El Gran Valle del Rift es una gran fractura geológica cuya extensión total es de 4.830 kilómetros en dirección norte-sur. Aunque generalmente se habla de este valle para referirse sólo a su parte africana, desde Yibuti a Mozambique, lo cierto es que el mar Rojo y el valle del río Jordán también forman parte de él.
El viaje por Ruanda que se detalla en esta página tuvo lugar a principios del mes de octubre de 2016 y forma parte de un viaje más amplio que nos llevó a recorrer durante cuatro meses y principalmente en transporte público buena parte de esta ruta por el valle del Rift y más.
Comenzamos este viaje en Uganda y continuamos por Ruanda, Tanzania, Kenia, Etiopía y Sudán.
En esta misma web podéis leer el relato de la etapa por Sudán, la última de este viaje. Y podéis leer el texto original y ver más fotos de esta aventura por África en el blog 100 días en el Rift de los autores.
Dejamos atrás Uganda, con un recuerdo imborrable dentro nuestro.
Entramos en territorio ruandés desde la vecina Uganda siguiendo la carretera Kisoro-Cyanika.
Tras una breve y rápida gestión en la frontera ya estamos en Ruanda.
Tenemos los nervios típicos de cuando llegas a un país por primera vez, y más si lo haces por tierra.
Pronto nos abordan un par de jóvenes gritando desde un bus el nombre de Musanze. Es nuestro próximo destino.
Musanze es una ciudad en cuya estación de autobuses hay un cierto orden. Matatus a un lado y minibuses express a otro y gente por todos lados tratando de ayudarte con el equipaje a cambio de unas monedas.
Cuando llegamos a nuestro hotel, hoy tampoco hay luz, así que rápidamente dejamos las mochilas y nos vamos a dar una vuelta. Nos llama la atención la presencia de farolas y aceras!!. Hacía bastante que no veíamos ninguna de estas dos cosas.
Después de andar una media hora, llegamos a la Fundación Dian Fossey, situada en el nº 4 de la calle Rd 58 de Musanze.
Dian Fossey fue una zoóloga estadounidense que vivió por y para los gorilas de montaña hasta que fue asesinada en la cabaña donde vivía, presumiblemente a mano de unos cazadores furtivos.
Muchos la conocemos por la famosa película Gorilas en la Niebla, protagonizada por Sigourney Weaver en 1988, y basada en un libro autobiográfico de Dian.
Y es que estamos en la entrada del Parc National des Volcans, una de las zonas, junto con Virunga (Rep. Dem. del Congo) y Bwindi (Uganda), que ya visitamos, donde poder contemplar a esta especie única en el mundo y de la que sólo quedan unos pocos centenares de ejemplares.
Pronto dejamos Musanze y continuamos viaje hacia Gisenyi. El camino, como de costumbre, es corto en kilómetros pero largo y pesado en tiempo.
Gisenyi es una ciudad a orillas del lago Kivu, el cual hace de frontera natural con la República Democrática del Congo.
Colindante con Gisenyi, pero en el lado congoleño de la línea fronteriza, se encuentra la ciudad de Goma.
Incluso tienen playa en el lago donde pasar en remojo las calurosas horas del día.
Además, posee una fábrica de cervezas donde producen varias marcas, como Primus o Mutzig, que por supuesto hemos probado varias veces para asegurarnos de que están buenas.
También es un pueblo de contrastes. En la calle principal se encuentra la mezquita donde el muecín llama cinco veces al día a sus devotos al rezo. Mientras, el tráfico es intenso y los boda boda (mototaxis, muy comunes en el África oriental) se disputan a los clientes con peligrosas maniobras.
Alejándonos un poco de esta calle hacia el lago, es posible ver la zona más pudiente de la pequeña ciudad, donde los adinerados vecinos tienen sus casas blindadas por enormes muros y agentes armados en las puertas.
Desde la misma frontera con la Rep. Dem. del Congo en Gisenyi es posible ver el gran volcán del Nyiragongo, que con sus 3.470 metros de altura es uno de los volcanes más activos del mundo.
Esta frontera es una auténtica locura de motos, coches y camiones, y como no, gente andando cargando en sus cabezas todo tipo de equipajes (bolsas, cajas, maderas, armarios y todo lo que se os pueda ocurrir).
Han sido días intensos en Gisenyi, conociendo muy de cerca la historia de Nyio, un joven ruandés de 16 años cuyos padres murieron y que vive en una muy humilde vivienda con su abuela.
Las ganas de dejar todo atrás y buscar otra vida nos ha conmocionado y dejado muy tocados.
Lo fácil que podría ser y no es cambiar la vida de alguien o dar la oportunidad de salir de una vida de pobreza y miseria es realmente sorprendente.
Con el corazón partido, dejamos Gisenyi y nos desplazamos hasta Kigali, la capital ruandesa. Tenemos muchas ganas de conocer esta ciudad.
Kigali es una capital bonita, situada en una zona de verdes montes, por lo que también recibe el sobrenombre de la Tierra de las Mil Colinas.
En Kigali nos alojamos en el Saint Paul Centre, un hospedaje situado en el centro de la ciudad desde el que se divisan las casas de la parte baja.
Es extraña la sensación que tenemos aquí. En el año 1994, tuvo lugar el genocidio en el que la población Hutu exterminó aproximadamente a un millón de Tutsis a machetazos en solo 100 días.
Se decía en el documental Cómo organizar un genocidio, de Jon Sistiaga, que "Cuando una parte de la población es capaz de asesinar a machetazos al 70 % de la otra parte de la población tiene que haber mucho asesino por las calles".
Me siento mal por mirar a los ojos de la gente de mi edad y pensar en qué lado estaban o de qué manera participaron en aquel horror, de si mataron o si fueron víctimas.
La visita al Memorial del Genocidio no nos ha dejado indiferentes. Dividido en varias salas, explica cómo todo fue organizado para hacer una limpieza étnica de los tutsis, considerados como ratas por parte de los hutus. Realmente impactante.
A pesar de todo, se respira ganas de olvidar el terror de aquel absurdo genocidio que tantas huellas ha dejado, no solo físicas, las cuales son evidentes en la población. Nos han llamado la atención testimonios de tutsis que sufrieron la pérdida de varios familiares cuando hablaban de perdón.
Además, el gobierno estableció en 2001 un sistema de justicia comunitaria e inspirado en la tradición ruandesa llamado Gacaca Courts con el fin de tratar de reconciliar a los asesinos con las víctimas y enterrar para siempre el odio y el horror que una vez más, se repitió en la historia.
Cuando organizábamos esta ruta por África, la mayoría de la gente se extrañaba al decirles que veníamos a Ruanda, ya que no es un país con muy buena fama.
Una vez visitado, decir que nos ha sorprendido la amabilidad y atención que hemos recibido en este bello país. La gente nos saluda con un efusivo "Welcome to Rwanda". Y queremos remarcar también, que no hemos tenido en ningún momento sensación de inseguridad, más bien lo contrario.
Ha sido una estancia corta pero intensa y nos hubiera gustado poder alargar el tiempo para seguir disfrutando de Ruanda!.