Desde finales de agosto, cuando las autoridades chinas inauguraron formalmente un tramo de vía de ferrocarril que une las ciudades tibetanas de Lhasa y Shigatse, el ferrocarril más alto del mundo rueda aún más cerca del Monte Everest.
Atravesando valles, montañas y cruzando el río Brahmaputra, esta nueva línea férrea transcurre por paisajes con impresionantes vistas de picos nevados y llanuras majestuosas, ya que serpentea desde la capital tibetana a la segunda ciudad del país.
Esta línea es una extensión de la línea Qinghai-Tíbet, una maravilla de la ingeniería que realizó el primer trayecto con pasajeros por encima de los 5.000 metros de altura en 2006.
Esta nueva línea permitirá a los pasajeros ir en tren desde Beijing hasta Shigatse, una puerta de entrada al Everest, que se encuentra a solo 240 kilómetros de distancia, en la frontera con Nepal. Y reduce el tiempo de viaje de Lhasa a Shigatse de cinco horas en vehículo, por altitudes que varían entre los 3.600 y los 4.000 metros de altura, a dos horas en tren. Pero inicialmente sólo llevará a viajeros chinos.
El ferrocarril es parte de un gran programa de inversiones chinas en las infraestructuras de sus remotos territorios occidentales que se ve como un esfuerzo por consolidar el control económico y político de Beijing sobre la comunidad autónoma tibetana.
Pero las tensiones políticas en la zona harán que probablemente el acceso a esta línea férrea para viajeros no chinos esté sujeto a controles muy estrictos. Además del visado chino, los visitantes extranjeros requieren de un permiso especial para entrar en Tíbet y la disponibilidad de éstos está sujeto a cambios repentinos por las autoridades chinas.