender por adelantado y que lo hagamos el domingo, el mismo día que nos vayamos. Como no podemos hacer nada, volvemos al hotel.
Desayunamos y dejamos el hotel. Esperamos el autobús 15, que sale del aeropuerto y llega hasta al centro, un buen rato. Hemos visto que bajaba del bus 12A el chico que trabaja en la entrada de nuestro hotel. Nos ha visto y ha hecho un gesto de reconocimiento. Le he sonreído. ¡Qué majo!. Por fin ha llegado el 15 y hemos subido. De nuevo, una mujer vestida de calle nos ha cobrado 1 leva por persona.
Bajamos en la estación y cogemos el autobús que va a Nesebûr. Tenía que salir a las 9:20h, pero ha esperado un rato a que se llenara algo más. Llegamos a la conclusión de que algunos horarios son puramente orientativos, no exactos. El billete cuesta 6 levas. Le preguntamos a uno de los chicos si va a Nesebûr, para asegurarnos, y nos dice "da" (sí), pero moviendo la cabeza como si dijera que no en español. No son muy expresivos, cuando dicen "da". No se les ve en los ojos que en realidad están afirmando.
Al llegar a Nesebûr nos hemos bajado, pero nos hemos equivocado. Hemos llegado andando hasta Sunny Beach (Slûnchev Bryag), porque hemos bajado la carretera, en lugar de subir.
Ha sido muy difícil encontrar nuestro hotel, después de andar por una especie de playa, que parecía más bien un desierto, y después de haber preguntado varias veces a la gente. Entonces nos dimos cuenta de que en Burgas, algunas calles no tenían nombre. Nosotros no los vimos. Y allí en Nesebûr, parecía que la gente no supiera que las calles tienen o deberían tener nombre.
Llegamos por fin al Family Hotel Orfei, en la calle St. Kiril i Metodii, 13. Pagamos 33 euros por una noche con desayuno. Ha sido muy difícil de encontrar. Estamos cansados, enfadados y muertos de calor. Encima tenemos que pagar en efectivo, porque no sabían cómo utilizar el datáfono. Nos ha parecido un poco cutre, lo siento. Nos entra un poco de bajón. La habitación es muy pequeña y nos ha costado mucho llegar hasta allí.
Salimos para comprar la crema protectora solar (16,80 levas) y paseamos por el centro histórico. Lo más bonito que tienen es la iglesia de Cristo Pantocrátor.
Ahora ya sabemos dónde coger el autobús a Burgas para mañana, porque hay unas cuantas paradas justo en el centro histórico.
Cenamos unos trozos de pizza por 2,50 levas cada uno y compro una postal por 0,70 levas. Volvemos al hotel de mejor humor. Hay que decir que lo mejor de nuestra pequeña habitación fue la terraza que tenía. Echamos unas partidas de cartas y a dormir.
Tomamos un desayuno bastante bueno. Bajamos a la zona vieja de Nesebûr y cogemos el autobús a Burgas. El billete cuesta otra vez 6 levas por persona.
Nos bajamos en la estación de tren de Burgas y por fin compramos los billetes a Varna. Cada uno cuesta 11,50 levas. La mujer que nos atiende es muy amable y nos entendemos muy bien. Eso sí, nos toca esperar hasta las 13:40h. Todo lo que esté relacionado con viajar en tren se puede consultar en búlgaro y en inglés en la página BDZ Timetable.
Antes de subir al tren compro algo de comida: una bolsa de patatas y una rosca con sésamo por 4 levas. Por fin subimos al tren, antes de la hora programada para salir. Hace un calor asfixiante. Los trenes son algo antiguos, así que nada de lujos. Tenemos nuestra hoja de ruta y sabemos que tenemos que cambiar de tren en una ciudad que se llama Karnobat. Salimos de Burgas a las 13:40h y llegamos a Karnobat a las 15:06h. Luego hay que coger otro tren a las 15:21h para llegar a Varna a las 18:35h.
A nuestro lado se sienta un hombre con una camiseta gris que nos dice algo en búlgaro. Cuando falta una parada para llegar a Karnobat suben un montón de gitanos: mujeres, niños, hombres, ... Por lo menos hay veinte personas y gritan bastante. Intento estar tranquila. El hombre de la camiseta gris se pone de pie y se queda ahí, como haciendo de muralla y protegiéndonos. Bajamos en Karnobat y ese mismo hombre nos muestra la vía, ya que también va a Varna. Creo que nos está vigilando un poco, hasta que ya subimos al tren.
Me gusta el paisaje: girasoles, vacas, burros, caballos, pequeñas montañas, llanuras... Entre Karnobat y Varna el calor es peor. Encima, no se puede bajar la ventanilla, así que me quedo con el abanico en la mano. Sube una pareja de mediana edad con unas bolsas con verdura. Al cabo de un buen rato, casi llegando a Varna, la mujer saca tres albaricoques enormes y me los da. ¡Qué maja! No me lo esperaba para nada.
Llegamos a Varna. Estamos deshidratados. Compramos una botella de agua en la estación por 1,35 levas. También hay gatos por las calles. Vemos un poco el centro. Aquí, al menos, las calles llevan nombre. Nos gusta más que Burgas, la verdad. Hacemos una parada técnica y nos refrescamos en una fuente.
Encontramos el hotel, que está muy bien. Es el Hotel Terra, en la calle Dr Piuskiuliev, 66. La mujer de recepción dice mi nombre cuando entramos. Nos da buenas vibraciones. Es muy amable. Pagamos 54 € por 2 noches sin desayuno. Pagamos en efectivo y en euros. En comparación con nuestro hotel en Nesebûr, esta nos parece una habitación de lujo.
Para acabar con este día, lo que más nos ha impactado al llegar a Varna es la impresionante iglesia ortodoxa que hay en el centro, la Catedral de la Asunción.
No tengo palabras casi para describir lo que sentí al verla. Estoy totalmente enamorada de esta arquitectura, con esas cúpulas doradas. Lo que me sorprende es que en nuestra guía ni siquiera aparece una foto de este lugar. Me parece una pena y creo que se debería dar a conocer. Sólo por eso ya vale la pena visitar Varna y verla con tus propios ojos.
Compramos algo de desayuno en un supermercado abierto las 24 horas, justo enfrente de nuestra habitación. La mujer del hotel nos ha ofrecido café, pero le hemos dicho que no. Pagamos por un cartón de zumo y una bolsa con croissants 3,31 levas.
Antes de llegar a la estación de tren, hacemos muchas fotos de esa Catedral tan preciosa. Sigo mirando las cúpulas, esas "cebollas" doradas, como digo yo y pienso que para mí eso es Bulgaria.
Hoy tenemos una misión muy importante: llegar al Pobiti Kamani, el famoso Bosque de Piedra del que hablan todas las guías, pero que parece estar lo más escondido posible. Nos sorprende que desde Varna no organicen ningún tipo de transporte oficial para ir a verlo. Quizás es para preservarlo y evitar las aglomeraciones. En cualquier caso, gracias a nuestras investigaciones y sentido de la orientación (también a nuestros mapas del satélite, brújula y GPS) pensamos llegar hasta ahí, primero en tren y después andando un buen rato. Desde aquí recomendamos esta opción a los más aventureros y a los que tengan experiencia andando por bosques. Sino, que alguien se pague un taxi y punto.
Compramos los billetes de tren a Beloslav de ida y vuelta. Beloslav es un pueblecito pequeño, que queda relativamente cerca del Pobiti Kamani. El viaje dura unos 20 minutos y pagamos 2,70 levas por persona. Bajamos en la estación y empezamos a andar, consultando el GPS, la brújula y el mapa. En total recorremos 3,4 km de camino con un sol brutal en unas sendas no preparadas para personas. Ver mapa adjunto.
En rojo se puede ver el camino que hicimos hasta llegar al grupo principal del Pobiti Kamani. La estación de tren queda abajo en la foto. Parece increíble, pero lo conseguimos. El punto final de nuestro camino era llegar a la carretera 2 que une Sofia con Varna. Se ve arriba en la imagen. Andamos unos metros más hacia la derecha y encontramos la entrada al Pobiti Kamani.
Cobran un precio simbólico por la entrada y la buena noticia es que venden botellas de agua fresquita. Por dos entradas, dos botellas de agua y una postal pagamos 7 levas en total. El precio de las entradas es de 3 levas por persona. Tampoco es que haya un control muy estricto, pero nos pareció buena idea contribuir.
En Pobiti Kamani hacemos un montón de fotos. Al principio estamos solos, hasta que aparece un autocar lleno de polacos. Hay que decir que hasta el momento casi no hemos encontrado turistas en Bulgaria. Ni siquiera en Burgas, destino teóricamente turístico.
El lugar en sí nos parece una auténtica pasada. En el interior de esas columnas hay arena y es algo que ha hecho la naturaleza, sin la intervención del hombre. Vale la pena llegar hasta allí, de verdad.
Para volver a mí me parecía muy duro hacer otra vez ese camino hasta la estación de Beloslav. Lo hablamos un poco y decidimos probar haciendo autoestop.
Nos pusimos en la carretera e hicimos dedo durante algún rato. Pasaron tres o cuatro coches y nada. Cuando ya estábamos a punto de empezar a andar, puse la mano otra vez y una furgoneta blanca paró. Increíble. Fuimos corriendo. Había un chico, le preguntamos si nos podía llevar a Varna y dijo: "da". ¡Qué fuerte! Subimos y ha sido genial.
Charlamos con él, pero era él sobre todo el que hablaba. Dijo que su hermana trabajaba en Madrid. Él tiene un negocio de colchones. También dijo que paró a recogernos porque vio que no éramos búlgaros y que tuviéramos mucho cuidado con los taxistas, porque eran la mafia búlgara.
Nos ha dejado justo en la puerta del hotel. Nos hemos despedido de él dándole la mano. No esperábamos tener tanta suerte. Ha sido una auténtica aventura. Queremos decir que si alguien se atreve a hacer dedo, que por favor tenga cuidado y siga su instinto. Tuvimos mucha suerte. Es mejor aprender algunas palabras de búlgaro para estas situaciones, como "mola" o "izvinete" (perdone). Si alguna chica viaja sola, yo no se lo recomiendo, pero es sólo mi opinión. También es cierto que en algunos foros habíamos leído que en Bulgaria se viaja bastante bien a dedo.
Volvemos al hotel y descansamos un poco. Esperamos a que el sol ya no sea tan fuerte para salir y paseamos por la ciudad. Vemos el centro, los jardines, una pequeña feria, la playa... Hemos comprado algo de fruta por 2,50 levas. También compramos pan y queso kashkaval en el 24 chasa por 4,75 levas. Nos duchamos y seguimos con la organización del día siguiente. Nos ha gustado mucho Varna.
Nos levantamos. Pan y queso kashkaval para desayunar. Nos vamos, pero justo al salir me piden el pasaporte para coger mis datos. Vamos a la estación de tren. Me despido de la Catedral de la Asunción de Varna que tanto me ha gustado.
Compramos los billetes a Veliko Tûrnovo, así que ya nos alejamos de la costa del Mar Negro y nos vamos a la zona de interior. Esta vez decidimos viajar en 1ª clase, por probar (prvá klasa). Pagamos 17,20 levas por persona. El viaje muy bien, pero hemos tenido al lado una pareja joven que no se ha callado ni un minuto, ni un minuto. Hemos salido a las 11:00h y a las 14:18h hemos llegado a Gorna Orjahovica, para cambiar de tren. En Gorna Orjahovica hemos cogido el siguiente tren a las 14:32h hasta Veliko Tûrnovo, donde hemos llegado a las 14:52h.
Hemos preguntado en información cuál era nuestro tren, porque había dos que salían a la misma hora y por el destino no me quedaba muy claro: uno iba a Ruse y el otro a Stará Zagora. Para mi sorpresa, era el que iba a Ruse, cuando pensaba que no lo sería, porque iba demasiado al norte.
En el otro tren ha sido genial, de nuevo. Había un señor muerto de calor en nuestro compartimento y al oírnos ha dicho cuatro cosas en español. Luego ha empezado a decir cosas de Lorca, Machado, Cela, Juan Ramón Jiménez, Valle-Inclán... Me ha encantado. Hemos hablado un poco en búlgaro, francés, italiano y en ruso. Se ve que él era profesor de búlgaro, creo. Se ha bajado una parada antes que nosotros. Así es como imaginaba viajar en tren por Bulgaria.
Al llegar a Veliko Tûrnovo hemos ido a nuestro hotel. Ha sido un poco difícil encontrarlo, porque la ciudad está construida en una colina y hemos tenido que subir un montón. Además, para dirigirnos a la ciudad hay que cruzar las vías. Algo un poco raro, pero todo el mundo lo hacía. También es cierto que en cuanto bajamos del tren se acercaron algunas personas a ofrecernos alojamiento en casas privadas. Algo que también encontramos en Nesebûr, por cierto.
Seguimos buscando el hotel y entramos a preguntar en una tienda de recambios para coche. El chico de la tienda nos enseña un mapa en internet. Por fin lo encontramos. Es el Hotel Friends, en la calle Konstantin Kisimov, 11. Eso sí, hay que estar atento porque en la calle no pone Hotel Friends, sino Priyateli, que significa lo mismo pero en búlgaro. Pagamos 23 euros por una noche con desayuno. La habitación es enorme y volvemos a tener neverita, como en Varna.
Descansamos un poco y salimos al centro, a la parte antigua. Veliko Tûrnovo es precioso. Con razón había sido la capital entre 1185 y 1393. Vemos montañas, árboles, más gatitos...
Cenamos en un restaurante muy chulo, con una terraza: Restaurante Piccolo, situado en la parte vieja. Pedimos una cazuelita de verduras con queso kashkaval. También cogemos un pan búlgaro muy parecido al pan de pita y un kebab en forma de pinchito (kebabcheta) con patatas y para beber, una limonada fosforescente y una mirinda. En total pagamos 15,10 levas.
De vuelta al hotel compro una postal por 0,70 levas y unas manzanas en una tiendecita por 1,45 levas.
Es una pena que sólo estemos un día. Recomendaríamos estar dos y ver con calma la zona de Tsarevets, una fortaleza que se ve desde donde estamos. Me encanta la paz que se respira y la compañía de las montañas.
Nos hemos levantado muy pronto. Desayuno muy rico: pan al horno con jamón y queso gratinado. Para beber, un té. De camino a la estación compramos un tubo de fenistil (8 levas), porque tengo las piernas fatal por las picadas de mosquito.
Vamos a la estación y compramos los billetes a Plovdiv en 1ª clase otra vez. Dejamos el centro del país para ir al sur. Son 15,30 levas por persona. Tenemos suerte y cogemos un tren que va directo. Sale a las 8:48h y llegamos a Plovdiv a las 14:11h. Sino, hubiésemos tenido que salir más tarde y hacer un cambio en Stará Zagora. El viaje ha sido tranquilo, no ha habido aventuras esta vez. Paisaje bonito, montañas, calor.
Llegamos a la estación de Plovdiv. Cogemos nuestros mapas y vamos a buscar nuestro hotel. Aquí ya nos damos cuenta de que los nombres de algunas calles principales se repiten, como Vasil Levski, Hristo Botev, Ivan Vazov... Todos ellos son personas destacadas dentro del país, por su vinculación a la cultura o a las revoluciones políticas.
El hotel es el Guest House Asena, en el bulevar 6 de Septiembre, 132. No es muy difícil encontrarlo. Se trata de una casa para nosotros solos. Tenemos mucha suerte, porque no hay nadie más. Pagamos 40 euros por dos noches sin desayuno. Tenemos una habitación, un comedor, una cocina, una salita, el baño y la ducha para nosotros solos. ¡Qué suerte!.
Vamos al centro y sacamos algo de dinero en un cajero por primera vez desde que empezamos el viaje. No hay ningún problema. Vemos una mezquita muy chula. Justo enfrente también se pueden ver unas ruinas romanas. Parecen las gradas de un teatro romano. Hay una calle principal con muchas tiendas y restaurantes, pero aparte de eso, no vemos nada más en el centro. Las ruinas romanas están muy bien.
De todos modos, Plovdiv no nos gusta tanto como Veliko Tûrnovo o Varna. También nos reímos un poco, porque en nuestra guía describen Burgas como una ciudad "agradable". No sabemos qué quieren decir con eso, pero ahora que ya hemos viajado más por Bulgaria, nos damos cuenta de que Burgas es un poco una ciudad fantasma. Si alguien duda entre ir a Burgas o a Varna, porque sólo puede ver una ciudad en la costa, le recomendamos sin duda Varna. Allí al menos las calles tienen un nombre visible.
Cenamos en un restaurante un poco pijo con música jazz. Está un poco escondido, en una de las callejuelas que salen de la calle principal. Lo siento, pero no recuerdo el nombre. Pedimos una sopa de crema de espinacas con queso azul rallado y croutons. Muy rica. Pagamos 9 levas en total. Volvemos para ir a un supermercado que conocemos muy bien, porque es al que vamos donde vivimos, y ahí hacemos una pequeña compra de 12 levas. Luego volvemos a la casa y a dormir.
Hemos salido al centro de Plovdiv bastante tarde, porque el sol era muy fuerte y nos apetecía descansar y disfrutar un poco de la casa para nosotros solos.
Hemos visto el río y de nuevo, las ruinas romanas. Compro una postal por 0,70 levas y volvemos al supermercado para comprar más comida por 12,21 levas.
Hoy he estado un poco nostálgica, en general. Se acerca el final del viaje. Quizás ahora lo organizaría de otra forma, aunque eso es un poco injusto, porque ahora ya he estado aquí y ya sé lo que estaría mejor. Simplemente, quitaría a lo mejor un día en Burgas para añadirlo a Veliko Tûrnovo. Por lo demás, creo que hemos hecho lo correcto.
Nos preparamos para nuestra última ciudad del viaje: Sofia.
Desayunamos un poco y vamos a la estación de tren para comprar nuestros billetes a Sofia. Pagamos 9 levas por persona y esperamos un rato hasta que salga a las 11:32h. Vuelve a ser un tren directo. La verdad es que en la estación de Plovdiv las vías no están bien señalizadas y ni siquiera hay pantallas en los andenes. Dentro de la estación sí que hay pantallas, pero de nada sirven si no sabemos cuál es la vía.
Vemos unos trenes que están por allí parados y uno de ellos, que parece bastante nuevo, va a Sofia. Vamos corriendo y subimos, pensando que ése era el nuestro, pero el tren no sale y justo en ese momento vemos cómo pasa otro tren a Sofia que venía desde Burgas. Ése era nuestro tren, el de las 11:32h. Al final nuestro tren actual sale media hora más tarde. Por suerte la revisora no nos dice nada cuando ve nuestros billetes. Siempre que te venden un billete aparece la hora de salida del tren que vas a coger.
Esta vez disfrutamos del tren, totalmente nuevo, y también de un paisaje precioso lleno de verde, montañas, rocas, vaquitas... hasta que llegamos a Sofia. La estación de tren es enorme, muy comunista. Estamos un poco perdidos. Se nota que estamos en la capital.
Sabemos que para llegar al centro hay que coger el tranvía 7 y que lo mejor es bajarse en Ploshtad Sveta Nedelya. Los billetes cuestan 1 leva por persona y se pueden comprar en un quiosco que hay cerca de una parada de trolebuses. En esa zona también salen algunos tranvías.
Subimos rápidamente, casi sin mirar las paradas que hace. Tengo que decir que ese tranvía iba a la velocidad del caracol. Muy muy lento. A lo mejor estoy acostumbrada a los tranvías checos, que son bastante más rápidos, pero no esperaba esa lentitud. Tampoco hay señal acústica que te diga en qué parada estás, así que hay estar muy atento porque es difícil saber cuándo se debe bajar. Todas las paradas están en cirílico y ya me siento un poco cansada después de tantos días de viaje. Nos bajamos porque vemos que nos estamos alejando del centro. Esperamos un rato en el otro lado de la vía y volvemos a coger el tranvía 7 para ir cinco paradas atrás. Por fin nos bajamos en Sveta Nedelya. Andamos un rato y encontramos nuestro hostal.
El hostal en el que pasaremos las próximas tres noches se llama Hostel Lavele y está en la calle que lleva el mismo nombre, en el número 14. Nos abre una mujer que no habla inglés y que tampoco parece querer hablar búlgaro con nosotros. Se ve que el dueño no está y que vendrá más tarde. Vamos a nuestra habitación para dejar las mochilas. No está mal, pero lo que nos mata es tener el baño compartido, porque está asqueroso.
No voy a dar detalles para no herir la sensibilidad ajena, pero se ve que allí nadie limpia y encima es pequeñísimo. La ducha es una rejilla en el suelo muy cerca del retrete. Tenemos un poco de bajón, pero después de un rato se nos pasa. Sólo por eso no recomendaríamos este sitio a nadie.
Creo que está bien para pasar una noche sin ducharse, pero no si alguien requiere unos mínimos de condiciones higiénicas. Por cierto, cuando el dueño regresa pagamos 81 euros por las tres noches. El desayuno está incluido.
Aún no estamos seguros de cómo vamos a llegar al Monasterio de Rila, nuestro último punto conflictivo del viaje (el primero fue llegar a Pobiti Kamani y después volver a Varna). Un poco a la desesperada mando un mensaje a Nevena, mi amiga búlgara que vive en Inglaterra, por si su hermano nos pudiera llevar, aunque sé que es demasiado improvisado.
Me contesta al cabo de un rato y me dice que no ha podido organizar nada, que sus hermanos están fuera de Sofia. Le escribo otra vez diciendo que no pasa nada y que muchas gracias.
Vamos al centro y hacemos muchas fotos de la iglesia rusa. Me parece preciosa. Me encantan las cúpulas doradas combinadas con el verde. En nuestra guía aparece una foto de un detalle de la iglesia ampliado. Hicimos la comparación y sí, coincide.
Andamos un poco más y por fin... vemos la Catedral de San Aleksadûr Nevski. Nos parece impresionante. Hacemos un montón de fotos más. Ésta y la de Varna son mis favoritas. Me encantan estas iglesias ortodoxas de estilo neobizantino.
Cenamos en un local de comida rápida. Pagamos 12,26 levas y volvemos al hostal.
Tomamos un buen desayuno. Antes de salir, arreglamos la excursión al Monasterio de Rila en la recepción del hostal.
Creo que la mayoría de hoteles y hostales ofrecen la posibilidad de hacer la excursión. Basta con preguntar. Había leído en algunos foros y blogs que se puede coger un autobús, pero la parada está un poco lejos del centro de Sofia, tarda bastante en llegar al monasterio y en seguida regresa a la ciudad. No me parece muy práctico. En nuestro caso organizan una visita desde Sofia, con gente de otros hoteles de la zona, para ver el monasterio y también la Iglesia de Boyana en el camino de regreso a Sofia. Además, hay un guía que nos acompaña. El viaje se hace en furgoneta y se coge justo delante de la Catedral de San Aleksandûr Nevski. El precio es de 25 euros por persona.
El día de hoy lo dedicamos a ver Sofia y a comprar regalos. Primero vamos al Zhenski Pazar, un mercado genial al aire libre en el que venden fruta, verdura, ropa y artículos de cerámica, entre otras cosas. Esta vez sí aprovecho para comprar mis cazuelitas para hacer platos al horno. Ya las vimos en Veliko Tûrnovo, pero decidí esperar hasta Sofia para comprar todos los regalos. He comprado dos y hemos pagado 6 levas en total. El hombre del puesto nos ha hecho un poco de rebaja. Me ha sabido un poco mal por la gente que vendía en las paradas que estaban al lado, pero bueno... Luego hemos ido al Mercado Central (Tsentralni Hali), un mercado cubierto muy limpio donde tenían de todo. Ahí hemos comprado algunas postales y regalos por 10 levas.
Seguimos paseando y vemos las instalaciones del Instituto Cervantes de Sofia. También vemos el teatro de Ivan Vazov. Precisamente hay un guía hablando sobre este teatro con un grupo de turistas. Es una de esas rutas gratuitas que te enseña la ciudad. Discretamente, nos acoplamos durante un rato y luego los dejamos. Pasamos por todas las paraditas de objetos antiguos situadas cerca de la Catedral de San Aleksandûr Nevski. Aprovecho para mirar iconos.
La chica que los vende nos pregunta de dónde somos y dice que hablamos bastante bien búlgaro. Estoy a punto de comprar uno de Cirilo y Metodio, pero al final no lo hago. Compramos un ajedrez chulísimo de madera por 30 levas. La mujer que nos lo ha vendido ha insistido mucho en que está hecho a mano en Sofia, no en China. También compramos algunos imanes y figuritas por 11 levas.
Vamos a la Catedral y hacemos un montón de fotos. La parte que más me gusta es la trasera, aunque algunas personas se hacían fotos en la entrada.
A lo largo del día hemos comprado algodón de azúcar y varios helados. En total nos hemos gastado 8,85 levas. También compramos algo de comida en el supermercado por 6,82 levas. Para cenar vamos a un local de la cadena Happy Bar Grill. Ya los habíamos visto antes en otras ciudades y también recuerdo que otros viajeros los habían mencionado en sus diarios de viaje. La carta es variada, pero creo que no ofrece platos tradicionales. Si alguien busca comida búlgara más tradicional, mejor que pruebe otro tipo de restaurante. Pedimos patatas picantes con sésamo, calabacín rebozado a la griega, una fanta y una cocacola. En total, 14 levas. Cuando nos han venido a cobrar, el camarero nos ha dicho cuánto era la cena, pero sin traernos la cuenta. Nos ha parecido raro y le hemos pedido que nos la trajera. Estaba todo bien, pero nunca nos habíamos encontrado en esa situación.
Antes de volver al hostal, nos sentamos alrededor de un surtidor bastante grande mientras se ponía el sol. Aprovecho para lavarme los pies discretamente ya que, tal y como tenemos el baño en el hostal, vamos a estar tres días sin ducharnos. Sólo pienso que mañana es nuestro último día de viaje, porque el lunes ya volvemos a casa. No veo la hora de ducharme en mi piso.
Desayunamos y salimos para encontrar la furgoneta que nos llevará a Rila. La parada está justo detrás de la Catedral. Esperamos un rato y al fin llega el conductor. Pensábamos que habría un montón de gente esperando para ir, porque es domingo, pero somos los únicos. Mientras esperábamos, hemos hecho una foto muy chula de la cúpula de la Catedral reflejada en un charco en el suelo.
En total somos 4 personas en la excursión: una chica japonesa-americana, un señor japonés al que recogemos en otro hotel y nosotros dos. Hemos viajado muy bien y de verdad recomendamos esta opción para ir al monasterio. El viaje de ida y vuelta sale por 100 levas para dos personas. Luego hemos tenido algunos gastos que no estaban incluidos en el precio del transporte: la entrada al museo de Rila (8 levas por persona) y la entrada a la Iglesia de Boyana (10 levas). También habría que incluir las bebidas, algunos regalos y postales (19,20 levas).
El viaje a Rila ha ido muy bien. Ha sido muy cómodo y sin problemas. Hemos salido de Sofia sobre las 9:15h y hemos tardado en llegar al monasterio dos horas y media, aproximadamente. Eso sí, de puerta a puerta. Me ha gustado escuchar las conversaciones en inglés de los japoneses. Ella ha explicado que dejó su trabajo para poder viajar, que llevaba cinco años y medio en el mismo trabajo y que eso era mucho tiempo. Pensé "qué diferencia con la mentalidad española de un trabajo seguro y para toda la vida". De vez en cuando necesito oír eso, que es bueno cambiar.
Llegamos al monasterio de Rila Ha sido impresionante estar ahí. No podía creer que hubiéramos llegado hasta allí. Todo el año preparando el viaje, viendo fotos en internet, leyendo información y he conseguido llegar hasta ahí, tal y como quería.
Aquí hemos encontrado la mayor concentración de turistas desde que estamos en Bulgaria. El guía nos dijo que es mejor venir en otoño, porque además se puede apreciar el cambio de color de los árboles. Seguro que es precioso.
Hemos entrado en el museo. Aviso de que no se puede entrar en camiseta de tirantes, en pantalones cortos o minifalda. Nada de enseñar brazos y piernas. Para las mujeres que no vayan preparadas, el museo proporciona una especie de faldón para taparse. Mejor llevar algún pañuelo grande en el bolso, como un foulard, y taparse con eso. Vimos el trabajo que realizó San Juan de Rila (Sveti Ivan Rilski), místico del siglo IX. Fundó el monasterio y se retiró para apartarse del mundo, como escribiría después Fray Luis de León en el siglo XVI. Veo que el tema no es nuevo. El sitio está muy apartado y se encuentra dentro de una especie de fortaleza muy bonita.
Nos han encantado los murales que aparecen con esos colores tan vivos, casi como si fueran un cómic. Vale la pena sentarse y contemplarlos durante un buen rato, porque son muchos los detalles. Se pueden apreciar distintos personajes y episodios de la Biblia.
Después de la visita vamos a tomar algo en un restaurante cerca del monasterio. El guía y los japoneses han comido algo, mientras que nosotros hemos bebido solamente. Nuestro guía ha aprovechado para contarnos un poco sobre la historia de Bulgaria.
Después hemos ido a visitar la Iglesia de Boyana (Boyanskata tsurkva). Tengo que decir que ha sido una auténtica sorpresa para nosotros, porque no sabíamos mucho sobre el sitio y salimos de allí hipnotizados. Eso sí, todo gracias al señor que trabajaba dentro de la pequeña iglesia. Pertenece a la época medieval y lo que más vale la pena es su interior, repleto de frescos que, evidentemente, no pudimos fotografiar. Preciosos. Con razón han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Tuvimos que ser muy cuidadosos con no rozarlos con los bolsos y la exposición sólo duró 10 minutos de reloj. El señor mayor que trabaja ahí, explicando el significado y la técnica de esos frescos, fue muy riguroso y pudimos ver la pasión que siente por estas imágenes. Recordaba a uno de los personajes de las novelas de Terry Pratchett. Como digo, sólo pudimos estar 10 minutos, pero nos habló de todos los detalles, los colores, los significados... Se trata de la contribución de Bulgaria al arte medieval y es la herencia, no sólo de Bulgaria, sino de todo el mundo. "The greatest contribution of Bulgaria to the world".
Con esas palabras retumbando en nuestras cabezas, salimos de ahí y comentamos un poco nuestras impresiones. El exterior de la Iglesia de Boyana es muy bonito también.
Regresamos a Sofia de muy buen humor. Nos ha gustado mucho la visita a Rila y a los frescos de Boyana. Desde aquí lo recomendamos a todos los que tengáis interés en verlo. Vale la pena de verdad. Damos un último paseo por el centro. Todavía venden iconos, así que aprovecho y finalmente compro el de Cirilo y Metodio que vi el otro día. Pago 20 levas.
También comemos un par de helados por 4 levas. Para cenar volvemos al Happy Bar Grill. Pedimos un risotto y una fajita rellena por 12 levas. Queríamos probar un restaurante que parecía servir comida típica justo enfrente de nuestro hostal, pero estaba cerrado. Por eso volvimos al Happy Bar. Ningún problema.
Nos despedimos de la Catedral de San Aleksandûr Nevski. Sobre todo, yo. Pienso que he conseguido ir a Bulgaria, llegar hasta aquí y ver todo lo que quería ver. Ha sido increíble.
Después del desayuno cogemos un taxi para ir al aeropuerto. Nos ha costado 10 levas. El taxi ya lo pedimos en recepción el día que llegamos y nos dijeron que el precio rondaría las 12 levas. Llegamos sin problemas, facturamos las mochilas y discutimos un poco qué hacer con las levas que nos quedan.
Como dije al principio, el cambio en los aeropuertos no es muy favorable. El caso es que decidimos entrar en una librería y ahí gastamos casi todo lo que nos quedaba. Compré una botella de agua y un librito de cocina con recetas de comida búlgara. Justo lo que quería buscar en Sofia, aunque no tuve tiempo para hacerlo. En total pagué 10 levas.
Hemos volado muy bien con Air Berlin. El vuelo desde Sofia al aeropuerto de Viena ha durado una hora y media, y no hemos tenido ningún problema. Recogemos nuestras mochilas y vamos a buscar nuestro autobús para ir a la estación de tren.
El aeropuerto de Viena está bastante apartado del centro. El viaje dura media hora y el precio del billete sencillo es de 8 euros por persona. Aún recuerdo cuando "sólo" valía 6 euros, así que deseo que dejen de subir el precio. Para ir a la estación hay que subir en el autobús que va a Meidling Bahnhof. Sale cada media hora.
Una vez en la estación compramos los billetes de tren a Brno. En total cuestan 52,50 €. Se nota que estamos en Austria con estos precios. ¡Qué diferencia con respecto a Bulgaria o incluso Eslovaquia!. También notamos el cambio de temperatura. Hemos pasado bastante calor en Bulgaria, pero en Viena está lloviendo y hace bastante fresco. Lo mismo cuando llegamos a Brno, que parece que sea otoño.
El viaje va bien, hacemos una parada en Breclav y luego seguimos hasta Brno. Son las cinco de la tarde cuando llegamos a la estación de tren de Brno. Aquí termina nuestro viaje de dos semanas por Bulgaria.