El gobierno chino está gastando miles de millones de dólares con el objetivo de restaurar sus lugares históricos para atraer al turismo, tras décadas de dedicar la mayor parte de su presupuesto para la creación de modernas infraestructuras y rascacielos.
En Xi’an, por ejemplo, se está renovando la ciudad antigua y se está reconstruyendo el Palacio Daming, un antiguo palacio imperial que tiene un tamaño que cuadriplica el de la Ciudad Prohibida de Beijing y que es tan grande como el Central Park de Nueva York.
En otras ciudades también se están restaurando las antiguas murallas o antiguos templos budistas y taoístas.