Relato de un viaje cómodo por el norte de Etiopía

Tomamos un vuelo nocturno de la compañía Ethiopian Airlines con origen Madrid y destino Addis Ababa, la capital etíope, haciendo una escala técnica en el aeropuerto internacional de la isla de Malta.

A las 7:40 de la mañana del día siguiente aterrizamos en el aeropuerto internacional de Addis Ababa.

El resto del día lo dedicamos a la visita del Museo Nacional y del centro de la ciudad.

A primera hora de la mañana tomamos un vuelo doméstico de Ethiopian Airlines de Addis Ababa a Mekele. Aterrizamos en el aeropuerto de Mekele a las 10 de la mañana, con 30 minutos de retraso.

Nos espera en el aeropuerto una minivan de 7 plazas que habíamos contratado a través del hotel Gheralta de Hawzen. Tras una hora de viaje por carretera asfaltada llegamos a Wukro.

En el mercadillo de Wukro

En Wukro visitamos la iglesia de Wukro Chircos. No nos gustó y creemos que no vale la pena pagar los 6 € que cobran por visitarla (ésta o cualquier otra iglesia de la región de Tigray). Como es jueves, hay mercadillo en Wukro y nos gustó mucho dar una vuelta. Éramos los únicos turistas.

Volvemos al coche y 15 minutos más tarde llegamos a Teka Tesfai, donde nos metemos por una pista de tierra para acercarnos al punto de partida para visitar la iglesia Medhane Alem Adi Kasho, quizá la más antigua de las iglesias del Tigray.

Al oir el ruido del motor del coche van saliendo de sus casas algunos niños que corren a nuestro encuentro para ofrecerse como guías. Por 3-4 € te acompañan los 40 minutos que dura la subida a la iglesia y se encargan de avisar al sacerdote para que abra la iglesia. Nos gusta mucho más que la de Wukro, aunque menos de lo que esperábamos. Vale la pena si se tiene tiempo.

Volvemos al coche y seguimos hasta el hotel Gheralta, a 2 km de Hawzen. Es un hotel muy recomendable por ser el único bueno de la zona, y estar muy cerca de las iglesias de mayor interés. Lo habíamos reservado a través de su página web y nos costó 40 € la habitación doble. En temporada alta es más caro y suele llenarse, por lo que conviene reservarlo con antelación.

El trayecto en furgoneta desde Mekele a Hawzen es de 104 km y se hace en una hora y media.

Por la mañana subimos a la iglesia de Abuna Yemata. En el relato de María Ángeles Martínez, en esta página web, se cuenta con todo lujo de detalles la subida a la iglesia.

Ceremonia religiosa en la iglesia de Abuna Yemata

Vale mucho la pena. Desde el año 2014 alquilan cuerdas, por 6 €, que te dan más seguridad en la subida del acantilado.

Tuvimos la gran suerte de asistir a una ceremonia religiosa de siete monjes que estaban de peregrinación y que la comenzaron poco antes de llegar nosotros.

Al principio éramos los únicos turistas. Más adelante llegó otro español, Enrique. Comimos con Enrique, Mercé y David. También cenamos con ellos en el hotel Gheralta (por favor, escribidnos si leéis estas líneas, perdimos vuestro correo).

Por la tarde subimos David y yo a la iglesia de Maryam Korkor, cercana a la anterior, que también vale la pena visitar. La subida, también descrita con detalle en el relato de María Ángeles, presenta pocas dificultades técnicas y se puede hacer en poco más de una hora, pero salvando 400 metros de desnivel.

En ambas marchas se necesita guía (16 € por grupo, día completo) y coche para acercarte a los puntos de partida. La entrada a cada iglesia es de 6 € por persona.

La intención inicial era estar un día más en esta zona del Tigray y visitar las iglesias de Abreha Atsbeha, Yohannis Maikudi y quizá, Abune Gebremikael. Pero las previsiones del tiempo, que finalmente se cumplieron, indicaban un día de mucha lluvia.

En la ruta a Axum

Así que decidimos ir a Axum y estar en esta ciudad dos días en vez del uno previsto.

Desde Hawzen tardamos 2 horas y 50 minutos en llegar a Axum por la carretera nueva (trayecto de 183 km), que está asfaltada, aunque no pasa cerca del monasterio de Debre Domo (famoso por ser el más antiguo, tener acceso solamente subiendo con una cuerda y ser visitado sólo por hombres).

Tras comer y descansar un rato, mientras dejaba de llover, nos acercamos al mercadillo de los sábados en Axum (de frutas, verduras, …, sin turistas).

También visité la iglesia de Santa María de Sión, accesible sólo para hombres, donde supuestamente se guarda el arca de la alianza.

Feligreses en Axum

Día tranquilo y relajado por esta agradable ciudad, más bien un pueblo, con casi todas sus calles asfaltadas o adoquinadas.

Visitamos con guía el recinto de los obeliscos, los baños de Saba y después, en tuc-tuc con el guía, otras tumbas y las ruinas del palacio de Saba.

En total empleamos menos de tres horas en todas estas visitas.

Recomendamos tomar los zumos de mango y, sobre todo, de aguacate.

Un vuelo doméstico de la compañía Ethiopian Airlines nos lleva desde Axum a Lalibela.

Jugando a ping-pong en Lalibela

Una vez en Lalibela vamos a comer al restaurante del hotel Seven Olives y, entre otros muchos turistas, nos encontramos de nuevo con los tres amigos que habíamos conocido en el hotel Gheralta días atrás. Ellos habían llegado a Lalibela en coche, pasando una noche por el camino.

Estuvimos solos un par de horas paseando y jugando al ping-pong con unos chavales, mientras ellos terminaban de visitar las iglesias y después quedamos a tomar unas cervezas.

Nos sirvieron sus entradas para visitar el conjunto de iglesias de Lalibela, las cuales cuestan 50 US$ por persona y son válidas para cuatro días.

Junto a la iglesia de San Jorge (Lalibela)

Durante la mañana del primer día hacemos una visita tranquila a las iglesias del noreste y a la de San Jorge. Y por la tarde, visitamos las del sureste.

Estas iglesias son una maravilla que justifican por sí solas un viaje a Etiopía.

Al día siguiente, por la mañana, pensábamos subir andando al monasterio de Ashetan Maryam. Son 500 metros de desnivel y en temporada seca sube mucha gente en mula.

Sin embargo ese día estuvo lloviendo bastante y no fue posible. Volvimos a visitar de nuevo algunas de las iglesias de Lalibela.

Nos desplazamos de Lalibela a Gondar con un vuelo de Ethiopian Airlines.

En Gondar visitamos por nuestra cuenta el recinto donde se encuentran los castillos de los siglos XVI y XVII. Nos decepcionaron un poco. A continuación visitamos, desplazándonos en tuc-tuc, el baño del Rey Fasiladas y el antiguo monasterio Qusquam.

Por la noche quedamos para cenar en un restaurante típico etíope (con bonitas danzas regionales) con una familia hispano-alemana que conocimos en las visitas.

Por la mañana hicimos una excursión matinal a Kosoye, a 32 km de Gondar. Fuimos con el matrimonio hispano-alemán y sus dos hijos en una furgoneta privada.

En Kosoye dimos una caminata de hora y media con vistas muy bonitas de las montañas Simien, hasta que se nos echó encima la niebla.

Por la tarde pensábamos visitar la iglesia de Debre Birhan Sellasie, famosa por sus pinturas. Sin embargo a partir del mediodía, el resto del viaje fue totalmente distinto del previsto. En el apartado Itinerario, al principio de este relato, he puesto lo que teníamos previsto hacer, pero a continuación describiré lo que realmente hicimos.

Al volver de Kosoye a Gondar nos encontramos que estaba cortada al tráfico la calle que llevaba a nuestro hotel. Mientras hablábamos con el conductor de lo que ocurría y si era fácil llegar andando vimos que por una de las calles venía una gran cantidad de manifestantes, algunos de ellos con piedras y palos.

Sobre la marcha decidimos irnos al hotel de nuestros amigos porque estaba en las afueras de Gondar y el nuestro estaba muy cerca de donde se había convocado la manifestación.

Disturbios en Gondar

Esperamos unas horas a que se tranquilizara la situación y volver a nuestro hotel, pero las cosas fueron a peor y los disturbios llegaron hasta la zona del hotel, donde tuvimos que subir corriendo varios pisos para huir de una bomba lacrimógena que se coló en el hall del hotel.

Más tarde llegó al hotel un grupo de cuatro españoles que habíamos conocido en Lalibela y que acababan de llegar a Gondar. Decidimos todos quedarnos a dormir en el hotel.

Las refriegas entre manifestantes y policías frente al hotel duraron hasta la noche, y en el centro de la ciudad continuaron de madrugada.

Nos informaron de que podía ser peligroso viajar a Bahir Dar, tal como teníamos previsto al día siguiente, porque podría haber barricadas por el camino y porque en Bahir Dar también había disturbios (debidos a problemas entre la etnia gobernante y la mayoritaria de estas dos ciudades). De hecho supimos después que había habido 6 muertos en Gondar y 30 en Bahir Dar en los disturbios de ese fin de semana.

Con la ayuda del gerente del hotel conseguí que un coche particular me llevara a las 6 de la mañana a mi hotel inicial a recoger las maletas y los pasaportes. Tuvieron el detalle de no cobrarme esa noche, a pesar de que las maletas habían dormido en la habitación.

Tuvimos suerte de poder llegar porque había habido muchas barricadas y todavía humeaban algunas hogueras que habían encendido en mitad de la calle. El espectáculo de los restos de la batalla campal era dantesco.

Tras numerosas gestiones del gerente del hotel y de la embajada española en Nairobi, a mediodía nos evacuaron al aeropuerto en un camión militar. Los dos niños fueron en la cabina y los otros ocho fuimos en la parte de atrás, al aire libre, junto con cinco soldados fuertemente armados.

Pasamos toda la tarde en el aeropuerto de Gondar esperando que llegara un avión que tenía que venir de Addis Ababa y que finalmente no vino. Afortunadamente hay un hotel junto al aeropuerto donde pudimos pasar relajadamente la noche y donde disfrutamos de una cena muy agradable junto a los compañeros de aventuras con los que estuvimos muy unidos durante estos días.

Finalmente, por la mañana, pudimos subir a un vuelo de Ethiopian Airlines que nos llevó a Addis Ababa. El resto del día lo pasamos tranquilo en la capital.

Al día siguiente, por la noche, tomamos un vuelo con destino a Madrid.