Algunos de los antiguos mausoleos, santuarios y tumbas de los santos sufíes, situados principalmente en el área de la ciudad maliense de Tombuctú y que fueron un lugar de peregrinación durante siglos, han sido restaurados a través de un proyecto local e internacional auspiciado por la UNESCO, tres años después de que fuesen deliberadamente destruidos por grupos armados vinculados a al-Qaida.
Las 16 tumbas restauradas son algunos de los tesoros de un lugar conocido en la antigüedad como “la ciudad de los 333 santos” (algunas de ellas datan del siglo XIII). La población local tenía la creencia de que estas tumbas protegían la ciudad del peligro, ya que los santos allí enterrados eran reconocidos por su erudición y su piedad.
Estos monumentos forman parte del patrimonio cultural de Tombuctú. En el año 2012, catorce de ellos fueron destruidos, quedando reducidos a montones de piedras y barro. Al parecer ello fue una respuesta deliberada de la milicia al hecho de que días antes la Unesco había catalogado estos monumentos en la lista de patrimonio en peligro.
Los trabajos de restauración han sido realizado por albañiles locales utilizando técnicas tradicionales de construcción y tomando fotografías antiguas y fragmentos de pared recuperados de los escombros como patrón para la reconstrucción.
Los primeros monumentos elegidos para la restauración fueron los de tres santos de diferentes regiones: uno de Tombuctú, uno de Argelia, y otro de Djenné, en el delta del río Níger.
Tombuctú fue conocido desde la antigüedad como un centro para el conocimiento y el comercio. En el siglo XII se convirtió en la sede de una de las primeras universidades del mundo, que en su apogeo en el siglo XV se dice que contaba con unos 25.000 estudiantes. Sin embargo, en las últimas décadas la zona cayó en un declive casi absoluto, ya que su agricultura ha sido destruida por la desertificación del suelo, mientras que su industria turística lo ha sido por la guerra.
Cuando en 2012 las tropas de Malí y de la ONU retomaron la ciudad y huyó la milicia invasora se puso de manifiesto que gran parte de su famosa antigua biblioteca había sido saqueada y quemada, aunque los residentes lograron ocultar muchos de los preciosos manuscritos y libros bajo el suelo o en altillos, o sacarlos subrepticiamente fuera de la ciudad para llevarlos a un lugar seguro.
La reconstrucción de estas tumbas, que han sido ya formalmente reabiertas al público, ha costado algo menos de medio millón de euros, pero los trabajos de reconstrucción continúan en otros monumentos destruidos en la zona de Tombuctú.